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domingo, 28 de diciembre de 2014

Porco Governo

El Presidente Rajoy ha terminado el año intentando convencernos de que en 2014 las cosas han ido mucho mejor, y de que en 2015 saldremos de una profunda y prolongadas crisis. Y todo ello gracias a su gobierno, naturalmente.

Sin embargo, la percepción de la mayoría de los españoles es bien diferente. Casi todos los que han padecido de una u otra forma los efectos de este hundimiento económico están convencidos de que el único culpable de sus penurias ha sido el gobierno. Dependiendo de sus preferencias ideológicas, unos ponen el acento en la responsabilidad del gobierno actual, mientras que otros prefieren culpar de todo al de Rodríguez Zapatero.

Se trata de una constante invariable: los gobiernos se atribuyen los éxitos y achacan los fracasos a factores externos, como la situación internacional, el precio del petróleo, o la debilidad del euro. Y por su parte, los ciudadanos culpan siempre al gobierno de todo lo malo que suceda.

La autocrítica –como al general Aramada, el 23 de febrero- ni está ni se la espera. El resultado es un país de quejicas, en el que casi nadie asume su responsabilidad individual ni colectiva. La gente culpa al gobierno; el gobierno culpa a la oposición por no arrimar el hombro; y la oposición culpa a la gente por haber elegido ese gobierno. Se cierra el círculo sin dejar resquicio alguno para el análisis racional de los errores que unos y otros podemos haber cometido.

La consigna para 2015 no será diferente a la de los años anteriores. Seguiremos pensando que la culpa es de otros. Incluso cabe la posibilidad de que busquemos algún profeta para que haga milagros. Y así continuaremos sin tomar decisiones para cambiar cosas que sí podríamos hacer nosotros mismos. Pleuve, porco governó.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Borrachera de juventud

- Pues sí, David. En este país se impone un cambio generacional. Lo viejo ya no sirve, ha fracasado. Esa casta de políticos decrépitos es incapaz de sacarnoss de esta situación. En el gobierno tiene que haber gente joven, de menos de 30 años, con ideas nuevas, dispuestos a renovarlo todo.
- Ya... ¿Te refieres a gente como Viviana Aido y Leire Pajín, por ejemplo?
- Esas fueron excentricidades de Zapatero. Funcionarias del PSOE, un partido de viejos como Rubalcaba. Yo hablo de gente aún más joven, con ilusiones, con sueños, dispuestos a crear un país nuevo. Gente que no haya tenido tiempo de aprender los vicios de los malos políticos.
- Entonces, tampoco habrán podido aprender las virtudes de los Buenos políticos.
- Eso es igual. Ya aprenderán. Son jóvenes.
- Entonces, según tú, ¿la juventud lo arreglaría todo? Vamos a ver, Marta: dime una razón por la que un gobernante sea mejor que otro por el mero hecho de ser joven.
- Muy sencillo: es evidente que este sistema no funciona porque es viejo, así qué hace falta gente joven para implantar otro diferente.
- Estoy de acuerdo en lo primero. El sistema funciona mal, tiene muchos fallos, está oxidado. Hay que sanearlo, necesita reparaciones urgentes. Pero, si hubiera que reparar la Catedral de León o la Mezquita de Córdoba, ¿se lo encargarías a unos arquitectos que acabaran de terminar la carrera o a otros con amplia experiencia?
- ¡Hombre, no es lo mismo!
- No. No es lo mismo. Es infinitamente más complejo reformar un sistema en el que está en juego el porvenir, el bienestar, la educación y la salud de 40 millones de personas que restaurar un edificio, por muy monumento nacional que sea. Las consecuencias de los errores que se cometen son infinitamente más graves. Al fin y al cabo, las piedras no pasan hambre y los ladrillos no se matan entre sí.
La juventud es excelente para aprender idiomas, para jugar al fútbol, para tener hijos, o para bailar toda la noche. Pero cuando viajo a Nueva York voy más tranquilo si el piloto tiene miles de horas de vuelo a su espalda que si se trata de su primera experiencia al mando de un Airbús. Y si me tienen que operar del corazón prefiero que lo haga el cirujano que lleva 30 años en el hospital que el joven residente que acaba de empezar, por mucha illusion, mucho entusiasmo y muchos sueños que tenga.
Si la juventud fuera mejor para todo, ¿por qué no aplicar la fórmula para todo? Si la guerra va mal, pongamos a los reclutas al mando. Si la empresa tiene problemas, dejemos que los aprendices tomen las decisiones. Si la enseñanza no funciona, que impartan clase los alumnos.

Es posible que todas las sociedades del mundo se hayan equivocado al confiar en sus consejos de ancianos. Demos el poder a los adolescentes. Improvisemos un inmenso botellón, y perezcamos todos en una onírica borrachera de infalible juventud.

lunes, 1 de diciembre de 2014

La encuestocracia

En un interesante artículo, Carlos Martínez Gorriarán señala una de las perversiones fundamentales del comportamiento de los partidos políticos en España.

Teóricamente, un partido político es una organización orientada a gestionar lo público y a introducir los cambios legislativos que considera necesarios para obtener un determinado fin, en beneficio del conjunto de la sociedad.

Se entiende, pues, que las personas que forman cada partido realizan un diagnóstico de la situación, y elaboran unas propuestas encaminadas a lograr unos fines de interés general. Tanto el diagnóstico como los fines dependerán de la ideología de los miembros del partido en cuestión.

