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martes, 29 de septiembre de 2015

El encaje de España en Cataluña

Si algo ha quedado claro en las elecciones del pasado domingo en Cataluña es que no hay una mayoría de catalanes partidarios de independizarse del resto de España. A pesar de la inmersión lingüísitca, de la propaganda de todos los medios de comunicación controlados por la Generalidad, y de las movilizaciones callejeras, los catalanes que quieren la independencia no llegan al 50% de la población.

Sin embargo, si de algo podemos estar seguros es de que ninguno de los partidos y colectivos que aspiran al nacionalismo va a dejar de hacerlo tras estas elecciones.

Lo que importa es saber qué van a hacer los partidos que defienden la unidad de España. Y ya vamos viendo que todos van a tratar de buscar vías para facilitar “el encaje de Cataluña en España”. Volveremos a oír las falacias del reconocimiento de la singularidad de Cataluñá (como si las demás regiones no tuvieran las suyas), los derechos históricos (como si Castilla, León y Aragón no tuvieran historia), o lo de las balanzas fiscales (como si no fuera que los ricos catalanes pagan los mismos impuestos que los ricos gallegos o andaluces).

Los distintos gobiernos de España llevan 35 años haciendo concesiones a los gobiernos nacionalistas de Cataluña y del País Vasco con la vana esperanza de calmar sus ansias de independencia. Nadie pude discutir que esa estrategia ha fracasado clamorosamente. ¿Vamos a continuar cometiendo el mismo error? En las elecciones generales de 2011, 21,2 millones de electores votaron a partidos no independentistas, y 1..270.393 votaron a CiU y ERC. ¿Por qué tanto el gobierno como los partidos que representan a más de 21 millones tienen que ceder en parte a las pretensiones de los que sólo representan al 6% de los electores?

Ha llegado el momento de decir ¡basta!. Dentro de tres meses todos los españoles tendremos la oportunidad de volver a votar. Esos 21 millones podremos elegir un partido que esté dispuesto a negociar con el gobierno de Cataluña. Pero para negociar la devolución de algunas competencias al Estado, para garantizar el libre uso y el aprendizaje del español en Cataluña, para garantizar la igualdad de derechos de todos los españoles.

Podremos, en fefinitiva, terminar de una vez con las interminables reclamaciones nacionalistas. Podremos elegir partidos que se comprometan a defender los sentimientos de todos los españoles, y no sólo los de los catalanes separatistas. Podremos elegir un gobierno que se ocupe de encajar España en Cataluña, en vez de dedicarse a intentar el encaje de Cataluña en España.


viernes, 25 de septiembre de 2015

El malcriado


Cuando en una familia hay un hijo malcriado, impertinente, protestón, maleducado, exigente, egoísta, prepotente y siempre insatisfecho, no es culpa del hijo, sino de quienes no han sabido educarle.

Es el caso de los españoles que viven en Cataluña, pero no quieren ser españoles porque se han dejado seducir por el canto de sirrena nacionalista que les ha prometido el Paraíso de una Cataluñá independiente.

No es, pues, a esos catalanes –españoles, a su pesar- a los que hay que intentar convercer de una realidad que no quieren ver, porque –como suele suceder- los sueños son más atractivos que las realidades.

Son los padres del Gobierno de la nación, y también los hermanos de Cuenca, de Ávila, de Zamora o de Teruel los que tienen que cambiar por completo su actitud y su conducta respecto a los malcriados. Estos han llegado a ser como son por culpa de la debilidad de aquellos. De su indolencia, de su inhibición, de su permisividad y de su cobardía. Han actuado durante 35 añós como el padre que deja que su hijo se atiborre de caramelos con tal de no oírle llorar, y ahora sufren los desprecios, los insultos y los empujones de esa malcriado insoportable.

Año tras año aumenta el número de denuncias de padres maltratados por sus hijos. No es que los padres se hayan vuelto intransigentes. Es que la situación familiar se ha vuelto tan insotenible que se ven obligados a tomar esa medida, con todo el dolor que supone llevar a un hijo ante la Justicia.

Ahora, tras décadas de dejación de sus responsabilidades, ese es el único camino que queda a partir del 27 de septiembre, y sea cual sea el resultado de las elecciones en Cataluña. Hay que acudir a la Justicia para que aplique la ley, y toda la ley. Hay que coger la Constitución y su artúculo 155 con una mano, y con la otra el Tribunal Constitucional, la Fiscalía, y los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.

No se trata de suspender la autonomía en Cataluña, sino de intervenir las instituciones clave en la malcrianza: la Consellería de Educación, TV3 y la radio pública de Cataluña. El Estado tiene que hacer valer de una vez por todas su legitimidad democrática y el respaldo internacional para actuar sin complejos. No se le puede dar ni un caramelo más al malcriado. Es cierto que es diferente de sus hermanos, pero no es mejor. Es más egoísta, más insolidario, más altanero y más bravucón.


Se han perdido 35 años intentando con buenas palabras hacerle ver que iba por mal camino. Ha llegado el momento de ponerse firmes y dejarse de contamplaciones. Si el malcriado no quiere entender razones, tendrá que entender las acciones.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

La "dignidad" animal

No soy aficionado taurino. Nunca he asistido a una corrida, aunque sí he presenciado encierros de vaquillas y toros de fuego en las fiestas de algún pueblo. No maltrataría caprichosamente a ningún animal, y si me pidieran mi opinión sobre el Toro de la Vega, votaría en contra de ese espectáculo tradicional.

Pero puedo pensar así sin necesidad de caer en el exceso de atribuir a los animales conceptos exclusivamente humanos como dignidad, derechos o alma. Puedo coexistir con el mundo animal sin ponerme a su nivel, y sin poner a los animales al mío.

Porque si lo hiciera no podría contentarme con pedir la prohibición de las corridas de toros o de la presencia de animales en los circos. Si hablamos de crueldad y de respeto a los animales ¿por qué nos parece bien montar a caballo? ¿qué opinarán los perros respecto a que les lleven atados por el cuello? ¿No es cruel castrar a los gatos? ¿disfrutarán los peces cuando se les clava el anzuelo de un pescados? ¿Habría que prohibir enjaurlar a los pájaros o tener peces de colores en peceras? ¿es una vida digna la de las gallinas ponedoras, la de los pollos cuya corta vida transcurre en un estercho reducto?

La dignidad y los derechos son inventos humanos que sólo los seres humanos pueden entender. Cuando alguien maltrata innecesariamente a un anmal está mostrando su propia vileza, pero no afecta a la inexistente dignidad del animal. De hecho, a un pollo le da exactamente igual si le matan para comérselo o por pura diversión. En cambio, los humanos  tienen la capacidad de enfrentarse a gritos e insultos en Tordesillas, defendiendo unas ideas. Algo que ningún animal hará nunca.

Entiendo que muchas personas encuentren desagradable los espectáculos con animales, pero nadie les obliga a asistir a ellos. Y detrás de la encendida defensa que algunos hacen del respeto a los animales me parece que se oculta una absoluta falta de respeto hacia las preferencias de otros seres humanos, o un talibanismo liberticida.

Vivimos en un ecosistema biológico en el que decenas de miles de especies compiten entre sí, y unas se comen a otras. No tengo instintos sanguinarios contra los animales, pero prefiero comerme un pollo a que un pollo se me coma a mí.


jueves, 10 de septiembre de 2015

Delicados capullos

Estos días se está porduciendo la incorporación de los escolares a sus aulas (en cada Comunidad Autónoma a su bola, que en algo se tienen que difernciar unas de otras). Igualmente, cientos de miles de menores de tres años comienzan también a pasar buena parte del día en guarderías infantiles.

En el progresivo proceso hacia el reblandecimiento absoluto de las nuevas generaciones, las medidas que se implantan para evitar que los niños padezcan la menor contrariedad se van perfeccionando. Ya hace años se eliminaron las calificaciones de 1 a 10 de los pequeños, por si alguno se traumatizaba. En algunas CC.AA. los profesores no pueden calificar con un cero a los alumnos de secundaria, o si lo hacen tienen que redactar un prolijo informe.

