El primer polvo de Zapatero

Los políticos de Cataluña están al borde del ataque de nervios. Parece que el Tribunal Constitucional se va a pronunciar sobre el Estatuto, y parece que no va a dejar bien parado el texto que pactaron Zapatero y Mas.
Montilla no renuncia a que se aplique el Estatuto de Cataluña en su totalidad “porque es nuestra ley y nuestra voluntad”. Y Artur Mas pide que no se emita la sentencia “porque ya ha sido aprobado en referéndum”.

Hace seis años que Zapatero tuvo su primera ocurrencia: alentar la reforma del Estatuto de Cataluña. El asunto sólo interesaba a los políticos nacionalistas, pero al introducirlo el PSOE en el debate público, pasó a convertirse en algo casi de vida o muerte para muchos catalanes.
Algunos dijimos entonces que eso era empezar la casa por el tejado, que era una reforma encubierta de la Constitución, y que podía dar lugar a peligrosas consecuencias, y el PSOE, los medios afines, y la progresía de guardia se puso a corear eso de “España no se rompe”.
Ahora ya a nadie se le escapa que una resolución desfavorable del Tribunal Constitucional nos va a meter a todos en un galimatías impresionante. Puede provocar graves disidencias en el PSOE, que repercutirían en la gobernabilidad de España. Y provocará –sin la menor duda- una apoteosis de victimismo nacionalista, que aprovecharán muy bien los políticos nacionalistas.
Y por si fuera poco, el TC va a quedar tirado en el lodo. Por su tardanza en emitir una sentencia, por el penoso espectáculo de su presidente recibiendo una bronca en público de la vicepresidente del gobierno, y por su clamorosa politización.
Las ocurrencias de Zapatero son tan inconsistentes como el polvo. No hace falta recordar cómo acabó aquél maravilloso “proceso de paz” con ETA, o esa crisis económica que no iba a llegar nunca a España. Lo del Estatuto de Cataluña fue su primer polvo conocido.
Y de aquellos polvos vienen estos lodos.