Sin embargo, ya desde el inicio de la transición política en España, este esquema se ha ido prostituyendo, de manera que el objetivo fundamental de los partidos tradicionales ha pasado a ser la ocupación del poder. El poder entendido como fuente de influencia, de privilegios, y de agencia de colocación para militantes, familiares y amigos.

Una vez establecido este objetivo espurio, la conquista del voto a cualquier precio es la consigna universal. En la lucha por el poder vale todo: el engaño, la traición, el soborno, y el abuso de la autoridad. Como si de cualquier empresa comercial se tratara, hay que ofrecer al cliente/votante el producto que mejor se adapte a sus necesidades o a sus caprichos.

Y es aquí donde entran en juego las encuestas. Estas herramientas demoscópicas son las que les dicen a los partidos qué es lo que quiere la gente, qué es lo que no les gusta, qué es lo que está de moda. Son así los gabinetes de comunicación y márketing de los partidos los que dictan qué es lo que tiene que proponer el partido y qué es lo que tienen que decir sus líderes.

Ya no se necesita un análisis profundo para hacer un buen diagnóstico de la situación del país. Ya no es necesaria la opinión de los expertos. Ya es superflua la reflexión y el debate interno que deberían dar lugar a la adopción de propuestas sensatas y realistas. Ya no hace falta diseñar políticas económicas, educativas, de infraestructuras o industriales a medio y largo plazo. Todo dependerá de lo que diga la encuesta de la semana.


La encuestocracia sustituye los principios y valores sólidos por la volubilidad del estado de ánimo de los encuestados. Elimina también la perspectiva de un futuro mejor para la nación. Para lancuestocracia, el futuro termina el día de las elecciones más próximas.

martes, 25 de noviembre de 2014

Luchar contra fantasmas

El pasado sábado, me encontré en la Plaza de España, de Zaragoza  con un inesperado despliegue de Policía Nacional y local. Me detuve a observar, viendo como desde el Coso Bajo se acercaba una pequeña multitud, escoltada por más coches policiales. Pronto pude oír las consignas que gritaban: “No pasarán”, “fuera fascistas de nuestros barrios”. En la pancarta se podía leer: “Barrios unidos contra el fascismo”. Ya en la plaza, una joven leyó un manifiesto contra todos los fascistas, y sin más incidentes se terminó el espectáculo, ante la indiferencia de los viandantes que iban a lo suyo.

Es sabido que hay personas que concentran todos sus afanes en una cuestión determinada. Gente que dedica todo su tiempo libre a preservar la vida de las ballenas, a la construcción de una escuela en una perdida aldea de Guatemala, o a combatir “el imperialismo yanqui”, o a impedir la construcción de una líenea de alta tensión.

Lo que resulta llamativo –y casi enternecedor- es constatar el entusiasmo que algunos ponen en luchar contra los fantasmas. En España están registrados varios partidos que podríamos denominar “fascistas”, y elección tran elección obtienen un respaldo ridículo por parte de la sociedad. A diferencia de otros países de Europa, aquí la crisis no ha aumentado el voto a partidos populistas de extrema derecha, sino de extrema izquierda. Tras la muerte de Franco, España quedó vacuanada contra el fascismo para muchas décadas.


Apenas un par de cientos de personas salieron el sábado en Zaragoza a “combatir” el fascismo. Quijotes que ven gigantes donde sólo hay molinos de viento. Obsesionados con una única idea. Refractarios a la realidad social que vivimos. Ciegos al devenir de la Historia. Nunca serán derrotados porque su enemigo es un fantasma. Hay gente que contra Franco era más feliz.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Violencia sin género


Esa es la noticia, tal como aparece en los medios de comunicación. Una vez más, una tragedia, un crimen, una familia destruida por la violencia.

Pero este hecho merece un análisis más profundo, que trasciende el drama de las personas directamente implicadas. Este asesinato de un ser humano por su cónyuge deja al descubierto el núcleo de la falacia más rentable para el feminismo radical: la llamada “violencia de género” o “violencia machista”.

Los potentes lobbys feministas enquistados en algunos partidos políticos han construido -con la ayuda de muchos medios de comunicación- la creencia de la “violencia Machista” es una terrible epidemia social que convierte a todas las mujeres en potenciales víctimas de la agresividad de todos los hombres. Sobre esa base se promulgó la única ley de violencia de género, la única que vulnera el principio constitucional de que todos los españoles son iguales ante la ley. Para la ley de violencia de género los hombres y las mujeres no son iguales. Ellas son siempre presuntas víctimas, y ellos son siempre presuntos culpables.

A partir de esa creencia social se ha creado un monumental entramado para proteger a las víctimas –siempre las mujeres-, que incluye juzgados especiales, policías especiales, servicios municipal municipales de atención especiales, pisos de acogida, campañas de información, programas de radio y televisión, y suculentas subvenciones a miles de asociaciones, de mujeres, naturalmente.
Tras una década de medidas especiales, el número de personas asesinadas por sus parejas se ha mantenido inalterable –en torno a 70 cada año- a pesar del esfuerzo y de los cientos de millones de euros que se destinan supuestamente a evitarlo.

Y ahora se produce un asesinato –presuntamente cometido por su pareja-, y que parece haber sido inducido por los celos. Un drama con todas las característica de la llamada “violencia de género”, excepto por el pequeño detalle de que la pareja estaba formada por personas del mismo sexo. La prueba definitiva –para el que lo quiera ver- de que el montaje feminista que se ha construido en España a partir de la violencia emocional es una completa superchería.

