............

............

jueves, 26 de diciembre de 2013

Un sueño de Navidad

Dejándome llevar por el espíritu navideño, ese que hace que todos nos sintamos en la obligación de ser felices, generosos, amables y bondadosos; me animé a escribir un cuento de Navidad, sin ánimo de menospreciar al gran Dickens.

Había un país en el no eran peores los que iban a misa que los que se postraban hacia La Meca. En el que los hombres no veían a las mujeres como siervas, ni ellas les veían a ellos como tiranos. Donde los “de derechas” no pensaban que los “de izquierdas” fueran unos parásitos, y donde estos no creían que los primeros fueran unos déspotas.

Un país en el que los empresarios no veían a sus empleados como hienas, ni los trabajadores a los empresarios como sanguijuelas. Una nación en la que los habitantes de cada pueblo eran vecinos y no enemigos. En el que los diferentes eran una incógnita, pero no una amenaza. Un lugar en el que los políticos no pensaban en los ciudadanos como conejillos con los que experimentar, y los ciudadanos no pensaban que la única obsesión de los políticos era fastidiar a la gente.

Escribí el cuento. Pero al releerlo me di cuenta de que el argumento era tan descabelladamente increíble que rebasaba los límites de la fantasía. Como mucho, podría valer para el 24 de diciembre, pero quedaría completamente desfasado el 26. No servía para ser un cuento. Sólo podía ser un sueño.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Los desfavorecidos

Las fechas navideñas constituyen el momento álgido para el altruismo. De repente, todo el mundo siente la necesidad de ayudar a los que más lo necesitan. Por doquier se organizan rastrillos, recogida de alimentos y conciertos “solidarios”. Una oleada de generosidad que puede servir para calmar la mala conciencia de unos dispendios navideños que en muchos casos exceden lo razonable. Los medios de comunicación nos bombardean con apelaciones a la solidaridad, y una y otra vez nos recuerdan la existencia de los “desfavorecidos”.

Los desfavorecidos han venido a sustituir en el lenguaje políticamente correcto a los pobres de toda la vida, de igual manera que la solidaridad ha sustituido al altruismo. Para muchos es sencillamente una cuestión de modas en el lenguaje, aunque el lenguaje nunca es casual y siempre esconde los postulados de la ideología dominante en cada sociedad.

Dice el diccionario que “pobre” significa “necesitado, que no tiene lo suficiente para vivir”. En cambio, “desfavorecer” es “dejar de favorecer a alguien, desairarle”. La diferencia no es banal. En el primer caso se trata de un sustantivo que se corresponde con una situación objetiva que posee el “pobre”. Define un hecho sin pronunciarse sobre el origen del mismo.

En cambio, el término “desfavorecido” implica la necesaria existencia de otros –los que desfavorecen-. Induce a pensar que junto a cada persona necesitada hay alguien que le ha privado de lo que le correspondía, de lo que se deduce que sin la presencia de ese malvado no existiría tal necesidad.

Este sesgo del lenguaje construye así dos nociones profundamente ideológicas: por una parte, que los que padecen una situación de pobreza no tienen ninguna responsabilidad en ello; que son meros sujetos pasivos, víctimas indefensas y eternas de otros; y que no está en su mano acabar con su situación. Y en segundo lugar que la sociedad está formada por dos clases de personas: los inocentes desfavorecidos, y los malvados desfavorecedores.

No niego que pueda haber algo de esto. Pero creer que es así de forma general supone aceptar que la pobreza es un estado consustancial del que no se puede salir si no es gracias a la bondadosa solidaridad de otros. Supone negar la capacidad de esas personas para encontrar la manera de ayudarse a sí mismas. Supone admitir que se necesita un Estado protector que cuide de unas personas incapacitadas para sobrevivir sin su ayuda, que tienen que estar agradecidas a su bondad, y que -por lo tanto- no pueden ejercer de ciudadanos críticos, sino votar ciegamente al que les da de comer.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Hechos consumados

Los partidos secesionistas catalanes han acordado la fecha y las preguntas para la consulta que quieren realizar bajo el falaz amparo del “derecho a decidir”. Pasito a pasito, desde 1975, los independentistas han recorrido un largo camino hacia su objetivo final, que ya acarician con la punta de los dedos.

Es el penúltimo capítulo de una sucesión de hechos consumados. No es cierto que se trate de un callejón sin salida. Se trata de un callejón del que se saldrá rompiendo algo para abrir camino. Quedan pocas alternativas: o el gobierno aplica la Constitución e impide la consulta por la fuerza, suspendiendo incluso la autonomía de Cataluña. O le tiemblan las piernas y acepta resignadamente lo inevitable.

En el primer caso se acentuarán los sentimientos de victimismo, aumentará el deseo de independencia, y no puede excluirse una deriva violenta, con enfrentamientos, atentados y víctimas.

El segundo caso supondría firmar el acta de defunción de España como nación (eso que Zapatero decía que era “discutido y discutible). ¿Cuánto tardarían los independentistas vascos en seguir el ejemplo? ¿Y los gallegos? Al igual que ocurrió en 1978 con la fiebre autonomista (hasta Segovia quería ser autónoma), ninguna de las actuales CC.AA. querría ser menos. Canarias, Aragón, Andalucía, Baleares emprenderían también el viaje hacia el pasado, hacia la irracionalidad. España quedaría reducida, probalemente, a lo que ahora es la Comunidad de Madrid.

Ubicación de CataluñaNo hay que culpar a los independentistas de este desaguisado. Ellos son lo que son, lo admiten: su objetivo siempre ha sido la independencia. Los culpables son otros: millones de españoles que por torpeza, por interés, por cobardía o por desidia han permitido que se fuera produciendo la cadena de hechos consumados.
  • Los que redactaron una Constitución que introdujo el concepto de “nacionalidades y regiones”.
  • Los gobiernos del PSOE que entregaron la Educación a los nacionalistas para que pudieran ir adoctrinando en la falsedad a las nuevas generaciones.
  • Los gobiernos del PP que continuaron cediendo competencias del Estado, y que renunciaron a exigir lealtad constitucional a los gobiernos de CiU y del tripartito.
  • El presidente Rodríguez Zapatero que alentó el nuevo Estatuto de Cataluña.
  • El Tribunal Constitucional que dio validez a gran parte del contenido de ese estatuto.
  • Los medios de comunicación que entonces clamaban “España no se rompe”.
  • Los millones de españoles que también decían “España no se rompe”, aunque sólo fuera por llevarle la contraria a Aznar.
  • Los millones de españoles que durante tres décadas han aplaudido sus banderas autonómicas, despreciando la bandera nacional de todos.
  • Todos los que han eliminado de su vocabulario la palabra “España”, sustituyéndola por eufemismos como “este país”, “el Estado español”, “el conjunto del Estado”, o “la península ibérica”.
En el ensayo "De vuelta a la aldea" (Ed. Gran Vía. Burgos. 2004) ya advertía de que esta era una de los posibles finales de la cuestión nacionalista en España: la disgregación de lo que ha sido durante 500 años una nación. La Tierra seguirá girando. A lo largo de la Historia han aparecido y caído grandes imperios. No es el fin del mundo. Pero la estupidez, el egoísmo y la miopía política de los no nacionalistas nos habrán dejado a todos más débiles, más pobres, más insignificantes.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

El buscapegas

En el edificio donde vivo hay un vecino, jubilado él, que pasa el día merodeando por escaleras, sótanos y rellanos. No es el presidente de la comunidad, pero vigila constantemente que todo marche debidamente. Cambia bombillas fundidas, detecta una filtración, encuentra unas llaves perdidas, y recoge unos papeles tirados en el suelo. Le llamamos cariñosamente el “Salvatodo”.

Hay otro vecino que es la antítesis del anterior. Jamás ha cambiado una bombilla ni recogido un papel, pero es un tipo muy responsable y no se pierde ninguna reunión de la comunidad. Yo creo que espera cada año la convocatoria, que estudia el orden del día, y que prepara meticulosamente su intervención ante el resto de propietarios.

Su aportación a la asamblea es fundamental. Gracias a él nos enteramos de todo lo que no se ha hecho bien, nos cuenta cómo habría que haberlo hecho, y nos ilustra sobre lo que habría que hacer, y de cuándo y cómo hacerlo. Pide que le enseñen todas las facturas, pregunta por cada detalle, y se escandaliza porque no se le consultó cuando hubo que llamar a los bomberos para sacar a una vecina atrapada en su balcón. Le llamamos el “buscapegas”, aunque el Salvatodo suele referirse a él como “el tocawebs”.

