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lunes, 24 de febrero de 2014

A mí, que me registren

Dicen que en España tenemos la juventud mejor formada y con más alta capacitación de la Historia. El número de universitarios es tan elevado que el mercado laboral no es capaz de ofrecer a todos un puesto apropiado a sus conocimientos. Aproximadamente uno de cada tres camareros o vendedores son licenciados en Derecho, en Periodismo, o en Psicología.

Paradójicamente, en esta sociedad tan culta y tan bien formada, a la hora de asumir responsabilidades, sólo se percibe ignorancia, y nadie sabe nada. “A mí, que me registren” es la frase que mejor representa la actitud social ante los errores, las irregularidades, y los delitos. Empezando por la infanta Cristina, que parece haber olvidado hasta la fecha de su boda con Iñaki Urdangarín.

En relación con la crisis económica, cuando algún economista afirma que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, todos y cada uno de los ciudadanos responden indignados: “¡yo no he vivido por encima de mis posibilidades!”. Nadie, absolutamente nadie, admite haber adquirido y disfrutado de bienes o servicios con un dinero que no tenía.
Y, por supuesto, nadie asume ninguna responsabilidad por haber apoyado con su silencio cómplice las excentricidades de gobiernos -nacionales y autónomos- y de alcaldes, cuando gastaban decenas de miles de millones en construir aeropuertos sin aviones, líneas de AVE sin pasajeros, autopistas sin coches, polideportivos sin atletas, o salones de congresos sin ocupantes. Tampoco nadie dijo nada mientras se repartían a granel subvenciones y ayudas económicas como si el dinero cayera del cielo.

Nadie sabe nada, nadie recuerda nada. Todo el mundo ha olvidado que refrendó con su voto los insensatos dispendios de ministros, consejeros y alcaldes de todos los partidos. Como señaló Popper, "la democracia no está diseñada para elegir a los mejores. Pero sí que sirve para apartar del poder a los malos gobernantes". Claro que a pesar de tener la población más culta, la obra de Popper no figura entre los best-sellers del momento.


lunes, 10 de febrero de 2014

Cazando gamusinos

Los gamusinos son unos animales imaginarios que sirven como motivo para gastar bromas a los niños, o para tomar el pelo a cazadores novatos. Se les dice que el gamusino es muy esquivo, y se les enseñan ciertas "técnicas" que supuestamente sirven para descubrirlos en la oscuridad de la noche.


Así la víctima se pone a recorrer el terreno haciendo ruidos y gestos ridículos que le han enseñado los "expertos", mientras estos se parten de risa a su costa.
Creo que nada se parece tanto a esa vieja tomadura de pelo como el monumental entramado de cursos, talleres y planes de formación para el empleo. MInisterios, CC.AA., y ayuntamientos destinan a esto miles de millones cada año. Una suma astronómica que va a parar a sindicatos, patronales, academias y entidades varias, que se deben partir de risa viendo como decenas de miles de incautos buscan en las tinieblas unos puestos de trabajo que no existen.


Porque la razón de que en España haya más de cinco millones de desempleados no es que no sepan trabajar. Es que no hay empresas que necesiten contratarles. Cabe preguntarse si no sería más efectivo destinar esos miles de millones a formar empresarios en vez de a formar trabajadores; a crear empleos en vez de a crear buscadores de empleo. A repoblar el monte con especies vivas de caza, en vez de poner a la gente a buscar gamusinos

lunes, 27 de enero de 2014

Lejìa, estropajo, y jabón

Mes tras mes los barómetros del CIS señalan que la corrupción y el fraude suponen, después del paro, el principal problema que padece España. En torno al 40% de los encuestados consideran que es el problema más grave.

Los ciudadanos se debaten entre la indignación por el elevado número de casos de corrupción que van apareciendo, y la resignación ante un estado de cosas que parece consustancial con las prácticas políticas. Parece que las conductas fraudulentas se han convertido en España en algo endémico. Un mal que todo el mundo condena, pero que nadie sabe cómo erradicar.

Todo el mundo parece creer que la corrupción es cosa de otros. Sin embargo, es cosa de todos. Porque todos podemos estar practicando pequeñas corruptelas en nuestra vida cotidiana, y porque todos tenemos la obligación de combatirlas. Las nuestras y las de las personas de nuestro entorno.

Hemos llegado a esta situación por la combinación de tres versiones diferentes de corrupción: personas potencialmente corruptas, que se mueven en una sociedad corrupta que lo tolera, y con un sistema político-institucional que lo facilita.