Las realidades son otras:
  • Cualquier asesinato es una tragedia. La sociedad y los estados deben procurar establecer los medios para prevenir, evitar, y en su caso castigar estos hechos.
  • En todos los países del mundo se producen asesinatos. Entre ellos figuran los que se cometen en el seno de parejas.
  • La tasa de mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en España es de las más bajas de Europa (6 casos por millón).
  • En torno al 20% de esos crímenes tienen como víctimas a hombres, algo que apenas se menciona, y que a nadie parece preocupar.
  • Aproximadamente el 25% de los hombres que terminan con la vida de sus parejas intentan suicidares a continuación.
  • Como sustrato de esas decenas de crímenes existen cientos de miles de casos de maltrato, que no terminan en asesinato, pero que suponen un terrible drama para las personas que los sufren –mayoritariamente mujeres, pero no exclusivamente mujeres.
  • Se debe prevenir –con medidas educativas-, y corregir y castigar los casos de maltrato –sean sus víctimas mujeres u hombres.
  • El origen de esos maltratos se halla en la dominación de un miembro de la pareja sobre otro, y en la concepción de las parejas en términos de posesión mutua.
  • Los factores emocionales de las relaciones de pareja son a menudo refractarios a los criterios de racionalidad, por los que tienen a desbordar lo que establecen las leyes y lo que dicta el sentido común.

Todo lo anterior puede resultar muy políticamente incorrecto. Pero es la realidad. Una realidad muy diferente a la que el feminismo radical ha logrado hacernos creer. Lo lamentgable es que mientras sigamos tratando de corregir una falsa realidad, cada año seguirán siendo asesinadas el mismo número de personas por sus parejas sentimentales.


viernes, 26 de septiembre de 2014

La guerra de la comunicación


Vivimos LA era de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Cada minuto se crean millones de imputs de información, noticias, eslóganes, fotos, vídeos, que recorren en menos d eun segundo el mundo entero. Para cualquier organismo –empresa, gobierno, partido político, asociación, etc.- la comunicación es casi más importante que la producción.

Para que la comunicación resulte eficaz no basta con que cada agente individual transmita impactos de información, aunque lo haga con la mejor de las voluntades. Es imprescindible que exista una estrategia global, que contemple unos objetivos primarios y secundarios, unos plazos temporales para alcanzarlos, y unos medios para llevarlos a cabo.

La comunicación es una guerra en la que cada organismo compite con otros. En consecuencia, no es suficiente con que los soldados disparen a su aire contra todo lo que se mueve. Hay que elegir ls armas –el mensaje-. Hay que decidir dónde se emplazan –el medio-. Y a veces hay que renunciar a tomar una posición –hay que sacrificar un pelotón- para ganar una batalla. A veces, incluso hay que retirarse de una batalla, porque el objetivo máximo es ganar la guerra. Dentro de la organización, la información ascendente es vital para que el Estado Mayor pueda diseñar la mejor estrategia.

Estas elementales pautas de la guerra de la comunicación no resultan fáciles de aplicar en las redes sociales, donde cada soldado se encuentra solo con su fusil. Pero, a veces, ese soldado puede echar a perder una batalla por haber disparado a destiempo, aunque haya conseguido abatir a un centinela enemigo. A veces, un soldado puede no entender por qué recibe la orden de replegarse en un momento dado. Pero el éxito de la guerra no depende sólo del valor individual -que es imprescindible-, sino de la acción bien coordinada de todo un ejército. 

martes, 23 de septiembre de 2014

Piensa un país: el sí y el no en Cataluña

Otra de las cuestiones que se abordaron en las Jornadas “Piensa un país” fue la de las tensiones secesionistas en Europa, con especial atención a los casos de Escocia y Cataluña.

En el caso español, no deja de sorprender la velocidad con la que han crecido los impulsos separatistas en Cataluña. Es conocido que el nacionalismo catalanista viene de muy lejos, pero siempre se había plasmado en la obtención de privilegios respecto a otras regiones de España. Sin embargo, en unos pocos años se ha convertido en algo exigido por una parte muy significativa de la población de Cataluña.

Probablemente el impulso que dio el inolvidable Rodríguez Zapatero al nuevo estatuto de Cataluña propició la aceleración del proceso. Pero sigue siendo llamativo su desarrollo exponencial en los últimos dos años. Habría que contar también con el efecto de una asimetría en cuanto a la expresión en Cataluña de las posiciones favorables y contrarias a la independencia.

Los costes sociales de manifestar públicamente la oposición a la separación del resto de España son muy distintos de los de declararse partidarios de la misma. Un hipotético referéndum sobre esta cuestión podría tener dos resultados: la aceptación o el rechazo a la ruptura. En el primer caso, los partidarios de la independencia habrían conseguido sus objetivos. En caso contrario quedarían como unos esforzados patriotas que no habían logrado sus objetivos, por el momento, naturalmente.

Pero ¿qué pasa con los partidarios de que Cataluña continúe formando parte de España? Si el referéndum resultara negativo para la independencia, tendrían que seguir soportando la presión de los nacionalistas, que en ningún caso iban a abandonar sus pretensiones. En cambio, si llegara a proclamarse la independencia, los que se hubieran opuesto a ella pasarían automáticamente a ser vistos como enemigos de Cataluña, y en muchos casos más les valdría abandonar la región.

