El pasado viernes, el gobierno se ha sacado otro conejillo de la chistera: limitación de la velocidad máxima en autovías y autopistas a 110 km/h. Dicen que así se ahorrará un 15% en el consumo de combustible. La melancolía nos apabulla: otra chorrada esperpéntica. Como la de la bombilla de regalo, como la de ponerse la corbata para ahorrar en aire acondicionado.
Un profesor de ingeniería lo explicaba muy bien: “Se ahorraría un 15% si todos los vehículos circularan a 120 km/h, y todos bajaran la velocidad a 110 km/h”. Pero es que la cosa no es así. Por una parte porque los mayores consumos se producen en el transporte pesado y en las ciudades. Resulta que a los camiones y autobuses no les va a afectar la medida porque ya tienen limitada su velocidad a 100 km/h. Por su parte, el tráfico urbano está limitado a 50 km/h, y tampoco van a reducir el consumo porque se limite la velocidad en las autopistas. Conclusión del experto: “Se pude obtener un ahorro de en torno al 1%.
Señor Rubalcaba: ¿No cree que estaría bien que antes de salir a la palestra a decir bobadas se tomara unos minutos para asesorarse bien? Además, si el ministro Sebastián acaba de decir que el suministro está garantizado en España ¿a qué viene esa urgencia en tomar una medida estrafalaria, que ningún país europeo ha tomado?
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