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jueves, 14 de octubre de 2010

El protocolo

Durante el acto del desfile militar del día de la fiesta nacional, volvieron a escucharse abundantes pitos y abucheos al presidente del gobierno. Excepto éste, que ha dicho que eso “va en el sueldo”, casi todos los dirigentes socialistas se han apresurado a condenar a los que gritaron, aprovechando para tacharles de “extrema derecha”, y desvirtuando el sentido de las protestas, ya que iban dirigidas exclusivamente al presidente, y no contra las Fuerzas Armadas, ni contra la bandera, ni contra los caídos, como han dicho diversos ministros.
Para rematar la faena, la ministra de Defensa ha declarado que convocará a los grupos parlamentarios para acordar “un protocolo” que impida en lo sucesivo este tipo de manifestaciones.

¿En qué protocolo está pensando la señora ministra? ¿quizá en celebrar el desfile en una estación de metro cerrada al público? ¿en detener a todo aquél que no aplauda al paso del insigne jefe? ¿Acaso en prohibir el acceso a la Castellana a todo aquél que no disponga de carnet del PSOE? ¿O en que no asista al desfile el presidente?

Esos gritos fueron una nota discordante en un acto institucional. Pero la ministra de Defensa, José Bono, Pepe Blanco, y todos los que han salido a abroncar a los abroncadores se olvidan de que han sido ellos los que han ido propiciando este tipo de desahogos. Primero porque la gente de la calle no tiene otra ocasión de ver de cerca a Zapatero.

También porque llevan seis años practicando una política de “igual-da”. Han venido diluyendo el peso de las instituciones, de las celebraciones, y de los conceptos. Da igual que España sea una nación o no. Da igual que el matrimonio se produzca entre personas del mismo o de diferente sexo. Da igual si se negocia políticamente con terroristas. Da igual si el Estado se fragmenta. La política de “igual-da” la marcó Zapatero desde el principio de su acceso al poder. Quedó muy clara en sus instrucciones al Ministro de Asuntos Exteriores con ocasión de la cumbre de Barcelona, cuando le dijo textualmente: “Hay que firmar algo como sea”. Eso es. Da igual lo que se firme. El caso es firmar algo.

Y por último porque fueron ellos los que iniciaron una dinámica social nueva: la de trasladar la acción política de las instituciones a la calle, y la de sustituir el debate por el griterío de las manifestaciones. La ahora ministra de Defensa salió a manifestarse con una camiseta que decía “yo también soy Rubianes” después de que ese Rubianes hubiera dicho en TV3 “que se metan a la puta España por el puto culo”. ¡Eso sí que es protocolo!

No sé cómo se extrañan ahora de que la gente haya perdido el respeto a las altas instancias del Estado. Cuando uno se pierde el respeto a sí mismo, los demás no tardan en seguir el ejemplo.

2 comentarios:

  1. Hay muchos otros dias, y muchos otros momentos. NO hay absolutamente nada que lo justifique.


    Y ese tocando el cor des Alpes? jajajajja
    Seguro que sonaba mejor que los pitidos.

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  2. Sí que sonaba bien, sí... Entre la niebla, en lo alto del Monte Pilatus.

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