Es evidente, pues, que los catalanes que quieren continuar en España tienen mucho que perder en esta disyuntiva, mientras que los nacionalistas no arriesgan nada. Esto puede ayudarnos a entender su silencio ante lo que se viene produciendo. Y cuando sólo se oyen con fuerza las voces de unos, no es de extrañar que cada vez sean más los que se sumen a la corriente aparentemente predominante.


lunes, 22 de septiembre de 2014

Piensa un país: la vaselina fiscal

En las jornadas "Piensa un país", organizadas en Gijón por UPyD, se han abordado interesantes cuestiones relacionadas con la razón de ser de este partido: regenerar la democracia en España. Una de las ponencias trató sobre la necesidad de una reforma fiscal.

Puede que uno de los cambios más fundamentales que habría que introducir fuera el de terminar con la deliberada invisibilidad de los impuestos. Podríamos resumir la actividad de cualquier gobiernos en dos grandes apartados, directamente relacionados entre sí: por un lado la recaudación de impuestos desde los bolsillos de los ciudadanos, y por otro el empleo de ese dinero gastándolo de un modo u otro.

Tanto el modo de recaudar como el destino del gasto son los factores que diferencian a unos gobiernos de otros. Sin embargo, todos los gobiernos, de todos los partidos, coinciden en un máximo esfuerzo, el de destacar las bondades de todos los gastos que realizan. Y, curiosamente, también todos los gobiernos, de todos los partidos, coinciden  en hacer que la actividad recaudatoria sea lo más invisible que se pueda.

Las retenciones del IRPF en las nóminas están calculadas para que en la mayoría de los casos la declaración anual resulte “a devolver”. Una vez cumplimentada la declaración, el contribuyente busca la casilla más importante, la del resultado. Si se encuentra con que la Agencia Tributaria le tiene que abonar 50 euros, respirará aliviado, y apenas se fija en que esa devolución se produce después de haberle retenido 5.000 euros a lo largo del año. Si le preguntamos a cualquiera, recordará lo que ha tenido que pagar o lo que le han devuelto en junio. Pero casi nadie sabría responder con cuanto dinero ha contribuido en el conjunto del ejercicio.

Algo similar ocurre con IVA. Somos muy conscientes de que lo pagamos cuando nos presenta la factura  de la reparación del coche, pero pasa completamente inadvertido en la mayoría de los productos que consumimos diariamente. En los rótulos de las estanterías de El Corte Inglés o de Carrefour aparecen unos precios "limpios", sin ninguna mención al importe que no corresponde al valor del producto, sino a lo que el Estado se lleva para sus gastos.

Son impuestos con vaselina, que pagamos sin darnos cuenta. La consecuencia no es irrelevante, ya que anestesia la conciencia fiscal, y la vigilancia crítica sobre los gobiernos. Los ciudadanos se fijan solo en los beneficios del gasto del Estado, y exige más y más gasto.

Un gobierno que de verdad quisiera regeneral la democracia debería empezar por hacer más visible todos los impuestos, por ejemplo hacienda que en todos los precios de cualquier establecimiento se publicaran netos, y que al llegar a caja se añadiera de forma ostensible el impuesto correspondiente.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Alianzas: calidad o cantidad

Las pasadas semanas se ha producido un debate respecto a la posible alianza entre UPyD y Ciudadanos. Son muchas las personas que han votado a una de las dos formaciones, y que piensan que si concurrieran juntas a las elecciones, obtendrían más representación, lo que les permitiría introducir algunas de sus propuestas en la escena política.

Este es el enfoque cuantitativo del asunto, y está directamente relacionada con nuestra ley electoral: . Si dos partidos (A y B) obtienen un millón de votos y cuatro diputados cada uno, presentándose en coalición obtendrían dos millones de votos. Pero a causa del tamaño de las circunscripciones electorales, el número de diputados ya no serían ocho, sino probablemente de diez a quince.
El cálculo es bastante acertado –aunque también habría votantes de uno de los dos partidos que no votarían si concurrieran con el otro-. Por lo tanto, puede afirmarse que una alianza o coalizción entre UPyD y Ciudadanos obtendría unos resultados significativamente mejores que si concurren por separado.

También podemos abordar la cuestión desde un enfoque cualitativo. No se trataría ya de penar en el número de diputados, sino en para qué se quieren esos diputados. En el caso de UPyD la respuesta es nítida: para regenerar la democracia en España.

Cuando se fundó UPyD en 2007, en España no hacía falta otro partido. Lo que se necesitaba (o eso pensaron los fundadores de UPYD) era un partido diferente a los ya existentes. No se creó el partido sólo para hacer otras políticas, sino, sobre todo, para hacer política de una manera completamente diferente a lo que se ha hecho durante estos últimos 35 años.

En UPyD creemos que para regenerar la política hay también que regenerar la sociedad. Las personas que componen los partidos políticos no son marcianos, sino españoles corrientes, con todas sus virtudes y todos sus defectos. En esta situación, el papel de los partidos tiene que ser absolutamente ejemplarizante. Tienen que demostrar con el ejemplo que una democracia sana no puede sobrevivir en un caldo de cultivo de opacidad, de mentiras, de compadreos, y de corrupción. Los partidos no deben ser maquinarias para obtener el poder y ejercerlo en su propio beneficio, sino meros instrumentos al servicio de los ciudadanos.

De ahí la importancia de preservar los principios que inspiraron la fundación de UPyD. Porque lo más valioso de este partido no son sus propuestas programáticas, sino sus valores y sus principios. Por eso debe exigir unos requisitos innegociables a cualquier partido que aspiere a una alianza con esta formación.


