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sábado, 31 de marzo de 2012

Economía de guerra

El debate sobre las consecuencias de la huelga general ha sido completamente anegado por la marea de indignación que han provocado los Presupuestos del Estado para 2012.

Casi todo el mundo se va a ver afectado más o menos directamente. Sube la electricidad; habrá que pagar tasas judiciales; se despedirá personal laboral de los ministerios; se reduce la ayuda a la cooperación; las obras públicas se paralizan; sube el impuesto de sociedades; y casi desaparece la ayuda a la dependencia. A todo eso habrá que sumar las medidas equivalentes que van a tener que tomar las CC.AA.

La situación es crítica, aunque son muchos los que no se han enterado y siguen clamando por “no perder derechos”. Olvidan que los derechos están siempre supeditados a la posibilidad real de hacerlos efectivos. En docenas de países de África los derechos de la Carta de Naciones Unidas son una broma, porque es imposible aplicar el derecho a la educación en un país en el que no hay ni escuelas ni maestros.

Por duro que resulte, es imprescindible hacer recortes. Pero un gobierno tiene que dotarse de legitimidad moral para conseguir que la gente acepte los sacrificios. Y, en mi opinión, este gobierno acaba de perderla por dos razones: a) del recortazo se salvan los partidos políticos y los sindicatos, que van a seguir recibiendo miles de millones en subvenciones; b) la amnistía fiscal a los evasores supone un mazazo a la conciencia colectiva, alienta la corrupción, castiga la honradez, y fomenta la picaresca generalizada –algo que ya gozaba de excelente salud en España.

Se ha definido la situación como de “economía de guerra”, y el símil me parece acertado. Pero va a ser imposible que los ciudadanos se pongan en esa terrible situación si ven que existen barrios donde nunca caen bombas, y que se entregan medallas a los desertores.

“Economía de guerra”

viernes, 30 de marzo de 2012

La gran depresión

El 29 de octubre de 1939, en el llamado jueves negro, se inició la Gran Depresión que afectó dramáticamente a los países más desarrollados durante toda la década de los años 30.

Otro jueves, otro 29, en este caso de marzo, ha tenido lugar la huelga general auspiciada por la izquierda contra las reformas de un gobierno de derechas elegido por mayoría absoluta hace tres meses. Y en el contexto de una fuerte crisis financiera internacional, con una economía sobreendeudada, un Estado de Bienestar en demolición, una estructura del Estado sobredimensionada, unas instituciones que no se fían unas de otras, y una sociedad polarizada entre izquierdas y derechas fanatizadas, y entre separatistas e integradores.

Por si fuera poco, hoy se presentan unos presupuestos del estado de infarto, que van a reducir el gasto y la inversión pública de manera que producirán un importante aumento del desempleo –aún más. Y para terminar, los líderes Méndez y Toxo –no sé a qué esperan para contraer matrimonio- anuncian una espiral de movilizaciones “de la calle”.

No sé si esto puede ser el comienzo de otra gran depresión en España. Pero yo me voy a la farmacia a comprar dos carretillas de Prozac. Por si acaso.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Podar, regar, abonar, fumigar, recortar

Reconozco que la jardinería no es lo mío. Pero parece elemental que para que un árbol fructifique, primero hay que podar las ramas sobrantes, después regarlo y abonarlo de manera suficiente, y por último recortar aquellos brotes superfluos.

No es ningún secreto que, en lo económico, España es actualmente un árbol en muy mal estado. A pesar de que algunos visionarios creyeron vislumbrar brotes verdes hace ya mucho, la realidad es que la planta está marchita, y que en las próximas cosechas se esperan pocos frutos, y nada jugosos.

Cuesta entender por qué el nuevo jardinero se empeña en limitarse a recortar –cuando ya se destituyó al anterior por lo mismo-. Hay que recortar, sí. Pero primero hay que hacer una poda atrevida, eliminando el exceso de ramas autonómicas, locales, y nacionales.

Se necesita un riego generoso, cambiando un sistema educativo que produce demasiada sequía intelectual. Hay que hacer que los estudiantes se esfuercen para aprender y que se acostumbren a pensar, y no que se conformen con “sacar” un título, y dejarse mecer por las consignas del telediario.

