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miércoles, 30 de junio de 2010

Los caciques del Metro

Los trabajadores del Metro de Madrid han llevado a cabo una huelga en protesta por el recorte de salarios. No han cumplido los servicios mínimos establecidos. Los piquetes han “disuadido” a los conductores que pensaban cumplir su cometido. El caos en Madrid ha sido total. Cientos de miles de personas no han podido acudir a su trabajo.

Es otro caso de conflicto de intereses. Los trabajadores tienen derecho a la huelga; los ciudadanos tienen derecho a utilizar los servicios públicos; el gobierno tiene derecho a fijar los salarios de los trabajadores de empresas públicas.
Y también hay diferentes obligaciones. Los sindicatos tienen la obligación de cumplir la ley. Los usuarios tienen la obligación de aguantar las molestias de una huelga legal. Y el gobierno tiene la obligación de hacer cumplir la ley.

Pero casi nada funciona como debería. Los sindicatos son un poderoso poder fáctico, que vive a costa de los impuestos, y que suplanta a menudo al poder legítimo que radica en el Parlamento y el gobierno. Yo denuncio a menudo la incompetencia de este gobierno. Pero tiene toda la legitimidad para ejercer el poder. Puede que nos lleve a la ruina, pero lo hará con toda legitimidad porque ha sido elegido para gobernar.
En cambio, los sindicatos no tienen ninguna legitimidad para intervenir en política –como hacen todos los días-. Y menos aún para saltarse la ley a su antojo. Cuando una organización incumple la ley, el Estado puede declararlas ilegales, como se hizo con Batasuna. Y no me digan que comparo a los sindicatos con Batasuna. Lo que comparo es la reacción del gobierno ante los delitos cometidos por según quién.

Pero no pasará nada. Nadie va a llevar ante un juez a ningún piquete ni a ningún sindicalista. Los sindicatos podrán seguir ejerciendo su prepotencia política y su matonismo en las huelgas. Resulta esperpéntico que tras luchar contra el viejo caciquismo del siglo XIX, los sindicatos se hayan convertido en los nuevos caciques del siglo XXI. Deciden lo que se puede y no se puede hacer; quiénes trabajan y quiénes no; y ponen en jaque a los gobiernos.

martes, 29 de junio de 2010

El reino de la confusión

¡Habemus sentencia! Después de tres años deliberando, el TC ha hecho pública su sentencia sobre el recurso de inconstitucionalidad del Estatuto de Cataluña. ¡Ya era hora! ¡Por fin sabremos a qué atenernos al respecto! ¿O no?

Pues no. Porque el reino de España cada día se parece más al reino de la confusión. No hay manera de saber si hay crisis o no, si los impuestos suben o bajan, si las huelgas tienen poco o mucho respaldo, y si las sentencias judiciales favorecen a unos o a otros.

El TC ha anulado o modificado 14 artículos del Estatuto, y ha señalado la interpretación que debe darse a otros 24. Pues ya está. Eso debería bastar. Se toma nota y se procede en consecuencia. Pero no iba a ser tan sencillo. Unos y otros ya se han enzarzado en la pelea de si ha ganado el PP con su recurso, o si ha ganado el PSOE con su Estatuto. Todos dicen que han ganado ellos, como es natural.

Entre tanta confusión, podemos encontrar algunos hechos objetivos:
  • El PP estaba equivocado cuando decía que 114 artículos eran incostitucionales.
  • El PSOE estaba equivocado cuando decía que el Estatuto era perfectamente constitucional.
  • Todos dicen que acatarán la sentencia.
  • Jordi Pujol ha declarado “esta sentencia es humillante y un engaño ético”.
  • Montilla se ha declarado indignado, y ha anunciado movilizaciones para defender la identidad de Cataluña.
El papelón lo tiene que hacer el PSOE. Es difícil entender por qué Montilla dice que el PP ha salido derrotado pero que está indignado. Y es difícil entender por qué MTFV ha dicho que la sentencia ha demostrado que el Estatuto era constitucional, cuando ha tenido que pronunciarse sobre 38 artículos. ¿Se puede acatar una sentencia y al mismo tiempo convocar manifestaciones contra ella?
Pero en España la objetividad no importa. Lo que cuenta es la propaganda. Y en vísperas de las elecciones catalanas, el PP utilizará la sentencia para presumir de que tenía razón, y los nacionalistas para seguir presentándose como víctimas. El PSOE –como casi siempre desde hace seis años- jugará con dos barajas: en Cataluña se presentarán como víctimas, y en el resto de España presumirán de que tenían razón.

