Un pastor norteamericano llamado Terry Jones ha promovido la quema de ejemplares del Corán en la próxima conmemoración de los atentados del 11 de septiembre.
Como consecuencia se ha desatado un bueno lío a nivel mundial. La Interpol ha lanzado una alerta mundial en previsión de atentados generalizados, y altos cargos del gobierno de EE.UU. aseguran que la quema del Corán puede dar lugar a gran número de víctimas entre los soldados estadounidenses.
Parece surrealista que la locura de un fanático –el pastor Jones-, que sólo cuenta con una cincuentena de seguidores, haya dado lugar a semejante lío. Los medios de comunicación –como casi siempre- han desempeñado un buen papel para desorbitar el asunto, y el acojonamiento antropológico del mundo occidental ha hecho el resto.
El asunto pone de relieve la claudicación de las sociedades occidentales respecto a sus propios valores más fundamentales. Al igual que ocurrió con el asunto de las caricaturas de Mahoma en un diario danés, todo el mundo se echa a temblar ante la idea de que los islamistas radicales puedan molestarse.
Desde luego, no se trata de resucitar las Cruzadas. Pero ¿cuándo vamos a ser capaces los occidentales de plantarnos frente a los caprichos y las impertinencias de los islamistas? ¿por qué les damos toda clase de facilidades para que expandan su odio hacia Occidente desde mezquitas situadas en Occidente?
Está muy extendida la idea de que “dos no discuten si uno no quiere”. pero como tantas otras sentencias populares no es del todo cierta. Dos no discuten si uno no quiere… y siempre que ese uno esté dispuesto a someterse por completo al otro.
Sólo hay dos maneras de evitar la discusión con alguien cuyo único objetivo es esclavizarnos: mantenerse lejos del otro, o someterse a esa esclavitud. Llevamos años haciendo lo contrario de la primera condición. Y pasito a pasito vamos haciendo lo segundo, a base de pequeñas renuncias al valor fundamental de la democracia: la libertad de expresión.
El fanatismo es un cáncer social, y contra el cáncer no basta con buenas palabras ni con infusiones de valeriana.
El fanatismo, sea del tipo que sea es verdaderamente destructivo.
ResponderEliminarPero como tu dices, los medios de comunicacion hace que esto tome dimensiones desproporcionadas en todos los sentidos.
En la Gran Manzana de NY hay muchisimas otras mezquitas, e iglesias de todaa las confesiones, y ninguna ha dado tanto que hablar como la que quieren constuir. Y de esa, no se hablaria si no estuvieran en periodo electoral. Y quizas se habla mas en Europa que en EEUU.
Por el iluminado que quiere quemar libros de El Coran, pues no deja de ser eso un iluminado. Si los quema y no se entera nadie...pues no ha pasado nada, si envian unos periodistas y hacen unas cuantas fotos...ya toma dimensiones desproporcionadas.
Y como tu dices, no se trata de resucitar cruzadas, pero tampoco de lo contrario. Que cada cual pueda ejercer su libertad religiosa, sin invadir la de los demas
Vale que "se les consiente" demasiado, pero quemar Coranes (o como se diga) no me parece una buena opción, eso es convertirse (más o menos) en ellos, y entonces perderíamos legitimidad moral para reclamarles nada.
ResponderEliminar¿"Convertirse en ellos"? ¿"Perderíamos legitimidad"?
ResponderEliminar¿Quiénes perderíamos?
Yo no. Y tú tampoco. Ni siquiera los norteamericanos. En todo caso, el pastor Jones, que es el que quemaría el Corán.
Esa es otra importante diferencia entre nuestra civilización y la islamista (y ellos aprovechan esa difencia para metérnosla doblada). Nosotros respetamos la libertad INDIVIDUAL, y aceptamos todas las opiniones y expresiones dentro de la ley que hemos creado nosotros.
Y ellos se sienten "un pueblo", un todo, y sólo respetan una ley que no han hecho ellos sino que les ha sido inculcada en un libro que consideran sagrado.
Si desde los ámbitos musulmanes se insiste en que los musulmanes en general no son terroristas (y tienen razón), nosotros no podemos renunciar a que los occidentales en general no somos responsable de lo que haga un iluminado en su parroquia.
Es verdad que se les consiente...nos sentimos responsables de "acogerlos y facilitarles" y cuando decimos no...casi nos sentimos culpables. Mucha gente aqui cuando se dijo no a los minaretes, lo sentian como si hicieramos con ellos lo mismo que ellos no permitiendo construir iglesias. Pero no es lo mismo. Ellos en occidente tienen garantizada su libertad religiosa. Lo que no se les puede permitir es que vengan a imponernos nada a la fuerza. Ni minaretes grandisimos, ni sirenas llamando a la plegaria. Su libertad termina donde empieza la mia.
ResponderEliminarY cada cual es responsable de sus actos, el iluminado que decia que no quemaria los Coranes" si se lo pedia Obama, queria su minuto de gloria...y ha tenido 3 dias seguidos y a nivel mundial. Quizas los occidentales si somos responsables de darle tanto bombo a la locura de un fanatico (porque no deja de ser un fanatico).