¿Qué le ha pasado a UPyD
para que siendo el partido más, transparente, coherente e innovador, se le haya
vuelto el viento de cara, al menos en Andalucía? Los detractores de UPyD lo atribuyen
a errores estratégicos y de comunicación de la dirección nacional. Pero
¿bastarían esos errores para explicar el giro de las expectativas electorales?
Para entender lo ocurrido
hay que considerar el fenómeno que Durkheim llamaba “efervescencia colectiva”.
Algo como un viento que supla con fuerza en la misma dirección durante el
suficiente tiempo como para inclinar todo un bosque en esa dirección, y que genera
un sentimiento compartido por la sociedad. Al igual que ocurre con las modas en
el vestir, no es una decisión racional, sino el resultado de unos
desencadenantes en un ambiente social propicio.
Ël desencadenante ha podido
ser una profunda crisis económica, una interminable cadena de casos de
corrupción política, y el alejamiento de los partidos tradicionales de los
problemas de la gente. Todo ello ha hecho surgir la necesidad de un cambio
radical en la política. Ese cambio podría haberse orientado hacia el
totalitarismo de uno u otro signo, hacia el anarquismo, hacia la religiosidad,
o hacia la desestabilización revolucionaria.
Sin embargo, el viento ha
soplado en una dirección sin precedentes históricos: una parte significativa de
la población ha pensado que la solución a sus problemas llegará de la mano de
la juventud. Una creencia irracional que no se apoya en ninguna lógica. Pero
¿acaso tiene lógica que a todo el mundo le gusten al mismo tiempo los
pantalones “campana”?
UPyD se ha encontrado con este
viento de cara, y sus siete años de coherencia, de trabajo riguroso en las
instituciones, de transparencia, de democracia interna, de acciones legales contra
la corrupción, han quedado eclipsados por la retórica de unos jóvenes líderes
de partidos embrionarios que no pueden alegar nada de lo anterior en su
pedigree.
En una reciente intervención
ante el Consejo Político, Rosa Díez dijo a loa asistentes: “Recordad que tenemos que seguir diciendo
siempre lo que creemos más beneficioso para los eapañoles. Y lo tenemos que
decir sin pensar en si eso nos da o nos quita votos”. Pues parece que esa
honestidad ética, ese amor a la verdad impulsado por una líder que ya ha
cumplido los 60 se encuentra ahora frente al viento que sopla en alas de la
juventud.
Dentro de mes y medio los
aragoneses decidirán. Pero sea cual sea su veredicto, la gente de UPyD, los que
no hayamos sido arrastrados por el viento, seguiremos durmiendo con la
conciencia tranquila. Después de todo, los aviones despegan con más seguridad cuando
tienen el viento de cara. Sin olvidar que otra característica del viento son
sus inesperados cambios de dirección.
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