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miércoles, 24 de junio de 2015

UPyD: To be or not to be


Cuatro son las candidaturas que competirán el 11 de julio para formar el nuevo Consejo de Dirección de UPyD. Parto de la base de que a estos 84 afiiados les preocupa ante todo el futuro de UPyD porque les preocupa el futuro de España. Doy también por supuesto que ninguno de ellos se mueve por interés personal, por afán de protagonismo, y mucho menos por asegurarse un medio de vida.

Pienso que se trata de cuatro personas que asumen con valentía (o con temeridad) desafío de sustituir a la irrepetible Rosa Díez al frente de UPyD. Son 80 afilados dispuestos a fomar el equipo que debeerá dirigir y gestionar un partido que se halla en horas bajas, con grandes dificultades económicas, y que ha sido superado por el tsunami de dos nuevos partidos.

El 11 de julio los afiliados de UPyD decidiremos quién va a ser la nueva cabeza visible del partido. También se decidirá sobre sus propuestas de reforma: sobre estrategias de comunicación externa e interna, sobre el grado de descentralización, sobre la participación de los afiliados, o sobre las políticas de expansión.

Pero aunque no se dice abiertamente, lo más importante que se decidirá ese día es si UPyD va a seguir siendo un partido completamente autónomo, o si va a buscar acomodo al calor de otra formación emergente. Si va a poder seguir diciendo lo que piensa o si tendrá que pedir permiso a alguien antes de opinar. En definitiva, el 11 de julio se decide el ser o no ser de UPYD.

La opinión de los afiliados está dividida al respecto. Ya en el II Congreso de noviembre de 2013 se oyeron voces que propuganban algún tipo de acercamiento a Ciudanos, aunque los delegados en el Congreso decidieron mantener la independencia. El asunto se emponzoñó tras las elecciones europeas: la desafortunada carta de Sosa Wagner en El Mundo, y las no menos desafortunadas reacciones de algunos miebros del Consejo de Dirección abrieron las puertas a un cisma interno, que supieron aprovechar muy bien todos los que veían con preocupación –que son muchos- el ascenso de un partido diferente, que dice lo que piensa y hace lo que dice.

Los malos resultados en las elecciones andaluzas –y la tibia reacción a las mismas por parte de la dirección- fueron el detonante que dio lugar a una estampida encadenada de dimisiones y fugas. Ante la caída en picado de un partido que había venido creciendo desde 2007, no fueron pocos los que enarbolaron la bandera del “sálvese quien pueda”, llegándose en algunos casos a comportamientos tan poco edificantes como la retirada de candidatos locales y autonómicos a pocos días del plazo para su presentación.

Los resultados del 24 de mayo fueron también malos. Mejor dicho: fueron muy malos. El partido se ha visto obligado a despedir trabajadores, a cerrar sedes, y a abandonar los casos judiciales contra los corruptos. UPyD ha perdido diputados autonómicos, concejales, afiliados, y cientos de miles de votos. En una situación tan extremadamente delicada, ¿qué le queda a UPYD?

En mi opinión, a UPyD sólo le quedan en estos momentos unos miles de afiliados que conservan la ilusión de que en España pueda hacerse política de otra manera, y le quedan –sobre todo- sus valores y sus principios. Unos valores y unos principios que no son mera retórica electoralista, sino firmes convicciones que están fuertemente arraigadas en el espíritu de los que seguirnos en este partido.

To be or not to be. Esa es la cuestión que habrá que decidir el 11 de lulio. Habrá que optar entre seguir siendo UPyD, a pesar de todas las dificulatades, enarbolando con orgullo la bandera de la auténtica regeneración democrática. O bien plegar esa bandera y tratar de ser aceptados como socios minoritarios en otro partido, conformándonos con que no la pisoteen, y que la expongan en sus vitrinas como un trofeo.



sábado, 6 de junio de 2015

Lamer el culo

(Pido disculpas por la ordinariez del título, pero es lo que describe a la perfección este comentario).

Hablaba con un amigo sobre los malos resultados electorales que ha obtenido UPyD en los últimos meses. “es que tenéis que cambiar de rumbo”, me decía. “Está muy bien eso de no casarse con nadie, y cantarle las verdades al lucero del alba, pero lo único que conseguís es pisar demasiados callos. Los poderosos no están dispuestos a perder sus privilegios, y harán todo lo posible para ningunearos o desacreditaros”.

Le respondí que justamente para eso nació UPyD, para decirle a la gente la verdad, y para pisar todos los callos que haga falta con tal de desmontar el entramado de intereses cruzados que impide que España se convierta de una vez en una democracia avanzada.

“Hazme caso: una buena lamida de culo a tiempo abre muchas puertas”, sentenció.

Me quedé pensando en esas palabras. Efectivamente, ese es el camino que muchas personas y organizaciones siguen para encumbrarse. Después de todo, sólo se trata de una estrategia para alcanzar el poder, y una vez logrado se está en situación de influir para cambiar las cosas. En cambio, sin tener el poder poco es lo que se puede hacer.

Sin embargo, esa manera de actuar supone una corrupción ética, moral, si no económica. Y lo que me pregunto es ¿se puede ser sólo un poco corrupto? ¿Una vez que aceptamos que es lícito corromperse por un buen fin, no encontraremos justificación para más corrupciones por otros “buenos fines”? ¿con qué legitimidad puede combatir la corrupción, la menira y la prevaricación quién se ha servido de ellas para sus fines?

Cada uno tendrá su respuesta. Yo me quedo con la frase de Dolores Ibarruri, La Pasionaria: “Más vale morir de pie que vivir de rodillas”.


martes, 2 de junio de 2015

El método inverso


El próximo 11 de julio se celebrará el Congreso Extraordinario de UPyD para elegir al nuevo Consejo de Dirección que tomará el relevo del que ha encabezado Rosa Díez durante casi ocho años. Aunque aún no se ha abierto oficialmente el periodo de presentación de candidaturas, ya se están formando varias, y los nombres de los posibles candidatos circulan entre los afiliados.

No va a ser fácil sustituir a un personaje tan destacado como Rosa Díez. Bajo su liderazgo el partido nació y creció sano. También bajo su dirección ha sufrido una fuerte caída en los últimos procesos electorales. Aunque existen factores externos que explican parte de esa caída, también son numerosos los errores cometidos por el equipo dirigente. Ahora se trata de encontrar una pesona con las características necesarias para liderar con éxito el proyecto UPYD. Para ello los afiliados examinamos la personalidad, el curriculum y la trayectoria de los nuevos canddatos tratando de encontrar los atributos que les harían obtener nuestro apoyo.

Sin embargo, no debería bastar con observar los rasgos positivos de esos candidatos. Tanto Rosa Díez como los miembros del actual Consejo de Dirección pueden acreditar una elevada competencia política y de gestión. Pero lo que ha provocado el golpe recibido por UPyD no han sido sus virtudes sino sus defectos. Quizá sería conveniente poner el foco en estas últimas, y observar en los nuevos candidatos no sólo sus luces sino especialmente sus sombras. Sería un error elegir un personaje brillante pero soberbio. A uno muy íntegro, pero anodino. A uno simpático, pero inseguro de sí mismo. A un gran estratega, pero mal comunicador.
Es posible que antes de fijarnos en las bondades de los candidatos debiéramos asegurarnos de conocer sus defectos.