Hay que abonar convenientemente con políticas de estímulo a las empresas y a los innovadores, y con inversiones públicas que promuevan el desarrollo económico, y no con otras orientadas al boato y la apariencia.

Hay que fumigar enérgicamente para hacer desaparecer las nutridas colonias de parásitos; o, al menos, para que no subsistan a costa del árbol. Sobran cargos públicos, sobran sindicalistas liberados, sobran asesores, sobran enfermos simulados, sobran parados inmóviles, sobran cazadores de bicocas.

Sólo después de todo eso serán beneficiosos los recortes. Ni este gobierno ni el anterior pueden ser tan estúpidos como para no saberlo. Si a pesar de todo se obsesionan en limitarse a recortar, pueden terminar matando al pobre árbol. ¿Por qué no lo hacen, entonces? Sólo se explica porque todas y cada una de las hojas votan, las sanas y las podridas, y aquí nadie hace nada que le pueda costar un voto.

martes, 27 de marzo de 2012

Mentiras piadosas

Ha llamado mucho la atención el estrepitoso fracaso de todos los institutos de opinión a la hora de prever los resultados electorales en Andalucía. Ya no es que las encuestas vaticinaran la victoria de unos u otros, según quién las hubiera encargado. Es que todas ellas coincidían en que el PP ganaría ampliamente, y la única duda era saber si obtendría una mayoría aplastante, o simplemente absoluta.

¿Qué les ha pasado a los expertos? ¿estaban mal diseñadas todas las encuestas? ¿las preguntas estaban mal formuladas? ¿ha habido sesgos generalizados?

Creo que en este caso ha operado un sesgo difícil de calcular matemáticamente: el sesgo de la mentira piadosa. Muchos de los que han recibido la llamada telefónica de un encuestador se han visto en un brete al tener que decir a quién penaban votar. Pensemos en un andaluz de un pueblo cualquiera. Está cobrando el PER, y la familia se defiende bien, ya que un hijo trabaja para la Junta contando pájaros en los parques, y la hija obtiene un sueldo en una ONG que promociona el flamenco, y que sobrevive gracias a la subvención anual. Su estabilidad depende de que sigan gobernando los mismos, y nadie es tan heroico como para suicidarse por el bien común.

Pero los de siempre llevan gobernando 30 años, y Andalucía se mantiene a la cola de casi todos los indicadores de bienestar y prosperidad. Además, se ha sabido que los de siempre han utilizado el dinero público a su antojo, han creado empresas fantasmas, han falseado expedientes, y hasta ha derrochado el dinero de todos en drogas y putas. Nadie con un mínimo de información –y de vergüenza- admitiría que va a votar a semejante tropa.

El dilema creado por la llamada del encuestador sólo tiene una salida. La única que permite mantener la dignidad y no suicidarse: la mentira piadosa. ¿Y dígame: quién cree que votará en las próximas elecciones? Y tras un breve carraspeo suelta la respuesta mágica: “Al PP”. ¿Por qué has dicho eso, José? Mujer… ¡qué iba a decir!

Y hasta los del PSOE se lo habían creído.

lunes, 26 de marzo de 2012

Andalucía y Casablanca

El PP ha ganado las elecciones en Andalucía. Pero esto va a caer pronto en el olvido porque lo que cuenta no es ganar sino gobernar. Y en Andalucía van a seguir gobernando los mismos. Con menos desparpajo –desvergüenza dirían algunos-. pero seguirán gobernando. Desde hace 75 años, en Andalucía sólo han gobernado dos partidos: el Movimiento de Franco, y el PSOE.

Ni el asunto de los EREs fraudulentos, ni las francachelas a base de coca y putas, ni el reparto de enchufes de variado voltaje a amigos y familiares han bastado para que los electores abrieran las ventanas para ventilar el establo. Tampoco unos trajes y una oscura trama de cambalaches dieron lugar, hace 10 meses, que los valencianos ventilaran los despachos del gobierno.

¿Por qué es tan benevolente la sociedad española con la corrupción? Dice Carlos Rodríguez Braun, en La Razón, que la sociedad española hace como el capitán Renault, en Casablanca, cuando finge escandalizarse y cierra el local de Rick ¡porque aquí se juega! Yo creo que no es así. Y la prueba es que los electores españoles no han cerrado el garito a los Ricks de Andalucía. Y no lo han cerrado porque allí son mayoría los que juegan.