Si tenemos media copa de buen vino de crianza, y la rellenamos con vino peleón, es cierto que tendremos una copa entera. Pero ya no será un buen vino. Lo que España necesita no es un grahn partido más, sino un partido completamente distinto. Que sea grande o pequeño, serán los españoles quienes lo tendrán que decidir..

miércoles, 20 de agosto de 2014

El "autoritarismo" de UPyD y el ejército de Pancho Villa

En un artículo de Francisco Sosa Wagner publicado en El Mundo, el diputado por UPyD en el Parlamento Europeo denuncia a UPyD de “prácticas autoritarias”. La acusación no es novedosa. Es la muletilla favorita de todos los detractores de UPyD, el argumento comodín que utilizan tanto los partidos adversarios, como los medios de comunicación hostiles, o los afiliados del partido que no han logrado hacer valer sus opiniones o no han logrado el apoyo de sus compañeros.

Sorprende, eso sí, que a Sosa Wagner le haya pasado inadvertido ese autoritarismo durante los cinco años en que ha defendido las ideas de UPyD en Europa, durante los debates del II Congreso de UPyD, y durante el proceso de elecciones primarias al que concurrió libremente, y en el que obtuvo el apoyo de una amplia mayoría de los afiliados.

En mi opinión, lo que subyace bajo este debate es una perversión conceptual de las muchas que enturbian el panorama político en España. Se trata de la confusión entre “autoridad” y “autoritarismo”, posiblemente heredada de los tiempos de la dictadura franquista.

Un sistema democrático se caracteriza por la existencia de procedimientos reglados para asegurar la representatividad. En un partido político son los afiliados los que deciden las posiciones políticas que defenderá la organización, y así ocurre en los congresos de upYd. Son también esos afiliados los que eligen a los órganos de dirección del partido, cuya misión consiste precisamente en aplicar las resoluciones que han tomado los afiliados.

Esos órganos ostentan, por tanto, la legitimidad para ejercer la autoridad dentro del partido, velando por el cumplimiento de las líneas establecidas. Líneas y órganos que son renovados periódicamente, también mediante procedimientos reglados en los que pueden participar todos los afiliados sin restricción alguna. Y mientras dura el mandato de los órganos y están en vigor las resoluciones, los cargos directivos del partido tienen la obligación de ejercer la autoridad que se les ha encomendado para asegurar el cumplimiento de lo acordado por los propios afiliados.

Si se ignora esto, si se califica de “autoritarismo” lo que es la práctica legítima de la autoridad, ¿cuál es la alternativa? Para unos puede ser el modelo asambleario, en el que las soflamas vibrantes sustituyen a la frialdad del voto secreto. Para otros la autoridad carismática de u líder mesiánico al que sigue un apacible rebaño. Los viejos partidos en España parecen haber optado más bien por el compadreo, el intercambio de favores, y las conspiraciones internas.

Si queremos unos partidos diferentes que puedan prefigurar una España diferente, es necesario devolver al concepto de “autoridad” la función que le corresponde. Despestrigiar la “autoridad” tachándola de “autoritarismo” no nos hará convertirnos en una democracia avanzada, sino en algo más parecido al ejército de Pancho Villa.

lunes, 23 de junio de 2014

Papá, mamá, y el doctor


Había una vez una sociedad sana controlada con mano de hierro por un padre autoritario, inflexible y cruel. Él decidía lo que la gente podía hacer y lo que debía pensar, sin consultarles nunca, y castigando sin piedad cualquier asomo de rebeldía. Nunca le preocuparonlous sentimientos del pueblo.

A la muerte del dictador, se hizo cargo de la desamparada nación la madre, que había soportado cuarenta años de obligado silencio. Esta abnegada mujer -a la que todos llamaban Democracia-, se propuso compensar a sus hijos de la opresión padecida durante cuatro décadas. Convencida de que el difunto padre había encarnado todo lo peor, se afanó en hacer todo lo contrarto que aquél.

Les dio la mayor libertad y les consultaba con regularidad. Antes de tomar ninguna decisión averiguaba cuáles eran sus deseos y se plegaba a ellos.. Resultó ser una madre sentimentaloide, sobrerprotectora y permisiva, cuyo único anhelo era obtener el cariño de sus hijos,  y que la felicitaran cada cuatro años, y le regalaran millones de votos. Para ello no dudó en engañarles, diciéndoles siempre lo que ellos querían oír, prometiéndoles lo imposible, y aceptando todos sus caprichos.

No era una buena madre, no era una buena democracia. Y aquella sociedad sana fue enfermando poco a poco. Creció creyendo que era posible la libertad sin responsabilidad, los derechos sin obligaciones, la prosperidad sin esfuerzo. Confundió la igualdad de oportunidades con la igualdad de capacidades, el Estado del Bienestar con su bienestar a costa del Estado,  la Historia con la histeria, las ideas con los catecismos, y las personas con los territorios.

Un padre tiránico y una madre claudicante y embustera dieron lugar a unos hijos permanentemente insatisfechos, exigentes y egoístas. Se miraban con recelo, se culpaban unos a otros, y pugnaban por apropiarse para su beneficio de algún jirón, de algún escombro, de lo que quedaba de aquello que había sido una nación sana.

