Ayer se cumplieron 25 años desde que unas bestias de
apariencia humana segaron la vida de once personas que dormían tranquilamente
en la casa cuartel de la Guardia Civil, en Zaragoza. Seis adultos y cinco niños
que soñaban con cosas que nunca sabremos. Quizá algún guardia civil estuviera
soñando con que identificaba a un terrorista, que lo detenía, y que a él le
ascendían. Puede que alguna esposa estuviera soñando que les tocaba el gordo de
Navidad, y que se compraban un bonito piso, con más comodidades que la vieja
casa cuartel.
Y las niñas, ¿qué soñaban las niñas? Es posible que con las
próximas vacaciones navideñas, o con los regalos que sin duda les traerían los
Reyes Magos. Quizá las gemelas de tres años soñaban que se hacían mayores; que
iban a un colegio y aprendían muchas cosas; que se casaban con un guardia civil
muy guapo, como había hecho su mamá; o que vivían en un mundo sin
preocupaciones, sin miedos ni peligros, sin hombres del saco, sin terroristas
como los que había en las fotos del cuartel.
Los despiadados asesinos que cometieron aquella masacre eran
unos descastados, sí. Pero eso no fue causa suficiente para el crimen. El motor
que impulsó aquella matanza era una idea insensata. Hizo falta una idea
aberrante, una distorsión enfermiza de la realidad, una historia inventada, un
fanatismo sin límites. Aquellos iluminados no fueron sino la herramienta que
servía a una idea.
Hagamos que aquellas muertes no hayan sido inútiles. Aprendamos
que son determinadas ideas las que desencadenan la potencial perversión que se
esconde en el corazón humano. Aprendamos a reconocer esas ideas cuando están
germinando, cuando todavía parecen inofensivas. Sepamos cortarlas de raíz.
Rechacemos a todo tipo de iluminados. Desconfiemos de los que nos hablan de la
Tierra Prometida. Hagamos callar a toda clase de fanáticos, si no queremos que
algún día se interrumpan brutalmente nuestros sueños.
El fanatismo lleva a estas cosas. La vida no se les puede devolver. Pero lo menos que les debemos es JUSTICIA, que TODOS (Ternera sigue suelto) paguen por sus crimenes, y que no consigan por dejar de matar, lo que no consiguieron haciendolo.
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