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martes, 23 de septiembre de 2014

Piensa un país: el sí y el no en Cataluña

Otra de las cuestiones que se abordaron en las Jornadas “Piensa un país” fue la de las tensiones secesionistas en Europa, con especial atención a los casos de Escocia y Cataluña.

En el caso español, no deja de sorprender la velocidad con la que han crecido los impulsos separatistas en Cataluña. Es conocido que el nacionalismo catalanista viene de muy lejos, pero siempre se había plasmado en la obtención de privilegios respecto a otras regiones de España. Sin embargo, en unos pocos años se ha convertido en algo exigido por una parte muy significativa de la población de Cataluña.

Probablemente el impulso que dio el inolvidable Rodríguez Zapatero al nuevo estatuto de Cataluña propició la aceleración del proceso. Pero sigue siendo llamativo su desarrollo exponencial en los últimos dos años. Habría que contar también con el efecto de una asimetría en cuanto a la expresión en Cataluña de las posiciones favorables y contrarias a la independencia.

Los costes sociales de manifestar públicamente la oposición a la separación del resto de España son muy distintos de los de declararse partidarios de la misma. Un hipotético referéndum sobre esta cuestión podría tener dos resultados: la aceptación o el rechazo a la ruptura. En el primer caso, los partidarios de la independencia habrían conseguido sus objetivos. En caso contrario quedarían como unos esforzados patriotas que no habían logrado sus objetivos, por el momento, naturalmente.

Pero ¿qué pasa con los partidarios de que Cataluña continúe formando parte de España? Si el referéndum resultara negativo para la independencia, tendrían que seguir soportando la presión de los nacionalistas, que en ningún caso iban a abandonar sus pretensiones. En cambio, si llegara a proclamarse la independencia, los que se hubieran opuesto a ella pasarían automáticamente a ser vistos como enemigos de Cataluña, y en muchos casos más les valdría abandonar la región.

Es evidente, pues, que los catalanes que quieren continuar en España tienen mucho que perder en esta disyuntiva, mientras que los nacionalistas no arriesgan nada. Esto puede ayudarnos a entender su silencio ante lo que se viene produciendo. Y cuando sólo se oyen con fuerza las voces de unos, no es de extrañar que cada vez sean más los que se sumen a la corriente aparentemente predominante.


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