lunes, 28 de junio de 2010

Cuestión de emergencia

Parece que en la cumbre del G-20 no se han alcanzado acuerdos operativos de importancia. Es casi un sálvese quien pueda, en el que se dibujan tres grandes bloques y tres maneras diferentes de dirigirse hacia el futuro. EE.UU., cuya economía lleva meses creciendo moderadamente; la vieja Europa, que no termina de recuperarse de la indigestión de estado de bienestar; y los llamados países emergentes, que crecen más que nadie.
Tres situaciones económicas y tres modelos de sociedad. Y otro de tantos círculos mágicos: la sociedad determina la economía y la economía configura la sociedad. Desde mi punto de vista –de no experto en economía- el factor más claramente diferencial es el de modelo social de bienestar. Europa ha creado el modelo más protector. La redistribución de la riqueza se produce a través del estado, por cuyas manos pasa casi la mitad del PIB. Dinero que pagan los ciudadanos a regañadientes, dinero que el estado reparte a su antojo –quedándose una parte significativa en la mera gestión burocrática-, y dinero que los ciudadanos tratan de recuperar en una competencia por el subsidio, la subvención, la exención, la ayuda, la pensión, la prestración.
La sociedad de EE.UU. no ha querido crear ese estado de bienestar. Ellos siguen creyendo que cada cual tiene que ocuparse de sí mismo, y que el estado sólo debe garantizar el marco legal, el orden público y la seguridad nacional, y únicamente prestar algunas escasas ayudas a los realmente muy necesitados.
En los países emergentes la sociedad es muy diferente. Allí eso del estado del bienestar les suena a chino –nunca mejor dicho-. Vienen directamente de la precariedad, de la penuria, del hambre. Apenas han oído hablar de derechos sociales, y ni siquiera de derechos humanos. Sólo aspiran a sobrevivir, y a trabajar un poco más para vivir un poco mejor.
Nadie en Europa desea vivir como los chinos o los indios. Pero no basta desear algo para que ocurra. En el mundo globalizado la competencia es despiadada. Nosotros estamos muy cómodos así, pero alguien tendría que plantearse si realmente vamos a poder continuar así de cómodos.
Los países asiáticos no tienen estado de bienestar. Por eso emergen. Nosotros lo tenemos desmesurado. Por eso nos estamos hundiendo. No queremos verlo, pero nos encontramos en una situación de emergencia. ¿Reaccionaremos a tiempo? ¿O nos hundiremos enarbolando la bandera de los derechos adquiridos?

viernes, 25 de junio de 2010

El caballo de hierro

Dicen que los indígenas de Norteamérica llamaban “caballo de hierro” al ferrocarril que atravesaba de este a oeste las inmensas praderas. Dicen que a veces saboteaban las vías, enfurecidos por los estragos que aquél intruso hacía entre las pacíficas manadas de bisontes.

Ayer el caballo de hierro se llevó por delante trece vidas. Chavales jóvenes recién descendidos de otro tren en el apeadero próximo a la berbena de la playa. Iban contentos, ansiosos por pasarlo bien en la fiesta. Tenían mucha prisa.

Hay un paso subterráneo para salir del andén. Pero también había muchos viajeros. Había que esperar para recorrer el túnel. Quizá medio minuto, quizá un minuto. Demasiado tiempo cuando se huele a pocos metros la diversión. No ha que cruzar las vías, ellos lo sabían. Pero ¡hay tantas cosas que uno sabe que no hay que hacer! Si fuéramos a reprimir todos nuestros impulsos ¿qué asco de vida sería esta? Trece cadáveres destrozados. Todo por no perder un minuto. ¿Quién decía aquello de que más vale perder un minuto en la vida que la vida en un minuto?

Y ahora viene lo de siempre. La búsqueda de responsables que no sean los que decidieron cruzar las vías. El Ministerio de Fomento, La Generalitat, el ayuntamiento, RENFE, el ingeniero de ADIF, el conductor del tren, y la señora de la taquilla serán recriminados por no haber evitado esta tragedia. Estamos tan convencidos de que en el Estado-Providencia no nos puede suceder nada, que no admitimos que suceda sin más. Y aunque ahora las familias estarán sumidas en el comprensible desconsuelo, pronto algunos les harán reaccionar. Nada puede devolver la vida a los jóvenes, pero hay mucho dinero en juego si se consigue responsabilizar a la Administración.

miércoles, 23 de junio de 2010

Sorpresa en el Congreso

Hoy se ha producido en el Congreso un hecho sorprendente. Algo tan poco habitual que ha producido mareos en más de un conserje.

No me refiero a que el PSOE se haya quedado solo –por cierto, no oigo a los que la pasada legislatura clamaban eso de “el PP se ha quedado solo”-. Tampoco a que el grupo socialista haya aprobado la reforma laboral que su jefe había jurado que nunca haría. Ni siquiera a que esa dichosa reforma no satisfaga ni a los sindicatos, ni a la patronal, ni a la oposición, ni al gobernador del Banco de España. Lo realmente extraordinario de hoy ha sido que Antonio Gutiérrez, diputado del PSOE y ex secretario general de CC.OO. ha roto la consiga de su partido y se ha abstenido en la votación.

Hay que felicitar a Antonio Gutiérrez, que ha salido de su culiparlante mutismo, nada menos que por haber tenido el valor de votar en conciencia. La mayoría de los diputados han tenido que ir al diccionario para encontrar el significado de esa palabra. Ellos ya saben que el precio a pagar por figurar en una lista electoral es el de renunciar a todo atisbo de conciencia, y a abrazar ciegamente la obediencia al jefe.