En cualquier grupo hay siempre un “buscapegas”. En una empresa, en una ONG, en un viaje organizado, en el cine o en el restaurante. Son tipos peculiares, muy pagados de sí mismos, a menudo algo visionarios, que tienen en su cabeza la organización “perfecta” de cualquier actividad humana. Es una lástima que no sean capaces de trasladar a sus manos lo que tienen en la cabeza, y no puedan hacer por sí mismos ni una pequeña parte de lo que dicen que tendrían que hacer los demás.

martes, 26 de noviembre de 2013

Chorizo al trullo

La Audiencia de Castellón ha condenado a cuatro años de prisión al que fuera presidente de la Diputación de esa provincia, Carlos Fabra: La pena impuesta es por cuatro delitos de fraude fiscales, pero le absuelve de los de cohecho y tráfico de influencias.

Pero el ciudadano común no suele entender mucho de tipos delictivos. Cohecho, prevaricación, tráfico de influencia, falsedad en documento público, apropiación indebida. Todo se reduce a un concepto muy hispánico: “chorizo”.

Lo mismo ocurre con las penas, prisión preventiva, sentencia en primera instancia, segundo grado son sutilezas que tampoco tienen gran aceptación entre el gran público. Lo que la gente entiende muy bien se resume en dos palabras: “al trullo”.

En España se vive una atmósfera irrespirable en todo lo que afecta a los asuntos públicos. En todos los niveles de la Administración, desde la Casa Real hasta las concejalías de muchos pequeños pueblos, el hedor es ya insufrible. Un Estado mastodóntico, inflado de organismos, cargos, subcargos, carguetes y subcarguetes, mantenido cada vez con más dificultad por una población cada vez más mosqueada.

Es imprescindible abordar una profunda reforma de la Administración, reducir su estructura, eliminar el parasitismo, y liberar recursos para estimular la economía productiva, y aqtender debidamente las necesidades más imperiosas. Si los viejos partidos no son capaces de abordar esas reformas, no es imposible que se llege a alcanzar un punto de no retorno, y que masas justamente enfurecidas arrasen un sistema que muchos hemos añorado durante décadas: la democracia.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Las caras de la gentuza

Con frecuencia hemos visto chocantes decisiones gubernamentales o judiciales. Verdaderas piruetas legales que sus autores han justificado en nombre de la “alarma social”. Pues para alarma social, la que está produciendo la liberación masiva de asesinos y violadores, en aplicación de la sentencia del Tribunal de Estrasburgo.

La ley es la ley, y debe cumplirse siempre. Nos guste o no. Sin excepciones. Pero una cosa es que haya que aplicar la decisión de Estrasburgo (por cierto, con una celeridad inaudita en nuestro sistema judicial), y otra cosa es que la sociedad no tenga todo el derecho moral a repudiar a esos canallas, por medios distintos a los estrictamente judiciales.

Por ejemplo, ¿por qué no se publican las fotografías de esta gentuza? ¿por qué no tenemos todos los ciudadanos derecho a conocer sus caras, a reconocerles si les vemos en un bar, en un parque, o en una estación? Argumentar que tienen derecho a la privacidad es una hipocresía mayestática, ya que vemos constantemente imágenes de personas –especialmente si son de relevancia pública- que son detenidas, o que acuden a declarar a un tribunal. Muchas de ellas son absueltas de toda culpa, pero sus caras permanecen en nuestro recuerdo durante años.


Argumentar que ya han cumplido legalmente su pena es irrelevante para el caso. Dejar de tener cuentas pendientes con la Justicia no les convierte en buenas personas. Continúan siendo despreciable gentuza.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Hay que frenarlos

En su intervención en la clausura de la Conferencia Política del PSOE, Pérez Rubalcaba ha señalado que el objetivo del PSOE es “frenar a la derecha”. En paralelo, desde el PP, aunque no lo confiesan tan abiertamente, establecen sus estrategias con el fin de “frenar a la izquierda”.

Se mantienen las dos Españas; los buenos y los malos; los nuestros y los enemigos. Las dos Españas de Ortega y Gasset; las que llegaron a la guerra civil. Las que consiguieron reconciliarse en el 78, y las que Rodriguez Zapatero, en su insensato delirio, volvió a enfrentar.

Frenar a la derecha es frenar a diez millones de españoles que se sienten de derechas. Frenar a la izquierda supone frenar a otros tantos millones que se sienten de izquierdas. El resultado es una España frenada. Una España incapaz de avanzar, en la que el odio ahoga la confianza, y el rencor apaga la ilusión. Es hacer política, no “para algo”, sino “contra alguien”.

PP y PSOE intentar aparecer como dos partidos muy distintos. Pero comparten mucho más de lo que parece. Los dos están de acuerdo en mantener el sistema tal como está, asegurándose la alternancia en el poder cada cuatro u ocho años. Los dos ven a los españoles como votantes a los que seducir, y no como ciudadanos a los que servir.

Como dos orates caídos al mar, agarrados mutuamente del cuello, empecinados en ahogar al otro, el PP y el PSOE parecen incapaces de darse cuenta de que en esa lucha cainita no se están jugando su propio futuro como partidos, sino el de todos los ciudadanos. Y si los ciudadanos libres no les frenamos, al final nos ahogarán a todos.

viernes, 8 de noviembre de 2013

UPyD y las alianzas

Mucha gente pregunta que por qué UPyD no se alía con Ciutadans para sumar votos y conseguir más representación, ya que muchas de sus propuestas son parecidas. Incluso no son pocos los afiliados de UPyD que creen que esa alianza sería ventajosa para ambos.

Lo que quizá olviden unos y otros es que UPyD nació no sólo para implantar otras políticas, sino –y quizá principalmente- para hacer política de otra manera. Y hacer política de otra manera significa –entre otras cosas- que este partido aspira a ser decisivo, incluso a gobernar, pero no quiere crecer a cualquier precio.

Ciutadans nació en Cataluña como respuesta a la peculiar situación de esa región, en la que los viejos partidos nacionales habían desistido de enarbolar la bandera de un Estado unitario, fuerte, y cohesionado en la diversidad. En ese sentido, Ciutadans merece todo mi respeto, y apoyaré cualquier propuesta suya que me parezca razonable.

En cambio UPyD nació con la vocación firme de ser un partido nacional, con implantación en toda España, y que propone las mismas políticas en cualquier lugar del país. No tiene la menor intención de convertirse en una amalgama de partidos regionales, ni caer en la esquizofrenia en que se encuentra el PSOE con respecto al PSC. Y mucho menos convertirse en una constelación de grupúsculos variopintos, como es el caso de IU.

Puedo entender perfectamente que Albert Ribera tenga la ambición de extender su partido por toda España. Puedo entender que Albert Ribera quiera aliarse con UPyD para adquirir un peso del que carece fuera de Cataluña.

Pero lo que no consigo entender son las motivaciones de las personas que fuera de Cataluña se afilian a Ciutadans. Si es cierto –y lo es- que buena parte de las propuestas de Ciutadans coinciden con las de UPyD; si fuera cierto –que podría serlo- que alguien de Segovia, o de Cuenca, o de Zaragoza cree en esas ideas; entonces ¿por qué no se afilia a UPYD directamente? ¿Por qué prefiere afiliarse a Ciutadans, para inmediatamente pedir que UPyD se alíe con ellos?

Con toda mi simpatía hacia Ciutadans, tengo que deducir que al menos una parte de las personas que les apoyan fuera de Cataluña no buscan cambiar la política, no quieren hacer política de otra manera. Quieren, como los viejos partidos, hacerse un hueco en el sistema partitocrático. Justamente lo que UPyD quiere cambiar.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Canal 9

El Gobierno de la Comunidad Valenciana ha anunciado el cierre de la televisión autonómica, tras la anulación del ERE que había presentado el ente. Con esta medida un buen número de personas perderán el empleo. Se trata, sin duda, de una malísima noticia para esos empleados y sus familias; y se entiende perfectamente su descontento y sus protestas por la medida.
Por otra parte, cabe preguntarse si es razonable que el Estado gaste cientos de millones en mantener medios de comunicación, al mismo tiempo que reduce toda clase de prestaciones en sanidad, educación, dependencia y pensiones. Más aún: cabe preguntarse si es razonable que las administraciones públicas destinen dinero a mantener empresas de comunicación, que están fundamentalmente al servicio del interés electoral del gobierno que las controla.
El drama al que se enfrentan miles de empleados de la televisión valenciana es terrible. Pero no más terrible que el drama al que se enfrentan cinco millones de trabajadores de grandes, medianas y pequeñas empresas que se han quedado sin trabajo en toda España. NI más ni menos terrible.
Esta sociedad sufre –entre otras cosas- de una llamativa perversión en la jerarquía de valores y principios. Una de esas perversiones consiste en dar por supuesto que las administraciones, corporaciones y organismos públicos están para dar trabajo a los ciudadanos. Evidentemente, no es así. Los hospitales se construyen para curar a los enfermos. Los colegios para enseñar a los niños. Para ello hay que contratar personal sanitario y maestros. Pero esta creación de empleo es una característica secundaria, y no deberíamos que los que se benefician de ello lo conviertan en la razón de ser de los hospitales y los colegios.
Quizá nunca habría debido ponerse en marcha la televisión valenciana. Si así se hubiera hecho, las personas que ahora pierden su empleo, no lo perderían por la sencilla razón de que no se habría creado.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Otra forma de hacer política

