El juicio por el crimen de Fago ha quedado visto para sentencia. Yo no sé si el acusado Santiago Mainar es culpable o inocente. Tampoco sé si la víctima, Miguel Grima, era un tipo autoritario o un verdadero déspota.
Lo que me ha sorprendido es que una de las principales líneas de la defensa haya sido presentar numerosos testigos para demostrar que Grima era una especie de dictador de poca monta.
¿Acaso la personalidad que tuviera el alcalde podría justificar su asesinato? ¿Si hubiera actuado como un cacique, su asesino tendría que ser absuelto?
Todo parece gris en este caso, un suceso típico de la crónica negra. Sólo hay algo positivo en todo él: que ni el PSOE ni el PP hayan aprovechado para politizarlo. Y eso que no les hubiera faltado el motivo, tratándose Mainar y Grima de los candidatos del PSOE y el PP respectivamente.
¿Será que hay más sentido común entre los militantes de base de esos dos partidos, o entre las cúpulas dirigentes?
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