Sólo hay una explicación para esa tolerancia a la corrupción: el cáncer no está localizado en unos cientos de políticos. El cáncer está tan instalado y extendido en la sociedad que ya no parece una terrible enfermedad. Igual que un negro podría llamar la atención en Vladivostok, pero pasaría desapercibido en Yamena. En un país en el que nos colamos en la fila del cine, nos llevamos el cenicero del bar, copiamos en los exámenes, falseamos los datos para conseguir colegio para el niño, o hablamos con nuestra vecina la enfermera para que nos pasen primero a la consulta, la corrupción no está mal vista. Lo que es de mal gusto es dejarse pillar.

viernes, 23 de marzo de 2012

La SGEA. Sociedad General de Egoísmo Autonómico

Cataluña pretende recibir compensaciones por los estudiantes de otras CC.AA. que estudian en universidades catalanas.

Un pasito más en el largo camino hacia la desmembración de España en pedazos cada vez más inconexos. Un paso más hacia el ombliguismo aldeano, hacia la regresión, hacia la vuelta a la época feudal.

Puedo imaginar el paisaje que se esconde tras ese horizonte que tanto anhelan los nacionalistas de toda laya. Será obligatorio que cada ciudadano lleve un emisor que permita situarlo geográficamente en cada momento. Así controlados los movimientos, un potente sistema –la SGEA- establecerá múltiples compensaciones interregionales para equilibrar los pagos. Cada CC.AA. de origen tendrá que abonar cánones por la utilización que hagan sus ciudadanos de los bienes y servicios de otras. Canon para estudiantes de fuera; para los que vayan a las fallas, a los sanfermines o a la Semana Santa de Sevilla; para los que pidan una tapa de jamón de Jabugo sin ser andaluces; para los que beban agua del Ebro sin haber nacido en Aragón; y para los que se bañen en el Mediterráneo sin ser peces.

Estamos construyendo un Estado de Derecho con pies de barro: hemos confundido los derechos de los ciudadanos con los supuestos derechos de los territorios.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Presunción de impunidad

El ex-presidente de Baleares ha sido condenado a seis años de cárcel. El ex-director general de Trabajo de Andalucía debe estar haciendo un cursillo intensivo de integración a la vida carcelaria. Iñaki Urdangarín puede estar preguntándose si son más cómodas las prisiones españolas o las estadounidenses.

Por lo que se sabe de esos casos –a falta de sentencia en los dos últimos- llama la atención la despreocupada alegría con la que algunos cargos públicos perpetran sus fechorías. No es que arañaran unas migajas y las depositaran en un oscuro rincón de la casa. Es que amasaban millones y los dilapidaban ostentosamente, a la vista de todos. Las grandes mansiones y las obras de arte son cosas que se ven. Incluso las drogas y la prostitución dejan huella. Siempre hay testigos.

¿Por qué personajes relevantes se juegan su prestigio y su libertad de una manera tan descarada? ¿Acaso creen que ellos son más listos que nadie?

Es posible que algo de eso haya. Pero me parece que, sobre todo, han asimilado la noción de impunidad. Esa impunidad que tradicionalmente ha amparado a los poderosos en España. La misma que disfrutaron los nobles, en su tiempo; y los adeptos al el Régimen, durante el franquismo. Es el fracaso de la premisa democrática de igualdad ante la ley, que muchos todavía no se han creído –quizá porque han visto que no se aplica-.

En España están en vigor miles de leyes y reglamentos. Es imposible hacer que se cumplan todos ellos. Así que el truco consiste en saltárselos alegremente, ya que la probabilidad de que le pillen a uno es escasa. Miles de estafadores y ladrones de guante blanco –o gris- se pasean impunemente por las calles. Saben que si no hay una ex-mujer despechada, un ex-secretario rencoroso, o un ex-chofer vengativo, es poco probable que nadie les pille.

Se habla constantemente de la presunción de inocencia; pero lo que impera es la presunción de impunidad.

martes, 20 de marzo de 2012

Recortar recortadores

Desde que hace diez meses el presidente Zapatero se cayó del caballo, camino de Bruselas, el único negocio floreciente en España es el de los fabricantes de tijeras. Empresas, familias, alcaldes, consejeros autonómicos y ministros andan por ahí con unas tijeras en la mano, recortando todo lo que se les ocurre.