Hace seis años decidí afilarme a UPyD. Me costó dar el paso. A pesar de interesarme la política, siempre había pensado que comprometerme con unas siglas concretas era una forma de perder mi libertad de pensamiento. Sin embargo, las ocurrencias simplonas de adolescente visionario en la presidencia del gobierno, me convencieron de la necesidad de hacer algo para intentar cambiar la deriva de una sociedad que caminaba hacia ninguna parte.
Este fin de semana he participado en el II Congreso del partido. Junto a otros 499 delegados he estudiado ponencias, analizado enmiendas, participado en los debates, y decidido con mi voto las líneas maestras de UPyD durante los próximos cuatro años. 500 afiliados que han sido elegidos delegados por sus compañeros, mediante listas abiertas, en votación secreta. 6.200 afiliados que han podido presentar su candidatura a delegados sin más requisitos que enviar un correo electrónico.
Los medios de comunicación hostiles seguirán repitiendo sus latiguillos, pero yo he comprobado en este partido hay libertad y democracia interna.
Este fin de semana he comprobado que hay mucha gente como yo. Gente que quiere hacer política porque son ciudadanos, y no porque busquen trabajo en la política. Gente que nos se juega su pan participando en el partido, y que por eso se siente libre para pensar, libre para decir, libre para votar. Gente que se toma en serio lo que hace UPyD porque quieren que UPyD sea el ejemplo de cómo debería ser la política en España. Gente políticamente incorrecta. Gente que habla claro, que llama al pan “pan”, y al vino “vino”. Gente que dice lo que va a hacer, que explica por qué lo va a hacer, y que luego hace lo que ha dicho que haría.
Cada vez hay más españoles que descubren que son de UPyD y no lo sabían. También hay ciudadanos que –como gatos escaldados- temen que cuando UPyD llegue al poder se convierta en un partido como los demás. Yo no tengo la bola de cristal para leer el futuro. Pero sí tengo memoria: los ciudadanos no podemos estar seguros de que UPyD será fiel a sus principios y seguirá cumpliendo lo que dice. Pero lo que sí sabemos todos es lo que han hacho hasta ahora los partidos viejos.

jueves, 31 de octubre de 2013

De puente a puente

Me entero de que la Generalidad de Cataluña tiene editado un libro en el que se incluyen como propios de esa región 16 puentes de piedra situados en Aragón. A estas alturas, no me sorprende ninguna fanfarronada nacionalista, ninguna tergiversación histórica, ninguna desvergüenza y ninguna deslealtad. Pero esta obsesión enfermiza por soñar que el mundo les pertenece se encuentra en el término medio entre lo patético y lo delirante.
Me recuerdan esas películas en las que un psicólogo mediocre le dice a su cliente que se mire al espejo y repita cien veces “soy guapo, soy inteligente, valgo mucho, no hay nadie mejor que yo”.
Así andan buen número de ciudadanos de Cataluña: mirándose cada mañana el ombligo en un espejo de aumento. Se empieza evadiéndose de la realidad, y se termina creyendo que la rueda la inventó un payés de Vic. También pueden empezar creyéndose que los puentes de piedra de Aragón son suyos, y terminar jurando que el puente de Brooklyn atraviesa el Llobregat.
Y mientras tanto, los sucesivos gobiernos de España siguen mareando la perdiz. No sé si aplicando aquello de que “a los locos y a los borrachos hay que darles la razón”

martes, 15 de octubre de 2013

Obras son amores

Tanto el presidente del gobierno como sus ministros llevan varias semanas anunciando que el final de la crisis económica ha llegado por fin. Aprovechan cualquier comparecencia en España o fuera de ella para repetir que los indicadores apuntan hacia la recuperación, y que estamos empezando a salir del famoso túnel –ese que Zapatero decía que no existía-.

Los cinco millones de personas que buscan un trabajo que echarse a las manos deben andar escarbando entre los escombros del Estado de Bienestar en busca de alguno de esos indicadores que les sirva para llenar el carrito en Mercadona. Y día tras día vuelven de vacío, y algunos se tienen que conformar con escarbar en los contenedores de basura.

Al presidente del gobierno le faltan muchas cosas. En la campaña electoral le faltó gallardía para anunciar las duras medidas que tendría que tomar. En la sesión de investidura le falto valor para pronunciar el discurso de “sangre, sudor y lágrimas”, que era lo que se nos avecinaba. Le ha faltado coraje para abordar una profunda reforma y racionalización de la estructura de la administración. Y ahora le falta entereza para aguantar el desgaste electoral, y ha caído en la misma tentación que su predecesor, intentando vender la piel del oso antes de haberlo cazado.
Señor Rajoy: obras son amores, y no buenas palabras.

martes, 8 de octubre de 2013

La decisión de Jordi

Jordi se despertó obsesionado por eso de lo que todo el mundo hablaba en su pueblo: el derecho a decidir. Confuso, viajó para ver al Gran Maestro de la Sabiduría.

- Maestro –preguntó- ¿tengo yo derecho a decidir?
- Naturalmente –respondió el anciano-. Tienes derecho a decidir sobre tu vida.
- Eso es lo que yo pensaba, pero leo que hay gente que dice que no –explicó con alivio-. En ese caso, pasaré el próximo fin de semana con Sandra Bullock.
- Eso no puedes decidirlo tú. Depende de la voluntad de ella.
- Bueno –Jordi meditó unos instantes-. Pues voy a decidir los precios de los productos de Mercadona.
- Tampoco eso está a tu alcance.
- Bien –insistió Jordi-. Pero podré decidir el sueldo que me tienen que pagar en mi trabajo. –El sabio negó con la cabeza, en silencio.
- Entonces decido cambiar la Ley de la Gravitación Universal, insistió el joven.
- Siento decirte que es otra cosa que no puedes decidir –le dijo el Maestro, sonriendo con tristeza.
- Vale. Por lo menos ¿podré decidir el nombre de la calle en la que vivo?
- Lo siento, Jordi, pero tampoco tienes capacidad para decidir eso.
- Pero Maestro, me habías dicho que tengo derecho a decidir, y al final no puedo decidir casi nada.
- Te dije que tienes absoluto derecho a decidir sobre tu vida. Pero en todo lo que afecte también a otros, sólo podrás decidir sobre aquello en lo que tengas capacidad de hacerlo. Lo primero que tienes que saber es sobre qué puedes y sobre qué no puedes.


Jordi volvió a su pueblo cabizbajo. Al llegar frente al ayuntamiento sacó de bolsillo el carné de Convergencia, y tomando una decisión lo rompió en mil pedazos.

martes, 17 de septiembre de 2013

¿Se puede mejorar la enseñanza?

Empieza otro curso escolar. Esta vez muy marcado por toda clase de alteraciones, recortes, reclamaciones y protestas. Padres y profesores unidos por el descontento. Los primeros por que hay menos dinero para libros, becas de comedor, y clases de apoyo. Los segundos por que se reduce su número, y el resultado es que habrá que hacer el mismo trabajo con menos personal.

Pero ¿quién se preocupa de la salud de la enseñanza? Todas las protestas se amparan en ella, pero lo que piden es dinero. ¡Cómo si el aprovechamiento de la enseñanza dependiera sólo del dinero!

Me pregunto por qué –además de exigir al gobierno que disponga más medios para el sistema educativo- nadie se pone a pensar de qué manera se podrían compensar los recortes. Y hay tantas cosas que hacer en ese sentido…

¿Y si los padres confiaran más en los profesores? ¿y si muchos padres dejaran de ser defensores ciegos de sus hijos? ¿y si dejaran de suponer que los profesores están ahí para fastidiarles? ¿y si permitieran menos horas de televisión a la semana? ¿y si no se adelantaran a dar a sus hijos todo lo que no necesitan? ¿y si les enseñaran a que las cosas hay que ganárselas con esfuerzo? ¿y si muchos profesores no intentaran ser amigos de sus alumnos, sino maestros?

