El presidente de la patronal, Juan Rosell, ha asegurado que un millón y medio de trabajadores al día abandonan o no se presentan en su puesto de trabajo. A los que lo hacen sin causas verdaderamente justificadas, unos 400.000, los ha denominado “profesionales del absentismo”.
Llevamos tres años mirando con cara de pocos amigos a los banqueros, a los constructores, y al gobierno, como supuestos causantes, cómplices y encubridores de esta maldita crisis que parece no tener fin.
Sin embargo, ¿no deberíamos ampliar el horizonte de nuestra mirada? ¿no tendrán algo de culpa esos “profesionales del absentismo”? ¿y los médicos que firman partes de baja injustificados? ¿y los sindicatos que jamás han dicho ni “mu” respecto al absentismo?
Y cada uno de nosotros: Cuando sabemos que un familiar o un conocido falta al trabajo injustificadamente, ¿alguna vez le hemos dicho “tú eres un cara dura, tú eres un sinvergüenza, tú no eres mejor que los banqueros”?
A ver si va a resultar que de la crisis económica no tienen sólo la culpa los que lo parecen.
Preguntas y reflexiones sobre la sociedad, su evolución, y las relaciones entre las personas.
............
miércoles, 30 de marzo de 2011
martes, 29 de marzo de 2011
El repago
El presidente de Murcia, Ramón Luis Valcárcel, ha pedido establecer el copago en Sanidad y Educación.
La palabra es confusa, porque da a entender que los servicios los pagaría en parte el Estado y en parte los usuarios. Pero no es cierto: ahora ya lo pagan todo los ciudadanos. Siempre lo pagamos los ciudadanos. Así que cuando hablan de “copago” deberían decir “repago”, porque la cosa consiste en que, además de pagarlo todos por la vía de los impuestos, volvamos a pagarlo también cada vez que lo utilizamos.
Y de nuevo nos han engañado. A la hora de pedir dinero al Estado, todas las CC.AA. utilizan la excusa de que el dinero es para pagar la sanidad y la educación, pero ahora resulta que no les llega. No nos dicen que es también para pagar una enorme plantilla de funcionarios; para pagar subvenciones a particulares, organizaciones, sindicatos y partidos políticos; y para pagar la publicidad con la que ellos se hacen propaganda; para sufragar sus ocurrencias, sus caprichos y sus meteduras de pata.
Yo propongo que se implante primero el copago para los partidos políticos: en cada proceso electoral, los votantes tendrían que abonar dos euros para poder depositar su voto. Ese dinero se destinaría a los partidos, que no recibirían nada más del Estado. Así los partidos tendrían que mantenerse sólo con lo que los ciudadanos decidieran transferirles. Y sobre todo, los ciudadanos se pensarían mucho más a quién le dan sus dos euros, o si no se los dan a nadie.
La palabra es confusa, porque da a entender que los servicios los pagaría en parte el Estado y en parte los usuarios. Pero no es cierto: ahora ya lo pagan todo los ciudadanos. Siempre lo pagamos los ciudadanos. Así que cuando hablan de “copago” deberían decir “repago”, porque la cosa consiste en que, además de pagarlo todos por la vía de los impuestos, volvamos a pagarlo también cada vez que lo utilizamos.
Y de nuevo nos han engañado. A la hora de pedir dinero al Estado, todas las CC.AA. utilizan la excusa de que el dinero es para pagar la sanidad y la educación, pero ahora resulta que no les llega. No nos dicen que es también para pagar una enorme plantilla de funcionarios; para pagar subvenciones a particulares, organizaciones, sindicatos y partidos políticos; y para pagar la publicidad con la que ellos se hacen propaganda; para sufragar sus ocurrencias, sus caprichos y sus meteduras de pata.
Yo propongo que se implante primero el copago para los partidos políticos: en cada proceso electoral, los votantes tendrían que abonar dos euros para poder depositar su voto. Ese dinero se destinaría a los partidos, que no recibirían nada más del Estado. Así los partidos tendrían que mantenerse sólo con lo que los ciudadanos decidieran transferirles. Y sobre todo, los ciudadanos se pensarían mucho más a quién le dan sus dos euros, o si no se los dan a nadie.
martes, 22 de marzo de 2011
Escamotear el presente
Es muy llamativa la moda que se ha impuesto en España desde hace unos años. De los tres tiempos verbales clásicos –pasado, presente y futuro-, el presente está siendo eliminado cuidadosamente de la conciencia colectiva. Por una parte se ha enfatizado el pasado, hasta el punto de promulgar nada menos que una Ley de Memoria Histórica. Los políticos de siempre se interpelan unos a otros conjugando todos sus verbos en pretérito: “ustedes hicieron”; “ustedes han mentido”, “nosotros hemos conseguido”, “nosotros fuimos los primeros”. El discurso entre políticos se orienta siempre al pasado.