España necesita lejía, estropajo y jabón. Lejía para desinfectar partidos, sindicatos e instituciones. Jabón para limpiar la suciedad que existe en las conductas individuales: la picaresca general y los pequeños fraudes. Y estropajo para arrancar los nidos de paràsitos que prosperan a costa de lo público.

martes, 21 de enero de 2014

La gamonalita


Los investigadores sociales de la universidad de La Barricada han descubierto una nueva sustancia. Se trata de la gamonalita, un compuesto cuyos efectos inmediatos más visibles son la capacidad de anular las decisiones tomadas por ayuntamientos que han sido elegidos libremente por los ciudadanos.

Para su fabricación se necesita un cabreo latente en una parte de la población, el apoyo interesado de los partidos que aspiran a sustituir a los que ahora gobiernan, y la actuación decidida de una minoría violenta, todo ello sazonado con fuertes dosis de populismo y demagogia.

Una vez se dispone de esos materiales, sólo se necesita un desencadenante que haga saltar la chispa en ese compuesto altamente inflamable. Puede ser la urbanización de una calle, la construcción de una línea de tranvía, o el cierre de un hospital. Eso es lo de menos.

Seguramente, los vecinos del barrio burgalés de Gamonal tienen razones de peso para no querer las obras que había decidido su ayuntamiento. Probablemente no es una remodelación lo que más necesita Burgos en estos momentos. Pero el proyecto estaba en el programa de todos los partidos –excepto en el de UPyD-, y una abrumadora mayoría de burgaleses habían votado a esos partido.

Pero la principal característica de la gamonalita es su capacidad destructiva de los principios democráticos. Cuando una sociedad admite que unos contenedores ardiendo representan mejor al pueblo que unas urnas selladas, está admitiendo también la inutilidad de las urnas. Una docena de contenedores de basura cuestan mucho menos dinero que unas elecciones libres. Sustituir la voluntad democrática por la dictadura del más fuerte, del que más grita, o del que más escaparates destroza es una opción política. Pero resulta paradójico que prefieran esa opción aquellos que día sí y día también se declaran enemigos irreconciliables de una dictadura que terminó hace casi 40 años.

lunes, 13 de enero de 2014

Programa, conciencia y pesebre

El pasado martes la diputada del PP, Celia Villalobos, pidió, en la Comisión Ejecutiva de su partido, libertad de voto en la reforma de la ley del aborto. Una petición que nos hace reflexionar sobre otra de las perversiones que aquejan al sistema político, y que lo convierte en partitocrático en lugar de democrático.

La Constitución establece que los diputados no estarán sometidos a mandato imperativo, con la intención de que puedan ejercer la representación directa de los ciudadanos que les han elegido.  Por otra parte, los candidatos a diputado se presentan en una lista avalada por un partido determinado, lo que implica que asumen como propias las propuestas del programa electoral de ese partido. En consecuencia, cada diputado se debe en primer lugar al programa, y en segundo lugar a su conciencia, en todo aquello que no esté especificado en el programa.

Sin embargo, en la práctica, los diputados se limitan a votar lo que en cada caso les indica su jefe de grupo, en aplicación del principio aconstitucional de "disciplina de voto". Saben que nadie podría impedirles votar de manera diferente, pero también saben que si lo hicieran su partido no volvería a incluirles en la siguiente candidatura, ni serían designados para cargo alguno.

Con el sistema actual de listas cerradas y bloqueadas los aparatos de los partidos secuestran la democracia, apropiándose de la lealtad que los legisladores deben al programa, a sus electores y a su conciencia. Por su parte, muchos diputados venden su dignidad al partido a cambio de la expectativa de disfrutar de un buen pesebre durante muchos años.


Y los electores regalan su soberanía cuando entregan ciegamente su voto a unas siglas, sin preocuparse mucho de conocer los programas, ni la integridad de los candidatos que figuran en la lista.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Un sueño de Navidad

Dejándome llevar por el espíritu navideño, ese que hace que todos nos sintamos en la obligación de ser felices, generosos, amables y bondadosos; me animé a escribir un cuento de Navidad, sin ánimo de menospreciar al gran Dickens.

Había un país en el no eran peores los que iban a misa que los que se postraban hacia La Meca. En el que los hombres no veían a las mujeres como siervas, ni ellas les veían a ellos como tiranos. Donde los “de derechas” no pensaban que los “de izquierdas” fueran unos parásitos, y donde estos no creían que los primeros fueran unos déspotas.

