Hace pocos días ha presentado la dimisión la que ha sido durante dos años Coordinadora del Consejo Territorial de Aragón, Cristina Andreu. Tal como ella ha manifestado, no existen discrepancias ideológicas con el partido, y afirma que continuará defendiendo los mismos principios como simple ciudadana. Tras esa dimisión, el Consejo de Dirección ha nombrado a Carlos Aparicio para dirigir la Comisión Gestora que regirá el partido en Aragón hasta que los afiliados elijan a un nuevo Consejo Territorial en los próximos meses. Todo ello supone una refutación de ese sambenito de “personalismo”, que tanto jalean los partidos mayoritarios y los nacionalistas. Por una parte porque Cristina Andreu, que ha desarrollado una importante labor política durante su mandato, ha sido coherente con lo que predica UPyD, y cuando no se ha sentido cómoda en el partido ha decidido apartarse. Podría haber tratado de capitalizar que ha llegado a ser una persona conocida en Aragón con una maniobra “personalista”, pero ha hecho lo razonable: dejar que el partido continúe su evolución natural, que viene siendo de lento, pero continuo crecimiento desde su fundación. La segunda prueba de que UPyD tiene menos de personalista de lo que dicen sus adversarios es que el Consejo de Dirección no ha designado al frente de la Gestora a uno de los fundadores de la formación, ni a una “personalidad” de las más destacadas del partido. Ha optado por un hombre riguroso y equilibrado, que ha venido desempeñando con eficacia y discreción la función de Responsable de Comunicación y Prensa, y que ha demostrado no tener el menor interés en destacar “personalmente”. Lo más alejado que pueda pensarse del dichoso “personalismo”. Y en tercer lugar la inmensa mayoría de afiliados y simpatizantes de Aragón, que continúan adelante trabajando para dar a conocer a los ciudadanos unas propuestas políticas que resultan revolucionarias: regenerar la política y la sociedad; poner las ideas por delante de los intereses personales; mantener el mismo discurso en cualquier lugar de España; actuar coherentemente con lo que se predica; y pedir a los españoles que actúen como ciudadanos y no como súbditos. Esos afiliados y simpatizantes que conocían a la anterior Coordinadora, y que respetando su decisión, se disponen a seguir participando en política, con independencia de quién dirija el partido, demuestran claramente que también para ellos lo importante no son las personas, sino las ideas. Algo muy poco común en la práctica política española, y de lo que deberían aprender aquellos que acusan a UPyD de ser un partido “personalista”.
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