Por otra parte, cuando esos mismos políticos se dirigen a la opinión pública cambian el tiempo verbal, y todo se vuelve futuro: “pronto saldremos de la crisis”; “se empezará a crear empleo”; “ganaremos las elecciones”; “no tocaré los gastos sociales”; “ustedes nos llevarán a la ruina”.
¿Por qué les gusta tanto a los políticos escabullirse del presente? ¿Será porque no resistirían una confrontación con la realidad? ¿Será porque su realidad no tiene nada que ver con la de los ciudadanos corrientes? ¿Será porque es fácil mentir respecto al pasado porque nos falla la memoria, respecto y al futuro porque nos habrá vuelto a fallar la memoria cuando llegue?
Y lo que es mucho más grave: ¿por qué los ciudadanos corrientes se dejan arrastrar a un pasado que no volverá? ¿por qué se dejan seducir por un futuro que casi nunca llega? ¿por qué no apagan el televisor cada vez que un político escamotea el presente, blableando sobre el pasado o el futuro?
Por otra parte, cuando esos mismos políticos se dirigen a la opinión pública cambian el tiempo verbal, y todo se vuelve futuro: “pronto saldremos de la crisis”; “se empezará a crear empleo”; “ganaremos las elecciones”; “no tocaré los gastos sociales”; “ustedes nos llevarán a la ruina”.
¿Por qué les gusta tanto a los políticos escabullirse del presente? ¿Será porque no resistirían una confrontación con la realidad? ¿Será porque su realidad no tiene nada que ver con la de los ciudadanos corrientes? ¿Será porque es fácil mentir respecto al pasado porque nos falla la memoria, respecto y al futuro porque nos habrá vuelto a fallar la memoria cuando llegue?
Y lo que es mucho más grave: ¿por qué los ciudadanos corrientes se dejan arrastrar a un pasado que no volverá? ¿por qué se dejan seducir por un futuro que casi nunca llega? ¿por qué no apagan el televisor cada vez que un político escamotea el presente, blableando sobre el pasado o el futuro?
lunes, 21 de marzo de 2011
Diálogo a la española
Se tropezaron en la acera, como cada día.
- Hola Fernando.
- Buenos días Paco.
- ¿Qué te parece lo de los ERE’s de Andalucía?
- Lo peor es lo de Gurtel, y los trajes de Camps.
- ¿Y te has enterado que cazas españoles intervienen en el ataque a Libia?
- Nada que ver con lo de la foto de las Azores. Lo que me preocupa es que siguen muriendo mujeres asesinadas por sus parejas.
- Más grave es que se asesinen niños antes de nacer.
- Pues anda que lo de los casos de curas pedófilos…
- Eso me recuerda lo de la obsesión por quitar crucifijos de todas partes.
- Bueno… que tengo que ir a comprar Público. Me alegro de verte.
- Igual que yo. Vengo de comprar La Gaceta. Que pases buen día.
Los dos vecinos se alejaron uno del otro caminando despacio. Como dos clones, sus cerebros producían dos pensamientos idénticos:
“A ver si se cree éste que me iba a dejar convencer. Es un pobre fanático. Apañados vamos con gente así”.
- Hola Fernando.
- Buenos días Paco.
- ¿Qué te parece lo de los ERE’s de Andalucía?
- Lo peor es lo de Gurtel, y los trajes de Camps.
- ¿Y te has enterado que cazas españoles intervienen en el ataque a Libia?
- Nada que ver con lo de la foto de las Azores. Lo que me preocupa es que siguen muriendo mujeres asesinadas por sus parejas.
- Más grave es que se asesinen niños antes de nacer.
- Pues anda que lo de los casos de curas pedófilos…
- Eso me recuerda lo de la obsesión por quitar crucifijos de todas partes.
- Bueno… que tengo que ir a comprar Público. Me alegro de verte.