Pasó la hora de los padres tiránicos y de las madres claudicantes. Peor aún sería ponernos en manos de profetas, brujos o curanderos que dicen tener formulas mágicas que todo lo curan. Una nación enferma necesita la asistencia de una nueva clase de políticos. Políticos que actúen con mentalidad galénica. Capaces de trabajar junto a otros para establecer un diagnóstico certero, pensando en el enfermo y no en su carrera. Dispuestos a mirar de frente al paciente y comunicarle el diagnóstico sin ocultarle su gravedad. Hábiles para determinar el trtamiento preciso. Empáticos para explicárselo al enfermo. Firmes para obligarle a seguirlo. Sensibles para comprender los dolores de la enfermedad.

La alternativa es seguir aplicando paños calientes, y dejarlo morir.

sábado, 24 de mayo de 2014

La señora Martínez

La señora Martínez se revolvía inquieta en su silla del restaurante. Era la cena anual de los compañeros de su empresa, y se iba a celebrar en un local que le desagradaba especialmente. No le gustaba la decoración, ni los dueños, ni la cocina, ni el personal.

La costumbre en estas cenas era pedir una serie de platos de la variada carta, para compartirlos entre todos, y cada cual sugirió el plato que más le gustaba. Pero la señora Martínez estaba a disgusto, y no quiso proponer ninguno. Los demás compañeros terminaron poniéndose de acuerdo, y al poco rato fueron llegando los platos a la mesa.

La señora Martínez tuvo que comer lo que habían pedido los demás, y al final de la cena pagó la parte que le correspondía. Con mucha desgana, pero tuvo que pagar.


La señora Martínez no irá a votar el 25 de mayo. No le gusta el sistema, no le gusta la carta de partidos. La señora Martínez tendrá que comerse lo que hayan votado los demás, y tendrá que pagar lo mismo que los demás.

miércoles, 23 de abril de 2014

Lo que nos dice la encuesta en Aragón

La encuesta de A+M publicada hoy por Heraldo de Aragón desvela lo que votarían los aragoneses si hubieran elecciones autonómicas hoy. En una lectura más profunda revela también la actitud de los ciudadanos hacia los partidos políticos en este momento.

Las cifras nos muestran que las dos formaciones que han venido relevándose en la cúspide del bipartidismo durante 35 años –PP y PSOE- perderían en conjunto un 11,53% de sus votos. Por su parte, los dos partidos de corte nacionalista –PAR y CHA- serían abandonados por el 20,79% de los que les votaron en 2011.

Por el contario, IU aumentaría su respaldo en un 50,65%, y UPyD daría un salto espectacular con un incremento del 271,30%. Serían, junto al voto en blanco y la abstención (con un 26,66% y un 44,30% respectivamente) los únicos partidos que mejorarían sus resultados.

Se confirma, al igual que en el resto de España, que son muchos los aragoneses que ya se han hartado de entregar su voto a los dos grandes partidos que han venido demostrando que no son sino las dos caras de una misma moneda. También se observa –a diferencia de lo que viene sucediendo en la vecina Cataluña, que los ciudadanos de Aragón dan la espalda a los cantos de sirena nacionalistas, conscientes de que Aragón tendría un futuro muy incierto si no es dentro de una España unida en una Europa fuerte.

Las alternativas que elegirían esos ciudadanos son dos opciones muy distintas entre sí. Hacia IU se inclinarían los que creen en la utopía, y ven en ese partido una opción poco manchada por la corrupción; con unos ideales quizá algo ingenuos; pero que buscan un mundo mejor para todos, aunque la experiencia en la URSS, Cuba o Corea del Norte hayan demostrado que la aplicación de esos ideales resulta mucho menos idílica de lo que se esperaba.

UPyD aparece con fuerza como la otra alternativa al hastío provocado por unos partidos burocratizados, derrochadores, y más ocupados de sus propios intereses que de los de los ciudadanos. En sus casi siete años de existencia ha venido manteniendo una línea coherente. Sus líderes eluden lo “políticamente correcto”, y se entiende lo que dicen. Se han convertido en los abanderados de la lucha contra la corrupción, y proponen políticas realistas orientadas al interés general. Si se confirma que son capaces de ser un partido diferente, que hace política de una manera diferente, podrían llegar a ser la clave para la regeneración democrática que España y Aragón necesitan.

viernes, 21 de marzo de 2014

El frescor salvaje de la cremallera

Hace unos años, una conocida marca de jabones lanzó una potente campaña publicitaria en la que destacaba que su producto tenía “el frescor de los limones salvajes del Caribe”. Como en tantas otras estrategias comerciales, se trataba de colocar una etiqueta llamativa –en este caso exótica- en un producto que no tiene nada relevante que lo distinga de los demás.

Me he acordado de aquellos anuncios al ver cómo el PSOE ha presentado las bondades de su candidatura al Parlamento Europeo, presumiendo de que se trata de una “lista cremallera”. Es decir, en la se van alternando sucesivamente una mujer y un hombre desde el principio hasta el final.

Nuevamente, este partido desorientado, que trata de encontrar una identidad perdida y un líder que le guíe a la tierra prometida del poder, recurre a un truco de prestidigitación y marketing, aparentando que saca un conejo de una chistera que está completamente vacía.

Colocar a hombres y mujeres alternos en una candidatura es tan irrelevante como ordenarlos según su estatura: el más alto de número uno, y el más bajito en último lugar. Venderlo como un gran logro y un avance democrático es, sencillamente, una estafa y un insulto a la inteligencia de los electores.

