Esperaba con ilusión la
visita de los Reyes Magos. Les había escrito una carta que a mí me parecía muy
razonable. Sólo pedía cosas sencillas, que podían obtenerse sin tener que pasar
por las cajas de El Corte Inglés.
Les había pedido unos políticos
que tuvieran proyectos para el bien de España, y me han traído unos individuos
mediocres, sin ideas ni principios, dispuestos a vender su alma por un puñado
de votos, y cuya única obsesión es el cargo.
Había pedido unos partidos,
sindicatos y patronales que se mantuvieran con las cuotas de sus afiliados, y
me han traído unas burocracias parasitsrias, pegadas como sanguijuelas a la
sangre del presupuesto público.
Había pedido una sociedad compuesta
por ciudadanos conscientes de sus deberes y de sus derechos, y me han traído un
rebaño de adultos infantiloides y malhumorados, que exigen la Luna, pero que
escurren el bulto a la hora de contribuir a la construcción del cohete..
Había pedido que trajeran a
este pueblo una lluvia de realismo y un viento de tolerancia, y han vuelto a
traer una inundación de ñoñería buenista y un vendaval de sectarismo, de
rencor, de odio, de sordos que se gritan los unos a los otros.
Los Reyes Magos me han vuelto
a decepcionar. Como cualquier español, esperaba que alguien con poderes mágicos
satisfaciera mis deseos y aportara la solución a todos mis problemas. Puede que
me haya merecido esta decepción. Pero como soy un español corriente volveré a
intentarlo en 2018.