Un país en el que los empresarios no veían a sus empleados como hienas, ni los trabajadores a los empresarios como sanguijuelas. Una nación en la que los habitantes de cada pueblo eran vecinos y no enemigos. En el que los diferentes eran una incógnita, pero no una amenaza. Un lugar en el que los políticos no pensaban en los ciudadanos como conejillos con los que experimentar, y los ciudadanos no pensaban que la única obsesión de los políticos era fastidiar a la gente.

Escribí el cuento. Pero al releerlo me di cuenta de que el argumento era tan descabelladamente increíble que rebasaba los límites de la fantasía. Como mucho, podría valer para el 24 de diciembre, pero quedaría completamente desfasado el 26. No servía para ser un cuento. Sólo podía ser un sueño.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Los desfavorecidos

Las fechas navideñas constituyen el momento álgido para el altruismo. De repente, todo el mundo siente la necesidad de ayudar a los que más lo necesitan. Por doquier se organizan rastrillos, recogida de alimentos y conciertos “solidarios”. Una oleada de generosidad que puede servir para calmar la mala conciencia de unos dispendios navideños que en muchos casos exceden lo razonable. Los medios de comunicación nos bombardean con apelaciones a la solidaridad, y una y otra vez nos recuerdan la existencia de los “desfavorecidos”.

Los desfavorecidos han venido a sustituir en el lenguaje políticamente correcto a los pobres de toda la vida, de igual manera que la solidaridad ha sustituido al altruismo. Para muchos es sencillamente una cuestión de modas en el lenguaje, aunque el lenguaje nunca es casual y siempre esconde los postulados de la ideología dominante en cada sociedad.

Dice el diccionario que “pobre” significa “necesitado, que no tiene lo suficiente para vivir”. En cambio, “desfavorecer” es “dejar de favorecer a alguien, desairarle”. La diferencia no es banal. En el primer caso se trata de un sustantivo que se corresponde con una situación objetiva que posee el “pobre”. Define un hecho sin pronunciarse sobre el origen del mismo.

En cambio, el término “desfavorecido” implica la necesaria existencia de otros –los que desfavorecen-. Induce a pensar que junto a cada persona necesitada hay alguien que le ha privado de lo que le correspondía, de lo que se deduce que sin la presencia de ese malvado no existiría tal necesidad.

Este sesgo del lenguaje construye así dos nociones profundamente ideológicas: por una parte, que los que padecen una situación de pobreza no tienen ninguna responsabilidad en ello; que son meros sujetos pasivos, víctimas indefensas y eternas de otros; y que no está en su mano acabar con su situación. Y en segundo lugar que la sociedad está formada por dos clases de personas: los inocentes desfavorecidos, y los malvados desfavorecedores.

No niego que pueda haber algo de esto. Pero creer que es así de forma general supone aceptar que la pobreza es un estado consustancial del que no se puede salir si no es gracias a la bondadosa solidaridad de otros. Supone negar la capacidad de esas personas para encontrar la manera de ayudarse a sí mismas. Supone admitir que se necesita un Estado protector que cuide de unas personas incapacitadas para sobrevivir sin su ayuda, que tienen que estar agradecidas a su bondad, y que -por lo tanto- no pueden ejercer de ciudadanos críticos, sino votar ciegamente al que les da de comer.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Hechos consumados

Los partidos secesionistas catalanes han acordado la fecha y las preguntas para la consulta que quieren realizar bajo el falaz amparo del “derecho a decidir”. Pasito a pasito, desde 1975, los independentistas han recorrido un largo camino hacia su objetivo final, que ya acarician con la punta de los dedos.

Es el penúltimo capítulo de una sucesión de hechos consumados. No es cierto que se trate de un callejón sin salida. Se trata de un callejón del que se saldrá rompiendo algo para abrir camino. Quedan pocas alternativas: o el gobierno aplica la Constitución e impide la consulta por la fuerza, suspendiendo incluso la autonomía de Cataluña. O le tiemblan las piernas y acepta resignadamente lo inevitable.

En el primer caso se acentuarán los sentimientos de victimismo, aumentará el deseo de independencia, y no puede excluirse una deriva violenta, con enfrentamientos, atentados y víctimas.

El segundo caso supondría firmar el acta de defunción de España como nación (eso que Zapatero decía que era “discutido y discutible). ¿Cuánto tardarían los independentistas vascos en seguir el ejemplo? ¿Y los gallegos? Al igual que ocurrió en 1978 con la fiebre autonomista (hasta Segovia quería ser autónoma), ninguna de las actuales CC.AA. querría ser menos. Canarias, Aragón, Andalucía, Baleares emprenderían también el viaje hacia el pasado, hacia la irracionalidad. España quedaría reducida, probalemente, a lo que ahora es la Comunidad de Madrid.