Sin embargo, no faltarán ciudadanos que se dejen hipnotizar por el truco. Deslumbrados por la apariencia, olvidarán que los limones salvajes del Caribe pueden ser apestosos si están en estado de descomposición.

viernes, 7 de marzo de 2014

Las lanzas fiscales

En este batiburrillo de autonocracias en que se ha convertido España, se ha declarado una nueva guerra, esta vez a cuento de las llamadas “balanzas fiscales”. Este falaz concepto fue un invento de los nacionalistas catalanes, y bastaría saber quién lo inventó para saber que no podía traer nada bueno para la unidad de España.

La cosa consiste en sumar los impuestos que pagan todos los ciudadanos y empresas de una región, y compararlo con todo lo que esa región recibe como financiación por parte del Estado. En esa comparación se constatan aparentes desequilibrios, que permiten abonar la flor envenenada del victimismo, que tan bien cultivan todos los nacionalistas.

La falacia consiste en dar a entender que son los territorios los que pagan impuestos, cuando los que lo hacen son los ciudadanos. Ni Cataluña ni Aragón “pagan” impuestos al Estado. Es cada aragonés y cada catalán los que pagan, siempre dependiendo de sus ingresos. Y a causa de la función redistributiva de las políticas fiscales, el resultado es que los catalanes ricos pagan más que los catalanes pobres, al igual que los aragoneses ricos pagan más que los andaluces pobres.

Discutir sobre balanzas fiscales es un sinsentido porque el planteamiento está viciado de origen. Es imprescindible que España disponga de un sistema de financiación autonómica que refuerce la responsabilidad fiscal, evitando el modelo actual en el que los ciudadanos perciben que el avaricioso Estado central les quita los impuestos del bolsillo, mientras las bondadosas administraciones autonómicas les construyen polideportivos y escuelas.

Un sistema que contemple el coste unitario de los servicios que se prestan, lo que debe contemplar que es más caro prestar atención sanitaria a una población dispersa que a otra concentrada en una gran ciudad. Un sistema definitivo que proporcione seguridad jurídica, y que termine con esa subasta en la que todos quieren arrancarle al Estado un trozo de tarta mayor que la del vecino.

Más que una balanza, la fiscalidad se ha convertido en una lanza. En un arma más con la que las diferentes regiones se amenazan unas a otras, como ocurre con las lenguas, los ríos, o las grandes infraestructuras. Es imprescindible que el Estado asuma su responsabilidad en la coordinación del conjunto, si no queremos convertirnos en una nación de agraviados que recelan permanentemente unos de otros. Algo que les viene como un guante a los nacionalistas.


lunes, 24 de febrero de 2014

A mí, que me registren

Dicen que en España tenemos la juventud mejor formada y con más alta capacitación de la Historia. El número de universitarios es tan elevado que el mercado laboral no es capaz de ofrecer a todos un puesto apropiado a sus conocimientos. Aproximadamente uno de cada tres camareros o vendedores son licenciados en Derecho, en Periodismo, o en Psicología.

Paradójicamente, en esta sociedad tan culta y tan bien formada, a la hora de asumir responsabilidades, sólo se percibe ignorancia, y nadie sabe nada. “A mí, que me registren” es la frase que mejor representa la actitud social ante los errores, las irregularidades, y los delitos. Empezando por la infanta Cristina, que parece haber olvidado hasta la fecha de su boda con Iñaki Urdangarín.

En relación con la crisis económica, cuando algún economista afirma que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, todos y cada uno de los ciudadanos responden indignados: “¡yo no he vivido por encima de mis posibilidades!”. Nadie, absolutamente nadie, admite haber adquirido y disfrutado de bienes o servicios con un dinero que no tenía.
Y, por supuesto, nadie asume ninguna responsabilidad por haber apoyado con su silencio cómplice las excentricidades de gobiernos -nacionales y autónomos- y de alcaldes, cuando gastaban decenas de miles de millones en construir aeropuertos sin aviones, líneas de AVE sin pasajeros, autopistas sin coches, polideportivos sin atletas, o salones de congresos sin ocupantes. Tampoco nadie dijo nada mientras se repartían a granel subvenciones y ayudas económicas como si el dinero cayera del cielo.

Nadie sabe nada, nadie recuerda nada. Todo el mundo ha olvidado que refrendó con su voto los insensatos dispendios de ministros, consejeros y alcaldes de todos los partidos. Como señaló Popper, "la democracia no está diseñada para elegir a los mejores. Pero sí que sirve para apartar del poder a los malos gobernantes". Claro que a pesar de tener la población más culta, la obra de Popper no figura entre los best-sellers del momento.


lunes, 10 de febrero de 2014

Cazando gamusinos

Los gamusinos son unos animales imaginarios que sirven como motivo para gastar bromas a los niños, o para tomar el pelo a cazadores novatos. Se les dice que el gamusino es muy esquivo, y se les enseñan ciertas "técnicas" que supuestamente sirven para descubrirlos en la oscuridad de la noche.


Así la víctima se pone a recorrer el terreno haciendo ruidos y gestos ridículos que le han enseñado los "expertos", mientras estos se parten de risa a su costa.
Creo que nada se parece tanto a esa vieja tomadura de pelo como el monumental entramado de cursos, talleres y planes de formación para el empleo. MInisterios, CC.AA., y ayuntamientos destinan a esto miles de millones cada año. Una suma astronómica que va a parar a sindicatos, patronales, academias y entidades varias, que se deben partir de risa viendo como decenas de miles de incautos buscan en las tinieblas unos puestos de trabajo que no existen.


