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lunes, 24 de febrero de 2014

A mí, que me registren

Dicen que en España tenemos la juventud mejor formada y con más alta capacitación de la Historia. El número de universitarios es tan elevado que el mercado laboral no es capaz de ofrecer a todos un puesto apropiado a sus conocimientos. Aproximadamente uno de cada tres camareros o vendedores son licenciados en Derecho, en Periodismo, o en Psicología.

Paradójicamente, en esta sociedad tan culta y tan bien formada, a la hora de asumir responsabilidades, sólo se percibe ignorancia, y nadie sabe nada. “A mí, que me registren” es la frase que mejor representa la actitud social ante los errores, las irregularidades, y los delitos. Empezando por la infanta Cristina, que parece haber olvidado hasta la fecha de su boda con Iñaki Urdangarín.

En relación con la crisis económica, cuando algún economista afirma que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, todos y cada uno de los ciudadanos responden indignados: “¡yo no he vivido por encima de mis posibilidades!”. Nadie, absolutamente nadie, admite haber adquirido y disfrutado de bienes o servicios con un dinero que no tenía.
Y, por supuesto, nadie asume ninguna responsabilidad por haber apoyado con su silencio cómplice las excentricidades de gobiernos -nacionales y autónomos- y de alcaldes, cuando gastaban decenas de miles de millones en construir aeropuertos sin aviones, líneas de AVE sin pasajeros, autopistas sin coches, polideportivos sin atletas, o salones de congresos sin ocupantes. Tampoco nadie dijo nada mientras se repartían a granel subvenciones y ayudas económicas como si el dinero cayera del cielo.

Nadie sabe nada, nadie recuerda nada. Todo el mundo ha olvidado que refrendó con su voto los insensatos dispendios de ministros, consejeros y alcaldes de todos los partidos. Como señaló Popper, "la democracia no está diseñada para elegir a los mejores. Pero sí que sirve para apartar del poder a los malos gobernantes". Claro que a pesar de tener la población más culta, la obra de Popper no figura entre los best-sellers del momento.


lunes, 10 de febrero de 2014

Cazando gamusinos

Los gamusinos son unos animales imaginarios que sirven como motivo para gastar bromas a los niños, o para tomar el pelo a cazadores novatos. Se les dice que el gamusino es muy esquivo, y se les enseñan ciertas "técnicas" que supuestamente sirven para descubrirlos en la oscuridad de la noche.


Así la víctima se pone a recorrer el terreno haciendo ruidos y gestos ridículos que le han enseñado los "expertos", mientras estos se parten de risa a su costa.
Creo que nada se parece tanto a esa vieja tomadura de pelo como el monumental entramado de cursos, talleres y planes de formación para el empleo. MInisterios, CC.AA., y ayuntamientos destinan a esto miles de millones cada año. Una suma astronómica que va a parar a sindicatos, patronales, academias y entidades varias, que se deben partir de risa viendo como decenas de miles de incautos buscan en las tinieblas unos puestos de trabajo que no existen.


Porque la razón de que en España haya más de cinco millones de desempleados no es que no sepan trabajar. Es que no hay empresas que necesiten contratarles. Cabe preguntarse si no sería más efectivo destinar esos miles de millones a formar empresarios en vez de a formar trabajadores; a crear empleos en vez de a crear buscadores de empleo. A repoblar el monte con especies vivas de caza, en vez de poner a la gente a buscar gamusinos