Ubicación de CataluñaNo hay que culpar a los independentistas de este desaguisado. Ellos son lo que son, lo admiten: su objetivo siempre ha sido la independencia. Los culpables son otros: millones de españoles que por torpeza, por interés, por cobardía o por desidia han permitido que se fuera produciendo la cadena de hechos consumados.
  • Los que redactaron una Constitución que introdujo el concepto de “nacionalidades y regiones”.
  • Los gobiernos del PSOE que entregaron la Educación a los nacionalistas para que pudieran ir adoctrinando en la falsedad a las nuevas generaciones.
  • Los gobiernos del PP que continuaron cediendo competencias del Estado, y que renunciaron a exigir lealtad constitucional a los gobiernos de CiU y del tripartito.
  • El presidente Rodríguez Zapatero que alentó el nuevo Estatuto de Cataluña.
  • El Tribunal Constitucional que dio validez a gran parte del contenido de ese estatuto.
  • Los medios de comunicación que entonces clamaban “España no se rompe”.
  • Los millones de españoles que también decían “España no se rompe”, aunque sólo fuera por llevarle la contraria a Aznar.
  • Los millones de españoles que durante tres décadas han aplaudido sus banderas autonómicas, despreciando la bandera nacional de todos.
  • Todos los que han eliminado de su vocabulario la palabra “España”, sustituyéndola por eufemismos como “este país”, “el Estado español”, “el conjunto del Estado”, o “la península ibérica”.
En el ensayo "De vuelta a la aldea" (Ed. Gran Vía. Burgos. 2004) ya advertía de que esta era una de los posibles finales de la cuestión nacionalista en España: la disgregación de lo que ha sido durante 500 años una nación. La Tierra seguirá girando. A lo largo de la Historia han aparecido y caído grandes imperios. No es el fin del mundo. Pero la estupidez, el egoísmo y la miopía política de los no nacionalistas nos habrán dejado a todos más débiles, más pobres, más insignificantes.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

El buscapegas

En el edificio donde vivo hay un vecino, jubilado él, que pasa el día merodeando por escaleras, sótanos y rellanos. No es el presidente de la comunidad, pero vigila constantemente que todo marche debidamente. Cambia bombillas fundidas, detecta una filtración, encuentra unas llaves perdidas, y recoge unos papeles tirados en el suelo. Le llamamos cariñosamente el “Salvatodo”.

Hay otro vecino que es la antítesis del anterior. Jamás ha cambiado una bombilla ni recogido un papel, pero es un tipo muy responsable y no se pierde ninguna reunión de la comunidad. Yo creo que espera cada año la convocatoria, que estudia el orden del día, y que prepara meticulosamente su intervención ante el resto de propietarios.

Su aportación a la asamblea es fundamental. Gracias a él nos enteramos de todo lo que no se ha hecho bien, nos cuenta cómo habría que haberlo hecho, y nos ilustra sobre lo que habría que hacer, y de cuándo y cómo hacerlo. Pide que le enseñen todas las facturas, pregunta por cada detalle, y se escandaliza porque no se le consultó cuando hubo que llamar a los bomberos para sacar a una vecina atrapada en su balcón. Le llamamos el “buscapegas”, aunque el Salvatodo suele referirse a él como “el tocawebs”.

En cualquier grupo hay siempre un “buscapegas”. En una empresa, en una ONG, en un viaje organizado, en el cine o en el restaurante. Son tipos peculiares, muy pagados de sí mismos, a menudo algo visionarios, que tienen en su cabeza la organización “perfecta” de cualquier actividad humana. Es una lástima que no sean capaces de trasladar a sus manos lo que tienen en la cabeza, y no puedan hacer por sí mismos ni una pequeña parte de lo que dicen que tendrían que hacer los demás.

martes, 26 de noviembre de 2013

Chorizo al trullo

La Audiencia de Castellón ha condenado a cuatro años de prisión al que fuera presidente de la Diputación de esa provincia, Carlos Fabra: La pena impuesta es por cuatro delitos de fraude fiscales, pero le absuelve de los de cohecho y tráfico de influencias.

Pero el ciudadano común no suele entender mucho de tipos delictivos. Cohecho, prevaricación, tráfico de influencia, falsedad en documento público, apropiación indebida. Todo se reduce a un concepto muy hispánico: “chorizo”.

Lo mismo ocurre con las penas, prisión preventiva, sentencia en primera instancia, segundo grado son sutilezas que tampoco tienen gran aceptación entre el gran público. Lo que la gente entiende muy bien se resume en dos palabras: “al trullo”.