El gobierno del PSOE fue el primer gobierno que ha recortado el sueldo de los funcionarios. El gobierno de CiU ha sido el primero gobierno que ha recortado las recetas de farmacia. El gobierno del PP ha sido el primer gobierno que ha subido los impuestos un mes después de haber jurado por la memoria de Adam Smith que no lo haría. Se recortan ayudas, subsidios, subvenciones, inversiones, coches, electricidad y fotocopias.

Muchos estamos de acuerdo en que era insostenible el nivel general de gastos en el que se había acomodado plácidamente la sociedad española. y con ella los políticos que les venían cebando a base de millones para que picaran el anzuelo del voto. Sobran dispendios, prebendas, privilegios, lujos, trampas, enchufes y bicocas. Y sobran cazadores de chollos dispuestos a colgarse de la ubre de la vaca.

En España siempre nos movemos a pendulazos. Después de padecer una plaga de políticos derrochadores, ahora nos toca sufrir a una epidemia de políticos recortadores. Pero aún no hemos dado el paso definitivo: lo que necesitamos urgentemente es recortar recortadores. Sobran políticos en todos los niveles de la administración. Para gestionar una nación hacen falta pocos políticos, pero inteligentes y honrados, y pocos funcionarios, pero trabajadores y eficientes.

El exceso de políticos gastadores nos ha traído al borde de la quiebra. El exceso de políticos recortadores nos puede llevar al borde de la asfixia.

viernes, 16 de marzo de 2012

Copago/repago/ultrapago

Tras la implantación en Cataluña de una tasa por receta médica, el debate sobre el llamado “copago” ha estallado por fin. Se discute si podría ser un modelo lineal, como el catalán, o bien de pago selectiivo, en función de la renta. Unos argumentan que debería aplicarse a todos los usuarios, y otros aducen que deberían quedar exentos los enfermos crónicos, o los pensionistas de menores ingresos, o los parados.

Está claro que las cuentas de este Estado de Bienestar de hojalata no salen. Se impone equilibrarlas, y eso sólo se puede hacer reduciendo el gasto o aumentando los ingresos. Pero dada la magnitud del desaguisado, tendrá que ser por las dos vías simultáneamente.

Con esto del copago/repago/ultrapago parece que los políticos van a volver a liarlo todo. Porque si se trata de reducir el gasto, lo razonable es introducir mecanismos disuasorios del consumo innecesario. Quién más, quién menos, tiene una pequeña farmacia en casa. Cientos de millones despilfarrados para mayor gloria de los laboratorios farmacéuticos.

En cambio, si se trata de aumentar los ingresos, lo razonable es dar la cara y subir los impuestos directos o indirectos, y no hacerlo a través de las recetas médicas. Gravar las recetas de manera selectiva sería un impuesto a la vez directo e indirecto. Directo porque pagarían más los que más ganan, e indirecto porque sólo lo pagarían los que consumen medicamentos.

Apenas reduciría el gasto porque los que más medicamentos consumen continuarían haciéndolo sin sobrecoste alguno. Y abriría otra puerta –una más- a la trampa y al chanchullo: “abuelo, pídele a tu médico la receta del ansiolítico de la niña”; “Manolo, tú que estás en paro, ve a pedir las recetas del antibiótico de tu hermano”.

Muchas cosas son las que tienen que cambiar en España si no queremos caer al agujero de la ruina. Una de las fundamentales es terminar con la noción del “gratis total”. Nada es gratis total –excepto pasear y tomar el sol-, y eso tenemos que aprenderlo todos: ricos y pobres; jóvenes y viejos.

De todas las necesidades humanas, la más urgente es la alimentación. ¿Por qué no se establecen precios distintos en los supermercados para los jubilados y los parados? No se entiende por qué queremos hacer con los antihistamínicos lo que a nadie se le ocurre hacer con las pechugas de pollo.

jueves, 15 de marzo de 2012

Autonomía o bienestar

En el debate de ayer en el Congreso, Rosa Díez ha señalado que en España “Tenemos que optar entre si reajustamos el Estado de las Autonomías o reajustamos el Estado de Bienestar”.

Una elección dolorosa. Igual de doloroso que es para una familia humilde escoger entre renunciar a tomar postre en las comidas, o prescindir de encender la estufa en invierno. A la gente le gusta el postre y le gusta no pasar frío. A los políticos les gusta el Estado de Bienestar porque les da votos, y les gusta el Estado de las Autonomías porque les proporciona miles de cargos para repartirse.

