He oído por ahí que UGT y CC.OO. han convocado una huelga general para mañana. Al parecer la huelga va contra el gobierno, por haber recortado los derechos de los trabajadores con su reciente reforma laboral, por haber congelado las pensiones, y por preparar un aumento de la edad de jubilación. Esta convocatoria de huelga general me ha colocado ante un difícil dilema.
El presidente Zapatero nos viene empujando a todos hacia el abismo desde hace años. Con una sonrisa, eso sí. Con mucho diálogo, eso también. Con “sólidaridaz”, claro. Intenta engañarnos por la mañana y por la tarde, insulta nuestra inteligencia, y se ha especializado en crear toda clase de problemas donde no los había. Así que lo mejor que podría hacer yo es sumarme a la huelga y asistir a la manifestación, para darle un capón a este personaje que no debería haber llegado más allá que a presidente de su comunidad de vecinos.
Pero los señores que me invitan a hacer huelga y a manifestarme son los mandamases de unas organizaciones neolíticas, que piensan como en el pleistoceno, y actúan como en el jurásico. Eso sí, disponen de cientos de miles de trabajadores “liberados” (liberados de trabajar, claro), de cientos de asalariados directos (a los que no siempre pagan lo que deben), y además se alimentan fundamentalmente de las subvenciones que este gobierno amigo les regala con cariño. Estos sindicatos se contentan con defender sus privilegios, su influencia política, y por último los intereses de los trabajadores fijos de las grandes empresas. Les importan un caracol los trabajadores temporales, los autónomos, los parados y los jubilados. Presumen de demócratas, pero harán todo lo que puedan para boicotear el transporte e impedir que los trabajadores que lo deseen puedan acudir al trabajo.
También hay que considerar las consecuencias económicas de una huelga así en la situación actual del país. Con mucho dolor, mi decisión está clara. En la pugna entre estos dirigentes sindicales y el presidente del gobierno, yo me quedo con el presidente del gobierno. Aunque no sea más que porque a éste tenemos la posibilidad de echarlo en las elecciones, mientras que a estos señores no. Están enquistados en la sociedad, parasitando el trabajo y el esfuerzo de los verdaderos trabajadores.
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