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martes, 28 de abril de 2015

UPyD contra el viento


¿Qué le ha pasado a UPyD para que siendo el partido más, transparente, coherente e innovador, se le haya vuelto el viento de cara, al menos en Andalucía? Los detractores de UPyD lo atribuyen a errores estratégicos y de comunicación de la dirección nacional. Pero ¿bastarían esos errores para explicar el giro de las expectativas electorales?

Para entender lo ocurrido hay que considerar el fenómeno que Durkheim llamaba “efervescencia colectiva”. Algo como un viento que supla con fuerza en la misma dirección durante el suficiente tiempo como para inclinar todo un bosque en esa dirección, y que genera un sentimiento compartido por la sociedad. Al igual que ocurre con las modas en el vestir, no es una decisión racional, sino el resultado de unos desencadenantes en un ambiente social propicio.

Ël desencadenante ha podido ser una profunda crisis económica, una interminable cadena de casos de corrupción política, y el alejamiento de los partidos tradicionales de los problemas de la gente. Todo ello ha hecho surgir la necesidad de un cambio radical en la política. Ese cambio podría haberse orientado hacia el totalitarismo de uno u otro signo, hacia el anarquismo, hacia la religiosidad, o hacia la desestabilización revolucionaria.

Sin embargo, el viento ha soplado en una dirección sin precedentes históricos: una parte significativa de la población ha pensado que la solución a sus problemas llegará de la mano de la juventud. Una creencia irracional que no se apoya en ninguna lógica. Pero ¿acaso tiene lógica que a todo el mundo le gusten al mismo tiempo los pantalones “campana”?

UPyD se ha encontrado con este viento de cara, y sus siete años de coherencia, de trabajo riguroso en las instituciones, de transparencia, de democracia interna, de acciones legales contra la corrupción, han quedado eclipsados por la retórica de unos jóvenes líderes de partidos embrionarios que no pueden alegar nada de lo anterior en su pedigree.

En una reciente intervención ante el Consejo Político, Rosa Díez dijo a loa asistentes: “Recordad que tenemos que seguir diciendo siempre lo que creemos más beneficioso para los eapañoles. Y lo tenemos que decir sin pensar en si eso nos da o nos quita votos”. Pues parece que esa honestidad ética, ese amor a la verdad impulsado por una líder que ya ha cumplido los 60 se encuentra ahora frente al viento que sopla en alas de la juventud.

Dentro de mes y medio los aragoneses decidirán. Pero sea cual sea su veredicto, la gente de UPyD, los que no hayamos sido arrastrados por el viento, seguiremos durmiendo con la conciencia tranquila. Después de todo, los aviones despegan con más seguridad cuando tienen el viento de cara. Sin olvidar que otra característica del viento son sus inesperados cambios de dirección.

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