Los que seguimos la actividad política en España, vemos como
en debates y comparecencias los líderes políticos se suelen amparar en su
ideología para defender sus posiciones. “Esto es una cuestión de ideología”; “No
podemos estar de acuerdo por ideología”; “Nuestra ideología no nos permite…”; “Tenemos
una ideología deferente”.
Por otra parte, tanto los políticos como mucha gente de a
pie intenta averiguar cuál es la ideología de los otros: “Ese es de derechas”; “Fulano
es del PP”; “Yo siempre he sido de izquierdas”. “Mengano es nacionalista”.
En nuestra sociedad las ideas han sido suplantadas por las
ideologías, dando como resultado una permanente batalla “ideológica”, en la que
nadie escucha a nadie para conocer sus ideas, y todos inrentan hacer valer los
dogmas de su ideología. Las ideas son individuales, libres, frescas y sujetas a
la evolución. Por el contrario, las ideologías son de grupos, vienen impuestas
por un catecismo doctrinario, arrastran el olor a rancio de un origen remoto, y
no admiten cambios.
Las ideas son el producto de la mente. Pueden ser geniales o
descabelladas; posibles o quiméricas; lógicas o absurdas; beneficiosas o
dañinas. Pero del contraste de ideas surge el entendimiento, el acuerdo y la
cooperación. En cambio, las ideologías funcionan como una escayola mental: no
hay posibilidad de entendimiento; si se alcanzan acuerdos es sobre la base de
un intercambio interesado; y la cooperación nunca es leal, sino interesada y
provisional.
Pues estoy totalmente de acuerdo. Por eso es necesario una democracia DIRECTA. Que pueda votar "cosas concretas", unas veces estare de acuerdo con lo que piensan los que dicen tener una determinada ideologia, y otras con los de la opuesta.
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