- Igual que yo. Vengo de comprar La Gaceta. Que pases buen día.
Los dos vecinos se alejaron uno del otro caminando despacio. Como dos clones, sus cerebros producían dos pensamientos idénticos:
“A ver si se cree éste que me iba a dejar convencer. Es un pobre fanático. Apañados vamos con gente así”.
jueves, 17 de marzo de 2011
Soberbios, pero vulnerables
Se cree que han muerto unas 12.000 personas en Japón. Muchas menos que en Haití hace un par de años, en otro terremoto. Además, la central nuclear de Fukushima tiene al mundo entero acongojado.
Existe el riesgo de que una nube de radiación pase a la atmósfera, y que se extienda lentamente hasta cualquier rincón del planeta.
Existe el riesgo de que millones de personas terminen padeciendo las insidiosas secuelas de la radioactividad. En unos meses, o en muchos años.
Existe el riesgo de que la economía nipona se hunda, y arrastre en su caída a los demás países desarrollados, creando más desempleo y más penuria.
Existe el riesgo de que haya que cerrar centrales nucleares en muchos países, aumentando la dependencia energética respecto al petróleo.
Existe el riesgo de que todo ello desencadene un colapso general de las finanzas mundiales, que haga parecer un chiste el “crash” de Wall Street, en 1929.
Hay razones para echarse a temblar en Occidente. Hemos construido un complejo entramado económico-tecnológico, que nos permite vivir con gran confort, y a salvo –o eso creemos- de imprevistos y calamidades. Pero ese esquema tiene los pies de barro. Nos hace peligrosamente vulnerables, ya que cada sociedad –y cada individuo- depende imperiosamente de que todo funcione correctamente: el transporte, la distribución de energía, el abastecimiento de agua, el comercio, las comunicaciones, los servicios y el mantenimiento.
A veces, los occidentales contemplamos con cierta soberbia a los que viven en pequeñas aldeas del Tercer Mundo. Gentes sencillas que caminan descalzas, y a las que les basta un plato de mandioca, o de maíz cada día para ser felices. Les falta casi todo lo que a nosotros les sobra. Incluido el miedo a perderlo. Después de todo, un haitiano sólo puede perder la vida en un terremoto.
Existe el riesgo de que una nube de radiación pase a la atmósfera, y que se extienda lentamente hasta cualquier rincón del planeta.
Existe el riesgo de que millones de personas terminen padeciendo las insidiosas secuelas de la radioactividad. En unos meses, o en muchos años.
Existe el riesgo de que la economía nipona se hunda, y arrastre en su caída a los demás países desarrollados, creando más desempleo y más penuria.
Existe el riesgo de que haya que cerrar centrales nucleares en muchos países, aumentando la dependencia energética respecto al petróleo.
Existe el riesgo de que todo ello desencadene un colapso general de las finanzas mundiales, que haga parecer un chiste el “crash” de Wall Street, en 1929.
Hay razones para echarse a temblar en Occidente. Hemos construido un complejo entramado económico-tecnológico, que nos permite vivir con gran confort, y a salvo –o eso creemos- de imprevistos y calamidades. Pero ese esquema tiene los pies de barro. Nos hace peligrosamente vulnerables, ya que cada sociedad –y cada individuo- depende imperiosamente de que todo funcione correctamente: el transporte, la distribución de energía, el abastecimiento de agua, el comercio, las comunicaciones, los servicios y el mantenimiento.
A veces, los occidentales contemplamos con cierta soberbia a los que viven en pequeñas aldeas del Tercer Mundo. Gentes sencillas que caminan descalzas, y a las que les basta un plato de mandioca, o de maíz cada día para ser felices. Les falta casi todo lo que a nosotros les sobra. Incluido el miedo a perderlo. Después de todo, un haitiano sólo puede perder la vida en un terremoto.
martes, 15 de marzo de 2011
La otra "memoria histórica"
Muammar Gaddafi está derrotando a los sublevados de su país que pedían un cambio de régimen.
Europa y EE.UU. están deshojando la margarita. Acaban de descubrir que el coronel libio es un impresentable, y dicen que hay que ayudar a los insurrectos. Pero una cosa es decirlo y otra actuar. La ONU continúa inoperante, como casi siempre, demostrando que es una institución que nos cuesta un pastón, y que no sirve para solucionar nada.
