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jueves, 20 de enero de 2011

Esperpento

Además de un género literario que desarrolló Valle-Inclán, un esperpento es, según la RAE “un hecho grotesco o desatinado”. Dada la fiebre innovadora de la prestigiosa institución, me permito sugerir a los sesudos académicos que amplíen la definición del término:

Esperpento: Hecho grotesco o desatinado. Senado.

Porque si existiera un premio Nóbel al esperpento, el Senado español sería uno de los más firmes candidatos a obtenerlo. La imagen de un señor andaluz hablando en catalán, mientras otro señor andaluz le escucha a través del sistema de traducción simultánea en español, o la de un traductor pagado para traducir al catalán lo que dice un senador que habla en valenciano no necesitan comentarios.

Contratar 25 traductores para convertir los discursos a cinco lenguas distintas, cuando todos los que intervienen dominan a la perfección una de ellas es, quizá, el gasto más inútil e inverosímil de los muchos a los que nos tienen acostumbrados estos políticos. 12.000 euros por sesión nos cuesta la broma. Y esto se produce mientras se reducen sueldos a los funcionarios, se congelan las pensiones de los jubilados, y se aumentan los impuestos. Por si fuera poco, la institución en la que se comete esta majadería carece de sentido, no sirve para legislar, y tiene como única utilidad la de dar un cargo y un sueldo a los políticos venidos a menos en cada partido.

Sus señorías han escenificado una razón más para justificar el desprecio de los españoles hacia unos políticos que insisten en demostrar que están interesados en cosas completamente diferentes de las que preocupan a los ciudadanos.

2 comentarios:

  1. Vamos a tener q salir a la calle a linchar a los políticos para q se den cuenta de q todo eso es inmoral? En manos de quien estamos? Los ciudadanos estamos teniendo demasiada paciencia. Esto puede explotar cualquier día del peor modo, y parece q nadie se quiere dar cuenta.

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  2. Yo espero que no sea necesario linchar a nadie, aunque hechos como los sucedidos en Murcia no dan muy buena espina.
    Cada ciudadano tiene en su mano cambiar las cosas. Cada poco tiempo se le pide su opinión en elecciones generales, auton´micas o municipales.
    En el fondo, si nada cambia es porque los mismos ciudadanos que tanto se quejan de los políticos de siempre, vuelven a votarles una y otra vez.

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