Ha habido elecciones primarias en el PSOE de Madrid. y Tomás Gómez –“el hombre que le dijo no a Zapatero” según dijo Rubalcaba- ha ganado a la candidata del presidente y del aparato, Trinidad Jiménez.
Las elecciones primarias son un ejercicio de higiene democrática que facilitan eso que manda la Constitución y que tan poco cumplen los grandes partidos políticos: la democracia interna. Suponen que los afiliados tomen la voz cantante en lugar de los cortesanos burócrtas aferrados al despacho oficial.
Simultáneamente El País publica una encuesta que otorga al PP 14 puntos más de intención de voto nacional que al PSOE; las previsiones electorales para el PSOE en Cataluña son catastróficas, y algunas encuestas le dan la mayoría al PP en Andalucía. El fuego artificial de Zapatero se extingue pòco a poco, y hasta sus aliados incondicionales –los sindicatos- le han montado una huelga general.
En paso de Zapatero por la secretaría general del PSOE y por la presidencia del gobierno de España cada vez se parece más a un erial. España puede quedar seriamente dañada en su fortaleza económica y en su cohesión social, y el propio PSOE puede tener que pagar un altísimo precio por estos años de ocurrencias, simplezas y bobads varias. Tomás Gómez puede ser el símbolo de una nueva cara del PSOE. Pero también aparece con fuerza la cara de Alfredo Pérez Rubalcaba, como posible salvador de un partido arruinado por la incompetencia.
¿Puede ser el veterano Rubalcaba el conductor de un PSOE nuevo?
Por supuesto que puede, es lo suficientemente mentiroso y manipulador, no tendría ningún problema.
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