Muchos ciudadanos creen que ambas cosas son imprescindibles. Durante la transición nos vendieron la democracia como la panacea de todos los males, y nos vendieron las autonomías como el summun de la felicidad. Desde Cataluña hasta Andalucía, pasando por Canarias y Aragón, millones de españoles abrazaron ilusionados las banderas autonómicas. ¡Qué bien! Ahora no decidirán por nosotros desde Madrid. Ahora decidiremos “nosotros”.

Y se quedaron tan contentos, aunque los millones de ciudadanos continuaron sin decidir absolutamente nada. Lo único que podían hacer era votar cada cuatro años a los que iban a decidir por ellos. Eso sí: ahora podían votar a un político de su pueblo. A nadie le importó mucho si ese político estaba capacitado o no; si era honrado o no; si era eficiente o no, o si el sistema era muchísimo más caro. Lo importante es que decidiera alguien de su pueblo.

Nos vendieron las autonomías como el summun de la felicidad. Pero se les olvidó explicarnos cuánto dinero nos iba a costar la juerga. Ahora la vaca no da para todo. Y los políticos de todas las CC.AA. vuelven a intentar engañarnos. Ante la necesidad de reducir gastos o aumentar impuestos, sólo aluden a que no se puede recortar en sanidad o educación. Nos amenazan con quitarnos la calefacción en invierno, pero nos ocultan que se puede prescindir del postre. Porque el postre se lo comen ellos, claro.

Hay que felicitar a Rosa Díez por poner el acento en el nudo gordiano. Hoy por hoy, UPyD es el único partido que se atreve a decirnos lo que hay: o reajustamos el Estado de las Autonomías o reajustamos el Estado del Bienestar.

lunes, 12 de marzo de 2012

La nueva lucha de clases

En noviembre de 1989 el Muro de Berlín se vino simbólicamente abajo, y con él todo el paradigma del comunismo como proyecto de organización social justa y eficiente. De golpe, una carretilla de conceptos fueron a parar al almacén de trastos inservibles: proletariado, burguesía, conciencia de clase, enajenación, dialéctica, valor de uso, o lucha de clases.

Los marxistas quedaron desnudos ante la Historia. Para defenderse del intenso frío que impera lejos del poder, la mayoría de ellos se compraron un traje de socialdemócratas –de esos que no necesitan plancha-, para poder presentarse ante el electorado sin los harapos del viejo mono proletario. Cambiaron de look. pero no abandonaron la fe ciega en sí mismos, convencidos de estar dotados de una superioridad moral congénita. Sólo descafeinaron la apariencia. Dejaron de ser el proletariado enfrentado a la burguesía para ser los progres enfrentados a la derecha. Cuestión de palabras.

El desarrollo de una numerosa clase media amortiguó la vieja lucha de clases. Es imposible presumir de proletario cuando se posee un piso de 90 metros, un monovolumen, un hijo estudiando ADE, y tres tarjetas de crédito. Así que se inventaron otra lucha de clases para mantener la tensión –Zapatero dixit-. Si la lucha entre proletarios y burgueses había terminado en tablas, ahora había que imponer la lucha “de género”: hombres contra mujeres. Mujeres contra hombres. A medida que el 1 de mayo perdía fuerza, iba ganando importancia el 8 de marzo.

Día de la mujer trabajadora. Ministerios para las mujeres. Institutos para mujeres en CC.AA y ayuntamientos. Cursos para mujeres. Talleres para mujeres. Eventos para mujeres. Premios literarios para mujeres. Juzgados para mujeres. Leyes para mujeres. Un paciente trabajo de mentalización social para convencer a las mujeres de que los hombres son sus enemigos, y para convencer a los hombres de que son casi un error de la naturaleza.

Siempre el fanatismo amenazando la paz. Fanatismo religioso, fanatismo ideológico, y ahora fanatismo de sexo. Todo para ocultar que un musulmán es lo más parecido a un cristiano, pero sin cruz; que un proletario es lo más parecido a un empresario, aunque sin dinero. Que una mujer es lo más parecido a un hombre, pero sin pene; y que un hombre es lo más parecido a una mujer, pero sin poder dar a luz. El caso es que la gente tenga siempre un enemigo al que odiar. El caso es que tengan miedo a alguien.

miércoles, 7 de marzo de 2012

La equivocación del imán

La policía acusa al imán de Tarrasa de incitar a los fieles a maltratar a sus mujeres. Les instruía para golpearlas con un bastón o con los puños, pero sin romperles huesos ni hacerles sangre.