Muchas preguntas, y pocas respuestas. Claro que si todo eso se diera, no estaríamos en España, sino en Finlandia.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Del tocamiento a la violación

Ella era muy joven, casi una niña. Ellos sabían muy bien lo que querían, y estaban dispuestos a conseguirlo. Sólo pensaban en lo único, y para lograrlo estaban dispuestos a todo. A la mentira, al engaño, a la falsedad, a la amenaza, al halago y a las falsas promesas.

Ella era muy joven. Se sentía insegura y deseaba obtener el aprecio de todos. Ellos le dijeron palabras amables, se acercaron y le acariciaron el cabello. Ella sonrió, creyendo que era una caricia amistosa.

En su candor juvenil, ella creyó que sus intenciones eran limpias. Por eso no se opuso cuando ellos la abrazaron con una sonrisa, pensando que era sincera. Incluso se puso muy contenta cuando ellos le besaron el cuello.

Se sintió confusa y algo alarmada cuando ellos, sin dejar de besuquearla, pasaron su mano bajo su blusa y le tocaron los pechos. Se dejó hacer. Ahora no podía rechazarles bruscamente. Si lo hiciera, ellos se enfadarían, y ella necesitaba sentirse querida. Por un momento pensó en darles una bofetada, pero no se atrevió.

Sin darse cuenta, se encontró medio desnuda entre ellos. Y horrorizada vio cómo se bajaban la bragueta de sus pantalones. Entonces despertó a la realidad, y se dio cuenta de lo que se avecinaba: ¡se disponían a violarla!

Ella había sido ingenua y amable. No supo prever que sus concesiones a los primeros besos y tocamientos sólo provocarían que ellos se excitaran cada vez más. Ahora ya nada podría detener su lascivia. Demasiado tarde, comprendió que tendría que haberse mantenido pura desde el principio, que nunca debería haber tolerado las primeras confianzas.

Sin fuerzas para oponerse, España separó las piernas, resignada a ser violada por los nacionalistas.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Lo que nos une

El sábado, 7 de septiembre, los afiliados de UPyD en Aragón eligen a los delegados que les van a representar en el II Congreso del partido, que se celebrará en Madrid a primeros de noviembre.

Unión Progreso y Democracia es un partido que presume de ser diferente, y demuestra esa diferencia en la manera en que los afiliados participan en las decisiones. En primer lugar porque los delegados que aprobarán las ponencias en el II Congreso no representarán a territorios, sino a los afiliados: el número de delegados de cada provincia es proporcional al número de afiliados.

En segundo lugar porque cualquier afiliado puede presentar su candidatura, sin tener que pedir permiso a nadie, y sin verse obligado a obtener apoyos, firmas ni avales de ningún tipo. Todos los candidatos disponen del mismo espacio en la web para publicitar su candidatura; y todos disponen del mismo tiempo para dirigirse a los demás compañeros el día de la elección.

Por otra parte, también todos –delegados o no- pueden presentar enmiendas a las ponencias presentadas, que serán debatidas y votadas en el Congreso; y todos podrán votar para elegir al nuevo Consejo de Dirección. En una formación en el que el 90% de los afiliados no han militado nunca en ningún partido, la independencia de su voto es la norma general.

Sin embargo, desde los viejos partidos y desde algunos medios de comunicación seguirán surgiendo voces acusando a UPyD de autoritarismo, de falta de democracia interna, y de personalismo de Rosa Díez. A falta de otros argumentos para atacar a un partido joven y vital, que está insuflando aire fresco al panorama político nacional; ante el insultante contraste de este partido con otras formaciones aquejadas de unas dolencias crónicas que no van a poder curar, la acusación gratuita de autoritarismo es la más fácil.

El sábado, 7 de septiembre, los afiliados de UPyD eh Zaragoza, en Huesca y en Teruel volverán a demostrar con su participación activa que lo que define a los partidos –y la las personas- no son las palabras, sino los hechos.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

31 parados en un tren

Nos enteramos de que el número de parados ha disminuido en España en 31 personas, durante el mes de agosto. El gobierno saca pecho, y nos cuenta que es el mejor dato desde el año 2000, que es el inicio de un nuevo ciclo, y que tenemos que estar todos muy contentos.

Treinta y una personas que han encontrado trabajo en agosto. Una por día. A ese ritmo se necesitarían unos 12.650 años para llegar al pleno empleo. Pero el gobierno está contento porque espera que los españoles vuelvan a darle mayoría dentro de dos años.

Probablemente esa enorme diferencia de perspectiva es la que más ha contribuido a traernos hasta esta situación, y al rechazo de los españoles hacia sus políticos. Todos los partidos que ocuparon el escenario político a partir de 1977 han caído en el mismo pecado. Olvidaron muy pronto que eran instrumentos para gestionar lo público mejorando la sociedad, y se convirtieron en costosas máquinas de captar votos para conseguir un poder que les permitía disponer del dinero de los impuestos para gastarlo de la manera más conveniente para volver a captar votos.

Unas máquinas absurdas –en términos físicos- que han terminado absorbiendo más energía para su funcionamiento interno que para producir movimiento útil. Como locomotoras que quemasen toneladas de carbón para avanzar unos metros, emitiendo estruendosos silbidos e inmensas nubes de humo.

Se necesitan máquinas nuevas, ligeras, eficientes y limpias, si queremos que España vuelva a avanzar en el tren del progreso. Si no somos capaces de hacerlo, cada vez más gente tendrá que bajarse del tren, y terminaremos todos caminando en alpargatas.

martes, 20 de agosto de 2013

Vuelve el circo


El mes de agosto suele ser yermo en lo informativo. El Congreso y las Cortes de Aragón cerrados; los gobiernos de vacaciones; y los partidos políticos en calma  chicha. Con todo, este año el asunto Bárcenas ha mantenido la tensión entre un gobierno que intenta quitárselo de encima como sea, y una oposición que se lo tira a la cara todo lo que puede.

El final de agosto amenazaba con ser demoledor para un gobierno que ha hecho lo contrario de lo que dijo que haría; que ha reducido el déficit por la vía de los ingresos más que por la de los gastos; que no ha sabido emprender las reformas profundas que necesita la administración del Estado; y que parece noqueado ante el desafío independentista catalán.

El PSOE intenta aprovechar para entonar su canto de sirena, pero sólo le salen gallos, embarrado como está en los desmanes de la Junta de Andalucía, y sin haberse podido librar del legado de ese aprendiz de profeta que fue su anterior secretario general.

Partidos viejos desgastados y desprestigiados. La mitad de los ciudadanos resignados y la otra mitad furiosos. ¡Menos mal que vuelve la liga! Un potente amnésico para la gente corrieente. Un bálsamo para el gobierno. Una nueva ración de “pan y circo”, pero ahora con poco pan.

lunes, 5 de agosto de 2013

España en 2CV

Miles de Citröen 2CV recorren las calles de Alcañiz con motivo de la concentración mundial de este modelo. Un espectáculo insólito para los más jóvenes, y un soplo de nostalgia para los que peinan canas. Coches sin pretensiones, que en su momento representaron el inconformismo de la juventud, y que recorrían carreteras y caminos con la osadía del que no tiene mucho que perder.

Esta concentración de 2CV en Alcañiz es todo un símbolo de la España actual. Un país que había borrado de su memoria a estos vehículos para entregarse ciegamente en brazos de los Audi y los BMW. La apuesta por la seguridad y el confort a cualquier precio. Se había vuelto imprescindible el aire acondicionado, los siete air-bags, el navegador, el equipo de música envolvente, el motor de 190 CV, y el limpiaparabrisas automático.

Los españoles queríamos todo eso, y tratábamos de conseguirlo, tuviéramos o no dinero para pagarlo. Para eso estaban los bancos, para que nos prestaran lo necesario para viajar más cómodos, y de paso poder presumir ante los vecinos. Y de repente, sin aviso alguno, nos hemos encontrado con que el banco nos apremia para que devolvamos los préstamos, con que en la gasolinera ya no nos venden a crédito, con que no podemos pagar el seguro a todo riesgo, y con que los neumáticos del Audi tienen un precio astronómico.

