En una fábula de Tomás de Iriarte se relata como dos conejos perseguidos por unos perros, se paran a discutir si se trata de galgos o de podencos. Tanto se enfrascan en la discusión, que los perros les alcanzan y les devoran.
Algo así nos ocurre a los incautos conejillos españoles. Andamos discutiendo si los que vienen son los del PP o los del PSOE. Oímos sus discursos, o sus ladridos, que suenan muy parecidos, y nos parece importante distinguir a unos de otros.
Pero esa no es la cuestión. Sean galgos o podencos, harán lo que está en su naturaleza. Lo que han venido demostrando que saben hacer cuando han estado en los gobiernos. Acaparar el poder; repartir cargos, subvenciones y prebendas entre los afines; poner trabas a la transparencia; asegurarse el futuro; mantener una ley electoral injusta; permitir la fragmentación de la administración en 17 virreinatos; impedir que nuevos partidos aporten aire fresco a las instituciones. Mentir con la mayor desvergüenza; acusarse el uno al otro de ser el causante de todos los males del planeta; falsear la historia.
¡Qué importa si son galgos o son podencos! Lo que cuenta es lo que harán si nos pillan.
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