Por su parte, el gobierno español del PSOE ha dedicado enormes esfuerzos a resucitar lo que ellos llaman “memoria histórica”, que se circunscribe a un periodo muy concreto de la Historia, y cuyo único objetivo es que nadie se olvide de lo malísimo que fue Franco y todos los de derechas que le apoyaban. El resto de la Historia no les importa, y a nadie parece importarle.
Pero hay un periodo también reciente de la Historia de España, que se parece muchísimo a lo que está ocurriendo –y a lo que va a ocurrir- en Libia. Se trata del periodo 1936-1939, durante la guerra civil. Entonces también las potencias europeas decían apoyar a la II República y decían repudiar a los sublevados de Franco. Pero lo que hicieron fue llegar a un acuerdo de no intervención, y dejaron que los rebeldes fueran avanzando hasta completar lo que ellos llamaron “liberación”. Como a un cirujano indeciso, Europa se lo pensó tanto para intervenir que se le murió la malherida democracia española.
Y lo peor de todo: pocos meses después de esa defunción, Hítler desencadenó el ataque que dio lugar a 60 millones de muertos. Nunca lo sabremos, pero es probable que si Hítler hubiera visto en Francia y Gran Bretaña mayor determinación para defender la democracia, se lo hubiera pensado dos veces antes de atacar Polonia. Pero con su tibieza demostraron que no querían líos. Como ahora Europa. Los sátrapas de todo el mundo tomarán buena nota de ello.
Europa y EE.UU. están deshojando la margarita. Acaban de descubrir que el coronel libio es un impresentable, y dicen que hay que ayudar a los insurrectos. Pero una cosa es decirlo y otra actuar. La ONU continúa inoperante, como casi siempre, demostrando que es una institución que nos cuesta un pastón, y que no sirve para solucionar nada.
Por su parte, el gobierno español del PSOE ha dedicado enormes esfuerzos a resucitar lo que ellos llaman “memoria histórica”, que se circunscribe a un periodo muy concreto de la Historia, y cuyo único objetivo es que nadie se olvide de lo malísimo que fue Franco y todos los de derechas que le apoyaban. El resto de la Historia no les importa, y a nadie parece importarle.
Pero hay un periodo también reciente de la Historia de España, que se parece muchísimo a lo que está ocurriendo –y a lo que va a ocurrir- en Libia. Se trata del periodo 1936-1939, durante la guerra civil. Entonces también las potencias europeas decían apoyar a la II República y decían repudiar a los sublevados de Franco. Pero lo que hicieron fue llegar a un acuerdo de no intervención, y dejaron que los rebeldes fueran avanzando hasta completar lo que ellos llamaron “liberación”. Como a un cirujano indeciso, Europa se lo pensó tanto para intervenir que se le murió la malherida democracia española.
Y lo peor de todo: pocos meses después de esa defunción, Hítler desencadenó el ataque que dio lugar a 60 millones de muertos. Nunca lo sabremos, pero es probable que si Hítler hubiera visto en Francia y Gran Bretaña mayor determinación para defender la democracia, se lo hubiera pensado dos veces antes de atacar Polonia. Pero con su tibieza demostraron que no querían líos. Como ahora Europa. Los sátrapas de todo el mundo tomarán buena nota de ello.
miércoles, 9 de marzo de 2011
Privilegios y dignidad
Los empleados de tierra de AENA han anunciado un calendario de huelgas desde Semana Santa hasta el verano, justamente en los días de mayor movimiento de viajeros. Han tomado la medida para presionar a la empresa (al gobierno), intentando evitar la aplicación del decreto por el que se pondrá en manos privadas el 49% de la empresa.
Como todos los trabajadores, tienen derecho a recurrir a la huelga para lograr sus intereses. Además, han planteado una huelga legal, anunciada de antemano, y en la que se aplicarán en su momento los correspondientes servicios mínimos. Pero a diferencia de otros trabajadores, tienen en su mano causar graves perjuicios a millones de personas y a la economía de España. Le echan un pulso al gobierno retorciendo la muñeca de los viajeros.
Lo fácil –y más con un gobierno tan inepto como éste- es echarle la culpa, y presionarle para que ceda a las exigencias de los huelguistas. Pero lo sensato es apoyar al gobierno. El decreto –nos guste más o menos- es legítimo, y se debe aplicar la legalidad.
