En el debate de ayer en el Congreso, Rosa Díez ha señalado que en España “Tenemos que optar entre si reajustamos el Estado de las Autonomías o reajustamos el Estado de Bienestar”.
Una elección dolorosa. Igual de doloroso que es para una familia humilde escoger entre renunciar a tomar postre en las comidas, o prescindir de encender la estufa en invierno. A la gente le gusta el postre y le gusta no pasar frío. A los políticos les gusta el Estado de Bienestar porque les da votos, y les gusta el Estado de las Autonomías porque les proporciona miles de cargos para repartirse.
Muchos ciudadanos creen que ambas cosas son imprescindibles. Durante la transición nos vendieron la democracia como la panacea de todos los males, y nos vendieron las autonomías como el summun de la felicidad. Desde Cataluña hasta Andalucía, pasando por Canarias y Aragón, millones de españoles abrazaron ilusionados las banderas autonómicas. ¡Qué bien! Ahora no decidirán por nosotros desde Madrid. Ahora decidiremos “nosotros”.
Y se quedaron tan contentos, aunque los millones de ciudadanos continuaron sin decidir absolutamente nada. Lo único que podían hacer era votar cada cuatro años a los que iban a decidir por ellos. Eso sí: ahora podían votar a un político de su pueblo. A nadie le importó mucho si ese político estaba capacitado o no; si era honrado o no; si era eficiente o no, o si el sistema era muchísimo más caro. Lo importante es que decidiera alguien de su pueblo.
Nos vendieron las autonomías como el summun de la felicidad. Pero se les olvidó explicarnos cuánto dinero nos iba a costar la juerga. Ahora la vaca no da para todo. Y los políticos de todas las CC.AA. vuelven a intentar engañarnos. Ante la necesidad de reducir gastos o aumentar impuestos, sólo aluden a que no se puede recortar en sanidad o educación. Nos amenazan con quitarnos la calefacción en invierno, pero nos ocultan que se puede prescindir del postre. Porque el postre se lo comen ellos, claro.
Hay que felicitar a Rosa Díez por poner el acento en el nudo gordiano. Hoy por hoy, UPyD es el único partido que se atreve a decirnos lo que hay: o reajustamos el Estado de las Autonomías o reajustamos el Estado del Bienestar.
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