Alcañiz es hoy la mejor fotografía de la España de 2013. La que tiene que renunciar al BMW y volver al 2CV. A un estilo de vida menos presuntuoso, menos derrochador, menos confortable y menos seguro. Pero habrá que recordare que el humilde Citröen nos llevaba a todas partes, por las mejores autopistas y por los caminos más intransitables. Allá donde los coches más elegantes no se atrevían a pasar, el 2CV seguía adelante, lento, pero incansable.

lunes, 22 de julio de 2013

Religión y política

asuntos muy diferentes. La primera se fundamenta en la fe revelada y establece dogmas que no necesitan demostración. La segunda se configura en torno a la racionalidad y al contraste de argumentos lógicos, y los que defienden determinados postulados confían en poder demostrarlos.Pero en España religión y política caminan por caminos separados pero revueltos. Tanto los que profesan alguna religión como los que no, actúan políticamente más con criterios religiosos que estrictamente políticos. Unos se consideran de derechas y otros de izquierdas con la misma convicción que otros se dicen musulmanes o católicos. Ambos consideran a los del otro color como infieles, generalmente perversos, y en el mejor de los casos, equivocados. Lo que les importa no es lo que propone alguien, sino de qué color es ese alguien. Les basta con saber qué bandera lleva para decidir si están a favor o en contra de lo que diga.Ni unos ni otros entienden que también haya ateos políticos. personas ajenas a esa clasificación simplona, y que analizan cada propuesta con espíritu crítico sin importarles quién la haya hecho.Entre los países con regímenes teocráticos, donde la ley emana de textos sagrados, y las democracias avanzadas occidentales hay un estado intermedio: el de los sistemas formalmente democráticos, cuyos ciudadanos y cuyos políticos todavía no han sido capaces de entender que la religión y la política pertenecen a esferas diferentes. En España no daremos el paso definitivo hacia la democracia plena mientras cada cual siga adorando a sus siglas políticas, y creyendo ciegamente lo que diga su profeta de turno, vestido de presidente de su partido del alma.

lunes, 15 de julio de 2013

El iceberg

En tiempos remotos, los habitantes de un pueblo de pescadores de los mares del norte descubrieron una masa blanca que apareció cerca de sus costas sobresaliendo del mar. Los más osados se acercaron al objeto, y comprobaron que era frío y resbaladizo. Consultado el brujo del pueblo, éste determinó que se trataba del espíritu del mal, y que había que destruirlo antes de que se acercara a tierra.

Así los lugareños rodearon con sus embarcaciones la temible amenaza, y con sus sencillas herramientas empezaron a romper aquella masa, arrancándole pequeños trozos que caían al mar. La tarea se prolongó durante muchas semanas, durante las cuales consiguieron arrancar miles de grandes trozos al espíritu del mal. Sin embargo, la masa flotante seguía sobresaliendo del agua, siempre con el mismo tamaño.

Aquellos hombres ignorantes desconocían las leyes de la Física, y no podían saber que aquello que querían destruir era un inmenso iceberg, un enorme objeto flotante del que sólo es visible una octava parte de su volumen. Por eso, a medida que iban arrancando pedazos de hielo de la parte superior, iba emergiendo el resto del iceberg que permanecía oculto bajo las aguas.


Muchos siglos más tarde, los hombres conocían perfectamente las características de los icebergs. Pero en un pueblo junto al Mediterráneo sus habitantes se encontraron con el mismo problema al intentar destruir otro espíritu del mal, al que llamaban corrupción. A medida que sus jueces iban arrancando pedazos de la parte visible, iban apareciendo nuevos espacios de una corrupción que había congelado la casi totalidad de la sociedad.

lunes, 8 de julio de 2013

Todos campeones

El fútbol es un deporte que arrastra masas. Millones de aficionados (no a dar patadas a un balón, sino a ver cómo otros las dan) siguen con apasionamiento la evolución de “sus” equipos. Al final, como en cualquier pugna por la obtención de un premio, son pocos los que ganan y muchos los que pierden. Lo que mantiene la fidelidad de los aficionados no es la victoria, sino la emoción de soñar con la victoria.

En España hay dos excepciones a esa regla general. Dos ámbitos en los que muchos compiten por ganar, y en los que al final todos presumen de haber ganado. Uno de esos fenómenos es el de las elecciones políticas. Al día siguiente es muy raro escuchar a un solo dirigente que admita haber perdido. Todos se muestran igualmente satisfechos, y usando los datos como si fueran de plastilina intentan que clamorosas derrotas aparezcan como resultados muy dignos. Pero esto no lo ven los que sólo escuchan a “su” partido.

La otra excepción coincide con el día en que se publican los resultados del Estudio General de Medios. Absolutamente todas las emisoras de radio abren sus informativos felicitándose por lo bien que les ha ido en esa encuesta. Sorprendentemente todas ellas dicen haber subido su audiencia en varios cientos de miles de personas. Todas aseguran que se han distanciado de la competencia. Pero esto no pueden verlo los que sólo escuchan “su”emisora.

Quizá porque aquí todo el mundo oye sólamente lo que quiere oír. Quizá porque somos una sociedad que considera la mentira como un pecadillo menor, Por eso millones de personas siguen informándose a través de unos medios que les mienten. Por eso millones de ciudadanos vuelven a votar a unos partidos que les engañan.

martes, 25 de junio de 2013

Hacienda bondadosa

En lo meteorológico, Junio es el mes en el que comienza el verano. En lo académico, en el que se terminan los cursos. Y en la economía doméstica el mes en el que los españoles ajustan sus cuentas con Hacienda, ya que no pueden ajustarle las cuentas a Cristóbal Montoro.

Todo el que tiene obligación de hacerlo, cumplimenta su declaración del IRPF. Con ayuda externa o a pecho descubierto, la gente va rellenando las interminables casillas, conteniendo el aliento hasta ver lo que aparece en la más importante: el resultado de la declaración. Sólo entonces, unos aprietan los dientes al ver lo que les va a tocar pagar, y a otros –la mayoría- les aparece una enorme sonrisa cuando ven que les sale “a devolver”.

El sistema está bien pensado para que sean muchos más los que sonríen que los que aprietan los dientes. Y el resultado es que millones de españoles están tan contentos con que Hacienda les devuelve 60, 150, o 300 euros, que se les olvida que antes ellos han pagado a lo largo del año 3.000, 8.000 ó 15.000.

Es un ingenioso malabarismo contable: la gente se adapta cada mes a sus ingresos netos, y apenas se fija en las retenciones mensuales. Es un dinero que paga casi sin enterarse, y su impresión final depende por completo de si en la declaración del IRPF tienen que pagar algo o les van a devolver algo.

Eso sí, en Hacienda dicen que lo hacen por nuestro bien. Para que no se nos acumule un pago importante en junio, para facilitarnos las cosas. ¡Son tan buenos! Casi nos dan ganas de enviarles un correo de agradecimiento cuando nos devuelven 30 euros después de habernos quitado 8.000.

jueves, 20 de junio de 2013

La escayola mental

Los que seguimos la actividad política en España, vemos como en debates y comparecencias los líderes políticos se suelen amparar en su ideología para defender sus posiciones. “Esto es una cuestión de ideología”; “No podemos estar de acuerdo por ideología”; “Nuestra ideología no nos permite…”; “Tenemos una ideología deferente”.

Por otra parte, tanto los políticos como mucha gente de a pie intenta averiguar cuál es la ideología de los otros: “Ese es de derechas”; “Fulano es del PP”; “Yo siempre he sido de izquierdas”. “Mengano es nacionalista”.

En nuestra sociedad las ideas han sido suplantadas por las ideologías, dando como resultado una permanente batalla “ideológica”, en la que nadie escucha a nadie para conocer sus ideas, y todos inrentan hacer valer los dogmas de su ideología. Las ideas son individuales, libres, frescas y sujetas a la evolución. Por el contrario, las ideologías son de grupos, vienen impuestas por un catecismo doctrinario, arrastran el olor a rancio de un origen remoto, y no admiten cambios.


Las ideas son el producto de la mente. Pueden ser geniales o descabelladas; posibles o quiméricas; lógicas o absurdas; beneficiosas o dañinas. Pero del contraste de ideas surge el entendimiento, el acuerdo y la cooperación. En cambio, las ideologías funcionan como una escayola mental: no hay posibilidad de entendimiento; si se alcanzan acuerdos es sobre la base de un intercambio interesado; y la cooperación nunca es leal, sino interesada y provisional.

martes, 18 de junio de 2013

En un túnel

El Presidente del Gobierno ha vuelto a echar mano de la metáfora del túnel para referirse a la supuestamente próxima salida de la crisis económica. Según eso, España avanza en la oscuridad de un largo túnel, y una lejana luz parece indicar que nos aproximamos a la salida del mismo. Por otra parte los profesionales del pesimismo advierten que podría ser que esa luz fuera la de un tren que avanza en sentido contrario.

Se me ocurre que la metáfora puede ser utilizada de manera mucho más amplia y tener aplicación para el conjunto de la sociedad, y para gran parte de los individuos que la forman. Son muchos los ciudadanos que caminan en la oscuridad, sin poder ver nada a su alrededor, pendientes únicamente de un leve resplandor que aparece al fondo de su túnel particular.

