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viernes, 25 de septiembre de 2015

El malcriado


Cuando en una familia hay un hijo malcriado, impertinente, protestón, maleducado, exigente, egoísta, prepotente y siempre insatisfecho, no es culpa del hijo, sino de quienes no han sabido educarle.

Es el caso de los españoles que viven en Cataluña, pero no quieren ser españoles porque se han dejado seducir por el canto de sirrena nacionalista que les ha prometido el Paraíso de una Cataluñá independiente.

No es, pues, a esos catalanes –españoles, a su pesar- a los que hay que intentar convercer de una realidad que no quieren ver, porque –como suele suceder- los sueños son más atractivos que las realidades.

Son los padres del Gobierno de la nación, y también los hermanos de Cuenca, de Ávila, de Zamora o de Teruel los que tienen que cambiar por completo su actitud y su conducta respecto a los malcriados. Estos han llegado a ser como son por culpa de la debilidad de aquellos. De su indolencia, de su inhibición, de su permisividad y de su cobardía. Han actuado durante 35 añós como el padre que deja que su hijo se atiborre de caramelos con tal de no oírle llorar, y ahora sufren los desprecios, los insultos y los empujones de esa malcriado insoportable.

Año tras año aumenta el número de denuncias de padres maltratados por sus hijos. No es que los padres se hayan vuelto intransigentes. Es que la situación familiar se ha vuelto tan insotenible que se ven obligados a tomar esa medida, con todo el dolor que supone llevar a un hijo ante la Justicia.

Ahora, tras décadas de dejación de sus responsabilidades, ese es el único camino que queda a partir del 27 de septiembre, y sea cual sea el resultado de las elecciones en Cataluña. Hay que acudir a la Justicia para que aplique la ley, y toda la ley. Hay que coger la Constitución y su artúculo 155 con una mano, y con la otra el Tribunal Constitucional, la Fiscalía, y los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.

No se trata de suspender la autonomía en Cataluña, sino de intervenir las instituciones clave en la malcrianza: la Consellería de Educación, TV3 y la radio pública de Cataluña. El Estado tiene que hacer valer de una vez por todas su legitimidad democrática y el respaldo internacional para actuar sin complejos. No se le puede dar ni un caramelo más al malcriado. Es cierto que es diferente de sus hermanos, pero no es mejor. Es más egoísta, más insolidario, más altanero y más bravucón.


Se han perdido 35 años intentando con buenas palabras hacerle ver que iba por mal camino. Ha llegado el momento de ponerse firmes y dejarse de contamplaciones. Si el malcriado no quiere entender razones, tendrá que entender las acciones.

1 comentario:

  1. Pues si, pero para eso tendria que haber un Presidente de Gobierno digno de ese nombre. Para empezar no entrar al trapo, eran autonomicas y de eso habia que hablar no de lo que queria Mas y compañia. Sentarse a dialogar....hace rato, no ahora. Y repetir una y otra vez que dentro de la ley...como si fuera posible otra cosa sobra.

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