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lunes, 28 de febrero de 2011

110 km/h

El pasado viernes, el gobierno se ha sacado otro conejillo de la chistera: limitación de la velocidad máxima en autovías y autopistas a 110 km/h. Dicen que así se ahorrará un 15% en el consumo de combustible. La melancolía nos apabulla: otra chorrada esperpéntica. Como la de la bombilla de regalo, como la de ponerse la corbata para ahorrar en aire acondicionado.
Un profesor de ingeniería lo explicaba muy bien: “Se ahorraría un 15% si todos los vehículos circularan a 120 km/h, y todos bajaran la velocidad a 110 km/h”. Pero es que la cosa no es así. Por una parte porque los mayores consumos se producen en el transporte pesado y en las ciudades. Resulta que a los camiones y autobuses no les va a afectar la medida porque ya tienen limitada su velocidad a 100 km/h. Por su parte, el tráfico urbano está limitado a 50 km/h, y tampoco van a reducir el consumo porque se limite la velocidad en las autopistas. Conclusión del experto: “Se pude obtener un ahorro de en torno al 1%.

Señor Rubalcaba: ¿No cree que estaría bien que antes de salir a la palestra a decir bobadas se tomara unos minutos para asesorarse bien? Además, si el ministro Sebastián acaba de decir que el suministro está garantizado en España ¿a qué viene esa urgencia en tomar una medida estrafalaria, que ningún país europeo ha tomado?

miércoles, 23 de febrero de 2011

Libia

Tras lo ocurrido en Egipto, es ahora en Libia donde la gente sale a la calle para pedir la salida de un dictador.

Los optimistas antropológicos quieren ver en todo esto el fin de un rosario de dictaduras basadas en el Corán. Pero la cosa no es tan simple, aunque a los occidentales nos encantaría que así fuera. Además de Libia está Argelia, otro importante proveedor de gas; y Marruecos, cuya sociedad espera la prosperidad a 14 km. de nosotros. Pero ahí no termina la cosa: Arabia Saudí y Abu-Dabi están gobernadas por unos déspotas, y en su subsuelo se conserva la parte más sustancial de las reservas de petróleo.
Además, todos esos tiranos son dictadores, pero cada uno tiene su estilo. En Egipto, el ejército no ha atacado a la población. En Libia sí ¿está Europa preparada para admitir –o para rechazar- a una oleada de millones de inmigrantes que huyen del caos?
Y hay otra cosa llamativa ¿dónde están los activistas europeos en defensa de los derechos humanos? ¿por qué nadie ha organizado una manifestación para exigir que Gadaffi deje de asesinar a su pueblo? ¿dónde están los actores españoles, tan beligerantes ellos? ¿nadie mueve un dedo si no es contra los abusos de EE.UU.?

martes, 22 de febrero de 2011

Los otros diecisieta

Desde hace 30 años, cuando en España se habla de 17, todos pensamos en las 17 CC.AA., o en sus 17 parlamentos, o en sus 17 presidentes. Pensando en los 17 nos vienen a la mente los Pujol, los Chaves, los Bono, los Fraga, los Rodríguez Ibarra, los Ibarretxe, o los Camps.

Ahora acaban de aparecer otros 17. Tienen también mucho poder, pero son otros nombres: los Alierta, los Álvarez, los Brufau, los Botín, los Lara o los Roig. Ellos son menos conocidos, pero las empresas que dirigen nos suenan bastante más: Telefónica, El Corte Inglés, Repsol, Banco Santander, Planeta o Mercadona. Entre todos ellos gestionan el 35,5% del PIB, como los 17 de siempre, pero manejan su dinero, y no el nuestro, como los de siempre.

Dicen que se han unido para “rescatar la marca España”. Es decir, que por lo visto se van a dedicar a todo lo contrario de lo que vienen haciendo los 17 de siempre, muy afanados ellos en construir marquitas autonómicas a costa de la marca España.

Dicen que quieren recuperar la cultura del esfuerzo, que la LOGSE enterró hace años,, y formar un laboratorio de ideas para elaborar propuestas que nos ayuden a levantarnos de este batacazo que nos hemos dado, por culpa de una crisis que sólo era internacional.