La Constitución dice que los diputados y senadores no tienen “mandato imperativo”. Es decir, que no pueden ser obligados a votar algo ni por sus partidos ni por los ciudadanos que los han elegido. Pero ya sabemos que la Constitución dice unas cuantas bobadas, y ésta es una de ellas. La realidad la definió con mucha precisión Alfonso Guerra, hace ya veinte años: “el que se mueve no sale en la foto”. Pues eso, que el que se atreve a desempolvar su conciencia no volverá a salir en ninguna foto del partido.

Felicitaciones a Antonio Gutiérrez por dar un pequeño paso hacia la democracia. Por haberse atrevido a sacar la nariz del nauseabundo charco de la partitocracia.

martes, 22 de junio de 2010

El Sr. Gil y pollas

El Sr. Gil Imón fue alcalde de Madrid de comienzos del siglo XVII. Se cuenta que el buen señor tenía dos hijas bastante poco agraciadas física y mentalmente, lo que las convertía en difícilmente casaderas. Así que su padre aprovechaba todos los actos y ceremonias a los que era invitado por su cargo para llevar con él a sus hijas, con la esperanza de que alguien se fijara en ellas.
Como tal cosa no sucedía, la aparición del alcalde y sus dos hijas se fue convirtiendo en un hecho bien conocido en Madrid. Don Gil llegaba siempre acompañado de sus dos pollas –que así se llamaban coloquialmente a las jovencitas en la época-. Todo el mundo sabía que si se esperaba a don Gil, aparecería el trío formado por don Gil y pollas. El recochineo ante los patéticos esfuerzos de don Gil para colocar a sus pollas fue subiendo de tono, hasta el punto de que el término “Gil y pollas” pasó a ser sinónimo de tontuelo recalcitrante, y ya convertida en “gilipollas” fue recogida por la Real Academia, y a subsistido hasta hoy.

Probablemente, si aquél alcalde bobalicón hubiera ejercido su cargo hoy en día, se habría presentado con sus dos pollas hasta en una recepción oficial en la Casa Blanca.

lunes, 21 de junio de 2010

A vueltas con Dorian Gray

El sábado estuve viendo la nueva versión de “El Retrato de Dorian Gray”. La impresionante obra de Oscar Wilde nos hace reflexionar sobre profundas cuestiones éticas y morales, que también están presentes en la vida cotidiana de cada uno de nosotros.
Entre otras muchas, el cínico Lord Henry Botton pronuncia esta frase: “El hombre quiere ser feliz, pero la sociedad quiere que sea bueno. El hombre cuando es bueno no es feliz, pero cuando es feliz siempre es bueno”.
No comparto esa idea en términos absolutos. Hacer el bien produce felicidad, y hay gente muy feliz que no ha hecho un bien en su vida. Sin embargo, también es cierto que se puede ser infeliz siendo muy bueno, Con frecuencia el exceso de bondad conduce a una situación en la que los demás ven al "bueno" como un felpudo al que se puede pisotear, y al que no guardan el menor respeto ni agradecimiento.

La enjundia está en la primera parte de la frase. En ella se contrapone el deseo de felicidad humana con el imperativo de bondad que exige la sociedad. ¿Acaso son cosas incompatibles? ¿Es que el hombre busca la felicidad a través de la maldad? ¿O es la sociedad califica de “malos” a las inclinaciones humanas más naturales? ¿Por qué lo que la sociedad considera “bueno” o “malo” va cambiando con el paso del tiempo?
Si un niño quiere comerse un buen trozo de tarta, y su madre le impone que la comparta con sus primos ¿Es malo el niño que quiere comerse toda la porción? ¿la mala es la madre que se lo impide? ¿Son buenos los primos que sin haber llevado nada quieren comer de la tarta del niño? ¿De verdad alguien espera que al niño le haga feliz renunciar a su trozo de tarta? ¿Acaso la bondad que impone la sociedad no es sino una camisa de fuerza para reprimir los impulsos naturales hacia la felicidad? Y como resultado ¿se consigue que la gente sea buena por obligación?

viernes, 18 de junio de 2010

Dos buenas noticias

El Consejo europeo de ayer ha puesto fin al semestre de presidencia española de la UE, y el resultado ha sido espectacular: la UE ha sobrevivido a la experiencia. Ha sido un semestre movidito, en el que no ha sucedido nada de lo que se esperaba. Seis meses de sorpresas y de aliento contenido.

Salvo que me haya perdido la noticia, no se ha producido la anunciada “conjunción planetaria”. Obama y Zapatero no han liderado nada, salvo sus respectivos países. Tampoco se ha producido la prometida reforma del sistema capitalista mundial, y los “brotes verdes” que alguien creyó ver hace un años han resultado ser carcomas devorando el desvencijado estado del bienestar.
En cambio, por primera vez la UE ha tenido que rescatar a un país que se hundía irremisiblemente; se ha establecido un fondo multimillonario por si hace falta rescatar a otros; Alemania y Francia han ejercido el liderazgo de este heterogéneo club de 27; y se ha establecido una carrera para ver quién rebaja más el sueldo de sus funcionarios, quién va a jubilarse con más años, y quién recorta más los famosos “derechos de los trabajadores”. Pero deberíamos estar muy contentos: la UE ha sobrevivido.

