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martes, 4 de diciembre de 2018

Pasarse de la raya (2)


No es que partidos como PSOE y Podemos hayan hecho mal en propugnar determinadas políticas. No pongo en duda su buena intención al pretender corregir ciertas actitudes. El problema no está tanto en el diagnóstico como en la sobredosis del tratamiento aplicado.

·        Es razonable tomar medidas para evitar que unos energúmenos asesinen a sus parejas, pero eso no se va a conseguir sustituyendo el viejo patriarcado por un matriarcado igual de opresor.
·        Es sensato aceptar que personas de otros países se instalen en España. Pero haciéndolo ordenadamente para trabajar y contribuir con su esfuerzo a la prosperidad general. No asaltando fronteras, no para vivir de subvenciones.
·        Es justo procurar que cada cual decida con quien se mete en la cama. Pero sin hacer creer a los niños que la naturaleza está loca y coloca penes y vaginas en las personas equivocadas.
·        Es civilizado tender a que no se maltrate arbitrariamente a los animales, pero sin olvidar que los humanos y los demás seres vivos formamos parte de una cadena alimenticia, y que pretender suprimir esa cadena es tan ingenuo como pretender eliminar la ley de la gravedad.
·        Es inteligente servirse del diálogo como método preferente para la resolución de conflictos. Pero sin perder de vista que el Estado tiene la legitimidad del uso de la fuerza cuando alguien rechaza todo diálogo que no pase por la aceptación incondicional de sus pretensiones.
·        Se entiende que desde una ideología de izquierdas se señalen los aspectos más negativos de los regímenes de derechas. Pero sin falsear la Historia, sin inculcar a los jóvenes el odio retrospectivo, sin intentar hacernos creer que regímenes como el de Nicolás Maduro son el Paraíso Terrenal en versión atea.

Respecto a los okupas reconozco que no se me ocurre ninguna razón de utilidad social para promocionarles, pero es posible que yo esté algo espeso. Pero otras iniciativas pueden ser defendidas con argumentos racionales. Es la exageración sistemática tanto en los diagnósticos como en las terapias los que terminan colmando el vaso de las amplias tragaderas de un pueblo, por confiado y manipulable que éste sea.

lunes, 3 de diciembre de 2018

Pasarse de la raya

¿Qué ha pasado en Andalucía? ¿Por qué en el principal semillero de votos del PSOE Susana Díaz y Pedro Sanchez han logrado su más estrepitoso fracaso? ¿Por qué Podemos y sus mil franquicias se han quedado con un palmo de narices? ¿Por qué un partido que se presenta sin complejos como de derechas ha logrado presencia institucional por primera vez desde 1977?

Habrá que analizar detenidamente los resultados, y no cabe duda de que encontraremos muchas variables en juego. Pero a primera vista, me parece que la explicación principal está en que a los partidos de izquierda se les ha ido la mano. Vamos, que se han pasado varios pueblos en su retórica.

De tanto dedicarse a declarar a los varones sujetos peligrosos y a las mujeres especie protegida. De tanto pretender que los okupas son patrimonio de la humanidad. De tanto bendecir a los inmigrantes. De tanto exigir la dignidad de los gatos y los derechos civiles de los perros. De tanto exaltar a los homosexuales al pedestal de la divinidad. De tanto insoportable discurso repitiendo sustantivos y adjetivos en masculino y en femenino. De tanto respetar a los musulmanes y despreciar a los católicos. De tanto asustar con el fantasma de Franco.

Creían haber encontrado un inagotable filón electoral. Pero se han pasado de la raya. Se han olvidado de aquella máxima que afirma que no es posible engañar a todos todo el tiempo. Y cuanto más burdo es el engaño, cuanto más groseras son las falacias, más probable es que la gente (incluso esa “gente” a la que tanto aluden) termine dándose cuenta de que les están tomando el pelo, y de que hay cosas más importantes para ellos que la paridad entre hombres y mujeres en los gobiernos, la dignidad de las golondrinas, las preferencias sexuales, o dónde demonios se archiva la momia de Franco. 

jueves, 8 de marzo de 2018

Brindo por ellas


Hoy quiero hacer un brindis por las mujeres. Por esas mujeres afganas, saudís, marroquís, etc., cuya vida transcurre a la sombra de un varón –padre, hermano, marido o hijo-, y cuyo estatus sólo está ligeramente por encima del de un camello o una cabra.

También brindo por esas mujeres españolas que consiguen desempeñar un trabajo remunerado, además de atender el hogar, educar a los hijos, cuidar a algún familiar anciano o enfermo.

Un tercer brindis por esa mitad de la población española que nunca se jubila del todo. Esas mujeres mayores que siguen llevando todo el peso de las tareas domésticas hasta el final de sus días, o hasta que el Alzheimer borra su memoria.

Y aún a riesgo de pasarme de tragos, brindaré también por todas esas mujeres que no se hacen las víctimas porque no lo son. Las que asumen con naturalidad las diferencias biológicas que la naturaleza impone, y las consecuencia que se derivan de ellas. Las que se sienten incómodas con tantas asociaciones de mujeres, talleres para mujeres, cursos para mujeres, concursos para mujeres, casas de la mujer e institutos de la mujer. Las que no necesitan de cuotas por sexo para demostrar su valía y ascender en su carrera profesional. Las que no ven a los hombres como enemigos sino como seres humanos con las mismas virtudes y debilidades que ellas. Las que no permiten que ningún varón se erija en su guía, su protector, su amo. Las que no admiten que ninguna feminista decida el guión de su vida.

Se me acaba la botella y no puedo brindar por las otras mujeres. Las que se recrean con su resentimiento, su amargura, su victimismo, su frustración o su odio. Estoy seguro de que ellas no necesitan mi brindis. Prefieren hacer una huelga. Generala, por supuesto.