El ministro de Fomento anunció hace unos días un recorte draconiano en las inversiones del ministerio. Cientos de obras han quedado repentinamente paralizadas en toda España. En Aragón, las de ampliación de la ronda norte de Zaragoza, las de la autovía Lérida-Jaca, y las de la carretera Huesca-Sabiñánigo, entre otras.
Un signo inequívoco de la situación de pobreza de muchos países se aprecia en la escasez de infraestructuras y en la precariedad de las mismas. Es lo mismo que se observa en las viviendas de los pobres: muebles sencillos o viejos, láminas enmarcadas en lugar de óleos en las paredes, bombillas peladas en vez de lámparas en los techos, grifos antiguos. Es la imagen de la pobreza.
Hay viviendas con un aspecto diferente: muebles con puertas y cajones rotos, cortinas desgarradas, bombillas fundidas, grifos que gotean, y paredes desconchadas. Es la imagen de la desidia o de la decadencia.
De esta manera va a quedar el territorio español durante unos cuantos años. Obras a medio terminar, zanjas, desvíos, puentes por los que no se puede pasar, túneles cerrados. Es la imagen de la imprevisión, de la desorganización, del quiero y no puedo. Es el fantasma de la ruina.
Nadie con sentido común puede negar la imperiosa necesidad de esos recortes en las obras públicas. Pero cuando uno observa los cientos de kilómetros de flamantes carriles-bici, las docenas de polideportivos, los nuevos mini-aeropuertos, las estaciones de ferrocarril faraónicas, las decenas de miles de farolas de diseño que se han inaugurado en los últimos años, siente una sorda rabia interior. Cuando uno se da cuenta de que ese violento frenazo en el desarrollo necesario de un país se produce unos pocos meses después de que el gobierno haya derrochado 13.000 millones de euros en planes “E” para obras superfluas e insustanciales, siente un intenso deseo de encorrer a gorrazos a alguien, de echar a patadas a algún cretino de un lugar de decisión al que no debería haber accedido nunca.
Os pongo el enlace del grupo de Facebook creado para protestar por la paralización de las obras de la ronda norte en Zaragoza. La peligrosidad de esta vía y el estado actual obligan a que no nos quedemos imasibles ante su paralización.
ResponderEliminarLos ciudadanos y curritos que la sufrimos debemos hacernos oir.
http://www.facebook.com/group.php?gid=134673946571249
Yo es q ya no sé qué decir.
ResponderEliminarPues decir ahora....no se si tiene sentido. Hacernos oir? Si no hay dinero...no lo hay. O es que estamos de acuerdo en seguir endeudandonos? O de acuerdo en pagar mas impuestos?
ResponderEliminarQuizas hace tiempo que hubiera habido que decir y mucho...sillas y mesas de diseño, carriles bici, infraestructruras innecesarias.
Quizas habra que tomar nota y empezar a enseñar ya en los colegios la diferencia entre "lo necesario" y lo suplerfluo...y mientras quede una sola cosa necesaria por hacer...no deberia quedar sitio para lo "superfluo".
Mientras construyen, pocos nos preguntamos si tienen el dinero para pagarlo, si lo piden prestado...si nos van a subir los impuestos...o como se pagan...solo nos quejamos si nos recortan...si nos dan...pues parece que es de lo mas natural...
Da la impresion de que lo que somos capaces de ver a titulo individual, se pierde en el momento en el que se nombra a una persona "jefe de algo", como si los cargos les comieran el sentido comun, y a los demas como si con votar se terminara todo...
Yo no creo que los cargos les coman el sentido común, Pilar.
ResponderEliminarLa cuestión está en que "los cargos" se obtienen mediante votos. Y no se resisten a la tentación de "comprar" los votos mediante promesas, regalos, adornos, lujos y toda clase de "obsequios", que, naturalmente, no pagan ellos sino nosotros.
Pero mientras la cosa va bien... la gente no se da mucha cuenta, y está encantada con que le hagan toda clase de cosas innecesarias.
Lo malo es que -como repito a menudo- la realidad termna siempre imponiéndose. Y llega un momento en que la cosa no da para más, y el engaño se descubre.
A ver que pasa con Camps...
ResponderEliminarTessa...