Se ha hacho público el ranking de solvencia de los bancos europeos, y el Santander y el BBVA ocupan el primero y segundo lugar. Eso también es una gran noticia. Una banca solvente infunde más confianza que veinticinco discursos huecos. No puedo dejar de recordar el clamor que se ha venido escuchando durante los dos últimos años en España: “no hay derecho, en plena crisis y los bancos ganan dinero”. Patética muestra del desconocimiento popular. Si los bancos –o las empresas- no ganan dinero, el resultado es la quiebra, el hundimiento del sistema financiero, y en el caso de las empresas decenas de miles de parados más. Esquizofrenia colectiva de una sociedad que no termina de entender que en un sistema capitalista hay que jugar con las reglas capitalistas. Hay otro modelo –el soviético, el cubano, el de Corea del Norte-, pero no es el que nos ha tocado vivir. No se puede jugar al ajedrez aplicando las reglas del parchís.

jueves, 17 de junio de 2010

Tocando la vuvuzela

La selección española de fútbol –la gran favorita- ha perdido su primer encuentro del mundial. No contra Brasil, ni contra Alemania, sino contra Suiza, que –con permiso de Pilar- no es precisamente uno de los equipos más brillantes. Los españoles fueron incapaces de marcar un gol, quizá aturdidos por el insoportable gruñido de miles de vuvuzelas.

Al mismo tiempo, el gobierno daba a conocer por fin su decreto de reforma del mercado de trabajo. Sí, esa reforma que este gobierno no iba a hacer por nada del mundo. La misma que pedían desde hace dos años los organismos internacionales, los analistas económicos y hasta el gobernador del Banco de España. Todos ellos decía que sin reforma laboral no comenzaría a crearse trabajo en España.

Y ahora que se conoce la reforma, todos –excepto el PSOE- dicen que es malísima. Los sindicatos reaccionan convocando una huelguita generalita ad calendas grecas; los empresarios dicen que es una reformita; todos los partidos –excepto el PSOE, faltaría más- dicen que no están de acuerdo con ella; la prensa la califica de insuficiente, de “churro”, de bodrio y de chapuza. Y ahora todos coinciden en que no va a servir para crear empleo.

Hoy, el presidente tiene que presentar su reforma a la UE. Me da la impresión de que allí tampoco va a gustarles, que van a volver a decir que no es suficiente. Y puede ser que aumente el diferencial de riesgo-país, que el dinero que necesitamos que nos presten nos cueste aún más caro, o que vuelvan a ofrecernos el plan de ayuda de choque para países en riesgo de quiebra.

Si yo fuera el presidente, me presentaría en Bruselas tocando la vuvuzela y bailando el sirtaki. Si de todas formas vamos a hacer el ridículo, al menos que sea por eso, y no por habernos pasado cuarenta años suspirando por ejercer la democracia para terminar eligiendo al peor gobernante de la Historia.

miércoles, 16 de junio de 2010

"Esto no es lo mío. No tengo huevos"

El hombre miró la bestia que tenía delante y se dio cuenta de lo que se le venía encima. En ese momento tomó conciencia del peligro, de la responsabilidad. A su alrededor todos estaban pendientes de él, esperando que fuera capaz de terminar lo que había empezado. Había alardeado de valentía, se había pavoneado delante de las muchachas con su elegante traje. Al aparecer en público, muchos le aplaudían, y otros le gritaban ¡maestro!
Pero había llegado la hora de la verdad. Ahora su elegante traje ya no le serviría de nada. Su talante altivo, su buena facha iban a resultar totalmente inútiles para llevar a cabo lo que tenía que hacer.
Se sintió invadido por el pánico y salió corriendo de allí. Le hubiera gustado que se lo tragara la tierra. Le hubiera gustado poder borrar todo lo que había dicho anteriormente. Sus baladronadas, sus órdagos, todo lo que había presumido. Pero ya no era posible borrarlo. Sólo pudo decir unas breves palabras “Me faltaron un par de huevos. Esto no es lo mío”.

Nota: Cualquier parecido entre los hechos de este comentario con cualquier presidente de gobierno europeo es mera coincidencia. Si no lo cree, vea el vídeo y la noticia.