En España se vive una atmósfera irrespirable en todo lo que afecta a los asuntos públicos. En todos los niveles de la Administración, desde la Casa Real hasta las concejalías de muchos pequeños pueblos, el hedor es ya insufrible. Un Estado mastodóntico, inflado de organismos, cargos, subcargos, carguetes y subcarguetes, mantenido cada vez con más dificultad por una población cada vez más mosqueada.

Es imprescindible abordar una profunda reforma de la Administración, reducir su estructura, eliminar el parasitismo, y liberar recursos para estimular la economía productiva, y aqtender debidamente las necesidades más imperiosas. Si los viejos partidos no son capaces de abordar esas reformas, no es imposible que se llege a alcanzar un punto de no retorno, y que masas justamente enfurecidas arrasen un sistema que muchos hemos añorado durante décadas: la democracia.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Las caras de la gentuza

Con frecuencia hemos visto chocantes decisiones gubernamentales o judiciales. Verdaderas piruetas legales que sus autores han justificado en nombre de la “alarma social”. Pues para alarma social, la que está produciendo la liberación masiva de asesinos y violadores, en aplicación de la sentencia del Tribunal de Estrasburgo.

La ley es la ley, y debe cumplirse siempre. Nos guste o no. Sin excepciones. Pero una cosa es que haya que aplicar la decisión de Estrasburgo (por cierto, con una celeridad inaudita en nuestro sistema judicial), y otra cosa es que la sociedad no tenga todo el derecho moral a repudiar a esos canallas, por medios distintos a los estrictamente judiciales.

Por ejemplo, ¿por qué no se publican las fotografías de esta gentuza? ¿por qué no tenemos todos los ciudadanos derecho a conocer sus caras, a reconocerles si les vemos en un bar, en un parque, o en una estación? Argumentar que tienen derecho a la privacidad es una hipocresía mayestática, ya que vemos constantemente imágenes de personas –especialmente si son de relevancia pública- que son detenidas, o que acuden a declarar a un tribunal. Muchas de ellas son absueltas de toda culpa, pero sus caras permanecen en nuestro recuerdo durante años.


Argumentar que ya han cumplido legalmente su pena es irrelevante para el caso. Dejar de tener cuentas pendientes con la Justicia no les convierte en buenas personas. Continúan siendo despreciable gentuza.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Hay que frenarlos

En su intervención en la clausura de la Conferencia Política del PSOE, Pérez Rubalcaba ha señalado que el objetivo del PSOE es “frenar a la derecha”. En paralelo, desde el PP, aunque no lo confiesan tan abiertamente, establecen sus estrategias con el fin de “frenar a la izquierda”.

Se mantienen las dos Españas; los buenos y los malos; los nuestros y los enemigos. Las dos Españas de Ortega y Gasset; las que llegaron a la guerra civil. Las que consiguieron reconciliarse en el 78, y las que Rodriguez Zapatero, en su insensato delirio, volvió a enfrentar.

Frenar a la derecha es frenar a diez millones de españoles que se sienten de derechas. Frenar a la izquierda supone frenar a otros tantos millones que se sienten de izquierdas. El resultado es una España frenada. Una España incapaz de avanzar, en la que el odio ahoga la confianza, y el rencor apaga la ilusión. Es hacer política, no “para algo”, sino “contra alguien”.

PP y PSOE intentar aparecer como dos partidos muy distintos. Pero comparten mucho más de lo que parece. Los dos están de acuerdo en mantener el sistema tal como está, asegurándose la alternancia en el poder cada cuatro u ocho años. Los dos ven a los españoles como votantes a los que seducir, y no como ciudadanos a los que servir.

Como dos orates caídos al mar, agarrados mutuamente del cuello, empecinados en ahogar al otro, el PP y el PSOE parecen incapaces de darse cuenta de que en esa lucha cainita no se están jugando su propio futuro como partidos, sino el de todos los ciudadanos. Y si los ciudadanos libres no les frenamos, al final nos ahogarán a todos.

viernes, 8 de noviembre de 2013

UPyD y las alianzas

Mucha gente pregunta que por qué UPyD no se alía con Ciutadans para sumar votos y conseguir más representación, ya que muchas de sus propuestas son parecidas. Incluso no son pocos los afiliados de UPyD que creen que esa alianza sería ventajosa para ambos.

Lo que quizá olviden unos y otros es que UPyD nació no sólo para implantar otras políticas, sino –y quizá principalmente- para hacer política de otra manera. Y hacer política de otra manera significa –entre otras cosas- que este partido aspira a ser decisivo, incluso a gobernar, pero no quiere crecer a cualquier precio.

