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jueves, 30 de abril de 2015

Vendiendo telas por España


Vendiendo telas
Ayer asistí en representación de UPyD a una mesa policía organizada por la Red de Entidades de Inclusión Social. Se trataba de conocer las propuestas de los diferentes partidos políticos en relación con esta importante cuestión.

Estábamos presentes también representantes del PSOE, PP, IU, CHA, PAR, y Podemos. Como era de esperar, todos explicaron que tenían propuestas para terminar con la pobreza, la exclusión social, los desahucios y la pobreza infantil, aunque ninguno de ellos dijo de dónde pensaban sacar el dinero para todas las ayudas que pensaban dar.

Como detalles curiosos, CHA e IU declararon que “no estaría mal sovietizar el sistema bancario aragonés”. Y el señor Echenique, de Podemos, dijo que era una falacia hablar de los pequños defraudadores, ya que el 70% de lo que se defrauda a Hacienda lo hacen los más ricos. Según eso, a Podemos le parece muy bien que se dejen de ingresar unos 12.000 millones de euros anuales, siempre que los que cometen el fraude sean fontaneros, peluqueros, o dueños de pequeños bares.

Pero lo que4 me pareció más significativo fue la ausencia de representantes del partido de Albert Rivera, que no asisten a ninguno de los debates políticos que se están celebrando a docenas estos días en Aragón. ¿Por qué no envían a nadie? ¿No tienen propuestas que hacer? ¿O no tienen a nadie que sepa exponerlas con solvencia?

Pensando en ello, uno se da cuenta de que el partido que en este momento aparece en las encuestas como la gran revelación sólo es un líder y una marca. La formación que pretende dibujarse como la gran esperanza para España no es más que un reducido equipo que diseña estrategias desde Barcelona, y un líder que recorre toda España vendiendo su producto. La traslación a la política del antiguo esquema del negocio del textil: una fábrica en Cataluña y un mercado en el resto del país.

En Aragón sólo hay una sucursal con empelados de tercer nivel. Una improvisada cabeza de cartel electoral, y unos pocos afiliados que, además, se han visto desplazados por  paracaidistas provenientes del PAR y de UPyD en busca de oportunidades.

El partido Ciutadans disfrazado de Ciudadanos y su líder, Albert Ribera, que lleva meses recorriendo España predicando una nueva ética política. Una ética que no le impide dedicar el 100% de su tiempo a promocionar su partido, mientras continúa cobrando el sueldo de parlamentario que le pagan los catalanes. Un buen indicador del valor real de su ética. Un mal presagio de lo que podría ser su labor en las instituciones aragonesas, si llegan a ellas.


martes, 28 de abril de 2015

UPyD contra el viento


¿Qué le ha pasado a UPyD para que siendo el partido más, transparente, coherente e innovador, se le haya vuelto el viento de cara, al menos en Andalucía? Los detractores de UPyD lo atribuyen a errores estratégicos y de comunicación de la dirección nacional. Pero ¿bastarían esos errores para explicar el giro de las expectativas electorales?

Para entender lo ocurrido hay que considerar el fenómeno que Durkheim llamaba “efervescencia colectiva”. Algo como un viento que supla con fuerza en la misma dirección durante el suficiente tiempo como para inclinar todo un bosque en esa dirección, y que genera un sentimiento compartido por la sociedad. Al igual que ocurre con las modas en el vestir, no es una decisión racional, sino el resultado de unos desencadenantes en un ambiente social propicio.

Ël desencadenante ha podido ser una profunda crisis económica, una interminable cadena de casos de corrupción política, y el alejamiento de los partidos tradicionales de los problemas de la gente. Todo ello ha hecho surgir la necesidad de un cambio radical en la política. Ese cambio podría haberse orientado hacia el totalitarismo de uno u otro signo, hacia el anarquismo, hacia la religiosidad, o hacia la desestabilización revolucionaria.

Sin embargo, el viento ha soplado en una dirección sin precedentes históricos: una parte significativa de la población ha pensado que la solución a sus problemas llegará de la mano de la juventud. Una creencia irracional que no se apoya en ninguna lógica. Pero ¿acaso tiene lógica que a todo el mundo le gusten al mismo tiempo los pantalones “campana”?

UPyD se ha encontrado con este viento de cara, y sus siete años de coherencia, de trabajo riguroso en las instituciones, de transparencia, de democracia interna, de acciones legales contra la corrupción, han quedado eclipsados por la retórica de unos jóvenes líderes de partidos embrionarios que no pueden alegar nada de lo anterior en su pedigree.

