............

............

viernes, 18 de noviembre de 2011

Sobre galgos y podencos

En una fábula de Tomás de Iriarte se relata como dos conejos perseguidos por unos perros, se paran a discutir si se trata de galgos o de podencos. Tanto se enfrascan en la discusión, que los perros les alcanzan y les devoran.

Algo así nos ocurre a los incautos conejillos españoles. Andamos discutiendo si los que vienen son los del PP o los del PSOE. Oímos sus discursos, o sus ladridos, que suenan muy parecidos, y nos parece importante distinguir a unos de otros.

Pero esa no es la cuestión. Sean galgos o podencos, harán lo que está en su naturaleza. Lo que han venido demostrando que saben hacer cuando han estado en los gobiernos. Acaparar el poder; repartir cargos, subvenciones y prebendas entre los afines; poner trabas a la transparencia; asegurarse el futuro; mantener una ley electoral injusta; permitir la fragmentación de la administración en 17 virreinatos; impedir que nuevos partidos aporten aire fresco a las instituciones. Mentir con la mayor desvergüenza; acusarse el uno al otro de ser el causante de todos los males del planeta; falsear la historia.

¡Qué importa si son galgos o son podencos! Lo que cuenta es lo que harán si nos pillan.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Profecías autocomplidas

Supongamos una cafetería con una clientela normal y variada. Alguien extiende el rumor de que en el establecimiento hay mucho “ligoteo”. En la medida que el rumor va tomando fuerza, algunas clientes dejan de entrar por temor a que se las ponga determinada etiqueta. Al mismo tiempo, otra clase de clientes, interesados en ligar, van acudiendo por primera vez a la cafetería. Al cabo de unos meses la clientela ha cambiado, y, efectivamente, abunda el “ligoteo”. Eso es una profecía autocumplida.

Así funcionan las encuestas preelectorales. Se extiende el rumor –además dotado de un halo científico- de qué resultados va a haber en unas elecciones, y millones de personas reaccionan en base a unos hechos que todavía no se han producido. Calculan su voto en función de esas previsiones, y finalmente las previsiones terminan cumpliéndose.

Las encuestas se hacen sobre una muestra de unos pocos miles de personas. Técnicamente, las muestras son válidas. Sin embargo, lo cierto es que a muchos millones de personas nadie les pregunta lo que van a votar, pero su decisión se verá afectada por lo que esos pocos miles han dicho que van a hacer.

Resulta apasionante plantearse ciertas hipótesis: ¿qué pasaría si los muchos millones a los que no se les ha preguntado decidieran llevarle la contraria a los pocos miles que han dicho lo que van a hacer? ¿Qué ocurriría si nadie se preocupara por lo que dicen las encuestas, y cada cual decidiera votar al partido que le inspira más confianza?

martes, 8 de noviembre de 2011

Y ganaron los dos

Y ganaron los dos

Se ha producido “El Debate”. Hoy es el día de los análisis, de las encuestas para saber quién ha ganado. Otra muestra del despiste nacional: en lugar de centrarnos en el contenido de sus palabras, lo que cuenta es quién ha quedado mejor.

Una mentira más, otro espectáculo de prestidigitación. “El Debate” no ha sido un combate, sino una danza ritual, en la que los dos participantes han girado uno en torno al otro, exhibiendo sus plumajes de colorines. Una danza más o menos vistosa, destinada únicamente a un objetivo: ganar.

Hoy todo el mundo se entretiene hablando de ellos dos. Rajoy y Rubalcaba, Rubalcaba y Rajoy. En el imaginario mediático y social sólo queda eso: dos opciones, las dos caras de la misma moneda. Todos los demás candidatos han desaparecido. Ni Cayo Lara, ni Rosa Díez. Sólo Rubalcaba y Rajoy, Rajoy y Rubalcaba.

Han ganado los dos. “El Debate” ha sido un despliegue mediático destinado a eclipsar a los demás. Sólo los ciudadanos más responsables podrán recordar hoy que existen otras opciones electorales más fiables que las que representan estos dos antiguos políticos. No se trataba de confrontar nada. Se trataba de darle un impulso decisivo al bipartidismo.