Ciutadans nació en Cataluña como respuesta a la peculiar situación de esa región, en la que los viejos partidos nacionales habían desistido de enarbolar la bandera de un Estado unitario, fuerte, y cohesionado en la diversidad. En ese sentido, Ciutadans merece todo mi respeto, y apoyaré cualquier propuesta suya que me parezca razonable.

En cambio UPyD nació con la vocación firme de ser un partido nacional, con implantación en toda España, y que propone las mismas políticas en cualquier lugar del país. No tiene la menor intención de convertirse en una amalgama de partidos regionales, ni caer en la esquizofrenia en que se encuentra el PSOE con respecto al PSC. Y mucho menos convertirse en una constelación de grupúsculos variopintos, como es el caso de IU.

Puedo entender perfectamente que Albert Ribera tenga la ambición de extender su partido por toda España. Puedo entender que Albert Ribera quiera aliarse con UPyD para adquirir un peso del que carece fuera de Cataluña.

Pero lo que no consigo entender son las motivaciones de las personas que fuera de Cataluña se afilian a Ciutadans. Si es cierto –y lo es- que buena parte de las propuestas de Ciutadans coinciden con las de UPyD; si fuera cierto –que podría serlo- que alguien de Segovia, o de Cuenca, o de Zaragoza cree en esas ideas; entonces ¿por qué no se afilia a UPYD directamente? ¿Por qué prefiere afiliarse a Ciutadans, para inmediatamente pedir que UPyD se alíe con ellos?

Con toda mi simpatía hacia Ciutadans, tengo que deducir que al menos una parte de las personas que les apoyan fuera de Cataluña no buscan cambiar la política, no quieren hacer política de otra manera. Quieren, como los viejos partidos, hacerse un hueco en el sistema partitocrático. Justamente lo que UPyD quiere cambiar.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Canal 9

El Gobierno de la Comunidad Valenciana ha anunciado el cierre de la televisión autonómica, tras la anulación del ERE que había presentado el ente. Con esta medida un buen número de personas perderán el empleo. Se trata, sin duda, de una malísima noticia para esos empleados y sus familias; y se entiende perfectamente su descontento y sus protestas por la medida.
Por otra parte, cabe preguntarse si es razonable que el Estado gaste cientos de millones en mantener medios de comunicación, al mismo tiempo que reduce toda clase de prestaciones en sanidad, educación, dependencia y pensiones. Más aún: cabe preguntarse si es razonable que las administraciones públicas destinen dinero a mantener empresas de comunicación, que están fundamentalmente al servicio del interés electoral del gobierno que las controla.
El drama al que se enfrentan miles de empleados de la televisión valenciana es terrible. Pero no más terrible que el drama al que se enfrentan cinco millones de trabajadores de grandes, medianas y pequeñas empresas que se han quedado sin trabajo en toda España. NI más ni menos terrible.
Esta sociedad sufre –entre otras cosas- de una llamativa perversión en la jerarquía de valores y principios. Una de esas perversiones consiste en dar por supuesto que las administraciones, corporaciones y organismos públicos están para dar trabajo a los ciudadanos. Evidentemente, no es así. Los hospitales se construyen para curar a los enfermos. Los colegios para enseñar a los niños. Para ello hay que contratar personal sanitario y maestros. Pero esta creación de empleo es una característica secundaria, y no deberíamos que los que se benefician de ello lo conviertan en la razón de ser de los hospitales y los colegios.
Quizá nunca habría debido ponerse en marcha la televisión valenciana. Si así se hubiera hecho, las personas que ahora pierden su empleo, no lo perderían por la sencilla razón de que no se habría creado.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Otra forma de hacer política

