Entre los numerosos cambios de valores sociales que se han producido en las últimas décadas podríamos señalar la aparición del “Síndrome Guiness”. No se trata de una afición desmedida a la conocida cerveza irlandesa, sino de una tendencia a sobrevalorar la importancia de los “records”. O dicho de otra manera: de fijar la atención en los valores cuantitativos, menospreciando los cualitativos.
Hechos meramente anecdóticos reciben un tratamiento mediático y una acogida de la opinión pública muy superior a otros hechos de mayor importancia, pero que carecen de ese valor cuantitativo.
Se considera gran noticia que determinado programa de televisión ha tenido seis millones de espectadores. Un presidente de gobierno presume de haber nombrado a la ministra más joven de la Historia, o a la primera mujer ministra de defensa, o de ser el primer país que vota en referéndum el Tratado de la UE.
Contemplamos con admiración al hombre más viejo, a la mujer más gorda, al terrorista más masivo, al ladrón que más se ha llevado, a la tortilla más grande, y a la salchicha más larga.
El hombre más rico, la mujer más elegante, el cantante que más discos ha vendido, el colega que más cervezas se bebe, la web más visitada, la película más cara, el coche más rápido, el día más frío del invierno, el edificio más alto, el partido del siglo, la manifestación más numerosa, el perfil de Facebook con más amigos, y la cola más larga (que ahora ya es la del INEM).
Nueva versión del circo romano. Un pueblo embobado ante hazañas irrelevantes. Millones de personas que miden la virtud en millones, en centímetros, en kilos, o en litros.
La integridad, la honradez, la generosidad, el esfuerzo, la sensibilidad, la paciencia, la inteligencia, y la bondad quedan en una zona sombría. No se han inventado unidades para medirlas, y no se pueden establecer récords sobre ellas. ¡Qué importa una cosa que no se puede cuantificar! ¡Cómo presumir de algo si no se le puede poner un valor numérico!
A ver si un día de estos me animo, y consigo escribir el post más largo, o el más tonto. Eso es lo de menos. Lo importante es que sea “el más” de lo que sea.
No sé si podrás conseguir hacer algún día el post más largo para que aparezca en el libro Guiness, pero de lo que estoy segura, es que nunca conseguirás hacer el más tonto. Supongo que para eso habrá que tener una cierta práctica, y los tuyos, nunca lo son.
ResponderEliminarTonto es el que dice tonterías!!
ResponderEliminarTessa