En un insuperable sketch de Tip y Coll, Tip concluye una serie de bobadas surrealistas sobre la forma de llenar un vaso de agua con la frase “regardez la gilipolluá”. Me ha venido a la mente esa expresión ante la medida del gobierno que hará que el orden de los apellidos de los niños sea por orden alfabético, si los padres no se ponen de acuerdo.
Hay que felicitar al gobierno. Ha sabido captar que el mayor problema de los ciudadanos era ese. Millones de padres se divorcian a causa de la discrepancia sobre los apellidos de sus hijos. Decenas de miles de bebés sufren graves trastornos psicológicos porque les han tocado unos apellidos mal colocados. Y lo que es más importante: esta medida tan reclamada por toda la sociedad pondrá fin definitivamente a las discriminaciones, las vejaciones y los sufrimientos de todas las mujeres. Ya se sabe: el orden alfabético en los apellidos de un bebé garantizan la prosperidad económica, el respeto en la pareja, y la felicidad eterna.
No obstante, sólo es un primer paso. Habrá que dar más. Habría que votar el orden de los apellidos de cada uno de los hijos. En caso de empata en la votación, deberían votar los abuelos, después los tíos, y por último los vecinos. También habría que crear un Observatorio de la Igualdad de Apellidos, para velar por el reparto equitativo entre los apellidos del padre y los de la madre.
Lo mismo debería hacerse con el nombre del niño. Si el padre quiere ponerle Zacarías, y la madre Abel, se registrará como Abel, por orden alfabético. Por las mismas razones, tendría que legislarse la manera de poner nombre a las mascotas, que son dramáticos los conflictos en los matrimonios cuando él quiere llamar al perro Tom, y ella quiere que se llame Toby.
Y la sociedad contempla pasmada como un gobierno camina de gilipolluá en gilipolluá hacia no se sabe dónde.
Demasiadas gilipolleces, demasiadas.
ResponderEliminar