Hace seis años decidí afilarme a UPyD. Me costó dar el paso. A pesar de interesarme la política, siempre había pensado que comprometerme con unas siglas concretas era una forma de perder mi libertad de pensamiento. Sin embargo, las ocurrencias simplonas de adolescente visionario en la presidencia del gobierno, me convencieron de la necesidad de hacer algo para intentar cambiar la deriva de una sociedad que caminaba hacia ninguna parte.
Este fin de semana he participado en el II Congreso del partido. Junto a otros 499 delegados he estudiado ponencias, analizado enmiendas, participado en los debates, y decidido con mi voto las líneas maestras de UPyD durante los próximos cuatro años. 500 afiliados que han sido elegidos delegados por sus compañeros, mediante listas abiertas, en votación secreta. 6.200 afiliados que han podido presentar su candidatura a delegados sin más requisitos que enviar un correo electrónico.
Los medios de comunicación hostiles seguirán repitiendo sus latiguillos, pero yo he comprobado en este partido hay libertad y democracia interna.
Este fin de semana he comprobado que hay mucha gente como yo. Gente que quiere hacer política porque son ciudadanos, y no porque busquen trabajo en la política. Gente que nos se juega su pan participando en el partido, y que por eso se siente libre para pensar, libre para decir, libre para votar. Gente que se toma en serio lo que hace UPyD porque quieren que UPyD sea el ejemplo de cómo debería ser la política en España. Gente políticamente incorrecta. Gente que habla claro, que llama al pan “pan”, y al vino “vino”. Gente que dice lo que va a hacer, que explica por qué lo va a hacer, y que luego hace lo que ha dicho que haría.
Cada vez hay más españoles que descubren que son de UPyD y no lo sabían. También hay ciudadanos que –como gatos escaldados- temen que cuando UPyD llegue al poder se convierta en un partido como los demás. Yo no tengo la bola de cristal para leer el futuro. Pero sí tengo memoria: los ciudadanos no podemos estar seguros de que UPyD será fiel a sus principios y seguirá cumpliendo lo que dice. Pero lo que sí sabemos todos es lo que han hacho hasta ahora los partidos viejos.

jueves, 31 de octubre de 2013

De puente a puente

Me entero de que la Generalidad de Cataluña tiene editado un libro en el que se incluyen como propios de esa región 16 puentes de piedra situados en Aragón. A estas alturas, no me sorprende ninguna fanfarronada nacionalista, ninguna tergiversación histórica, ninguna desvergüenza y ninguna deslealtad. Pero esta obsesión enfermiza por soñar que el mundo les pertenece se encuentra en el término medio entre lo patético y lo delirante.
Me recuerdan esas películas en las que un psicólogo mediocre le dice a su cliente que se mire al espejo y repita cien veces “soy guapo, soy inteligente, valgo mucho, no hay nadie mejor que yo”.
Así andan buen número de ciudadanos de Cataluña: mirándose cada mañana el ombligo en un espejo de aumento. Se empieza evadiéndose de la realidad, y se termina creyendo que la rueda la inventó un payés de Vic. También pueden empezar creyéndose que los puentes de piedra de Aragón son suyos, y terminar jurando que el puente de Brooklyn atraviesa el Llobregat.
Y mientras tanto, los sucesivos gobiernos de España siguen mareando la perdiz. No sé si aplicando aquello de que “a los locos y a los borrachos hay que darles la razón”

martes, 15 de octubre de 2013

Obras son amores

Tanto el presidente del gobierno como sus ministros llevan varias semanas anunciando que el final de la crisis económica ha llegado por fin. Aprovechan cualquier comparecencia en España o fuera de ella para repetir que los indicadores apuntan hacia la recuperación, y que estamos empezando a salir del famoso túnel –ese que Zapatero decía que no existía-.

Los cinco millones de personas que buscan un trabajo que echarse a las manos deben andar escarbando entre los escombros del Estado de Bienestar en busca de alguno de esos indicadores que les sirva para llenar el carrito en Mercadona. Y día tras día vuelven de vacío, y algunos se tienen que conformar con escarbar en los contenedores de basura.

Al presidente del gobierno le faltan muchas cosas. En la campaña electoral le faltó gallardía para anunciar las duras medidas que tendría que tomar. En la sesión de investidura le falto valor para pronunciar el discurso de “sangre, sudor y lágrimas”, que era lo que se nos avecinaba. Le ha faltado coraje para abordar una profunda reforma y racionalización de la estructura de la administración. Y ahora le falta entereza para aguantar el desgaste electoral, y ha caído en la misma tentación que su predecesor, intentando vender la piel del oso antes de haberlo cazado.
Señor Rajoy: obras son amores, y no buenas palabras.

martes, 8 de octubre de 2013

La decisión de Jordi

Jordi se despertó obsesionado por eso de lo que todo el mundo hablaba en su pueblo: el derecho a decidir. Confuso, viajó para ver al Gran Maestro de la Sabiduría.