No es ninguna novedad que el Islam considera a las mujeres como seres de segunda clase. Las confina al hogar, las excluye del protagonismo social y político, y las condena a vivir siempre tuteladas por la autoridad de un varón. Las palabras del imán de Tarrasa no habrían provocado ni un pestañeo en Rabat, en Teherán o en Riad. Pero en España producen una mezcla de horror y asco. No es que podamos presumir de que aquí han desaparecido por completo los comportamientos machistas individuales; pero sí que existe un consenso general respecto a la igualdad entre hombres y mujeres, en cuanto a derechos, dignidad y capacidad.

La noticia ha saltado en todos los informativos del país. Será interesante observar la reacción de los grupos que más destacan en su “defensa” de las mujeres. Desde los partidos de izquierda hasta los que se acogen al paraguas de “intelectuales y artistas”, pasando por toda clase de asociaciones feministas.

Puede que me equivoque, pero tengo la impresión de que todos esos movimientos que tan activos se muestran en defensa del aborto, de la conciliación laboral, o de la igualdad de salarios; y que tanto luchan contra la discriminación en el trabajo, en el hogar, y contra la violencia afectiva (ellos dicen “de género”), van a ser mucho más tibios para condenar al imán. No sé si en aras de la alianza de civilizaciones, porque el imán no es católico, o porque los imanes no están encuadrados en “la retrógrada derecha española”.

Habrá que estar atentos para ver cuántas manifestaciones se convocan contra el imán. Si no las hay, habrá que preguntarse por qué para esos grupos consideran una afrenta que un hombre diga un piropo a una compañera de trabajo, y las palabras del imán sólo son una desafortunada equivocación.

viernes, 2 de marzo de 2012

El enfermo está muy malito

El enfermo está muy malito. Desde hace años está afectado por varias enfermedades graves. Por sus venas corre poca sangre, que bombea con dificultad un corazón debilitado. El 23% de sus células están inactivas. Padece un extraño proceso alérgico que consiste en que las dos mitades –derecha e izquierda- de su cuerpo se rechazan mutuamente lo que produce un sarpullido generalizado, y náuseas y vómitos constantes. El sistema nervioso central actúa erráticamente, y no coordina los movimientos de las extremidades. No puede caminar porque las piernas no se mueven una al compás de la otra. Sus órganos vitales no cumplen las funciones para las que están diseñados: el hígado quiere filtrar la sangre; los pulmones intentan producir insulina; el páncreas intenta digerir los alimentos; los ojos quieren oír, y los oídos quieren mirar.

El cerebro está confuso. En sus frecuentes delirios no distingue sueños de realidades. Los neurotransmisores descompensados alteran todas las emociones. La debilidad y la fiebre le impiden pensar racionalmente.

En una sala están reunidos los médicos. No se ponen de acuerdo ni en el diagnóstico ni en el tratamiento. Llevan meses discutiendo sobre cómo organizar el hospital. No quieren que el enfermo se muera, pero lo que más les preocupa es su futuro: todos quieren ser el nuevo director, todos quieren una jefatura de servicio, todos quieren los mejores despachos.

El enfermo está muy malito. Tendido en su cama respira con dificultad. Necesita silencio, pero tampoco lo tiene. La habitación rebosa de familiares que gritan sin parar. Se insultan unos a otros echándose mutuamente la culpa de la situación del enfermo. Todos culpan también a los médicos. Protestan, salen en tumulto para exigir que alguien cure al enfermo. Recorren los pasillos empujando a las enfermeras. Enfurecidos, arrasan la farmacia y queman los quirófanos.

Los médicos discuten sobre el alboroto:
– Es urgente curar al enfermo.
– Sí, pero primero habrá que calmar a los familiares.
– Antes que nada tenemos que arreglar el calendario de guardias.
– No. El primer paso es nombrar un director.
– Pero según a quién se nombre, conmigo no contéis.

El enfermo está muy malito.