martes, 15 de junio de 2010

La solución del burka

El alcalde de Barcelona ha decidido prohibir el uso del burka, el niqab, o cualquier prenda que tape la cara en las instalaciones municipales. El asunto se debate en toda Europa. Francia ha tomado medidas similares, mientras que en el Senado español se rechazó una propuesta semejante. Voces encontradas abogan a favor y en contra, y se esgrimen argumentos inconexos, apelando a varios conceptos independientes.
Yo no lo tengo nada claro. Depende del enfoque que se utilice, me encuentro a favor de la prohibición o no. Y es que nadie me aclara de qué se trata: ¿es una cuestión religiosa, y se busca eliminar los símbolos religiosos de los lugares públicos? ¿se trata de algo que sólo afecta a la dignidad de las mujeres? ¿es un asunto relacionado con la seguridad pública? ¿o tiene que ver con la libertad individual?
Si se trata de situar la religión en el ámbito estrictamente privado, la medida me parece coherente con otras que ya se han tomado, como la supresión de crucifijos, o la prohibición de que las FF.AA. rindan homenaje en ceremonias católicas. Aunque se mantiene una fuerte incoherencia con el hecho de que se sigan impartiendo clases de religión en las escuelas públicas.
Si nos atenemos a la dignidad de las mujeres, habría que prohibir su uso, pero no sólo en instalaciones municipales, sino en cualquier calle, plaza o playa. No parece lógico que las mujeres tengan su dignidad a salvo en la casa consistorial, pero pueda ser pisoteada en un parque público.
Si tiene que ver con la seguridad, me parece bien que se prohíba todo lo que oculte el rostro de una persona en la calle. Claro que habría que prohibir también los carnavales, los cabezudos, y cualquier celebración en los que la gente resulta irreconocible.
Y si lo miro desde el punto de vista de la libertad individual me pregunto con qué derecho puede la administración entrometerse en el modo de vestir de la gente. Si una mujer decide libremente llevar burka, debería tener derecho a hacerlo. Claro que entonces hay que plantearse por qué no va a poder decidir un nudista moverse por las calles llevando como única prenda unas gafas de sol.
Un verdadero lío. Pero resulta agradable. Es la única manera de olvidar por unos minutos el caos de la economía y la política. Quién sabe… igual Zapatero resultaría más creíble si compareciera en el Congreso tapado con un burka.

lunes, 14 de junio de 2010

Los malditos mercados

Llevamos una temporada en la que parece que los mercados se han empeñado en amargarnos la vida. Un día hunden a Grecia, otro ponen en duda la credibilidad del gobierno de España, y otro les da por comprar nuestra deuda pública casi al doble del precio que le cobran a Alemania. Y, claro, uno se mosquea con esos diabólicos mercados que en todo se meten y que no paran de fastidiarnos.

Pero ¿quiénes son esos malditos mercados? ¿dónde están? ¿cómo visten? ¿a qué huelen? A uno le gustaría echárselos a la cara para cantarles las cuarenta, o para rogarles por el niño Jesús que dejen de complicarnos la existencia.

Lamentablemente, eso no va a ser posible porque “el mercado” es un concepto intangible que se corresponde exactamente a la suma de millones de decisiones individuales. Así que todos somos el “mercado”. Cada decisión que tomamos –yo, mi vecina del tercero derecha, mi peluquero, el taxista, el fontanero o el inversor en bolsa- aporta su millonésima parte al resultado final: los vaivenes del mercado.
Si a mí me da por dejar de tomar café, no pasa nada. Pero si hacen lo mismo millones de personas en el mundo, el mercado decide que el precio del café se hunde, y Colombia, Brasil o Nigeria empiezan a tener serios problemas. Es una faena que mi decisión de dejar de tomar café repercuta en que un niño nigeriano se quede sin una vacuna, pero puedo prometer que no era mi intención que tal cosa sucediera.

Eso son los mercados. El financiero, el del petróleo, el de materias primas, el de divisasm o el de trabajo. Una mera suma de millones de decisiones individuales. Pero cuando las consecuencias de esas decisiones modifican los precios, y eso nos perjudica personalmente, tendemos a buscar un culpable. Y como no podemos coger del cuello al maldito señor Mercado, exigimos a los gobiernos que intervengan para enderezar a tan molesto personaje.

Pero no se puede. El mercado tiene vida propia, y las decisiones de los gobiernos sólo son un factor más. Y lo que es peor: puesto que es el resultado de las decisiones individuales de los ciudadanos, cualquier medida para encarrilar a los mercados resulta ser una medida que coarta la libertad individual. Cosa que a los políticos les encanta hacer, y más si nosotros mismos se lo pedimos.

viernes, 11 de junio de 2010

Jubilación y SMS

Ayer anunció el presidente –en la celebración del centenario de la llegada de Pablo Iglesias al Congreso- la próxima reforma del sistema de pensiones. Sí, sí: esa que se anunció hace cuatro meses, pero que luego se dijo que había sido un error, y se dijo que no. Bien, pues es que sí. Es decir…. a menos que mañana diga que no, claro.

Habrá que trabajar dos o tres años más para poder jubilarse, y se calculará el importe sobre más años, lo que supondrá una pensión más baja. Seguramente es necesario, pero sigo preguntando lo de ayer ¿y por qué no recortar dinero de tantos otros sitios?

En el acto intervinieron Felipe Gonzáles y Rodríguez Zapatero. Este desveló que el ex-presidente le había enviado un SMS tras el anuncio en el Congreso del recorte de sueldos a los funcionarios y la congelación de las pensiones. El texto del mensaje es una de esas frases geniales:

“Hoy más que nunca tienes todo mi apoyo
gobernar es esto: tomar decisiones difíciles y duras”

¡Coño, Sr. González! ¿y por qué no le envió el SMS hace seis años? Nos habríamos evitado muchísimos disgustos.

jueves, 10 de junio de 2010

¿Y por qué no...?

