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jueves, 26 de marzo de 2015

La madre que parió a UPYD


En 2004, a partir de que el presidente Zapatero empezara a perder el rumbo, en el seno del PSOE surgió una voz clara, valiente y coherente, denunciando los errores y los disparates del gobierno. Era la voz de Rosa Díez avisando de que Zapatero estaba llevando a España al precipicio y al PSOE al abismo. Rosa tenía razón: España entró en la mayor crisis de las últimas décadas, y el PSOE todavía no ha recuperado el aliento. Por eso, y no sin pesar, yo también he firmado la siguiente:

CARTA AL CONSEJO DE DIRECCIÓN DE UPyD

Los abajo firmantes, candidatos a las elecciones autonómicas y municipales, afiliados y simpatizantes de Unión Progreso y Democracia, nos dirigimos al Consejo de Dirección para hacer constar lo siguiente:

1.    Estamos firmemente comprometidos con el proyecto político de UPyD, compartimos los principios y valores que encarna, y creemos que es el partido político que necesita España.

2.    Los resultados de las elecciones al Parlamento de Andalucía han evidenciado que los electores no han confiado en nuestro partido, mientras que sí lo han hecho en otro nuevo, con escasa implantación, y cuyas propuestas son en buena medida similares a las nuestras.

3.    Entendemos que este pésimo resultado electoral va a determinar las decisiones de los españoles en las próximas elecciones autonómicas y municipales, así como en las posteriores elecciones generales.

4.    Consideramos que es imprescindible y urgente que UPyD adopte decisiones que supongan cambios de suficiente calado, como para que los españoles los perciban, y puedan volver a considerarnos como una opción viable.

5.    Valoramos el papel que Rosa Díez ha jugado en el partido. Sin su valentía, su voluntad, su tesón, y su integridad, UPyD no habría sido posible. Creemos que continúa siendo un valor fundamental, al que no debemos renunciar.

6.    No obstante, creemos que las oportunidades de UPyD con Rosa Díez a la cabeza han quedado atrás, habiendo sido superadas por otras expectativas de los españoles.

En consecuencia, y con el único fin de preservar la permanencia de UPyD como partido con opciones de influir en la política nacional, autonómica y municipal, solicitamos al Consejo de Dirección la adopción de las siguientes medidas:

1.    Declaración pública de asunción de responsabilidades por el fracaso electoral en Andalucía, que no puede achacarse a los andaluces ni a conspiraciones de ningún tipo, sino a desaciertos en la gestión del partido.

2.    Reafirmación del propósito de continuar trabajando con los mismos principios y valores en pro de la regeneración democrática, la transparencia, la unidad de España, la igualdad de todos los españoles, la erradicación de la corrupción y el rigor y la honradez en la actividad política.

3.    Anuncio de la convocatoria de un Congreso para después de las elecciones autonómicas y municipales, para renovar el Consejo de Dirección.

4.    Dimisión de la Portavoz del Partido y del Consejo de Dirección, manteniendo sus miembros los cargos institucionales que desempeñan en la actualidad.

5.    Nombramiento de una Comisión Gestora y de un Portavoz por parte del Consejo Político, que dirigirá el partido y gestionará las campañas electorales hasta la celebración del Congreso.

Rosa Díez es la madre que parió a UPyD. Ella ha sido la que ha convertido a una criatura débil y vulnerable en un partido adulto, con una sólida estructura de implantación nacional. Ella le ha inculcado los valores de  integridad, transparencia y democracia. Ella lo ha defendido contra los ataques malintencionados de los que no quieren que las cosas cambien en España.


Pero una buena madre no es la que se empeña en controlar y dominar a su hijo durante toda su vida. Sino la que sabe darse cuenta de cuándo se ha hecho adulto, y sabe pasar a un segundo plano, dejando que el hijo siga su camino y tome sus decisiones, disfrutando orgullosa de su obra.

miércoles, 11 de marzo de 2015

El Mesías descastado

El mesías descastado

El puebblo estaba descontento. Una parte del pueblo estaba indignada. Cada vez eran màs los que estaban furiosos. Se sentían engañados, burlados, insultados y robados. Les habían prometido el Paraíso. Les habían garantizado la seguridad, la prosperidad y la igualdad. A cambio sólo les habían pedido la prqueña molestia de ir a votar cada cuatro años.

El pueblo había aceptado el traro encantado. Durante décadas votaaron y votaron sin descanso. Depositaron millones de papeletas para alimentar la legitimidad de la farsa, la invisibilidad del expolio. Votaron y votaron con contumacia, satisfechos de poder elegir entre un amplio abanico de marrulleros. Pero al final, como consecuencia de una crisis económica inesperada, se destapó el pastel, y el hedor fue tan insoportable que todos vieron que estaba podrido.

Fue entonces cuando apareció el Mesías. Se limitó a decirles lo que ya todos sabían: que habían sido víctimas de una monumental estafa moral, intelectual y económica. Y además les prometió el Paraíso. Otra vez el Paraíso. Y si aquellos se habían ganado la confianza del pueblo enterrando al demonio del franquismo, el Mesías probó a nventar otro  maligno al que denominó "casta".

Y les mostró un mundo lleno de castas apocalípticas. La casta política, la financiera, la de los ricos. Poco a poco, todo lo fue convirtiendo en casta a los ojos del pueblo: la militar, la del clero, la médica. Sólo él, el Mesías salvador, estaba libre de pertenecer a casta alguna. Y una parte de ese pueblo descontento, indignado y furioso, se dispuso a seguir votando, con la esperanza de alcanzar el paraíso que le prometía un Mesías descastado.