En España, el “maletín” es la metáfora que mejor representa
el fraude económico de altos vuelos. Evoca movimientos fraudulentos de
capitales. Potentados que mueven millones de origen dudoso para saltarse las
normativas fiscales o directamente el Código Penal.
También está asociado a chanchullos varios de partidos
políticos que mientras presumen de honradez, no dudan en eludir las normas
que ellos mismos han aprobado . El caso Flick, la familia Pujol, Gurtel, son
sólo algunos ejemplos del cinismo de unos golfos que hacen justo lo contrario
de lo que dicen.
Afortunadamente, la sociedad parece haber despertado de un
estado semicatatónico en el que se dejaba esquilmar por los poderosos con la
misma fatalista resignación que los judíos de Varsovia subían a los trenes que
les llevarían al exterminio. Los ciudadanos se muestran indignados con la
corrupción, y consideran ahora a cualquier político, banquero o empresario como
un corrupto potencial. La práctica del “maletín” suscita, por fin, el rechazo
unánime de la sociedad.
Sin embargo, esa condena no se ha extendido todavía a la otra
corrupción. A la que no mueve muchos millones, sino sólo miles o decenas de
miles. La que va desde el autónomo que realiza un trabajo sin emitir factura al
que crea una empresa fantasma para eludir el pago del IRPF. Una corrupción menos
llamativa, pero infinitamente más extendida. Pero no deja de ser corrupción,
igual que un chorizo de barbacoa no deja de ser chorizo.
Paradójicamente, está siendo el partido que se ha proclamado
como defensor de los pobres y como azote de corruptos de altos vuelos, el que
puede despertar también en los ciudadanos la conciencia de que estas golferías
menores tampoco pueden ser toleradas. Parece que el rechazo social no se va a
quedar sólo contra el maletín, sino que puede volverse también conta el “monedero”.
Porque tras conocerse las martingalas de Erejón al abrigo de
la casta universitaria, el caso de Juan Carlos Monedero, ese exponente de la izquierda
ejemplar, que constituyó una sociedad
sin actividad alguna para evitar pagar a Hacienda como hacen todos los
trabajadores por los que él dice preocuparse, ha puesto el foco sobre la otra
cara de la corrupción. Esa en la que no son unos pocos que se llevan millones
en maletines, sino muchísimos que se llevan miles de euros en sencillos monederos.
Afortunadamente la sociedad parece haber despertado de un estado semicatatónico, la sociedad a todas sus escalas hasta llegar a micro sociedades donde también están "cazando" a sus maletineros particulares. Amén!
ResponderEliminarGran artículo. A ver si entre todos logramos abrir los ojos a esa gente que se deja engañar por el populismo de verborrea faciloma, pero que en el fondo no es sino otra forma de lo mismo. Quienes denuncian a la "casta" son parte de la misma. Espero q poco a poco la gente tome conciencia de quien es de verdad el partido q representa la transparencia y el sentido común.
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