Fuera de las escuelas la cosa no es diferente. Ha habido que poner suelos de causcho en las zonas de juegos d elos parques, no fuera que algún quirubín se hiciera una raspadura en una rodilla y se pusiera a llorar durante cinco minutos. En los coches de las familias, los niños sólo pueden viajar incrustados en unos artilugios con más medidas de seguridad que los pilotos de combate.

El paso más reciete de esta escalada sin fin es el relacionado con la entrada de los más pequeños en las guarderías. Ya no sólo es que los primeros días sólo vayan un par de horas. En muchas, los directores-gallina o las autoridades-gallina obligan a llevar una foto del padre y otra de la madre, para colgarlas en la pared, de forma que el niño pueda verlas, y esto incluso en el caso de lactantes de pocos meses. En otras han implantado la norma de que durante la primera semana tiene que permanecer en el aula el padre o la madre durante todo el tiempo para que el niño los vea todo el rato.

Probablemente, en cursos venideros, se hará que los padres, los abuelos, y la tía Margarita estén en clase con los niños menores de 14 años durante tres meses. O que cada familia lleve a la guardería el sofá del salón de casa, para que el niño no se sienta en un lugar extraño.

No creo que el modelo de Esparta sea el más adecuado para moldear el espíritu de los niños para que llegen a convertirse en adultos física y mentalmente sanos. Pero me parece un despropósito el grado de proteccionismo que envuelve a los pequños en las sociedades occidentales.

Todas las medidas de las familias, de los profesores, y de la sociedad apuntan a la construcción de una sociedad formada por adultos infantiles. Una sociedad formada por personas que habrán crecido en una burbuja artifiial, en un confortable útero social, cada vez más incapacitadas para sobreponerse a cualquier frustración. En un mundo globalizado y altamente competitivo, esas generaciones tendrán pocas probabilidades de enfrentarse a la presión de gentes otras culturas más consistentes, más arriesgadas, y más esforzadas.

Estamos criando a nuestros hijos como delicados capullos de flor. Y el resultado será que tendremos unos adultos extremadamente delicados. Y peligrosamente capullos.

viernes, 4 de septiembre de 2015

La solidaridad tiene un precio

El drama que están viviendo decenas de miles de personas que huyen de las atrocidades de la guerra de países como Siria o Libia están sacudiendo, por fin, las conciencias del mundo occidental. Las trágicas imágenes de ese éxodo han conseguido llamasr momentáneamente la atención de los españoles, muy ocupados en asuntos más graves, como cuestiones identitarias, reformas constitucionales, o devolución del 25% de la paga de Navidad a los funcionarios.

Ahora mucha gente siente la llamada de la solidaridad, y muchos ayntamientos ya se ofrecen para acoger a esos refugiados. Se extiende la opinión de que Europa no puede encogerse de hombros ante la tragedia que afecta a tantos hombres, mujeres y niños.

Pero una cosa es predicar, y otra dar trigo. La Europa desarrollada y de los derechos humanos tiene la obligación moral de ayudar a esa pobre gente. Y los ciudadanos de esa Europa tienen que saber que nada es gratis, y que la soldaridad también tiene un precio.

La forma más eficiente de evitar el desplazamiento de cientos d emiles de refugiados sería la intervención militar en los países de origen, para imponer la paz, y para instaurar unos gobiernos democráticos, alejados del fanatismo religioso. Es una tarea nada sencilla, puesto que son los propios habitantes de esos países los que adoptan unas posturas fanáticas y antidemocráticas, como se ha visto en Irak y en los países donde floreció “la primavera árabe”. Y sobre todo, esa intervención supone el envío de tropas formadas por soldados europeos, muchos de los cuales perecerían sin duda en combate. Pero los europeos no queremos pagar la solidaridad con el precio de la vida de nuestros hijos.

La otra alternativa es la acogida. Recibirles, alojarles, vestirles, alimentarles, cuidar su salud, y educar a sus hijos. Todo esto tampoco sale gratis. No cuesta vidas, pero cuesta decenas de millones de euros, que tendrán que salir de la reducción de otras partidas. ¿Estamos dispuestos a sufrir más recortes en nuestra sanidad, nuestra educación, nuestras pensiones, o nuestros servicios sociales? ¿Estamos dispuestos a pagar más impuestos para atender debidamente a los refugiados?

Supone también la estancia en nuestras civilizadas naciones de cientos de miles de personas que no llevan en su ADN cultural los valores democráticos de tolerancia y libertades. ¿Estamos dispuestos a aceptar las consecuencias de ese choque cultural? ¿Asumimos que una parte de esos refugiados no se van a integrar en nuestra cultura? ¿Aceptamos que algunos de ellos, una vez establecidos entre nosotros, van a conspirar para destruir nuesto sistema de valores, derechos y leibertades?

Soy partidario de que Europa no dé la espalda a estas personas. Pero echo en falta que nadie, absolutamente nadie, nos explique lo que conlleva esa ayuda. Quedarse únicamente con el impulso humanitario del momento puede convertirse en una bomba de relojería dentro de unos meses o años. 
La solidaridad tiene un precio, y es mejor conocerlo en lugar de recibir una factura inesperada dentro de un tiempo..


lunes, 3 de agosto de 2015

Derecho a la desigualdad

La mayoría de los partidos políticos en España enarbolan la bandera de la lucha contra la desigualdad. Consideran la desigualdad un mal en sí miosmo, y proponen todo tipo de medidas para construir una sociedad formada por personas iguales. Creen que el modelo de sociedad perfecta sería aquella en la que todos sus miembros alcanzaran el mismo nivel de estudios, percibieran los mismos sueldos, gozaran de la misma salud, y fueran igualmente felices.

Esta candorosa obsesión contra la desigualdad me recuerda las propuestas del socialismo utópico de mediados del siglo XIX, cuando personajes bienintencionados como Owen, Saint-Simon o Fourier soñaban con encontrar un sistema que garantizara la felicidad humana universal. Los intentos que se hicieron para llevar a la práctica aquellas ingenuas teorías fracasaron en poco tiempo, incapaces de oponerse a la realidad de la condición humana.

Años más tarde el marxismo tuvo mejor fortuna, y su fórmula se impuso en grandes naciones como la URSS, y más tarde China y Cuba, entre otros. De todos es conocido el desmoronamiento de la otrora todopoderosa URSS y la posterior rendición al capitalismo de China, mientras Cuba permanece como una reliquia fosilizada, a la espera de la desaparición de los Castro.

A pesar del largo experimento en esos países, ninguno de ellos consiguió la pretendida igualdad. Lo que sí lograron es reducir la amplitud de la desigualdad, a costa de la pérdida de libertad y de matar la motivación de la gente para el esfuerzo.

Las personas somos diferentes, y por lo tanto desiguales. Los hay más altos y más bajos, más inteligentes y más torpes, más atrevidos y más temerosos, más extravertidos y más tímidos, más laboriosos y más perezosos, más honrados y más tramposos, más egoístas y más generosos. Una buena educación sólo puede modificar ligeramente esas características, y ninguna ley puede hacerlas desaparecer.

En contra de lo que se lleva hoy en día en España y en Europa, yo reclamo el derecho a la diferencia, y por lo tanto a la desigualdad. Prefiero un paisaje de montañas y valles a la monotonía de la estepa. Quiero un Estado que garanteice sólo un tipo de igualdad: la igualdad de derechos civiles, políticos y sociales. Quiero también un Estado que asegure un razonable nivel de bienestar a todos aquellos que no lo pueden conseguir por sus propios medios por causas ajenas a su voluntad.