Todos nos vamos haciendo a la idea de que las vamos a pasar canutas. Del mundo de Heidi vamos a pasar al infierno de Dante en muy pocos meses. Bien, de acuerdo. Somos realistas, y aceptamos que no queda más remedio. Pero, además de todas las medidas anunciadas, me pregunto por qué no se toman algunas más.

 
  • ¿Por qué no controlar más la economía sumergida? ¿Es razonable que –según algunas estimaciones- se muevan unos 200.000 millones anuales en negro?
  • ¿Por qué no se reforma el sistema de desempleo? ¿Cómo es posible que la mayoría de los parados con subsidio encuentren trabajo el último mes de prestación? ¿Por qué se permite que rechacen ofertas de trabajo?
  • ¿Por qué no racionalizar el PER? ¿Como es que tantos andaluces y extremeños sólo encuentran trabajo 21 días al año y tienen que venir inmigrantes a trabajar en Andalucía y Extremadura?
  • ¿Por qué todos los pensionistas tienen las recetas gratis cuando muchos cobran más de 1.500 euros? ¿Por qué los no pensionistas que sólo ganan 1.000 tienen que pagarlas?
  • ¿Por qué miles de ONG’s reciben cientos de millones en subvenciones? ¿Por qué que los que montan una asociación no la mantienen con sus cuotas?
  • ¿Por qué tenemos que pagar todos a los sindicatos? ¿Por qué no los mantienen los afiliados?
  • ¿Por qué tenemos que pagar todos a los partidos políticos? ¿Por qué no los mantienen los afiliados?
  • ¿Por qué hay que subvencionar al cine? ¿Por qué los productores no arriesgan su dinero como los demás empresarios?
  • ¿Por qué alguien que enviuda a los 40 años, teniendo su propio trabajo, tiene que cobrar también una pensión de viudedad?
  • ¿Por qué no desaparece el INEM, si no sirve para encontrar trabajo?
  • ¿Por qué no desaparecen los ministerios de Vivienda y de Cultura si las competencias las tienen las CC.AA?
  • ¿Por qué no desaparece el Ministerio de Igual-da si cada año hay el mismo número de mujeres asesinadas? ¿Por qué no se creó el Ministerio de Vida, habiendo unos 2.000 suicidios al año?
  • ¿Por qué se gasta tanto dinero en la “Alianza de Civilizaciones”, que no ha conseguido ningún resultado en cinco años?
  • ¿Por qué se subvenciona la producción de energía fotovoltaica, siendo doce veces más cara que la del petróleo y quince veces más que la nuclear?
  • ¿Por qué se subvenciona la minería del carbón que es cara y contaminante?
  • ¿Por qué los altos cargos no pueden ir al trabajo en su coche, en taxi o en bus?
  • ¿Por qué el gobierno no utiliza sus competencias para impedir el despilfarro en las CC.AA.?
  • ¿Por qué CC.AA. y ayuntamientos mantienen costosas cadenas de televisión y emisoras de radio?
  • ¿Por qué mantienen cientos de asesores externos? ¿No hay funcionarios técnicos para eso?
  • ¿Por qué este gobierno actúa como si fuéramos idiotas?

miércoles, 9 de junio de 2010

Como pollo sin cabeza

La huelga de funcionarios ha tenido un seguimiento escaso. Si los sindicatos la planteaban como ensayo para una futura huelga general, el resultado ha sido desesperanzador para sus planes.
Más allá de las cifras de participación, había que oír lo que cientos de funcionarios han ido manifestando a diferentes medios de comunicación. La conclusión parece inequívoca: la mayoría está contra un gobierno que les recorta ahora el sueldo -el mismo que hhace nueve meses firmó con ellos un significativo aumento. Pero también se han declarado en contra de unos sindicatos a los que perciben como burocracias apesebradas, más ocupadas en tener poder que en defender a trabajadores y parados.
Triste situación la de un país en el que la gente no dispone de un referente en el que confiar. Una mayoría se han rendido a la evidencia de la ineptitud de un presidente manirroto, que ha pasado de regalar 400 euros a todo el mundo, de dar 2.500 a las madres, y de regalar 13.000 millones de euros a los ayuntamientos a subir el IVA, congelar las pensiones, y reducir el sueldo de los funcionarios. Y que ya prepara las siguientes medidas de abaratamiento del despido (nunca, nunca, nunca), subida de tarifas eléctricas a los hogares, y copago de los servicios sanitarios.
Un presidente sin cabeza no sería tan grave si no fuera porque el país está descabezado. No hay nada. Ninguno de los posibles referentes sociales aparece con solidez: el gobierno desacreditado dentro y fuera de España; la oposición del PP salpicada de casos de corrupción, y sin conseguir despertar la confianza del electorado; los sindicatos a lo suyo, a vivir del cuento; y el único que se salva de la quema –el rey- carece por completo de atribuciones de gobierno.
Andamos como pollo sin cabeza, corriendo asustados sin saber hacia dónde.

martes, 8 de junio de 2010

Vente a Alemania, Pepe

Día de huelga de los funcionarios. A media mañana comenzará la consabida guerra de cifras. Al terminar la jornada los sindicatos estarán muy satisfechos por el altísimo seguimiento de la huelga, y el gobierno informará de que la repercusión ha sido mínima. Diálogo de mentirosos que a nadie interesa.
No creo que la huelga sea un gran éxito. Por una parte porque los ciudadanos –funcionarios o no- están con la mosca detrás de la oreja respecto a unos sindicatos que nos cuestan cientos de millones, que tienen a cientos de miles de “liberados”, y que llevan tres años de crisis mirando para otro lado. Y por otra porque la mayoría de los funcionarios son gente razonable, y pueden entender que en la situación actual es imprescindible reducir el déficit del Estado, y que dentro de lo malo ellos están a salvo del fantasma del paro que envuelve ya a cinco millones de españoles.