El gobierno –nos guste o no- nos representa a todos, mientras que los de AENA se representan únicamente a ellos, a sus privilegios que ellos llaman “derechos”. En este caso hay que estar con el gobierno, ya que los de AENA van a estar contra nosotros. A ninguno nos apetece tener que modificar las fechas de nuestras vacaciones. Pero más vale eso que ceder –una vez más- al chantaje descarado de los que usan su trabajo como un arma para coaccionar a un gobierno y a toda una sociedad. Tienen derecho a defender sus privilegios. Nosotros tenemos derecho a defender nuestra dignidad.
Señor Blanco: usted, al igual que su jefe, me parecen unos perfectos incompetentes, manipuladores y mentirosos. Pero en este caso cuente usted con mi apoyo. Por una vez, manténganse firmes en la aplicación de la ley, no se tambaleen, no se acojonen. No tienen nada que perder. No nos hagan perder a los españoles otra vez la dignidad.
Como todos los trabajadores, tienen derecho a recurrir a la huelga para lograr sus intereses. Además, han planteado una huelga legal, anunciada de antemano, y en la que se aplicarán en su momento los correspondientes servicios mínimos. Pero a diferencia de otros trabajadores, tienen en su mano causar graves perjuicios a millones de personas y a la economía de España. Le echan un pulso al gobierno retorciendo la muñeca de los viajeros.
Lo fácil –y más con un gobierno tan inepto como éste- es echarle la culpa, y presionarle para que ceda a las exigencias de los huelguistas. Pero lo sensato es apoyar al gobierno. El decreto –nos guste más o menos- es legítimo, y se debe aplicar la legalidad.
El gobierno –nos guste o no- nos representa a todos, mientras que los de AENA se representan únicamente a ellos, a sus privilegios que ellos llaman “derechos”. En este caso hay que estar con el gobierno, ya que los de AENA van a estar contra nosotros. A ninguno nos apetece tener que modificar las fechas de nuestras vacaciones. Pero más vale eso que ceder –una vez más- al chantaje descarado de los que usan su trabajo como un arma para coaccionar a un gobierno y a toda una sociedad. Tienen derecho a defender sus privilegios. Nosotros tenemos derecho a defender nuestra dignidad.
Señor Blanco: usted, al igual que su jefe, me parecen unos perfectos incompetentes, manipuladores y mentirosos. Pero en este caso cuente usted con mi apoyo. Por una vez, manténganse firmes en la aplicación de la ley, no se tambaleen, no se acojonen. No tienen nada que perder. No nos hagan perder a los españoles otra vez la dignidad.
martes, 8 de marzo de 2011
El síndrome del Ángel de la Guarda
Cuando yo era niño me decían que el Ángel de la Guarda estaba siempre cerca de mí, y su trabajo consistía en protegerme para que no me pasara nunca nada malo. Yo me lo creía, claro, aunque me mosqueaba bastante cuando me daba un coscorrón y me dolía un buen rato.
Felipe González se ha sumado a los que dicen que si alguien no puede pagar la hipoteca de su piso, la deuda debería quedar saldada con la entrega de dicho piso, aunque el valor de mercado del piso no fuera suficiente para cubrir la deuda con el banco.
Hay que reconocer que perder tu vivienda por no poder pagarla es, como diría, Fernández Toxo “una gran putada”. Gordísima. es cierto. Pero también es verdad que el banco lo que presta no es un piso, sino dinero contante y sonante, y que parece lógico que quiera recuperar el total de lo que prestó, y no un piso devaluado.
Por otra parte, de ponerse en marcha esa medida, repercutiría inmediatamente en una gran restricción en los préstamos, en una subida de los tipos de interés, y en un incremento de las exigencias de garantías. Lo que en la práctica se traduciría en una mayor dificultad para obtener préstamos.
Lo que era un consuelo para niños ha llegado a convertirse en un fraude para adultos. Porque –nos digan lo que nos digan los obispos o los gobiernos- la vida es riesgo. La vida es tomar decisiones. Acertar en unas y equivocarse en otras. Salir beneficiado en las primeras y quedar perjudicado en las segundas.
Lo más corrosivo –socialmente hablando- del síndrome del Ángel de la Guarda es que estimula la toma de decisiones precipitadas, aventuradas, e irracionales. Si la gente adulta cree que hay un Ángel de la Guarda que les salvará de sus meteduras de pata, que cancelará sus deudas, que les dará de comer sin trabajar, que les devolverá lo que han derrochado, tenderá a comportarse precipitada, aventurada, e irracionalmente.