Sobre esa base, en todo lo demás quiero ser libre. Quiero tomar mis decisiones y disfrutar o padecer el resultado de ellas. Quiero que todo el mundo estude tanto como quiera o como pueda, que ganen tanto dinero como sepan –siempre dentro de la ley-, y que se lo pueda gastar de la menera que prefiera.

Yo ya fui niño y tuve un padre y una madre que velaban por mí y me educaban diciéndome lo que debía hacer o no. No necesito un “papá-estado” que me siga tratando como a un niño y me obligue a ser igual que todos los niños. Reclamo el derecho a la desigualdad.

¿Alguien se apunta?


miércoles, 24 de junio de 2015

UPyD: To be or not to be


Cuatro son las candidaturas que competirán el 11 de julio para formar el nuevo Consejo de Dirección de UPyD. Parto de la base de que a estos 84 afiiados les preocupa ante todo el futuro de UPyD porque les preocupa el futuro de España. Doy también por supuesto que ninguno de ellos se mueve por interés personal, por afán de protagonismo, y mucho menos por asegurarse un medio de vida.

Pienso que se trata de cuatro personas que asumen con valentía (o con temeridad) desafío de sustituir a la irrepetible Rosa Díez al frente de UPyD. Son 80 afilados dispuestos a fomar el equipo que debeerá dirigir y gestionar un partido que se halla en horas bajas, con grandes dificultades económicas, y que ha sido superado por el tsunami de dos nuevos partidos.

El 11 de julio los afiliados de UPyD decidiremos quién va a ser la nueva cabeza visible del partido. También se decidirá sobre sus propuestas de reforma: sobre estrategias de comunicación externa e interna, sobre el grado de descentralización, sobre la participación de los afiliados, o sobre las políticas de expansión.

Pero aunque no se dice abiertamente, lo más importante que se decidirá ese día es si UPyD va a seguir siendo un partido completamente autónomo, o si va a buscar acomodo al calor de otra formación emergente. Si va a poder seguir diciendo lo que piensa o si tendrá que pedir permiso a alguien antes de opinar. En definitiva, el 11 de julio se decide el ser o no ser de UPYD.

La opinión de los afiliados está dividida al respecto. Ya en el II Congreso de noviembre de 2013 se oyeron voces que propuganban algún tipo de acercamiento a Ciudanos, aunque los delegados en el Congreso decidieron mantener la independencia. El asunto se emponzoñó tras las elecciones europeas: la desafortunada carta de Sosa Wagner en El Mundo, y las no menos desafortunadas reacciones de algunos miebros del Consejo de Dirección abrieron las puertas a un cisma interno, que supieron aprovechar muy bien todos los que veían con preocupación –que son muchos- el ascenso de un partido diferente, que dice lo que piensa y hace lo que dice.

Los malos resultados en las elecciones andaluzas –y la tibia reacción a las mismas por parte de la dirección- fueron el detonante que dio lugar a una estampida encadenada de dimisiones y fugas. Ante la caída en picado de un partido que había venido creciendo desde 2007, no fueron pocos los que enarbolaron la bandera del “sálvese quien pueda”, llegándose en algunos casos a comportamientos tan poco edificantes como la retirada de candidatos locales y autonómicos a pocos días del plazo para su presentación.

Los resultados del 24 de mayo fueron también malos. Mejor dicho: fueron muy malos. El partido se ha visto obligado a despedir trabajadores, a cerrar sedes, y a abandonar los casos judiciales contra los corruptos. UPyD ha perdido diputados autonómicos, concejales, afiliados, y cientos de miles de votos. En una situación tan extremadamente delicada, ¿qué le queda a UPYD?

En mi opinión, a UPyD sólo le quedan en estos momentos unos miles de afiliados que conservan la ilusión de que en España pueda hacerse política de otra manera, y le quedan –sobre todo- sus valores y sus principios. Unos valores y unos principios que no son mera retórica electoralista, sino firmes convicciones que están fuertemente arraigadas en el espíritu de los que seguirnos en este partido.

To be or not to be. Esa es la cuestión que habrá que decidir el 11 de lulio. Habrá que optar entre seguir siendo UPyD, a pesar de todas las dificulatades, enarbolando con orgullo la bandera de la auténtica regeneración democrática. O bien plegar esa bandera y tratar de ser aceptados como socios minoritarios en otro partido, conformándonos con que no la pisoteen, y que la expongan en sus vitrinas como un trofeo.



sábado, 6 de junio de 2015

Lamer el culo

(Pido disculpas por la ordinariez del título, pero es lo que describe a la perfección este comentario).

Hablaba con un amigo sobre los malos resultados electorales que ha obtenido UPyD en los últimos meses. “es que tenéis que cambiar de rumbo”, me decía. “Está muy bien eso de no casarse con nadie, y cantarle las verdades al lucero del alba, pero lo único que conseguís es pisar demasiados callos. Los poderosos no están dispuestos a perder sus privilegios, y harán todo lo posible para ningunearos o desacreditaros”.

Le respondí que justamente para eso nació UPyD, para decirle a la gente la verdad, y para pisar todos los callos que haga falta con tal de desmontar el entramado de intereses cruzados que impide que España se convierta de una vez en una democracia avanzada.

“Hazme caso: una buena lamida de culo a tiempo abre muchas puertas”, sentenció.

Me quedé pensando en esas palabras. Efectivamente, ese es el camino que muchas personas y organizaciones siguen para encumbrarse. Después de todo, sólo se trata de una estrategia para alcanzar el poder, y una vez logrado se está en situación de influir para cambiar las cosas. En cambio, sin tener el poder poco es lo que se puede hacer.

Sin embargo, esa manera de actuar supone una corrupción ética, moral, si no económica. Y lo que me pregunto es ¿se puede ser sólo un poco corrupto? ¿Una vez que aceptamos que es lícito corromperse por un buen fin, no encontraremos justificación para más corrupciones por otros “buenos fines”? ¿con qué legitimidad puede combatir la corrupción, la menira y la prevaricación quién se ha servido de ellas para sus fines?

Cada uno tendrá su respuesta. Yo me quedo con la frase de Dolores Ibarruri, La Pasionaria: “Más vale morir de pie que vivir de rodillas”.


martes, 2 de junio de 2015

El método inverso


El próximo 11 de julio se celebrará el Congreso Extraordinario de UPyD para elegir al nuevo Consejo de Dirección que tomará el relevo del que ha encabezado Rosa Díez durante casi ocho años. Aunque aún no se ha abierto oficialmente el periodo de presentación de candidaturas, ya se están formando varias, y los nombres de los posibles candidatos circulan entre los afiliados.

No va a ser fácil sustituir a un personaje tan destacado como Rosa Díez. Bajo su liderazgo el partido nació y creció sano. También bajo su dirección ha sufrido una fuerte caída en los últimos procesos electorales. Aunque existen factores externos que explican parte de esa caída, también son numerosos los errores cometidos por el equipo dirigente. Ahora se trata de encontrar una pesona con las características necesarias para liderar con éxito el proyecto UPYD. Para ello los afiliados examinamos la personalidad, el curriculum y la trayectoria de los nuevos canddatos tratando de encontrar los atributos que les harían obtener nuestro apoyo.

Sin embargo, no debería bastar con observar los rasgos positivos de esos candidatos. Tanto Rosa Díez como los miembros del actual Consejo de Dirección pueden acreditar una elevada competencia política y de gestión. Pero lo que ha provocado el golpe recibido por UPyD no han sido sus virtudes sino sus defectos. Quizá sería conveniente poner el foco en estas últimas, y observar en los nuevos candidatos no sólo sus luces sino especialmente sus sombras. Sería un error elegir un personaje brillante pero soberbio. A uno muy íntegro, pero anodino. A uno simpático, pero inseguro de sí mismo. A un gran estratega, pero mal comunicador.
Es posible que antes de fijarnos en las bondades de los candidatos debiéramos asegurarnos de conocer sus defectos.


viernes, 29 de mayo de 2015

¿Qué hay de merienda?