Pero la noticia importante nos llega de Alemania. Ángela Merkel ha anunciado severos recortes en su país. Despido de funcionarios, reducción de su sueldo, desaparición de subsidios a familias, reducción de subsidios a los parados, y reducción de 40.000 soldados en sus ejércitos. La canciller lo explica con una frase sencilla: “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”. De donde se desprende que no podemos seguir haciéndolo.
¿Tan mal está Alemania que han tomado medidas más duras que las que se anuncian en España? Su tasa de paro es del 7,7%, mientras que la de España anda en torno al 19,5%; su deuda pública es notablemente menor que la nuestra, sus estados federados –equivalentes a nuestras CC.AA.- funcionan con eficiencia y no se duplican estructuras y servicios. El dinero que tiene que pedir prestado el Estado nos cuesta un 2% más en España que en Alemania. Su industria continúa teniendo un elevado potencial, mientras que nosotros vivimos fundamentalmente de los servicios.
Hoy, las pancartas de los huelguistas exigirán “que no se toquen los derechos de los trabajadores”. Pero si un país como Alemania toma semejantes medidas ¿podemos siguiera imaginar lo que nos espera a nosotros?

lunes, 7 de junio de 2010

La derecha más rancia

El lenguaje es la principal herramienta que, junto a la arquitectura de las manos, ha permitido a la especie humana distanciarse del resto de los seres vivos. No es lugar aquí para describir en profundidad los numerosos elementos que configuran ese sistema de comunicación, pero sí que quiero señalar uno: el lenguaje influye en la forma de pensar tanto como la forma de pensar influye en el lenguaje.
Por lo tanto, el lenguaje no es neutro. Se puede decir lo mismo utilizando muchas palabras y expresiones diferentes, y cada una de ellas introduce matices y transmite nociones implícitas. Una de las formas sutiles con las que la ideología impregna el lenguaje es la utilización de los adjetivos. Y una buena manera de consolidar determinadas creencias es la adjudicación automática de ciertos adjetivos a ciertos substantivos.
Un buen ejemplo es la expresión “la derecha más rancia”. Si nos fijamos, es una muletilla que se repite constantemente, y que lleva implícitas varias cuestiones que son invariables:
El que emplea esa expresión “se siente” de izquierdas. Además, considera que ser de izquierdas es lo bueno, y que la derecha es mala por naturaleza.
Entiende a la humanidad en dos grandes categorías. los buenos y los malos, donde los buenos son los de izquierdas y los malos los de derechas.
La sensación de ser de izquierdas le proporciona una especie de “certificado de calidad” laico, que opera exactamente igual que el que se atribuyen muchos católicos, que sienten que por el hecho de serlo ya son mejores que los demás. Lo que con frecuencia les convierte en personajes realmente malvados: pueden mentir, conspirar, traicionar, engañar, despreciar y maltratar, porque después se confiesan y comulgan, y así ya “se saben” buenos.
Ni los unos ni los otros se dan cuenta de ello, ya que esa seguridad de pertenecer al bando de “los buenos” les impide ser ecuánimes. Pero aunque unos presumen de caridad cristiana y otros de solidaridad laica, y aunque unos presumen de amor al prójimo y otros de igualdad, ninguno de ellos sabe realmente lo que es respetar a los demás. Dicen “yo respeto a todo el mundo”. Pero no es cierto. Lo que ellos llaman respeto no es más que un desdeñoso gesto: “No tienes derecho a vivir, pero yo soy tan bueno que te perdono la vida”.
Y lo más divertido. Los católicos estarán de acuerdo en todo lo anterior… pero sólo en lo referido a los de izquierdas. Y los de izquierdas estarán de acuerdo, pero sólo en lo que se refiere a los católicos. O a la derecha más rancia.

jueves, 3 de junio de 2010

Voluntad de hierro

El hombre tenía profundas convicciones, y las defendía con ardor. Se expresaba con seguridad, con ese gesto típico del que sabe muy bien de lo que habla. Su voluntad era inquebrantable, y nadie conseguía hacerle cambiar de opinión, por muchos argumentos que desplegara. Era un idealista puro, que jamás se traicionaría a sí mismo.
Se encontraba discutiendo sobre economía con alguien que se parecía a él en muchos aspectos: convencido de su verdad, grave en el gesto, seguro el ademán, rotundo en sus afirmaciones, y además eran socios en la misma empresa. Pero ahí terminaba el parecido. Las ideas de los dos hombres eran completamente diferentes; sus análisis no coincidían en nada; sus intenciones tampoco.

