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martes, 12 de febrero de 2013

A golpe de péndulo

La crisis económica, las fantasías del anterior gobierno, los incumplimientos del actual, más la marea de corrupción que nos inunda, están transformando el ánimo de la sociedad. Después de sacar pecho por ser el país con el sistema financiero “más sóllido del mundo”, y el que más kilómetros de AVE tenía, hemos tenido que agachar las orejas en la cola del paro, con los sueldos rebajados, los impuestos más altos, y los medicamentos más caros. España recorre la Historia a base de pendulazos. Millones de españoles aclamaban a Franco en la Plaza de Oriente, y el mismo número llenaba las plazas de toros para vitorear a los líderes de los partidos políticos que vinieron a llenar su hueco. Tantos millones como los que ahora claman en manifestaciones y corrillos de bar contra la “clase política” que nos esquilma. País de espectadores, que les gusta ver el fútbol, las corridas de toros, y las obras en la calle. Otra cosa es darle patadas a un balón, ponerse delante de un toro, o coger un pico. País de filias y fobias. Democracia en la que se vota más contra el que odiamos que a favor del que nos gusta. Nación que se mueve con los vaivenes del péndulo. Pueblo desconcertado que no sabe ya a quién culpar. Ni los partidos políticos de la transición iban a ser el Bien Absoluto, ni los políticos actuales son los únicos responsables de todos los males. Ni el régimen de Franco era la Maldad Infinita, ni la democracia garantiza el Bienestar Perfecto. El devenir de una sociedad es la suma de todos los esfuerzos de sus miembros. No debería extrañarnos que la política en España sea un desastre, cuando la única actividad política de la inmensa mayoría de los españoles es ver el telediario.

1 comentario:

  1. Una crítica muy dura y pesimista propia de la generación de escritores del 98, España "duele" porque no acaba de hallar su camino. España duele porque la mediocridad triunfa sobre la creatividad y la inteligencia. España duele porque prefiere ver los toros desde la barrera porque sabe que no le van a permitir torear. La envidia, es la barrera infranqueable y perdonamos antes al tonto que al listo.

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