Tradicionalmente, cuando los niños volvían del colegio a casa por la tarde, hambrientos, lo primero que preguntaban era “¿qué hay de merienda?”. Entonces la madre les decía lo que había, lo preparaba, y ellos lo devoraban felizmente.

Pero desde hace unas décadas las cosas fueron cambiando. Los niños seguían volviendo a casa hambrientos, pero las madres empezaron a ser ellas las que preguntaban: “¿qué quieres merendar?”. Los niños hacían su petición, y si no había lo que ellos querían, se comían otra cosa, refunfuñando. Eso cuando no montaban un Cristo hasta que la madre bajaba al súper a comprar lo que el niño quería.
Ahora esa generación de niños se han hecho ya adultos, y muchos de ellos pretenden mantener ese hábito en sus comportamientos laborales, sociales y políticos. Cuando hace seis años el desempleo se disparó en España, cientos de miles de parados se quejaban de que no hubiera el puesto de trabajo que ellos querían, desdeñando a menudo los que había.

La misma tendencia se aprecia en el comportamiento electoral de muchos españoles. Cierran los ojos a lo que hay en el frigorífico, y buscan desesperadamente la merienda política que les gustaría comerse. La reacción de la mayoría de los partidos políticos es la de madres débiles y permisivas, cuya máxima prioridad es que el niño esté contento a cualquier precio. Unos le ofrecen su merienda preferida, a sabiendas de que no la tienen. Otros bajan al súper a ver si les fían para poder conseguirla.

El resultado es el mismo: los españoles se tienen que comer una merianda que no les apetece, porque es la que hay. Y siguen refunfuñando otros cuatro años, siempre insatisfechos, siempre esperando un milagro que no se producirá.


miércoles, 27 de mayo de 2015

El difícil reto de UPyD




Creo que todos los que estamos en UPyD coincidimos en que la situación del partido es crítica. Aparte de este consenso, tendremos diferentes opiniones sobre las causas de este estado de cosas y sobre las soluciones que se pueden adoptar.
Desde mi punto de vista, para encontrar las soluciones deberíamso dar respuesta a tres preguntas:

  1. ¿Cuál es nuestra propuesta política?
  2. ¿Cómo la hacemos lelgar a los españoles?
  3. ¿Quién la va a hacer llegar?
Quiero pensar que respecto a la primera pregunta no habrá grandes discrepancias:Se trata de los principios y los valores que se señalan en el manifiesto fundacional de UPyD. Una forma diferente de hacer política, orientada hacia el interés general y no hacia el aprticular de los partidos. La honestidad, la transparencia, la veracidad, la democracia interna.

La segunda pregunta no tiene una respuesta tan evidente, y es en ella en la que debemos concentrar el debate y el intercambio de opiniones. Sin querer culpar a nadie, parece innegable que no hemos sabido hacerlo bien, y que los electores no han percibido las cualidades de nuestras propuestas. Creo que se impone una reflexión desapasionada para encontrar entre todos la respuesta a esta segunda pregunta.

En una sociedad perfecta, la primera pregtunta sería la única relevante. Pero no estamos en una sociedad perfecta (ni de lejos), por lo que la realidad es que la tercera pregunta resulta crucial. En un contexto donde los medios de comunicación y las RR.SS. modean cada día la opinión de los ciudadanos, las personas que transmiten el mensaje y el equipo que les acompaña resultan determinantes.

En el próximo Congreso tendremos que elegir al nuevo CD y a la nueva cara visible del partido. En mi opinión, esta es la tarea más difícil, y el nudo en el que corremos el riesgo de que UPyD desaparezca definitivamente. Es difícil porque necesitamos alguien que reuna varias cualidades: ideas claras, que sepa exponerlas, experiencia, capacidad de gestión, firmeza combinada con flexibilidad, amplia visión, dialogante, y que tenga como propios los valores y principios de UPyD.

Creo que los que queremos salvar a este partido tenemos que hacer un esfuerzo para valorar esas característica, y no dejarnos lelvar por nuestras preferencias personales, por nuestra afinidad hacia unos u otros, o por nuestras legítimas aspiraciones. Creo que deberíamos abordar esta cuestión como si fuéramos el responsable de RR.HH. de una empresa que debe seleccionar al mejor gerente de entre los muchos aspirantes.

Creo que si no somos capaces de hacer eso, UPyD sólo habrá sido una interesante experiencia que se estudiará en los manuales de Ciencias Políticas.

sábado, 23 de mayo de 2015

Votar futuro mirando al pasado


Termina una campaña electoral en la que todos los partidos han coincidido en su manera de contemplar el pasado y el futuro. Todos se han esforzado en destacar lo mal que lo han hecho los demás en el pasado, y todos garantizan los bien que lo van a hacer ellos en el futuro.

Las campañas electorales son un invento diabólico, con el que durante quince días los partidos se esfuerzan en que los electores se olviden de las realidades pasadas y piensen sólo en los espejismos venideros. Los candidatos ponen todo su empeño en prometer el oro y el moro, la feclicidad eterna, la paz infinita, el maná, y hasta la Luna. Si pudieran, harían desaparecer las hemerotecas y Google. Su máxima ilusión sería conseguir una amnesia total.

Quizá eso explica en parte que parte del electorado se fije en dos partidos nuevos, que no tienen pasado en la política nacional. Las hemerotecas y Google tienen poco que ofrecer sobre ellos. Pero un expediente en blanco no es lo mismo que un buen expediente. Es una incógnita, una apuesta a ciegas, un salto en el vacío.

Este domingo las elecciones se deciden entre los que prefieren lo malo conocido y los que apuetan por los deportes de riesgo. Difícil elección. Lo malo conocido no parece la mejor opción, pero tampoco cualquier cambio es bueno.

Para no tener que arrepentirnos dentro de unos meses, todos deberíamos mirar el pasado de los partidos, y valorar la coherencia ya demostrada por encima de las promesas que nadie sabe si se demostrarán.

jueves, 30 de abril de 2015

Vendiendo telas por España


Vendiendo telas
Ayer asistí en representación de UPyD a una mesa policía organizada por la Red de Entidades de Inclusión Social. Se trataba de conocer las propuestas de los diferentes partidos políticos en relación con esta importante cuestión.

Estábamos presentes también representantes del PSOE, PP, IU, CHA, PAR, y Podemos. Como era de esperar, todos explicaron que tenían propuestas para terminar con la pobreza, la exclusión social, los desahucios y la pobreza infantil, aunque ninguno de ellos dijo de dónde pensaban sacar el dinero para todas las ayudas que pensaban dar.

Como detalles curiosos, CHA e IU declararon que “no estaría mal sovietizar el sistema bancario aragonés”. Y el señor Echenique, de Podemos, dijo que era una falacia hablar de los pequños defraudadores, ya que el 70% de lo que se defrauda a Hacienda lo hacen los más ricos. Según eso, a Podemos le parece muy bien que se dejen de ingresar unos 12.000 millones de euros anuales, siempre que los que cometen el fraude sean fontaneros, peluqueros, o dueños de pequeños bares.

Pero lo que4 me pareció más significativo fue la ausencia de representantes del partido de Albert Rivera, que no asisten a ninguno de los debates políticos que se están celebrando a docenas estos días en Aragón. ¿Por qué no envían a nadie? ¿No tienen propuestas que hacer? ¿O no tienen a nadie que sepa exponerlas con solvencia?

Pensando en ello, uno se da cuenta de que el partido que en este momento aparece en las encuestas como la gran revelación sólo es un líder y una marca. La formación que pretende dibujarse como la gran esperanza para España no es más que un reducido equipo que diseña estrategias desde Barcelona, y un líder que recorre toda España vendiendo su producto. La traslación a la política del antiguo esquema del negocio del textil: una fábrica en Cataluña y un mercado en el resto del país.