Por mi parte, bienvenidos. En España andamos sobrados de ideologías, pero nos hacen mucha falta ideas.

martes, 8 de febrero de 2011

El punto de ebullición

Llamamos punto de ebullición a la temperatura en la que un líquido comienza a hervir. En el caso del agua al nivel del mar esa temperatura es de 100”. A menor presión, se necesita más temperatura. Otros líquidos hierven a temperaturas inferiores o mucho más altas.

Me pregunto cuál es el punto de ebullición de la sociedad española. De momento, parece innegable que está ya muy caliente. La desastrosa gestión de diferentes gobiernos (centrales, autonómicos y locales) ha venido calentando en gran manera el líquido social. El escalofriante endeudamiento público; los cientos de casos de corrupción, el derroche de dinero público en fastos de todo tipo, los privilegios de los altos cargos, las mentiras constantes de los gobernantes, la ausencia de ideas basadas en un compromiso ético, los aumentos de impuestos, los recortes de salarios, la reducción de gastos sanitarios, el mal estado de la educación, la congelación de las pensiones, los casi cinco millones de parados, la economía sumergida…

Hemos visto en otros lugares cómo algunas sociedades han entrado en ebullición. La sociedad berlinesa en 1.991; o muy recientemente las de Túnez o Egipto. ¿Puede empezar a hervir cualquier día la nuestra?

Es imposible decirlo con antelación. Pero en estos momentos se dan las condiciones objetivas suficientes. Sólo hace falta una gota que desborde el vaso, y un catalizador. La sociedad casi nunca se moviliza por sí misma. Pero cuando está lo suficientemente caliente, sólo necesita de alguien que lance la primera piedra, pàra que cientos de miles le sigan de inmediato. Los políticos de los partidos de siempre deberían saberlo. Están jugando con fuego. y si esto empieza a hervir, ellos siempre suelen escapar a tiempo. Somos nosotros los que podemos quedar completamente abrasados.

jueves, 3 de febrero de 2011

Egipto

Egipto lleva ya varios días en situación prerrevolucionaria. Hasta ahora el ejército no ha intervenido contra la multitud, pero ya se han producido enfrentamientos entre manifestantes de uno y otro bando, desabastecimiento, saqueos, y algún intento de ocupar el Museo de El Cairo, donde se hallan innumerables obras de valor incalculable.

De nuevo asistimos al acelerado ritmo de otro acontecimiento histórico. Sus consecuencias pueden ser tan relevantes –incluso mucho más- que la desintegración de la URSS. Ahora no se trata del desmoronamiento del comunismo real, sino, quizá, de la extensión del islamismo teocrático. Egipto podría convertirse en un nuevo Irán.

Moubarak es un sátrapa. Pero Moubarak ha formado parte de la Internacional Socialista hasta hace una semana. Moubarak es un dictador, pero ha venido siendo un importante aliado de EE.UU. y un vecino cómodo de Israel. Ahora Occidente dice que Moubarak es un impresentable, pero Moubarak es uno de los socios principales de ese engendro llamado Alianza de Civilizaciones. Moubarak es un tirano, pero ha garantizado el transporte por el Canal de Suez y ha contribuido a la estabilidad de una zona de altísimo valor estratégico en la que se extrae la mayor parte del petróleo que da vida a las sociedades occidentales. Las sociedades occidentales ahora se indignan contra el funesto Moubarak, aunque no han dicho ni pío de él durante 30 años.

¿Cuál es la alternativa a los Moubaraks del mundo? ¿la barbarie de las turbas descontroladas o el orden divino que manda el Corán?

La Historia nos enseña que las turbas sirven para derribar reyes y gobiernos, pero son incapaces de gobernar una nación. Ocurrió en la Revolución Francesa, y ha ocurrido siempre. Alguien vendrá a sentarse en el palacio de Moubarak, y las turbas aceptarán un nuevo culo en el viejo trono, y se marcharán a sus casas a lamerse las heridas. Sería estupendo que a Moubarak le sucediera un sistema genuinamente democrático. Pero no me parece posible. Sería el primer país musulmán en el que tal cosa ocurre. Ojalá que dentro de cinco años no echemos de menos a Moubarak.