El Estado-Providencia se convierte así en un sustituto laico de la tradicional Providencia Divina. Millones de personas creen firmemente en la segunda. Al parecer, el resto cree igual de firmemente en la segunda. El resultado: una sociedad que se considera adulta, pero que actúa como los niños de ocho años. Algo muy malo para la sociedad. Algo excelente para la tranquilidad de los gobernantes.
Felipe González se ha sumado a los que dicen que si alguien no puede pagar la hipoteca de su piso, la deuda debería quedar saldada con la entrega de dicho piso, aunque el valor de mercado del piso no fuera suficiente para cubrir la deuda con el banco.
Hay que reconocer que perder tu vivienda por no poder pagarla es, como diría, Fernández Toxo “una gran putada”. Gordísima. es cierto. Pero también es verdad que el banco lo que presta no es un piso, sino dinero contante y sonante, y que parece lógico que quiera recuperar el total de lo que prestó, y no un piso devaluado.
Por otra parte, de ponerse en marcha esa medida, repercutiría inmediatamente en una gran restricción en los préstamos, en una subida de los tipos de interés, y en un incremento de las exigencias de garantías. Lo que en la práctica se traduciría en una mayor dificultad para obtener préstamos.
Lo que era un consuelo para niños ha llegado a convertirse en un fraude para adultos. Porque –nos digan lo que nos digan los obispos o los gobiernos- la vida es riesgo. La vida es tomar decisiones. Acertar en unas y equivocarse en otras. Salir beneficiado en las primeras y quedar perjudicado en las segundas.
Lo más corrosivo –socialmente hablando- del síndrome del Ángel de la Guarda es que estimula la toma de decisiones precipitadas, aventuradas, e irracionales. Si la gente adulta cree que hay un Ángel de la Guarda que les salvará de sus meteduras de pata, que cancelará sus deudas, que les dará de comer sin trabajar, que les devolverá lo que han derrochado, tenderá a comportarse precipitada, aventurada, e irracionalmente.
El Estado-Providencia se convierte así en un sustituto laico de la tradicional Providencia Divina. Millones de personas creen firmemente en la segunda. Al parecer, el resto cree igual de firmemente en la segunda. El resultado: una sociedad que se considera adulta, pero que actúa como los niños de ocho años. Algo muy malo para la sociedad. Algo excelente para la tranquilidad de los gobernantes.
viernes, 4 de marzo de 2011
Estilo español
Salió de Zaragoza en vuelo hacia Londres. Del aeropuerto a la ciudad en autobús. Cinco días en la capital del viejo imperio británico. Visitas a museos y monumentos tradicionales. Gente por todas partes.
Otra vez la cola del bus para volver al aeropuerto, la cola para el embarque con destino Copenhague. Cola para recoger equipaje a la llegada al país nórdico, y cola para otro autobús. Seis días visitando nuevos lugares de interés. Más colas.
De nuevo el viaje. Ahora en tren hasta Berlín. Museo de Opel, el Reichstag, la torre de comunicaciones… Colas, colas, colas.
Al fin llega el momento de regresar. Ahora es el aeropuerto de Berlín. Facturación, control de seguridad, embarque… Pero se nota algo raro. Una sensación diferente. Las cosas no ocurren como durante los quince días anteriores ¿Qué es?
¡Claro! Es la cola. No es una cola como todas las que ha hecho estos días. A diferencia de todas ellas, aquí hay gente que se cuela. Los listos de siempre. Esos que se van acercando poco a poco, y van haciéndose un hueco en medio. Tras tantos días de respetuoso civismo, el hecho llama la atención ¿Qué ocurre hoy? ¿qué le pasa a la gente?
Y entonces descubre la razón del extraño cambio: es la cola de los viajeros con destino Madrid. En su inmnensa mayoría españoles, con su estilo inconfundible.
Otra vez la cola del bus para volver al aeropuerto, la cola para el embarque con destino Copenhague. Cola para recoger equipaje a la llegada al país nórdico, y cola para otro autobús. Seis días visitando nuevos lugares de interés. Más colas.
De nuevo el viaje. Ahora en tren hasta Berlín. Museo de Opel, el Reichstag, la torre de comunicaciones… Colas, colas, colas.