Los nacionalistas, por ejemplo, restringen su universo a un final de túnel llamado independencia. Para otros el final del túnel se llama República. Unos seis millones se frotan los ojos buscando una luz que signifique un empleo. Otros sueñan con una salida del túnel en la que no exista corrupción política. No faltan los que creen que a la salida bajarán los impuestos, ni los que esperan que al final del oscuro recorrido habrá impuestos más altos para los demás.

Todo el mundo anda obsesionado con lo suyo, sin importarle demasiado lo de los demás. Millones de personas recorriendo a ciegas un camino en busca de su luz particular. Encerrados en un tubo que no les permite ver lo que hay más allá de los muros de hormigón. No saben si sobre ellos hay un bosque o un glaciar; si es de noche o de día, si llueve o está despejado, si hace frío o calor.

Una sociedad en la que la gente camina encerrada en su túnel particular, buscando su salida particular, no es una sociedad, sino un mero amontonamiento de individuos.

viernes, 14 de junio de 2013

De alumnos a profesores, sin salir de la LOGSE

Hace unas semanas supimos que en unas oposiciones para maestros en Madrid, algunos de los opositores –con su título universitario en el bolsillo- habían respondido auténticas burradas a las preguntas del examen.

Ahora los estudiantes que se examinaban de selectividad se han tropezado con unos exámenes con faltas de ortografía en los enunciados de las preguntas, errores en los planteamientos y ecuaciones imposibles.

¿Cómo es posible que esas preguntas hayan pasado todos los filtros sin que ningún profesor se haya dado cuenta de los errores? Probablemente porque ya muchos alumnos LOGSE han llegado a profesores LOGSE. Gente que recibió la enseñanza secundaria y universitaria inspirada en la filosofía de la LOGSE. Una filosofía según la cual lo importante no son los conocimientos sino los diplomas. Un espíritu de igualdad estúpida, en el que tanto vale el profesor como el alumno. Una idea descabellada que prima el derecho de cualquier español para ser ingeniero aeronáutico, sobre la capacidad de cualquier español para diseñar un avión.


Así muchos de esos jóvenes fueron pasando de curso como se ascendía en el ejército de Franco: por antigüedad. Pasaron una selectividad diseñada para no molestar a nadie. Calentaron las sillas de la cafetería de alguna universidad, y obtuvieron el título que les permitía impartir clases. Superaron unas oposiciones en las que competían con otros candidatos tan mal preparados como ellos. Y ahora son los que redactan los exámenes en el tiempo que les queda entre una manifestación contra los recortes y otra en defensa de la enseñanza pública.

lunes, 10 de junio de 2013

Educación y aprendizaje

En un centro de enseñanza, un alumno de segundo de bachillerato afronta el fin de curso con seis asignaturas que no va a poder aprobar. Ante esto, su padre se ha dirigido a la dirección del centro para exigir que cada profesor de asignatura le indique por escrito qué tiene que hacer exactamente su hijo para aprobar.

Si yo fuera uno de esos profesores, redactaría el escrito que pide con dos únicas palabras: “estudiar más”. Pero como no lo soy, me contento con reflexionar sobre las implicaciones de la actitud, no del hijo, sino del padre.

Es probable que la reforma de la Educación que va a implantar el gobierno no sea la mejor de las reformas posibles. Desde mi punto de vista, sobra la consideración de la Religión como asignatura evaluable. Pero por otra parte introduce cambios que inducen a premiar el esfuerzo, el mérito, y la excelencia. Con todo, creo que ninguna ley de Educación podrá conseguir grandes mejoras si antes no se consigue cambiar profundamente la mentalidad y la actitud de muchos padres.

Quizá el primer error sea hablar de “educación” y no de “aprendizaje”. El lenguaje no es neutro, y el término “educación” sugieres que el actor es el profesor –el que educa-, y el alumno el sujeto pasivo que recibe la educación. En cambio, la palabra “aprendizaje” nos llevaría a pensar que el sujeto activo es el alumno –el que aprende.


Si además considerásemos que el profesor sólo es la herramienta para facilitar ese aprendizaje; y que esa herramienta nos cuesta mucho dinero a todos; es posible que muchos padres dejaran de creer que tienen derecho a que el Estado introduzca los conocimientos en sus hijos, de una manera similar al médico que le hace una transfusión a un enfermo tumbado en su cama.

martes, 28 de mayo de 2013

Democracia medieval

“Los barones” autonómicos del Partido Popular se han reunido con Rajoy para establecer los criterios con se van a establecer los límites del déficit de cada CC.AA. La reunión ha resultado ha tenido un importantísimo resultado: se han puesto de acuerdo en que tienen que ponerse de acuerdo. Se ha escenificado así una realidad que subyace en la estructura del Estado, y que se reproduce en la arquitectura de casi todos los partidos políticos: el modelo medieval.

Como en la época feudal, los viejos partidos políticos se configuran en una rígida escala de vasallaje. Entonces una tupida red de nobles rendían vasallaje a otro noble de mayor rango, y todos al rey. A cambio, el rey prestaba su protección a sus nobles, y garantizaba su posición privilegiada en cada feudo.

Se trataba de una relación en la que tanto el rey como los nobles salían beneficiados, a expensas del pueblo llano. Los nobles obedecían al rey, pero éste no podía extralimitarse en sus exigencias, ya que en última instancia dependía del apoyo de las tropas de los nobles para conservar el trono. El sistema estuvo en vigor durante varios siglos, y sólo con la aparición de los estados-nación se pudo salir de una situación que, además de injusta, impedía el desarrollo económico.


Es lo mismo que ocurre hoy en estos partidos antiguos, que se dicen nacionales, pero que en realidad son totalmente medievales. Los “barones” de cada Comunidad Autónoma rinden pleitesía al jefe de su partido, pero dejan de hacerlo si éste pone en peligro su posición en el condado. Hace 1.000 años los nobles ejercían su presión ante el rey con la fuerza de sus ejércitos. Hoy en día lo hacen con la fuerza de sus votos regionales. En la Edad Media los señores pagaban a sus soldados con el dinero de los impuestos del pueblo. Hoy en día los “barones” consiguen sus votos con el dinero de los impuestos del pueblo. Hemos recorrido un largo camino para volver al mismo punto.

jueves, 23 de mayo de 2013

!Condenad, condenados¡


Era una tarde soleada, y yo paseaba por el centro de la ciudad. En una concurrida plaza había una pequeña multitud en torno a una mesa. Detrás una gran pancarta en la que se leía “CONTRA EL MALTRATO INFANTIL”. Entonces se me acercó una joven con una pegatina en la mano, y con la intención de colocarla en mi solapa. Rehusé educadamente, y mirándome con odio, me dijo: “!Así que tú eres uno de esos criminales que maltratan a los niños¡”. La miré con pena, y le respondí: “No. Yo soy uno de esos que deciden por sí mismos cuándo se ponen una pegatina”.

Algo parecido ocurre en el Congreso de los Diputados cada cierto tiempo. De vez en cuando un diputado del PCE, de IU, de la Izquierda Plural –o como se llame en cada momento- presenta una proposición para que el Congreso condene el franquismo. Y una y otra vez, intentan hacer creer a la opinión pública que los que no se ponen la pegatina son franquistas.

¿Son ingenuos o malintencionados? Si no se dan cuenta de que los diputados –como los ciudadanos, en general- están en contra de cientos de cosas, actuales o históricas, sin que por eso se vayan a tener que poner cientos de pegatinas anunciándolo, entonces son unos ingenuos. Si creen que a alguien se le conoce por las pegatinas que lleva puestas y no por su comportamiento y sus opiniones, son unos ingenuos.

Pero si están muy interesados en mantener el foco de atención sobre el pasado, para dotarse de una superioridad moral que no son capaces de ganarse en el presente; si pretenden beneficiarse indefinidamente de las injusticias y los abusos que se cometieron al amparo de régimen franquista; entonces son unos malintencionados.

Y además: si pretenden que todo el mundo se ponga la pegatina que ellos han diseñado, son tan totalitarios como el régimen que quieren condenar,

jueves, 16 de mayo de 2013

La inflación académica


Según un estudio del mercado laboral realizado por AFI, el26,3% de los trabajadores ocupados desempeña un trabajo por debajo de sucualificación académica. El porcentaje de infraempleo es el doble entre los menores de 34 años que en los mayores de 56.

La noticia se presenta como una situación anómala, y gran parte de los jóvenes que desarrollan un trabajo por debajo de su nivel académico experimentan una gran frustración al tener que trabajar como camareros, teniendo en un bolsillo el título de licenciado en Psicología, en Derecho, o en Educación Infantil.

