El psicólogo norteamericano
Harry Harlow llevó a cabo un experimento con monos recién nacidos a los
que separó de sus madres. Los introdujo en una jaula en la que había dos
muñecos: uno de alambre desnudo y otro recubierto de felpa, con un aspecto similar
al de una madre mona. El muñeco de alambre disponía de un biberón en el que
podían beber los monitos, mientras que la “mona” de felpa no tenía nada que
ofrecerles. Sin embargo, el experimento demostró que los monitos preferían permanecer
junto a la “mona” de felpa, acudiendo al muñeco de alambre sólo el tiempo
imprescindible para alimentarse. Se demostró que el factor afectivo-emocional
tenía más fuerza para los pequeños monitos que la necesidad biológica de
alimentarse.
Durante los últimos años, en
Cataluña los mesías del independentismo han enarbolado el señuelo de la tierra
prometida, y más de dos millones de catalanes se lo han creído. Los
acontecimientos de los últimos meses han demostrado que todo era un espejismo.
El referéndum convocado resultó un fiasco, ningún gobierno del mundo ha
reconocido la declaración de independencia, más de 3.000 empresas han huído de
Cataluña, el turismo ha descendido, el comercio también. El profeta Puigdemónt se
ha largado a lugar seguro, abandonando a “su pueblo”. Al menos a dos docenas de
sus apóstoles les aguarda un sombrío futuro carcelario. En muchs familias algunos
de sus miembros han dejado de hablarse Todo les ha salido mal porque todo ha
sido una pura insensatez.
Y a pesar de todo ese desastre
casi la mitad de los votantes han vuelto a elegir a los mismos que le han
traído el declive económico, la disensión en las familias y un futuro incierto.
Como hicieron los monitos de Harlow, los factores afectivo-emocionales han sido
más poderosos para ellos que las realidades objetivas. La gran diferencia con
los simios del experimento estriba en que éstos, al convertirse en adultos,
reconocen la impostura del muñeco de felpa, la abandonan, y empiezan a ocuparse
de buscar alimento, aparearse, y vivir lo mejor posible. En cambio, cada año
que pasa, una nueva camada de catalanes de Harlow se incorpora al censo
electoral, convenientemente adoctrinados para buscar el abrigo de una quimera que
camina en sentido contrario al de la Historia.