En Aragón sólo hay una sucursal con empelados de tercer nivel. Una improvisada cabeza de cartel electoral, y unos pocos afiliados que, además, se han visto desplazados por  paracaidistas provenientes del PAR y de UPyD en busca de oportunidades.

El partido Ciutadans disfrazado de Ciudadanos y su líder, Albert Ribera, que lleva meses recorriendo España predicando una nueva ética política. Una ética que no le impide dedicar el 100% de su tiempo a promocionar su partido, mientras continúa cobrando el sueldo de parlamentario que le pagan los catalanes. Un buen indicador del valor real de su ética. Un mal presagio de lo que podría ser su labor en las instituciones aragonesas, si llegan a ellas.


martes, 28 de abril de 2015

UPyD contra el viento


¿Qué le ha pasado a UPyD para que siendo el partido más, transparente, coherente e innovador, se le haya vuelto el viento de cara, al menos en Andalucía? Los detractores de UPyD lo atribuyen a errores estratégicos y de comunicación de la dirección nacional. Pero ¿bastarían esos errores para explicar el giro de las expectativas electorales?

Para entender lo ocurrido hay que considerar el fenómeno que Durkheim llamaba “efervescencia colectiva”. Algo como un viento que supla con fuerza en la misma dirección durante el suficiente tiempo como para inclinar todo un bosque en esa dirección, y que genera un sentimiento compartido por la sociedad. Al igual que ocurre con las modas en el vestir, no es una decisión racional, sino el resultado de unos desencadenantes en un ambiente social propicio.

Ël desencadenante ha podido ser una profunda crisis económica, una interminable cadena de casos de corrupción política, y el alejamiento de los partidos tradicionales de los problemas de la gente. Todo ello ha hecho surgir la necesidad de un cambio radical en la política. Ese cambio podría haberse orientado hacia el totalitarismo de uno u otro signo, hacia el anarquismo, hacia la religiosidad, o hacia la desestabilización revolucionaria.

Sin embargo, el viento ha soplado en una dirección sin precedentes históricos: una parte significativa de la población ha pensado que la solución a sus problemas llegará de la mano de la juventud. Una creencia irracional que no se apoya en ninguna lógica. Pero ¿acaso tiene lógica que a todo el mundo le gusten al mismo tiempo los pantalones “campana”?

UPyD se ha encontrado con este viento de cara, y sus siete años de coherencia, de trabajo riguroso en las instituciones, de transparencia, de democracia interna, de acciones legales contra la corrupción, han quedado eclipsados por la retórica de unos jóvenes líderes de partidos embrionarios que no pueden alegar nada de lo anterior en su pedigree.

En una reciente intervención ante el Consejo Político, Rosa Díez dijo a loa asistentes: “Recordad que tenemos que seguir diciendo siempre lo que creemos más beneficioso para los eapañoles. Y lo tenemos que decir sin pensar en si eso nos da o nos quita votos”. Pues parece que esa honestidad ética, ese amor a la verdad impulsado por una líder que ya ha cumplido los 60 se encuentra ahora frente al viento que sopla en alas de la juventud.

Dentro de mes y medio los aragoneses decidirán. Pero sea cual sea su veredicto, la gente de UPyD, los que no hayamos sido arrastrados por el viento, seguiremos durmiendo con la conciencia tranquila. Después de todo, los aviones despegan con más seguridad cuando tienen el viento de cara. Sin olvidar que otra característica del viento son sus inesperados cambios de dirección.

sábado, 25 de abril de 2015

Análisis de una espantada

Lo ocurrido en UPyD de Aragón merece una reflexión. En una reunión con afiliados, los coordinadores de Aragón y Zaragoza anunciaron su intención de integrarse en una “plataforma” con el objetivo de formar parte de las candidaturas del partido de Albert Rivera. No es el primer caso –ni el último- en que un político cambia de bando, bien por convicción o por interés personal.

Afirmaron que el paso que iban a dar no suponía dejar la militancia en UPyD –cosa que sabían que era imposible-. Y también afirmaron que los que quisieran seguirles sólo tendrían que entrar en la página web de la plataforma para inscribirse. Yo no he podido encontrarla todavía.

Pero lo interesante es el hecho de que un buen número de afiliados de UPyD, gente honrada, leal, con valores y principios éticos, y que había venido trabajando durante meses en pro del partido, se sumó a la aventura personal de los dirigentes. ¿Por qué secundaron entonces a unos líderes cuyo objetivo declarado era el de ser candidatos por otro partido?

La explicación entra de lleno en el ámbito de la psicología social, y tiene más que ver con las emociones, los apegos y los sentimientos de pertenencia que con el frío cálculo político. Todas esas personas se habían afiliado meses o años atrás movidos por el noble deseo de cambiar España para mejorarla. Prácticamente ninguno conocía a los coordinadores cuando solicitaron afiliarse. Sólo conocían a Rosa Díez y sobre todo las ideas y valores que venía defendiendo a través de UPyD.

Pero su relación con el partido se produjo a través de los máximos dirigentes, territorial y local. Colaboraban directamente con ellos, y no con Rosa Díez. Tomaban cañas con ellos, y no con Rosa Díez. Al final, en un lento proceso de empatía personal, el verdadero UPyD pasó a ser para ellos la cara y la palabra de los coordinadores. Por añadidura, el equipo nacional de UPyD no supo mantenerse cerca de los afiliados de base, y acabó siendo percibido como algo lejano, un ente que residía en la calle Cedaceros de Madrid.

Como ocurre en el fragor de una batalla, la tropa se siente más cerca de su sargento que del general. Y un sargento que haya sabido ganarse a su gente puede convencerles para que entreguen sus armas y se pasen al enemigo. La prueba del poder de esa vinculación personal es que han abandonado UPyD los afiliados más participativos, los que más contacto tenían con los dirigentes. En cambio, los que continúan en el partido –que son la mayoría- por razones laborales o personales tenían una menor implicación, y por lo tanto no se han sentido obligados a secundar al sargento.

No se puede culpar a estos soldados, a esta buena gente de UPyD, por haber sido fieles a sus jefes. Son seres humanos, y los afectos determinan buena parte de las decisiones humanas. No son unos traidores.

No se puede decir lo mismo, por el contrario, de los que ostentaban la máxima autoridad del partido en Aragón y en Zaragoza. Ellos no decidieron irse por fidelidad a nadie salvo a sí mismos. Tenían derecho –cómo no- a cambiar de partido. Pero no sin antes dimitir de sus cargos orgánicos en UPyD. Ellos dicen que habían sido elegidos por los afiliados. Pero olvidan que no fueron elegidos como caudillos ni como mesías, sino exclusivamente para dirigir la actividad política de UPyD. Si se hubieran presentado a las elecciones internas para irse a otro partido, ningún afiliado les habría votado. Sin embargo, no dimitieron de sus cargos. Utilizaron la autoridad de su cargo, los sistemas de comunicación del partido y la sede del partido para traicionar al partido. Aprovechando su ascendiente con los afiliados, incitaron a unas decenas de personas de buena fe a cambiar de bando.

Sin ánimo peyorativo, sino meramente descriptivo, ese, técnicamente es una traición.

jueves, 26 de marzo de 2015

La madre que parió a UPYD


En 2004, a partir de que el presidente Zapatero empezara a perder el rumbo, en el seno del PSOE surgió una voz clara, valiente y coherente, denunciando los errores y los disparates del gobierno. Era la voz de Rosa Díez avisando de que Zapatero estaba llevando a España al precipicio y al PSOE al abismo. Rosa tenía razón: España entró en la mayor crisis de las últimas décadas, y el PSOE todavía no ha recuperado el aliento. Por eso, y no sin pesar, yo también he firmado la siguiente:

CARTA AL CONSEJO DE DIRECCIÓN DE UPyD

Los abajo firmantes, candidatos a las elecciones autonómicas y municipales, afiliados y simpatizantes de Unión Progreso y Democracia, nos dirigimos al Consejo de Dirección para hacer constar lo siguiente:

1.    Estamos firmemente comprometidos con el proyecto político de UPyD, compartimos los principios y valores que encarna, y creemos que es el partido político que necesita España.

