El gobierno ha presentado el Proyecto de Ley de Igualdad de Trato. En el se contemplan sanciones de hasta 500.000 euros, y además prevé que serán los acusados de discriminación los que tendrán que demostrar su inocencia. La ministra Pajín ha declarado que la ley pretende: “construir una sociedad que no humille a nadie y en que nadie sea humillado”. Es esa intención lo que me parece más preocupante: este gobierno pretende nada más y nada menos que ¡construir la sociedad! Semejante ocurrencia me parece fruto de una cultivada ignorancia, y por eso creo necesario proporcionarles alguna información.
Señores constructores:
Les comunico que ustedes no pueden construir la sociedad por la sencilla razón de que la sociedad existe desde muchos siglos antes que el señor Rodríguez Zapatero hubiera descubierto el buenismo como doctrina política. Es más, debo decirles que es la sociedad la que construye los gobiernos, y no al revés. Son los gobiernos los que emanan de la sociedad y los que se parecen a ella. (Esto también me preocupa en gran medida).
Sepan también que cuando una sociedad madura elige un gobierno no está nombrando un tutor para sí misma, sino un gestor que administre los bienes comunes y que garantice el cumplimiento de las leyes y el libre ejercicio de la iniciativa privada de todos los ciudadanos.
Lamento comunicarles que esa tendencia a actuar con la sociedad como padres benevolentes, vigilantes y ordenancistas no es un invento de ustedes. Sé que se van a ofender mucho, pero la realidad es que ese estilo de gobernar como si los ciudadanos fueran menores de edad o incapacitados mentales estuvo presente en España desde 1939 hasta 1975. (Les recomiendo recurrir a sus sesudos tratados de Memoria Histórica).
Comprendo que ustedes están tan ocupados en hacerle la oposición a la oposición que no han tenido tiempo de informarse de estas elementales cuestiones. Pero les exijo que dejen de intentar construir la sociedad conmigo dentro. Les ruego que no me traten como a un ladrillo (que ya sabemos la mala opinión que tienen ustedes del ladrillo). Déjenme utilizar el idioma. Déjenme llamar “negros” a los negros y “blancos” a los blancos. No me prohíban decir que mi vecina está gorda, si está gorda; ni que mi cuñado es feo, si es horroroso. Permítanme decir que unos gobernantes son majaderos, cuando actúan como tales.
Gracias por su atención, y espero impaciente las próximas elecciones para construir otro gobierno... con ladrillos y no con zoquetes.
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