Sin embargo, se trata de algo completamente normal en un país desarrollado en el que la población tiene acceso a la enseñanza universitaria de manera generalizada. Se trata del resultado de la combinación de dos factores:

a) Es positivo que el máximo número de personas tengan buena formación. Esto mejora su capacidad como ciudadanos; les dota de un techo más elevado de expectativas profesionales; y mejora la competitividad general del país.

b) No es viable una sociedad en la que sólo trabajen ingenieros, médicos, abogados y biólogos. Es absolutamente necesaria la participación de camareros, dependientes, repartidores, conductores, limpiadores, etc.

El gran error ha sido dar por supuesto que la mera obtención de un título académico tenía que garantizar el desempeño de un trabajo acorde con esa cualificación. Es lo mismo que creer que la obtención del carnet de conducir nos va a garantizar disponer de coche propio.

Paralelamente, el sistema académico ha contribuido a esa inflación de títulos. El sistema está orientado al igualitarismo, dando toda clase de facilidades para pasar de curso en la enseñanza secundaria, y rebajando los niveles de exigencia en todos los tramos de la enseñanza. El resultado es exactamente el mismo que se produce cuando un banco central emite más dinero: la moneda se devalúa y la inflación vuelve a equilibrar el poder adquisitivo al estado rea de la economía.

Probablemente, este es el elemento que explica que en España se hayan producido durante la última década dos fenómenos simultáneos: la existencia de un desempleo estructural del doble de la media de la UE; y la entrada de cinco millones de inmigrantes. Ha habido una gran bolsa de jóvenes titulados en paro, que a la espera de una oportunidad para trabajar en “lo suyo” han descartado desempeñar unos trabajos que han tenido que ser ocupados por inmigrantes. Sólo ahora, ante lo apremiante de la situación, se van decidiendo a trabajar de lo que sea. Esta hipótesis la confirma el estudio, al señalar que existe una correlación negativa entre el porcentaje de sobrecualificados de cada Comunidad Autónoma y la tasa de paro.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Mantenella y no enmendalla


Había un comisario europeo de empleo al que nadie conocía en España. Sin embargo, su nombre -Laszio Andor- saltó ayer a la fama tras hacer unas declaraciones en las que recomendaba la implantación en España de un único tipo de contrato laboral.

Ha sido muy llamativa la reacción casi unánime de los partidos políticos, los sindicatos, y la patronal, que han saltado como un sólo hombre para oponerse a la iniciativa. Sólo UPyD, que ya llevaba en su programa electoral la propuesta de crear uncontrato único -con indemnización progresiva en caso de despido- ha considerado que la recomendación del señor Andor debería ser tenida en cuenta.

Es muy probable que ese tipo de contrato no fuera la panacea que permitiera terminar de un plumazo con el desempleo de seis millones de personas. Incluso es posible que la propuesta pudiera ser mejorada y complementada. Pero lo que no tiene sentido es que precisamente los partidos, los sindicatos, y la patronal que han configurado este estado de cosas en el que España se sitúa a la cabeza del paro se nieguen en redondo a revisar el sistema. No parece muy inteligente empeñarse en mantener un sistema que ha demostrado que no funciona.

Tampoco parece muy razonable que todos los debates en torno a las modalidades de contrato de trabajo pongan el foco en las condiciones de un posible despido, en vez de centrarse en la mejor manera de que la gente empiece a trabajar. Es casi tan anormal como si una pareja que va a contraer matrimonio mostrase más interés en acordar los términos de un hipotético futuro divorcio, que en encontrar vivienda, elegir el mobiliario, encargar el banquete y organizar el viaje de bodas.

Es ya muy larga la lista de iniciativas de Unión Progreso y Democracia que fueron rechazadas y despreciadas por los demás partidos, para terminar siendo defendidas como propias dos años después por los mismos partidos. A la vista de la energía con la que todos han rechazado esta idea, parece muy probable que dentro de uno o dos años la fuerza de la realidad obligue a adoptarla. Lo que me pregunto es cuántos puestos de trabajo más se habrán perdido para entonces.

lunes, 13 de mayo de 2013

Niño: eso no se dice

Cuando yo tenía pocos años, y aún no había aprendido a mentir, recuerdo que decía las cosas con la limpia espontaneidad de todos los niños. Con frecuencia, mi madre me reprendía con una frase tan incomprensible como inapelable para mí: “niño: eso no se dice”. Yo no entendía por qué no podía decir que la tía Matilde estaba gorda, que el señor Paco olía a vino, o que el Cristo del dormitorio de mis padres me daba miedo. Pero como en aquella época los niños solíamos ser obedientes, dejaba de decir esas cosas, aunque, naturalmente, seguía pensado exactamente lo mismo. Así fue como aprendí a autocensurarme.

Es curioso observar como décadas más tarde esa fórmula del “niño, eso no se dice” se haya extendido al mundo de los adultos. Ha cambiado el formato, eso sí, y ahora se llama “eso no es políticamente correcto”. Pero es el mismo mecanismo, sólo que en vez de actuar sobre niños en pleno proceso de socialización, ahora funciona para modelar el pensamiento de unos adultos que ya deberían haber desarrollado su capacidad de pensar y hablar por sí mismos.

Por lo demás, el efecto es idéntico. Bajo el imperativo de ser políticamente correctos mucha gente evita decir públicamente una buena parte de las cosas que piensan. Alguien –no se sabe muy bien quién- se ha erigido en madre educadora de toda la sociedad, y ha decidido qué idas son aceptables y qué opiniones son rechazables.

Lo más sorprendente es que tantos millones de adultos hayan aceptado sumisamente ese código de autocensura, que les obliga a callar lo que piensan; a decir lo que no sienten; y a sentirse culpables por tener las ideas que tienen. No sorprende, en cambio, que muchos políticos traten como a niños a unos adultos que se dejan dirigir tan fácilmente en sus manera de pensar y de expresarse.

miércoles, 8 de mayo de 2013

LAPAO, LAPAPYP, LAPRA y LEPAPA


Las Cortes de Aragón aprueban mañana un invento al que llaman Ley de Lenguas de Aragón. En esta región no existe ningún problema lingüístico; el 98% de los aragoneses tienen como lengua materna el español, y el 2% lo hablan con toda soltura, sin que ello les impida entenderse con sus convecinos en alguna versión pirenaica o en una variante del catalán.

Pero, una vez más, los políticos han encontrado la manera de crear problemas donde no los había, y se han empeñado en meter sus zarpas en algo tan personal y tan emocional como es el idioma en el que las gentes se entienden. Enfrascados en su pelea de colegiales, han sacado el asunto de lo sustancial y han dedicado todo su esfuerzo a lo superficial: la denominación de las lenguas minoritarias.

No les importa que los dueños de las lenguas –los que la hablan- se refieran a ellas como ansotano, cheso, panticuto o catalán. Afanosos por entrometerse en los aspectos más íntimos de la vida de la gente, han decidido cambiar sus nombres, y a partir de ahora ese 2% de aragoneses que –además del español- utilizan otras lenguas hablarán, por ley, lapao o lapapyp.

Según esta ley, LAPAO es la “lengua aragonesa propia del área oriental”, y la LAPAPYP es “lengua aragonesa propia de las áreas pirenaica y prepirenaica”. Sorprende que se les haya pasado por alto legislar sobre la LAPRA (lengua aragonesa propia del resto de Aragón). Sobre todo porque esta lapra, -conocida en todo el mundo como “español”- es el idioma que emplean el 98% de los aragoneses, y el que les permite entenderse con 500 millones de personas de todo el mundo.

¿Por qué se habrán olvidado de la LAPRA, siendo con diferencia la lengua más propia de Aragón? Pues por la misma razón por la que estos partidos rancios se ocupan de unas cosas y se olvidan de otras: porque la LAPRA, el español, se escapa a su control directo. Porque no pueden crear una Academia del Español; porque no pueden regular los topónimos; porque no pueden utilizarlo como coartada para crear nuevos organismos y nombrar más cargos públicos.

No sé si los aragoneses aceptarán hablar en LAPAO, en LAPAPYP, o en LAPRA. pero parece evidente que estos políticos hablan exclusivamente en LEPAPA: “lengua exclusiva de políticos ajenos a los problemas de los aragoneses”.

jueves, 2 de mayo de 2013

Hacia el futuro o hacia el pasado


Encuesta tras encuesta, todos los pronósticos van consolidando un derrumbamiento de las expectativas electorales del PP y del PSOE. En correspondencia con ese declive se confirma la tendencia de crecimiento de otras dos formaciones: UPyD e IU.