2.    Los resultados de las elecciones al Parlamento de Andalucía han evidenciado que los electores no han confiado en nuestro partido, mientras que sí lo han hecho en otro nuevo, con escasa implantación, y cuyas propuestas son en buena medida similares a las nuestras.

3.    Entendemos que este pésimo resultado electoral va a determinar las decisiones de los españoles en las próximas elecciones autonómicas y municipales, así como en las posteriores elecciones generales.

4.    Consideramos que es imprescindible y urgente que UPyD adopte decisiones que supongan cambios de suficiente calado, como para que los españoles los perciban, y puedan volver a considerarnos como una opción viable.

5.    Valoramos el papel que Rosa Díez ha jugado en el partido. Sin su valentía, su voluntad, su tesón, y su integridad, UPyD no habría sido posible. Creemos que continúa siendo un valor fundamental, al que no debemos renunciar.

6.    No obstante, creemos que las oportunidades de UPyD con Rosa Díez a la cabeza han quedado atrás, habiendo sido superadas por otras expectativas de los españoles.

En consecuencia, y con el único fin de preservar la permanencia de UPyD como partido con opciones de influir en la política nacional, autonómica y municipal, solicitamos al Consejo de Dirección la adopción de las siguientes medidas:

1.    Declaración pública de asunción de responsabilidades por el fracaso electoral en Andalucía, que no puede achacarse a los andaluces ni a conspiraciones de ningún tipo, sino a desaciertos en la gestión del partido.

2.    Reafirmación del propósito de continuar trabajando con los mismos principios y valores en pro de la regeneración democrática, la transparencia, la unidad de España, la igualdad de todos los españoles, la erradicación de la corrupción y el rigor y la honradez en la actividad política.

3.    Anuncio de la convocatoria de un Congreso para después de las elecciones autonómicas y municipales, para renovar el Consejo de Dirección.

4.    Dimisión de la Portavoz del Partido y del Consejo de Dirección, manteniendo sus miembros los cargos institucionales que desempeñan en la actualidad.

5.    Nombramiento de una Comisión Gestora y de un Portavoz por parte del Consejo Político, que dirigirá el partido y gestionará las campañas electorales hasta la celebración del Congreso.

Rosa Díez es la madre que parió a UPyD. Ella ha sido la que ha convertido a una criatura débil y vulnerable en un partido adulto, con una sólida estructura de implantación nacional. Ella le ha inculcado los valores de  integridad, transparencia y democracia. Ella lo ha defendido contra los ataques malintencionados de los que no quieren que las cosas cambien en España.


Pero una buena madre no es la que se empeña en controlar y dominar a su hijo durante toda su vida. Sino la que sabe darse cuenta de cuándo se ha hecho adulto, y sabe pasar a un segundo plano, dejando que el hijo siga su camino y tome sus decisiones, disfrutando orgullosa de su obra.

miércoles, 11 de marzo de 2015

El Mesías descastado

El mesías descastado

El puebblo estaba descontento. Una parte del pueblo estaba indignada. Cada vez eran màs los que estaban furiosos. Se sentían engañados, burlados, insultados y robados. Les habían prometido el Paraíso. Les habían garantizado la seguridad, la prosperidad y la igualdad. A cambio sólo les habían pedido la prqueña molestia de ir a votar cada cuatro años.

El pueblo había aceptado el traro encantado. Durante décadas votaaron y votaron sin descanso. Depositaron millones de papeletas para alimentar la legitimidad de la farsa, la invisibilidad del expolio. Votaron y votaron con contumacia, satisfechos de poder elegir entre un amplio abanico de marrulleros. Pero al final, como consecuencia de una crisis económica inesperada, se destapó el pastel, y el hedor fue tan insoportable que todos vieron que estaba podrido.

Fue entonces cuando apareció el Mesías. Se limitó a decirles lo que ya todos sabían: que habían sido víctimas de una monumental estafa moral, intelectual y económica. Y además les prometió el Paraíso. Otra vez el Paraíso. Y si aquellos se habían ganado la confianza del pueblo enterrando al demonio del franquismo, el Mesías probó a nventar otro  maligno al que denominó "casta".

Y les mostró un mundo lleno de castas apocalípticas. La casta política, la financiera, la de los ricos. Poco a poco, todo lo fue convirtiendo en casta a los ojos del pueblo: la militar, la del clero, la médica. Sólo él, el Mesías salvador, estaba libre de pertenecer a casta alguna. Y una parte de ese pueblo descontento, indignado y furioso, se dispuso a seguir votando, con la esperanza de alcanzar el paraíso que le prometía un Mesías descastado.

jueves, 26 de febrero de 2015

El debate


Otro año más ha tenido lugar el debate sobre el estado de la nación. En un año en el que las urnas van a sufrir un fuerte recalentamiento, este debate tenía que ser necesariamente el pimer mitin de campaña. El presidente ha tratado de mostrar un panorama idílico, y Pedro Sánchez se ha estrenado haciendo lo mismo que siempre han hecho los líderes en la oposición: intentar pintar un panorama absolutamente tenebroso. Nada nuevo.

Pero esta vez el debate me ha soñado de un modo extraño, como si estuviera viendo una película de otros tiempos. Un ritual en el que los personajes que han sido elegidos por los ciudadanos para representarles subían ordenadamente a la tribuna, con un tiempo tasado, y atendiendo las indicaciones del presidente del Congreso. ¿Por qué algo tan natural, tan civilizado y tan democrático me ha parecido anacrónico?

La respuesta es que, para millones de españoles, desde hace muchos meses el centro neurálgico de la política ha dejado de ser el Congreso de los Diputado. Entre los desaciertos de unos, las mentiras de los otros, la mediocridad de estos y la desvergüenza de aquellos, mucha gente se ha desinteresado de la democracia parlamentaria.

Sin embargo, eso no significa que los españoles se hayan desinteresado por las cuestiones políticas. Lo que ha ocurrido es que su tratamiento se ha desvirtuado hacia unos canales espurios. Son los platós de televisión, los hashtag, las manifestaciones, las plataformas, las mareas, y las encuestas, los que se han convertido en los aparentes intérpretes genuinos de la voluntad popular.

Se trata, no obstante, de una falsa realidad. Con todos sus defectos, la democracia representativa que se formaliza en elecciones periódicas en las que todos los votos valen lo mismo son la mejor garantía para una convivencia democrática dentro de la ley.

Creer que tiene más razón el que más ruido hace, pensar que el político más fiable es el que mejor queda en televisión, soñar que un tuit pesa tanto como un voto, son brechas abiertas en la democracia, que facilitarán el ascenso de los oportunistas, los demagogos y los totalitarios que querrán destruirla..

viernes, 13 de febrero de 2015

Chiringuitos para okupas


Durante los últimos 35 años España ha pasado de tener una Administración piramidal de tres pisos –ayuntamientos, diputaciones provinciales, y Estado- a una torre de seis pisos -ayuntamientos, comarcas, diputaciones provinciales, comunidades autónomas, Estado y Unión Europea-. Además, de cada uno de estos cuelgan racimos de organismos, observatorios, comités, delegaciones, subdelegaciones, consorcios, entes, y empresas públicas y semipúblicas.

Naturalmente, en todos esos organismos anidan cientos de miles de españoles, que han encontrado acomodo a la sombra del poder político en miles de chiringuitos, muchos de los cuales son perfectamente prescindibles.

Los demás españoles –los que no llenan el frigorífico gracias a alguna de estas bicocas, los que se ganan la vida trabajando en cualquier sector productivo, parecen haberse cansado de este estado de cosas, y cada vez son más los que creen que hay demasiados políticos en demasiados sitios. Sin embargo, el problema no está en que haya un exceso de políticos, sino en que hay un exceso de chiringuitos para albergar políticos y amigos y familiares de políticos.

