Cuatro son las candidaturas que
competirán el 11 de julio para formar el nuevo Consejo de Dirección de UPyD.
Parto de la base de que a estos 84 afiiados les preocupa ante todo el futuro de
UPyD porque les preocupa el futuro de España. Doy también por supuesto que
ninguno de ellos se mueve por interés personal, por afán de protagonismo, y
mucho menos por asegurarse un medio de vida.
Pienso que se trata de cuatro
personas que asumen con valentía (o con temeridad) desafío de sustituir a la
irrepetible Rosa Díez al frente de UPyD. Son 80 afilados dispuestos a fomar el
equipo que debeerá dirigir y gestionar un partido que se halla en horas bajas,
con grandes dificultades económicas, y que ha sido superado por el tsunami de
dos nuevos partidos.
El 11 de julio los afiliados de
UPyD decidiremos quién va a ser la nueva cabeza visible del partido. También se
decidirá sobre sus propuestas de reforma: sobre estrategias de comunicación
externa e interna, sobre el grado de descentralización, sobre la participación
de los afiliados, o sobre las políticas de expansión.
Pero aunque no se dice
abiertamente, lo más importante que se decidirá ese día es si UPyD va a seguir
siendo un partido completamente autónomo, o si va a buscar acomodo al calor de
otra formación emergente. Si va a poder seguir diciendo lo que piensa o si
tendrá que pedir permiso a alguien antes de opinar. En definitiva, el 11 de
julio se decide el ser o no ser de UPYD.
La opinión de los afiliados está
dividida al respecto. Ya en el II Congreso de noviembre de 2013 se oyeron voces que propuganban algún tipo de acercamiento a Ciudanos, aunque los
delegados en el Congreso decidieron mantener la independencia. El asunto se emponzoñó tras las
elecciones europeas: la desafortunada carta de Sosa Wagner en El Mundo, y las
no menos desafortunadas reacciones de algunos miebros del Consejo de Dirección
abrieron las puertas a un cisma interno, que supieron aprovechar muy bien todos
los que veían con preocupación –que son muchos- el ascenso de un partido
diferente, que dice lo que piensa y hace lo que dice.
Los malos resultados en las
elecciones andaluzas –y la tibia reacción a las mismas por parte de la
dirección- fueron el detonante que dio lugar a una estampida encadenada de dimisiones
y fugas. Ante la caída en picado de un partido que había venido creciendo desde
2007, no fueron pocos los que enarbolaron la bandera del “sálvese quien pueda”,
llegándose en algunos casos a comportamientos tan poco edificantes como la
retirada de candidatos locales y autonómicos a pocos días del plazo para su
presentación.
Los resultados del 24 de mayo
fueron también malos. Mejor dicho: fueron muy malos. El partido se ha visto
obligado a despedir trabajadores, a cerrar sedes, y a abandonar los casos
judiciales contra los corruptos. UPyD ha perdido diputados autonómicos,
concejales, afiliados, y cientos de miles de votos. En una situación tan
extremadamente delicada, ¿qué le queda a UPYD?
En mi opinión, a UPyD sólo le
quedan en estos momentos unos miles de afiliados que conservan la ilusión de
que en España pueda hacerse política de otra manera, y le quedan –sobre todo- sus valores y sus principios. Unos valores y unos principios que no son mera
retórica electoralista, sino firmes convicciones que están fuertemente
arraigadas en el espíritu de los que seguirnos en este partido.
To be or not to be. Esa es la
cuestión que habrá que decidir el 11 de lulio. Habrá que optar entre seguir
siendo UPyD, a pesar de todas las dificulatades, enarbolando con orgullo la
bandera de la auténtica regeneración democrática. O bien plegar esa bandera y
tratar de ser aceptados como socios minoritarios en otro partido,
conformándonos con que no la pisoteen, y que la expongan en sus vitrinas como un trofeo.
Nice post.thanks for the shared with us. web wordpress
ResponderEliminar