- Maestro –preguntó- ¿tengo yo derecho a decidir?
- Naturalmente –respondió el anciano-. Tienes derecho a decidir sobre tu vida.
- Eso es lo que yo pensaba, pero leo que hay gente que dice que no –explicó con alivio-. En ese caso, pasaré el próximo fin de semana con Sandra Bullock.
- Eso no puedes decidirlo tú. Depende de la voluntad de ella.
- Bueno –Jordi meditó unos instantes-. Pues voy a decidir los precios de los productos de Mercadona.
- Tampoco eso está a tu alcance.
- Bien –insistió Jordi-. Pero podré decidir el sueldo que me tienen que pagar en mi trabajo. –El sabio negó con la cabeza, en silencio.
- Entonces decido cambiar la Ley de la Gravitación Universal, insistió el joven.
- Siento decirte que es otra cosa que no puedes decidir –le dijo el Maestro, sonriendo con tristeza.
- Vale. Por lo menos ¿podré decidir el nombre de la calle en la que vivo?
- Lo siento, Jordi, pero tampoco tienes capacidad para decidir eso.
- Pero Maestro, me habías dicho que tengo derecho a decidir, y al final no puedo decidir casi nada.
- Te dije que tienes absoluto derecho a decidir sobre tu vida. Pero en todo lo que afecte también a otros, sólo podrás decidir sobre aquello en lo que tengas capacidad de hacerlo. Lo primero que tienes que saber es sobre qué puedes y sobre qué no puedes.


Jordi volvió a su pueblo cabizbajo. Al llegar frente al ayuntamiento sacó de bolsillo el carné de Convergencia, y tomando una decisión lo rompió en mil pedazos.

martes, 17 de septiembre de 2013

¿Se puede mejorar la enseñanza?

Empieza otro curso escolar. Esta vez muy marcado por toda clase de alteraciones, recortes, reclamaciones y protestas. Padres y profesores unidos por el descontento. Los primeros por que hay menos dinero para libros, becas de comedor, y clases de apoyo. Los segundos por que se reduce su número, y el resultado es que habrá que hacer el mismo trabajo con menos personal.

Pero ¿quién se preocupa de la salud de la enseñanza? Todas las protestas se amparan en ella, pero lo que piden es dinero. ¡Cómo si el aprovechamiento de la enseñanza dependiera sólo del dinero!

Me pregunto por qué –además de exigir al gobierno que disponga más medios para el sistema educativo- nadie se pone a pensar de qué manera se podrían compensar los recortes. Y hay tantas cosas que hacer en ese sentido…

¿Y si los padres confiaran más en los profesores? ¿y si muchos padres dejaran de ser defensores ciegos de sus hijos? ¿y si dejaran de suponer que los profesores están ahí para fastidiarles? ¿y si permitieran menos horas de televisión a la semana? ¿y si no se adelantaran a dar a sus hijos todo lo que no necesitan? ¿y si les enseñaran a que las cosas hay que ganárselas con esfuerzo? ¿y si muchos profesores no intentaran ser amigos de sus alumnos, sino maestros?

Muchas preguntas, y pocas respuestas. Claro que si todo eso se diera, no estaríamos en España, sino en Finlandia.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Del tocamiento a la violación

Ella era muy joven, casi una niña. Ellos sabían muy bien lo que querían, y estaban dispuestos a conseguirlo. Sólo pensaban en lo único, y para lograrlo estaban dispuestos a todo. A la mentira, al engaño, a la falsedad, a la amenaza, al halago y a las falsas promesas.

Ella era muy joven. Se sentía insegura y deseaba obtener el aprecio de todos. Ellos le dijeron palabras amables, se acercaron y le acariciaron el cabello. Ella sonrió, creyendo que era una caricia amistosa.

En su candor juvenil, ella creyó que sus intenciones eran limpias. Por eso no se opuso cuando ellos la abrazaron con una sonrisa, pensando que era sincera. Incluso se puso muy contenta cuando ellos le besaron el cuello.

Se sintió confusa y algo alarmada cuando ellos, sin dejar de besuquearla, pasaron su mano bajo su blusa y le tocaron los pechos. Se dejó hacer. Ahora no podía rechazarles bruscamente. Si lo hiciera, ellos se enfadarían, y ella necesitaba sentirse querida. Por un momento pensó en darles una bofetada, pero no se atrevió.

Sin darse cuenta, se encontró medio desnuda entre ellos. Y horrorizada vio cómo se bajaban la bragueta de sus pantalones. Entonces despertó a la realidad, y se dio cuenta de lo que se avecinaba: ¡se disponían a violarla!

Ella había sido ingenua y amable. No supo prever que sus concesiones a los primeros besos y tocamientos sólo provocarían que ellos se excitaran cada vez más. Ahora ya nada podría detener su lascivia. Demasiado tarde, comprendió que tendría que haberse mantenido pura desde el principio, que nunca debería haber tolerado las primeras confianzas.

Sin fuerzas para oponerse, España separó las piernas, resignada a ser violada por los nacionalistas.