Al fin llega el momento de regresar. Ahora es el aeropuerto de Berlín. Facturación, control de seguridad, embarque… Pero se nota algo raro. Una sensación diferente. Las cosas no ocurren como durante los quince días anteriores ¿Qué es?
¡Claro! Es la cola. No es una cola como todas las que ha hecho estos días. A diferencia de todas ellas, aquí hay gente que se cuela. Los listos de siempre. Esos que se van acercando poco a poco, y van haciéndose un hueco en medio. Tras tantos días de respetuoso civismo, el hecho llama la atención ¿Qué ocurre hoy? ¿qué le pasa a la gente?
Y entonces descubre la razón del extraño cambio: es la cola de los viajeros con destino Madrid. En su inmnensa mayoría españoles, con su estilo inconfundible.
miércoles, 2 de marzo de 2011
Mortadelo
El alcalde de Getafe, y Presidente de la Federación de Municipios y Provincias, Pedro Castro, se ha reunido con el ministro de Industria, Miguel Sebastián, para abordar la cuestión del ahorro energético.
Entrevistado sobre ese encuentro en Onda Cero ha declarado que han decidido que se van a cambiar las bombillas de todas las farolas de España, y que se iba a comenzar a hacer dentro de 40 días. El periodista le ha preguntado que de cuántas farolas estaban hablando, y el bueno de Castro ha respondido que eso no lo sabían. El periodista ha tratado de saber también cuánto iba a costar esa sustitución. Y la respuesta ha vuelto a ser que eso no lo sabían.
Ante semejante nivel de improvisación, incompetencia e ignorancia uno se pregunta si está escuchando las palabras de unos dirigentes políticos o a la escenificación de una historieta de cómic. De Mortadelo y Filemón, concretamente. Escuchando al presidente del Gobierno, a sus ministros, y a todo tipo de altos cargos, cada vez me recuerdan más a Mortadelo, con sus incesantes meteduras de pata, su torpeza extrema, y su capacidad para hacer lo contrario de lo que conviene.
Me pregunto dónde están y qué piensan los miles de militantes del PSOE que tienen sentido común, formación, experiencia, y capacidad. Me pregunto a qué esperan para rebelarse contra esta tribu de descabezados que ocupa las altas instancias del Estado. Me pregunto dónde están los que les votaron en 2004, y en 2008, creyendo que colocarían en la cúspide de las instituciones a personas serias y rigurosas. Y me pregunto si volverán a votarles otra vez dentro de dos meses y medio.
¿Es viable una nación que pone su futuro en manos de Mortadelos?
Entrevistado sobre ese encuentro en Onda Cero ha declarado que han decidido que se van a cambiar las bombillas de todas las farolas de España, y que se iba a comenzar a hacer dentro de 40 días. El periodista le ha preguntado que de cuántas farolas estaban hablando, y el bueno de Castro ha respondido que eso no lo sabían. El periodista ha tratado de saber también cuánto iba a costar esa sustitución. Y la respuesta ha vuelto a ser que eso no lo sabían.
Ante semejante nivel de improvisación, incompetencia e ignorancia uno se pregunta si está escuchando las palabras de unos dirigentes políticos o a la escenificación de una historieta de cómic. De Mortadelo y Filemón, concretamente. Escuchando al presidente del Gobierno, a sus ministros, y a todo tipo de altos cargos, cada vez me recuerdan más a Mortadelo, con sus incesantes meteduras de pata, su torpeza extrema, y su capacidad para hacer lo contrario de lo que conviene.
Me pregunto dónde están y qué piensan los miles de militantes del PSOE que tienen sentido común, formación, experiencia, y capacidad. Me pregunto a qué esperan para rebelarse contra esta tribu de descabezados que ocupa las altas instancias del Estado. Me pregunto dónde están los que les votaron en 2004, y en 2008, creyendo que colocarían en la cúspide de las instituciones a personas serias y rigurosas. Y me pregunto si volverán a votarles otra vez dentro de dos meses y medio.
¿Es viable una nación que pone su futuro en manos de Mortadelos?
martes, 1 de marzo de 2011
El poder hereditario
El carácter hereditario del poder es una característica propia de las monarquías. En cambio, en los modernos estados de derecho el poder lo ostentan gobiernos elegidos directa o indirectamente por los ciudadanos cada cierto tiempo. Se entiende que el poder ya no se hereda, sino que se renueva y se legitima en cada proceso electoral, en función de los deseos de los electores.
