Durante los últimos 35 años España ha pasado de tener una
Administración piramidal de tres pisos –ayuntamientos, diputaciones
provinciales, y Estado- a una torre de seis pisos -ayuntamientos, comarcas,
diputaciones provinciales, comunidades autónomas, Estado y Unión Europea-. Además, de
cada uno de estos cuelgan racimos de organismos, observatorios, comités,
delegaciones, subdelegaciones, consorcios, entes, y empresas públicas y
semipúblicas.
Naturalmente, en todos esos organismos anidan cientos de
miles de españoles, que han encontrado acomodo a la sombra del poder político
en miles de chiringuitos, muchos de los cuales son perfectamente prescindibles.
Los demás españoles –los que no llenan el frigorífico gracias
a alguna de estas bicocas, los que se ganan la vida trabajando en cualquier
sector productivo, parecen haberse cansado de este estado de cosas, y cada vez
son más los que creen que hay demasiados políticos en demasiados sitios. Sin
embargo, el problema no está en que haya un exceso de políticos, sino en que
hay un exceso de chiringuitos para albergar políticos y amigos y familiares de
políticos.
Aplicando la vieja cuestión de qué fue antes, el huevo o la
gallina, aquí podemos afirmar que lo primero fue el chiringuito. Exactamente
igual que si no hubiera pisos vacíos, no habría okupas. Nadie nace okupa y
nadie nace político. Los okupas son una especie eminentemente oportunista que
aprovecha en beneficio propio algo que ya existe.
Se precisa una drástica reducción de los niveles de la
administración –suprimiendo diputaciones provinciales y comarcas, por ejemplo-,
si se quiere reducir la pesada carga de políticos y afines que medran a costa
de los impuestos de los ciudadanos que trabajan en algo útil. Si no queremos
que haya tantos okupas,- hay que derribar los chiringuitos sobrantes.
Claro que es preciso suprimir cantidad de chiringuitos completamente inutiles y prescindibles que se llevan un monton de dinero de los impuestos que podria ser destinado a otros fines muchisimo mas utiles. Pero tambien seria necesario suprimir los privilegios asociados a trabajar en los chiringuitos "necesarios", y la manera de acceso a esos chiringuitos.
ResponderEliminarSin duda. Nadie debería tener un empleo público sin haberse sometido a los principios de igualdad, mérito y capacidad.
ResponderEliminarColocar gente "a dedo" en los chiringuitos es lo que ha dado lugar a la extensa red clientelar existente: Yo te coloco, y tú y tu familia me votáis.