En una reciente intervención ante el Consejo Político, Rosa Díez dijo a loa asistentes: “Recordad que tenemos que seguir diciendo siempre lo que creemos más beneficioso para los eapañoles. Y lo tenemos que decir sin pensar en si eso nos da o nos quita votos”. Pues parece que esa honestidad ética, ese amor a la verdad impulsado por una líder que ya ha cumplido los 60 se encuentra ahora frente al viento que sopla en alas de la juventud.

Dentro de mes y medio los aragoneses decidirán. Pero sea cual sea su veredicto, la gente de UPyD, los que no hayamos sido arrastrados por el viento, seguiremos durmiendo con la conciencia tranquila. Después de todo, los aviones despegan con más seguridad cuando tienen el viento de cara. Sin olvidar que otra característica del viento son sus inesperados cambios de dirección.

sábado, 25 de abril de 2015

Análisis de una espantada

Lo ocurrido en UPyD de Aragón merece una reflexión. En una reunión con afiliados, los coordinadores de Aragón y Zaragoza anunciaron su intención de integrarse en una “plataforma” con el objetivo de formar parte de las candidaturas del partido de Albert Rivera. No es el primer caso –ni el último- en que un político cambia de bando, bien por convicción o por interés personal.

Afirmaron que el paso que iban a dar no suponía dejar la militancia en UPyD –cosa que sabían que era imposible-. Y también afirmaron que los que quisieran seguirles sólo tendrían que entrar en la página web de la plataforma para inscribirse. Yo no he podido encontrarla todavía.

Pero lo interesante es el hecho de que un buen número de afiliados de UPyD, gente honrada, leal, con valores y principios éticos, y que había venido trabajando durante meses en pro del partido, se sumó a la aventura personal de los dirigentes. ¿Por qué secundaron entonces a unos líderes cuyo objetivo declarado era el de ser candidatos por otro partido?

La explicación entra de lleno en el ámbito de la psicología social, y tiene más que ver con las emociones, los apegos y los sentimientos de pertenencia que con el frío cálculo político. Todas esas personas se habían afiliado meses o años atrás movidos por el noble deseo de cambiar España para mejorarla. Prácticamente ninguno conocía a los coordinadores cuando solicitaron afiliarse. Sólo conocían a Rosa Díez y sobre todo las ideas y valores que venía defendiendo a través de UPyD.

Pero su relación con el partido se produjo a través de los máximos dirigentes, territorial y local. Colaboraban directamente con ellos, y no con Rosa Díez. Tomaban cañas con ellos, y no con Rosa Díez. Al final, en un lento proceso de empatía personal, el verdadero UPyD pasó a ser para ellos la cara y la palabra de los coordinadores. Por añadidura, el equipo nacional de UPyD no supo mantenerse cerca de los afiliados de base, y acabó siendo percibido como algo lejano, un ente que residía en la calle Cedaceros de Madrid.

Como ocurre en el fragor de una batalla, la tropa se siente más cerca de su sargento que del general. Y un sargento que haya sabido ganarse a su gente puede convencerles para que entreguen sus armas y se pasen al enemigo. La prueba del poder de esa vinculación personal es que han abandonado UPyD los afiliados más participativos, los que más contacto tenían con los dirigentes. En cambio, los que continúan en el partido –que son la mayoría- por razones laborales o personales tenían una menor implicación, y por lo tanto no se han sentido obligados a secundar al sargento.

No se puede culpar a estos soldados, a esta buena gente de UPyD, por haber sido fieles a sus jefes. Son seres humanos, y los afectos determinan buena parte de las decisiones humanas. No son unos traidores.

No se puede decir lo mismo, por el contrario, de los que ostentaban la máxima autoridad del partido en Aragón y en Zaragoza. Ellos no decidieron irse por fidelidad a nadie salvo a sí mismos. Tenían derecho –cómo no- a cambiar de partido. Pero no sin antes dimitir de sus cargos orgánicos en UPyD. Ellos dicen que habían sido elegidos por los afiliados. Pero olvidan que no fueron elegidos como caudillos ni como mesías, sino exclusivamente para dirigir la actividad política de UPyD. Si se hubieran presentado a las elecciones internas para irse a otro partido, ningún afiliado les habría votado. Sin embargo, no dimitieron de sus cargos. Utilizaron la autoridad de su cargo, los sistemas de comunicación del partido y la sede del partido para traicionar al partido. Aprovechando su ascendiente con los afiliados, incitaron a unas decenas de personas de buena fe a cambiar de bando.

Sin ánimo peyorativo, sino meramente descriptivo, ese, técnicamente es una traición.