Pero en España se ha consolidado una nueva modalidad de poder hereditario: el que se establece por la vía de acaparar el poder por los grandes partidos, y aplicar unas reglas de juego que dificultan de manera extrema la incorporación de nuevos partidos a la arena política. Existen unas barreras casi invisibles, pero altamente eficaces. La más aparente consiste en el reparto por parte del Estado de cuantiosas sumas entre los partidos que ya tienen representación en las instituciones, obligando a los nuevos a moverse en franca desventaja. El dinero se traduce en campañas, publicidad, actos, publicaciones y visibilidad social. Y la falta de dinero implica incapacidad para hacerse oír y dar a conocer nuevas ideas y propuestas.
Otra barrera -no declarada, -pero igualmente eficaz- es la que opera a través de la desatención de los medios de comunicación. Cada medio tiene su ideología, y eso se nota en la presencia que condecen a unos u otros partidos. Pero todos los medios tienen como principal ideología el interés empresarial, y no pueden desdeñar el suculento pastel de la publicidad institucional o el de la propaganda partidista, ambas dependientes de la voluntad de los grandes partidos, que disponen de más dinero –el que reciben directamente, y el que controlan desde los diferentes gobiernos-. Como consecuencia, los partidos nuevos sufren un pertinaz ostracismo, ya que no son unos clientes interesantes para los medios.
Por último, también existe una sutil barrera que consiste en transmitir y mantener en la conciencia social la impresión de que “hay lo que hay”. La percepción de que los ciudadanos tienen que optar por uno de los partidos consolidados, y desestimar otras opciones. Con la inestimable ayuda de la indiferencia de gran parte del electorado hacia la política, el mecanismo funciona perfectamente, y a la hora de votar, millones de ciudadanos terminan eligiendo entre Guatemala y Guatepeor. De esta manera, después de treinta y cuatro años de democracia, los grandes partidos se han venido heredando a sí mismos en el poder, y han conseguido transmitir a gran parte de los ciudadanos la idea de que no hay alternativa. No deja de ser una jugada maestra de prestidigitación, para establecer en un estado democrático moderno la vieja práctica del poder hereditario.
Pero en España se ha consolidado una nueva modalidad de poder hereditario: el que se establece por la vía de acaparar el poder por los grandes partidos, y aplicar unas reglas de juego que dificultan de manera extrema la incorporación de nuevos partidos a la arena política. Existen unas barreras casi invisibles, pero altamente eficaces. La más aparente consiste en el reparto por parte del Estado de cuantiosas sumas entre los partidos que ya tienen representación en las instituciones, obligando a los nuevos a moverse en franca desventaja. El dinero se traduce en campañas, publicidad, actos, publicaciones y visibilidad social. Y la falta de dinero implica incapacidad para hacerse oír y dar a conocer nuevas ideas y propuestas.
Otra barrera -no declarada, -pero igualmente eficaz- es la que opera a través de la desatención de los medios de comunicación. Cada medio tiene su ideología, y eso se nota en la presencia que condecen a unos u otros partidos. Pero todos los medios tienen como principal ideología el interés empresarial, y no pueden desdeñar el suculento pastel de la publicidad institucional o el de la propaganda partidista, ambas dependientes de la voluntad de los grandes partidos, que disponen de más dinero –el que reciben directamente, y el que controlan desde los diferentes gobiernos-. Como consecuencia, los partidos nuevos sufren un pertinaz ostracismo, ya que no son unos clientes interesantes para los medios.
Por último, también existe una sutil barrera que consiste en transmitir y mantener en la conciencia social la impresión de que “hay lo que hay”. La percepción de que los ciudadanos tienen que optar por uno de los partidos consolidados, y desestimar otras opciones. Con la inestimable ayuda de la indiferencia de gran parte del electorado hacia la política, el mecanismo funciona perfectamente, y a la hora de votar, millones de ciudadanos terminan eligiendo entre Guatemala y Guatepeor. De esta manera, después de treinta y cuatro años de democracia, los grandes partidos se han venido heredando a sí mismos en el poder, y han conseguido transmitir a gran parte de los ciudadanos la idea de que no hay alternativa. No deja de ser una jugada maestra de prestidigitación, para establecer en un estado democrático moderno la vieja práctica del poder hereditario.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)