Porque la razón de que en España haya más de cinco millones de desempleados no es que no sepan trabajar. Es que no hay empresas que necesiten contratarles. Cabe preguntarse si no sería más efectivo destinar esos miles de millones a formar empresarios en vez de a formar trabajadores; a crear empleos en vez de a crear buscadores de empleo. A repoblar el monte con especies vivas de caza, en vez de poner a la gente a buscar gamusinos

lunes, 27 de enero de 2014

Lejìa, estropajo, y jabón

Mes tras mes los barómetros del CIS señalan que la corrupción y el fraude suponen, después del paro, el principal problema que padece España. En torno al 40% de los encuestados consideran que es el problema más grave.

Los ciudadanos se debaten entre la indignación por el elevado número de casos de corrupción que van apareciendo, y la resignación ante un estado de cosas que parece consustancial con las prácticas políticas. Parece que las conductas fraudulentas se han convertido en España en algo endémico. Un mal que todo el mundo condena, pero que nadie sabe cómo erradicar.

Todo el mundo parece creer que la corrupción es cosa de otros. Sin embargo, es cosa de todos. Porque todos podemos estar practicando pequeñas corruptelas en nuestra vida cotidiana, y porque todos tenemos la obligación de combatirlas. Las nuestras y las de las personas de nuestro entorno.

Hemos llegado a esta situación por la combinación de tres versiones diferentes de corrupción: personas potencialmente corruptas, que se mueven en una sociedad corrupta que lo tolera, y con un sistema político-institucional que lo facilita.

España necesita lejía, estropajo y jabón. Lejía para desinfectar partidos, sindicatos e instituciones. Jabón para limpiar la suciedad que existe en las conductas individuales: la picaresca general y los pequeños fraudes. Y estropajo para arrancar los nidos de paràsitos que prosperan a costa de lo público.

martes, 21 de enero de 2014

La gamonalita


Los investigadores sociales de la universidad de La Barricada han descubierto una nueva sustancia. Se trata de la gamonalita, un compuesto cuyos efectos inmediatos más visibles son la capacidad de anular las decisiones tomadas por ayuntamientos que han sido elegidos libremente por los ciudadanos.

Para su fabricación se necesita un cabreo latente en una parte de la población, el apoyo interesado de los partidos que aspiran a sustituir a los que ahora gobiernan, y la actuación decidida de una minoría violenta, todo ello sazonado con fuertes dosis de populismo y demagogia.

Una vez se dispone de esos materiales, sólo se necesita un desencadenante que haga saltar la chispa en ese compuesto altamente inflamable. Puede ser la urbanización de una calle, la construcción de una línea de tranvía, o el cierre de un hospital. Eso es lo de menos.

Seguramente, los vecinos del barrio burgalés de Gamonal tienen razones de peso para no querer las obras que había decidido su ayuntamiento. Probablemente no es una remodelación lo que más necesita Burgos en estos momentos. Pero el proyecto estaba en el programa de todos los partidos –excepto en el de UPyD-, y una abrumadora mayoría de burgaleses habían votado a esos partido.

Pero la principal característica de la gamonalita es su capacidad destructiva de los principios democráticos. Cuando una sociedad admite que unos contenedores ardiendo representan mejor al pueblo que unas urnas selladas, está admitiendo también la inutilidad de las urnas. Una docena de contenedores de basura cuestan mucho menos dinero que unas elecciones libres. Sustituir la voluntad democrática por la dictadura del más fuerte, del que más grita, o del que más escaparates destroza es una opción política. Pero resulta paradójico que prefieran esa opción aquellos que día sí y día también se declaran enemigos irreconciliables de una dictadura que terminó hace casi 40 años.

lunes, 13 de enero de 2014

Programa, conciencia y pesebre

El pasado martes la diputada del PP, Celia Villalobos, pidió, en la Comisión Ejecutiva de su partido, libertad de voto en la reforma de la ley del aborto. Una petición que nos hace reflexionar sobre otra de las perversiones que aquejan al sistema político, y que lo convierte en partitocrático en lugar de democrático.

La Constitución establece que los diputados no estarán sometidos a mandato imperativo, con la intención de que puedan ejercer la representación directa de los ciudadanos que les han elegido.  Por otra parte, los candidatos a diputado se presentan en una lista avalada por un partido determinado, lo que implica que asumen como propias las propuestas del programa electoral de ese partido. En consecuencia, cada diputado se debe en primer lugar al programa, y en segundo lugar a su conciencia, en todo aquello que no esté especificado en el programa.

Sin embargo, en la práctica, los diputados se limitan a votar lo que en cada caso les indica su jefe de grupo, en aplicación del principio aconstitucional de "disciplina de voto". Saben que nadie podría impedirles votar de manera diferente, pero también saben que si lo hicieran su partido no volvería a incluirles en la siguiente candidatura, ni serían designados para cargo alguno.

Con el sistema actual de listas cerradas y bloqueadas los aparatos de los partidos secuestran la democracia, apropiándose de la lealtad que los legisladores deben al programa, a sus electores y a su conciencia. Por su parte, muchos diputados venden su dignidad al partido a cambio de la expectativa de disfrutar de un buen pesebre durante muchos años.


Y los electores regalan su soberanía cuando entregan ciegamente su voto a unas siglas, sin preocuparse mucho de conocer los programas, ni la integridad de los candidatos que figuran en la lista.