Aplicando la vieja cuestión de qué fue antes, el huevo o la gallina, aquí podemos afirmar que lo primero fue el chiringuito. Exactamente igual que si no hubiera pisos vacíos, no habría okupas. Nadie nace okupa y nadie nace político. Los okupas son una especie eminentemente oportunista que aprovecha en beneficio propio algo que ya existe.

Se precisa una drástica reducción de los niveles de la administración –suprimiendo diputaciones provinciales y comarcas, por ejemplo-, si se quiere reducir la pesada carga de políticos y afines que medran a costa de los impuestos de los ciudadanos que trabajan en algo útil. Si no queremos que haya tantos okupas,- hay que derribar los chiringuitos sobrantes.


sábado, 7 de febrero de 2015

Del maletín al Monedero


En España, el “maletín” es la metáfora que mejor representa el fraude económico de altos vuelos. Evoca movimientos fraudulentos de capitales. Potentados que mueven millones de origen dudoso para saltarse las normativas fiscales o directamente el Código Penal.

También está asociado a chanchullos varios de partidos políticos que mientras presumen de honradez, no dudan en eludir las normas que ellos mismos han aprobado . El caso Flick, la familia Pujol, Gurtel, son sólo algunos ejemplos del cinismo de unos golfos que hacen justo lo contrario de lo que dicen.

Afortunadamente, la sociedad parece haber despertado de un estado semicatatónico en el que se dejaba esquilmar por los poderosos con la misma fatalista resignación que los judíos de Varsovia subían a los trenes que les llevarían al exterminio. Los ciudadanos se muestran indignados con la corrupción, y consideran ahora a cualquier político, banquero o empresario como un corrupto potencial. La práctica del “maletín” suscita, por fin, el rechazo unánime de la sociedad.

Sin embargo, esa condena no se ha extendido todavía a la otra corrupción. A la que no mueve muchos millones, sino sólo miles o decenas de miles. La que va desde el autónomo que realiza un trabajo sin emitir factura al que crea una empresa fantasma para eludir el pago del IRPF. Una corrupción menos llamativa, pero infinitamente más extendida. Pero no deja de ser corrupción, igual que un chorizo de barbacoa no deja de ser chorizo.
Paradójicamente, está siendo el partido que se ha proclamado como defensor de los pobres y como azote de corruptos de altos vuelos, el que puede despertar también en los ciudadanos la conciencia de que estas golferías menores tampoco pueden ser toleradas. Parece que el rechazo social no se va a quedar sólo contra el maletín, sino que puede volverse también conta el “monedero”.

Porque tras conocerse las martingalas de Erejón al abrigo de la casta universitaria, el caso de Juan Carlos Monedero, ese exponente de la izquierda  ejemplar, que constituyó una sociedad sin actividad alguna para evitar pagar a Hacienda como hacen todos los trabajadores por los que él dice preocuparse, ha puesto el foco sobre la otra cara de la corrupción. Esa en la que no son unos pocos que se llevan millones en maletines, sino muchísimos que se llevan miles de euros en sencillos monederos.

lunes, 26 de enero de 2015

Pagar o no pagar


Las elecciones generales en Grecia han dado el resultado esperado: Alexis Tsipras ha obtenido una contundente victoria, aunque no ha logrado la mayoría absoluta. Se veía venir. Europa entera tiembla: unos de alegría y otros de terror. Las incógnitas más relevantes permaneces sin despejar. ¿incumplirá el próximo gobierno griego los compromisos de pago con sus acreedores? ¿volverá Grecia al dracma? ¿será expulsada de la zona euro por los demás países? ¿se extenderá el ejemplo a otros países del sur de Europa como desea Pablo Iglesias? ¿qué pasaría si todos los países dejaran de pagar sus deudas? ¿y qué pasaría si todos los ciudadanos dejáramos de pagar las nuestras?

Porque, en definitiva, la elección entre Samaras y Tsipras no era un dilema entre austeridad y alegría en el gasto público. Pagar o no pagar, esa es la cuestión. Y en el fondo de esta alternativa subyace otro dilema más básico: propiedad privada, ¿sí o no?

Los partidarios de Tsipras y de sus equivalentes españoles presentan una situación en la que el sufrido pueblo (el pueblo siempre es sufrido) se ve obligado a padecer la penuria por culpa de la voracidad de los mercados (los mercados siempre son voraces). Visto así, si uno tiene que elegir entre ponerse de parte del pueblo o de parte de los mercados, no hay color: el pueblo es mi padre jubilado; el discapacitado hijo de mi vecina; mi tía Hortensia, que malvive con una ridícula pensión de viudedad; Y mi sobrino Guillermo, que tiene 32 años, dos carreras, y aún no ha encontrado su primer empleo. ¿Cómo no voy a ponerme de su parte?

Con mayor motivo cuando considero a quién se enfrentan. Los mercados no tienen cara ni ojos. Uno no puede llamar por teléfono a los mercados, ni enviarles un whatsapp. Es imposible quedar a tomar un café con los mercados. No podemos saber si les gusta el fútbol o el baloncesto, si salen a bailar los sábados, si tienen acidez de estómago, si llevan el pelo largo o si roncan por la noche. Nadie los ha visto nunca. ¿Cómo vamos a ponernos a favor de una cosa tan rara? Es más: en realidad ¿existen los mercados?

Veamos esta cuestión. Un mercado es el ámbito en el que se encuentran los que ofrecen algo con los que demandan ese algo. En este caso, “algo” es el dinero que unos no necesitan de momento y otros sí. Por lo tanto, cuando se habla de la voracidad de los mercados, en realidad nos estamos refiriendo a la de los que tienen el dinero, ya que los mercados no son otra cosa que el instrumento que utilizan los que tienen dinero y los que lo quieren para gastarlo. Así pues, los voraces, los ambiciosos, los malvados no son tanto los mercados, sino los que tienen un dinero que no necesitan y están dispuestos a prestarlo a los que lo necesitan, a cambio de un determinado beneficio. A estos llamamos “mercados”, haciendo una sinécdoque comúnmente aceptada.

Volviendo al caso de Grecia –o a su equivalente de España- podríamos decir que hay determinados países que han pedido dinero a otros países, y lo que se plantea ahora es si se devuelve o no ese dinero. La cuestión parece que nos pilla algo lejos: cosas de los gobiernos y de los políticos. Líos que montan ellos y que terminan afectando al sufrido pueblo. Ese pueblo virginal que vive en la pureza, ajeno a todo eso, sin haber influido para nada en la creación de esos problemas tan complejos.

Aunque quizá eso no sea del todo cierto. Quizá no son los gobiernos y los bancos centrales los únicos protagonistas de este largo culebrón. Los ciudadanos griegos –ý los españoles- han demandado infraestructuras, servicios y prestaciones a sus gobiernos. Con toda legitimidad han exigido mejores carreteras, líneas férreas de alta velocidad, más escuelas, hospitales, pensiones de jubilación, subsidios, subvenciones, y ayudas diversas. Y los sucesivos gobiernos –con la sana intención de recibir sus codiciados votos- han hecho todo lo posible para satisfacer esas demandas. Lo posible, y hasta lo imposible. Porque si a primera vista parece imposible gastar lo que no se tiene, resulta que, gracias a los mercados, los gobiernos han podido hacerlo durante años.

Pero para lograr así lo imposible ha sido necesario que hubiera alguien con dinero, y que estuviera dispuesto a prestarlo a los gobiernos. Aquí encontramos a los malos de la película: el FMI, el BCE, los fondos soberanos, los grandes fondos de inversión, la banca. Esos son los principales acreedores de Grecia –y de España-. O al menos, parece que lo son.

Sin embargo, ninguna de esas entidades es propietaria del dinero que maneja, más allá de la capacidad del BCE de emitir billetes. Estos organismos no hacen sino administrar un dinero que no les pertenece. ¿De quién es ese dinero? ¿De los avaros, de los ricos, de los explotadores, de los despiadados?