Aparte del inevitable desgaste por tener que administrar una de las situaciones más delicadas que ha enfrentado España desde la II República, el PP está pagando el precio de no haber sabido instalarse en el panorama político como un partido moderno, tan legítimo y democrático como cualquier otro. Su incapacidad para librarse del estigma de herederos del franquismo ha sido clamorosa, aunque hay que reconocer que si algo ha unido a todas las corrienes de izquierda durante las últimas décadas ha sido la batalla para evitar que la derecha española fuera aceptada en la sociedad con la misma naturalidad que lo es la derecha alemana o la francesa.

Me llama la atención la dispar naturaleza de los dos partidos que están erigiéndose en los nuevos depositarios de la representación de los ciudadanos. Por una parte UPyD, un partido nacido en 2007, indiferente a la vieja clasificación de izquierdas/derechas, que no tiene ataduras ni hipotecas con el pasado ni con ningún poder fáctico, cuyos representantes dicen lo que piensan, guste o no guste; y que además tiene el mismo discurso en toda España. Es, probablemente, el soplo de aire más fresco que ha entrado en el ambiente político desde 1975.

Por otro lado IU. Una coalición en la que unos pequeños grupos ecologistas y de izquierda se amalgaman en torno al núcleo del Partido Comunista, para darle un barniz de honorabilidad. Es la antitesis de la modernidad. El rancio lenguaje de la lucha de clases, el anticapitalismo, el espejismo de paraísos como el de Cuba, Venezuela, o Corea del Norte. La contradicción de un alma totalitaria que dice creer en la democracia.

España está a punto de romperse, no sólo territorialmente, sino también ideológicamente. Las viejas dos Españas. Una que se renueva mirando al futuro. Otra que se encoge refugiándose en el pasado. El crudo realiamo de lo posible, y el plácido sueño de la utopía.

viernes, 26 de abril de 2013

La dieta sana

Todos los especialistas en nutrición coinciden en que para mantener en buen estado todos los órganos del cuerpo es necesario que la dieta alimenticia sea lo más variada posible. La mejor manera de asegurar una ingesta equilibrada de proteínas, hidratos de carbono, grasas, vitaminas y minerales es comer de todo. Diversificar el menú diario es la única manera de estar seguros de que facilitamos a nuestro cuerpo todo lo que éste necesita.

Si esto es así para el cuerpo, también es válido para la mente. Hablar con distintas personas, de diferentes opiniones; ver diversos tipos de programa en televisión; escuchar varias emisoras de radio, y leer más de un periódico es la única forma de asegurar el equilibrio cognitivo para la mente.

Las opiniones –y a menudo las informaciones- son subjetivas. Cada fuente colorea las noticias a su gusto. Unos callan unas cosas y enfatizan otras. Unos medios exageran algunas noticias y suavizan otras. Y algunos abusan sin rubor de las más peligrosas de las mentiras, que son las medias verdades.

Por desgracia, mientras en todas partes se nos recuerda la importancia de una dieta alimenticia variada, nadie nos recuerda que es esencial mantener una dieta informativa variada. La mayor parte de la gente tiende a informarse a través de los medios que les dicen lo que ellos quieren oír, y no quieren saber nada de lo que cuentan los medios que dicen cosas que no les gustan. Los fieles de La Razón, y los forofos de El Periódico; los adeptos a la COPE, y los dependientes de la SER; los adictos a la Sexa, y los incondicionales de Intereconomía. Cada uno elige el medio por el que quiere ser manipulado.

El resultado final es una población con raquitismo informativo. Una multitud de ciudadanos que terminan creyendo que el mundo es blanco o negro. Una sociedad que sólo se entera de lo que quiere saber, y que se niega a escuchar al que piensa de otra manera

martes, 16 de abril de 2013

El mito de la república

Se acaban de cumplir 82 años de la proclamación de la II República, tras conocerse los resultados parciales de unas elecciones municipales. El debate monarquía o república está plenamente vigente, ya las noticias relativas a miembros de la familia real que vamos conociendo no hacen sino crispar la cuestión. Como ocurre con todo, tanto una monarquía como una república tienen ventajas e inconvenientes. En mi opinión, el componente hereditario de la monarquía chirría mucho en un ámbito geográfico en el que se han consolidado los principios políticos emanados de la Revolución Francesa. A favor, la monarquía presenta la ventaja de la estabilidad, lo que facilita la función simbólico-representativa, y quizá que el heredero recibe una formación adecuada para el cargo que tendrá que desempeñar. Por lo demás, que el sistema de gobierno sea una monarquía o una república no supone ninguna garantía de nada. Varios de los países más democráticos, civilizados y desarrollados del mundo son monarquías, como es el caso de Gran Bretaña, Holanda, Suecia, Noruega o Japón. Y son repúblicas otros países igualmente democráticos, civilizados y desarrollados, como EE.UU. Francia o Alemania. En el otro extremo, Marruecos, Arabia Saudí o Abu Dabi son monarquías, y Corea del Norte, Somalia y Nicaragua son repúblicas. Ninguno de estos países destaca por sus virtudes democráticas, por el respeto a los derechos humanos o por el nivel de desarrollo. Con todo, lo que más me llama la atención es que en España, cuando la gente pide la implantación de la III República, no suele estar penando en EE.UU, en Francia o en Alemania, sino que lo que visualiza es la reencarnación de la II República, aquella que tantas ilusiones despertó, que tantas decepciones produjo, y que terminó ahogada en un baño de sangre. Es el mito de la II República: de izquierdas, proletaria, y anticlerical. Esas características tuvieron mucho peso en su colapso final, porque en ese diseño no tenía cabida la mitad de los españoles. Una república en la que todo el mundo sería honrado, no habría injusticias, ni corrupción, ni pobreza, ni cárceles. Un mito, porque con monarquía o con república, los españoles somos como somos. Es posible que España se transforme algún día en una república, pero tendría que ser otra república, que en nada se pareciera a la de 1931. Una república democrática, en la que fuera tan legítimo y decente ser de derechas como de izquierdas; católico, musulmán o ateo; hombre o mujer; trabajador o empresario; rico o pobre. Los que sueñan con resucitar la II República o no saben de lo que hablan, o no son demócratas, o no viven en el siglo XXI.

martes, 9 de abril de 2013

El "escrache" o acoso bueno

Según la Real Academia, “acosar” es perseguir, apremiar, importunar a alguien con molestias o requerimientos. Algo tan amplio podría incluir las constantes llamadas de las compañías telefónicas para ofrecer sus servicios, o la pertinaz insistencia de un senegalés que nos quiere vender un reloj. Pero esta sociedad se ha tomado muy en serio los acosos, y se han formado movimientos ciudadanos y asociaciones para luchar contra ellos, y se han promulgado leyes específicas para prevenirlos y castigarlos. En la prensa aparecen constantemente noticias relacionadas con el acoso laboral, el acoso escolar, y el acoso sexual. Están tan mal vistos que a veces nos pasamos de rosca, y encargados, profesores o varones son acusados de acoso por levantar la voz a un trabajador, suspender a un alumno, o proponer una cita a una mujer. Pero de repente la progresía nacional ha decidido que existe un acoso bueno, admisible, e incluso recomendable. Como la palabra “acoso” está proscrita, lo llaman “escrache”, que suena mucho más fino, y consiste en perseguir, apremiar, importunar, molestar, requerir, insultar o amenazar a políticos, con la única condición de que no sean de izquierdas. Es cierto que los partidos políticos tradicionales se han olvidado de su función original, y se han convertido en máquinas de captar votos y de repartir cargos y prebendas. Es cierto que se han ganado a pulso el descrédito de los ciudadanos, a base de decir una cosa y la contraria, de emitir discursos vacíos, y de tolerar en su seno altas dosis de corrupción. Sin embargo, pese a todo, esos políticos han sido elegidos democráticamente. Millones de ciudadanos han decidido libremente que les representen, y hasta las próximas elecciones ostentan legítimamente esa representación. En cambio, por mucho ruido que hagan, los que practican el escrache, los que corean consignas en las manifestaciones, los que ocupan edificios y espacios públicos se representan únicamente a sí mismos. Es posible que sus reclamaciones estén justificadas; es legítimo que expresen su malestar. Pero de ninguna manera debemos permitir que suplanten la soberanía nacional, y que pisoteen la democracia. Durante siglos España ha tenido que sufrir la injerencia de individuos que se han apropiado del poder “en nombre del pueblo”. Tradicionalmente vestían uniforma, y el último intento se produjo el 23 de febrero de 1981. Los que ahora tratan de imponer su voluntad a la que han expresado los ciudadanos en las urnas no van armados ni uniformados. Pero esa es la única diferencia: las intenciones son las mismas.