– Vamos a invadir el mercado con nuestros productos –aseguraba el uno.
– Tonterías, la competencia nos va a arruinar –le respondía el segundo.
– Pero tenemos unas finanzas muy saneadas.
– Que no sirven de mucho con la demanda actual. Tendríamos que reducir plantilla mañana mismo.
– Jamás permitiré eso.
– Pues entonces, hablemos con los empleados para reducirles el salario.
– ¡Eso nunca! ¡Mi abuelo se revolvería en la tumba si hiciera una cosa así!
– Muchos son ya mayores, podemos proponerles que esperen dos años más antes de jubilarse.
– ¿Estás loco? Esa gente se ha ganado el derecho a descansar. No insistas. Nunca haré nada que suponga una merma en los derechos de los empleados de la empresa.
– Tenemos que tomar medidas desagradables, por responsabilidad. Hablemos con ellos.
– De ninguna manera. Si hay que hacer cambios, que lo decidan entre ellos.

La discusión podría haber durado eternamente. El hombre no cedía ni un milímetro, y el otro hacia gala de la misma firmeza. Eran posturas completamente irreconciliables. Entonces se escuchó la voz de la enfermera, llamándole para tomar su medicamento nocturno. En el rostro del hombre asomó una sonrisa misteriosa, y se alejó del espejo.

miércoles, 2 de junio de 2010

Rectificar es de sabios. Y hacerlo todos los días es de necios

Lo dijo ayer Felipe González, durante la presentación de un libro, y hablando sobre “los políticos”, pero sin señalar a ninguno. Así que cada cual puede intentar imaginar en quién podía estar pensando el ex presidente del gobierno. Quizá estuviera pensando en Camps, en Rajoy, en Aznar, o en Fernando VII.

Pero tampoco sería extraño que estuviera pensando en el actual inquilino de La Moncloa. No sería la primera vez que González ha hecho declaraciones contundentes, marcando distancias respecto a Rodríguez Zapatero, y señalando algunas de sus incoherencias.

No es el único que desde las filas del PSOE, ha osado manifestar en público la pobre opinión que tiene del presidente actual. Josep Borrell, Jordi Sevilla, Pedro Solbes, Joaquín Leguina, por citar sólo algunos de los más destacados han hablado y escrito, expresando su confusión, su preocupación, y su desacuerdo con muchas de las decisiones del hombre que dirige el PSOE y España.

Resulta llamativo que sólo personalidades ya retiradas de la política activa hayan dicho lo que pensaban. Hay también muchos diputados, presidentes autonómicos, consejeros, e incluso algún ministro socialista que han dicho cosas parecidas, pero siempre en voz baja, confidencialmente. Pero nunca en voz alta. Todos firmes en torno al jefe.

Es algo que ocurre en todos los partidos cuando están en el poder. Se trata, quizá, de la prueba más palpable de que la supuesta democracia de España no es sino una “partitocracia”, en las que los grandes partidos se reparten el poder sucesivamente, y en la que todos se mueven por el interés del partido (y de los cargos y prebendas que de él se derivan). Quizá el mayor problema que tiene España no es la crisis, sino unos partidos alejados de los ciudadanos, que sólo se miran el ombligo, y a los que les importa más bien poco una sociedad en la que sólo piensan para pedirle el voto, y para cobrarle los impuestos de los que ellos viven.

martes, 1 de junio de 2010

La culpa es del empedrado

El otro día José Antonio Marina debatía junto a otras tres personas sobre el esfuerzo. Todos coincidían en que el valor del esfuerzo debería ser transmitido a los niños en su familia, y también había coincidencia en que hemos creado una sociedad en la que predomina el logro fácil, en la que se espera que las cosas vengan caídas del cielo. Se confía en la suerte, en el enchufe, en el recoveco legal. Los chicos que estudian son tildados de empollones o de “pringaos” por sus compañeros. Se busca el atajo. Abundan más los “listos” que los inteligentes y que los trabajadores.
Todos coincidían, pero alguien le preguntó a Marina si era posible educar bien a los hijos cuando los padres tienen que trabajar los dos fuera de casa, y apenas tienen tiempo para dedicar a tan importante tarea. La respuesta del catedrático de instituto –como a él le gusta subrayar- fue contundente:
“Es que vivimos también en la sociedad de la excusa para todo. No lleva a ninguna parte escudarse en que los padres tienen poco tiempo para sus hijos. Tienen el que tienen. y es en ese tiempo en el que pueden educar o dejar de educar. Se ha confundido libertad con permisividad”.
Me gustó eso de “la sociedad de la excusa”. ¡Cuántas veces escuchamos excusas!
“Yo no he sido”; “la culpa es del gobierno”; “la culpa es de la oposición”; “los maestros no se molestan”; “faltan medios”; “son los banqueros”; “los políticos son corruptos”. ¡Oiga, a mí no me mire!
Como hacía el borracho del viejo dicho, cada vez que daba un tropezón en su tambaleante camino: “la culpa es del empedrado”.