Algunos habrá de esa calaña, sin duda. Pero los dueños del dinero que manejan los estados, los bancos y los fondos son millones de ciudadanos con cara y ojos. El dinero disponible para prestar a los gobiernos derrochadores proviene –en buena parte- de los impuestos de todos. Y proviene también de los ahorros de un taxista de Teruel, de un jubilado de Barbastro, o de un agricultor de Ejea de los Caballeros. Es su dinero, el que han depositado en su banco, el que han invertido en acciones, o el que han colocado en un fondo de inversión. Puede ser el ahorro de toda una vida, o lo que se ha ido guardando para comprar un piso a la hija que se va a casar el año que viene.

Pagar o no pagar, esa es la cuestión. Mantener o abolir la propiedad privada, esa es la gran cuestión. Cada cual puede opinar sobre esas alternativas. Pero no conviene olvidar que tanto los deudores como los acreedores son ciudadanos corrientes.

jueves, 15 de enero de 2015

Tolerancia intolerante


La revista satírica francesa Charlie Hebdo ha vuelto a los quioscos, una semana después de los atentados  en los que unos iluminados intolerantes acabaron con la vida de parte de su equipo de redacción. Los tres millones de ejemplares puestos a la venta se han agotado enseguida, y para mañana preparan otra edición millonaria.

Es la respuesta de los ciudadanos europeos, algunos de los cuales –entre los que me encuentro- no aprecian ese tipo de humor despiadado, que rebasa continuamente los límites del respeto hacia los demás. Y que, a pesar de ello, estamos dispuestos a defender que los dibujantes de Charlie Hebdo puedan seguir decidiendo libremente a quién quieran ofender, sometidos, eso sí, a las responsabilidades que las leyes civiles establecen.

A menudo confundimos la tolerancia con la anomia, la ausencia de reglas, la indiferencia o la claudicación. Es tolerancia admitir sin reservas que cada cual pueda profesar la fe que prefiera, comer lo que más le guste, o vestirse como le venga en gana. Es tolerancia entender que otras personas pueden tener otras ideas, otras creencias, otros valores y otras costumbres.

Pero renunciar a las propias ideas, creencias, valores y costumbres no es tolerancia. Es estupidez. Quizá con demasiada frecuencia hemos sacrificado nuestras propias señas de identidad para hacer más fácil la integración entre nosotros de personas provenientes de otras culturas muy diferentes. Con todo, si ese sacrificio sirve realmente para la integración, puede ser un esfuerzo que merece la pena hacer.

Lo que no tiene sentido es renunciar a nuestra cultura por la imposición de los intolerantes que no tienen la menor intención de integrarse entre nosotros, sino que aspiran a imponernos sus propias ideas, creencias, principios y costumbres. Ante ellos debemos mostrarnos absolutamente intolerantes. Debe existir una línea roja que nadie pueda traspasar impunemente: en nuestra tierra se aplican nuestras leyes civiles para todos los que aquí se hallen. Después, cada uno puede seguir en su vida particular las leyes divinas que más le gusten. Y si para alguno son incompatibles sus leyes divinas con nuestras leyes civiles, nuestra reacción sólo puede ser una: esas personas están de más entre nosotros.

jueves, 8 de enero de 2015

Molestar a la UVA


El atentado de ayer contra la revista satírica Charlie Hebdo es otra patada en las gónadas de la libertad. Hay una parte no desdeñable de la humanidad que está empeñada en decapitar la libertad, y sin libertad no hay democracia. A los fanáticos de la UVA (Única Verdad Absoluta) no les gustan ni la democracia ni la libertad, y les trae sin cuidado lo que podamos pensar los demás al respecto. La UVA es su única regla, su brújula, su carril. Lo demás no existe, y si existe, hay que destruirlo.

Por desgracia para los que amamos la libertad, muchos de los nuestros son de la opinión de que no hay que molestar a los fanáticos de la UVA, para no incitarles a mostrar su locura de manera violenta,   causando el sufrimiento o la muerte de inocentes. Pero están equivocados. En los años 30, las potencias democráticas cerraron los ojos ante la anexión del territorio de los Sudetes para no molestar a Hítler, y hubo que sacrificar a millones de personas en una guerra para recuperar la libertad. En 1978 los partidos democráticos redactaron una constitución para no molestar a los nacionalistas, y ahora los nacionalistas están a punto de romper la unidad de España. Son acontecimientos que no tienen nada que ver entre sí, excepto que confirman que a veces lo acertado es molestar.

Cuando se produjeron los trágicos atentados del 11 de marzo en Madrid, una buena parte de la sociedad culpó al gobierno por haber alentado la invasión de Irak. Cuando se produjeron airadas protestas por la publicación de viñetas de Mahoma por un diario danés, los mismos volvieron a decir que la culpa era del diario por molestar a los islamistas.

Pero no es así. A los fanáticos enloquecidos, tanto si son religiosos, como nacionalistas, de extrema derecha o de extrema izquierda hay que molestarlos permanentemente. Hay que hacer que se sientan incómodos. Hay que presentar batalla contra ellos, y demostrarles que a nosotros sí nos importan la libertad y la democracia. Ellos interpretan nuestra comprensión como debilidad, nuestra prudencia como cobardía. Y la UVA les da alas para adueñarse de cada centímetro que nosotros retrocedemos. Tenemos que mostrarnos tan firmes y tan decididos como ellos. Con la única diferencia de que nosotros nos servimos de la ley y no de la barbarie. Pero tenemos que aplicar la ley sin titubeos. O promulgar las leyes que sea necesario, con la legitimidad que nos da esa libertad y esa democracia que ellos desprecian.



martes, 6 de enero de 2015

Carta de los Reyes Magos


Querido niño:

Hemos recibido la carta en la que nos pides los juguetes que más te gustan. Nuestro servicio de observación nos comunica que te has portado bastante bien este año, aunque señala también algunas travesuras y un par de mentirijillas. No obstante, estamos contentos contigo, y por ello vamos a intentar llevarte todo lo que nos has pedido. Si acaso faltara algo, será porque se han agotado las existencias, ya que son muchos millones los niños que, como tú, nos han pedido muchas cosas. Ahora tienes seis años, y confiamos en que durante 2015 obedezcas a tus padres, respetes a tus profesores, y no molestes a tus compañeros, para que vuelvas a merecer muchos regalos.

Pero lo más importante es que sepas que por muy bien que te portes, llegará un día en el que dejaremos de visitarte cada año. Te habrás convertido en un adulto, y los Reyes Magos sólo atendemos las peticiones de los niños.

Eso significa que serás el dueño de tu vida y de tu destino, y que tendrás que sopesar cuidadosamente las consecuencias de tus actos antes de tomar tus decisiones. De ti dependerá principalmente tu bienestar, tu prosperidad y tu felicidad.

Te decimos esto porque lamentaríamos mucho que cometieras el mismo error que han venido cometiendo otros niños, que al hacerse adultos han continuado contando en nosotros para cumplir sus anhelos. Cuando seas adulto no hagas caso de aquellos que te digan que te van a proteger. En realidad sólo pretenderán que les entregues tu libertad y que confíes ciegamente en ellos.

A lo largo de tu vida adulta te esperan muchas vicisitudes. A veces las cosas te irán muy bien, y a veces te verás agobiado por innumerables problemas. Esa es la regla de la vida, y tú tendrás que aprender a adaptarte a esos cambios. A disfrutar de los buenos momentos, a soportar los malos, y a actuar para cambiar lo que no te guste.

Recuerda siempre esto, querido niño. No esperes que te cuide ni te traiga regalos nadie. Ni una cosa que se llama Estado, ni un señor con barbas, ni otro con coleta. Ellos no son ni reyes ni magos, y seguramente intentarán engañarte. Pero sólo lo conseguirán si cuando seas adulto sigues pensando como un niño.