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lunes, 9 de enero de 2012

Pobres y desfavorecidos

La ingeniería social no es nueva. Diferentes élites han puesto en marcha ambiciosos proyectos para transformar la sociedad a la medida de sus deseos. Los resultados han sido muy diversos, pero no se conoce ningún caso en el que se hayan correspondido perfectamente con lo que habían previsto los diseñadores del cambio.

Como observó Robert K. Merton, en 1936, siempre existen consecuencias inesperadas de la acción social. La materia prima de la ingeniería social no es aluminio o cerámica, sino seres humanos que reaccionan individualmente a los cambios, que actúan movidos por emociones, y que terminan desvirtuando el proyecto diseñado.

El ámbito político idóneo para intentar esos cambios son los regímenes totalitarios. Pero los sistemas democráticos no se salvan de los intentos de manipulación social. En la España reciente se han puesto en marcha planes de ingeniería social apoyados en dos patas: la legislación y el lenguaje. Por la vía de la legislación se ha pensado que bastaba con cambiar la ley para cambiar la sociedad. Buenos ejemplos son la Ley de Igualdad, la Ley Antitabaco, o la Ley de Memoria Histórica.

Pero la que me parece más interesante es la vía del lenguaje. El método es simple: se trata de cambiar la denominación de determinados conceptos. De esta forma el concepto al que se alude sigue siendo el mismo, pero con la nueva palabra “parece” diferente, y además se le dota de un nuevo significado.

Un buen ejemplo es la palabra “desfavorecidos”, que se emplea ahora para referirse a lo que en español se conoce como “pobres”. Aparentemente, “pobre” y “desfavorecido” tienen significados equivalentes. Cuando sale un ministro hablando de los desfavorecidos, todos visualizamos mentalmente a un pobre, pero aceptamos “desfavorecido” como animal de compañía, y vamos adoptando el término en nuestro lenguaje.

Pero no es lo mismo. “Pobre” alude a una situación objetiva, dentro de un determinado contexto social. Es decir: se es pobre en relación a otros que no lo son. Pero se puede medir la pobreza, y sus signos son perfectamente observables. La palabra “pobre” hace referencia a una situación, pero no a sus causas.

En cambio, la palabra “desfavorecido” implica la noción de otro agente: el desfavorecedor. Puede ser cualquier cosa (el Estado, el sistema capitalista, un empresario, o la Providencia divina). Pero “desfavorecido” es un participio sustantivado, que proviene del verbo desfavorecer. Por lo tanto en la expresión “desfavorecido” va implícita la acción de alguien que desfavorece.

El pobre puede serlo a causa de una enfermedad, de un accidente, o de la mala intención de otros. Pero también puede ser él mismo el responsable de su pobreza: por alcoholismo, abandono escolar prematuro, delincuencia, estulticia, o indolencia. Por el contrario, el desfavorecido no tiene responsabilidad alguna en su situación. Siempre tiene que haber otros que le hayan privado del favor al que tenía derecho.

Dos palabras que parecen sinónimos, pero que no lo son. Ingeniería social que tendrá consecuencias imprevistas que aún no conocemos.

3 comentarios:

  1. Muy buena reflexión sobre algo que como un buen veneno va provocando efectos sin que el afectado se de cuenta. No es casual que los regímenes totalitarios tengan su propio lenguaje, y ya sabemos que incluso en democracia, a los hombres les gusta pasar a la posteridad. Algunos construyen museos, otros pirámides, y otros, leyes a su imagen y semejanza.
    Anónimo, pero no tanto

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  2. Debe de ser que las palabras no cuentan (Ana Mato) y total pues cada uno aplica la que tiene mas a mano...
    A mi cuando leo "pobre" y "desfavorecido" leo dos cosas bien distintas. en la palabra "desFAVORecido" me salta a la vista rapidamente FAVOR...y favor siempre lo asocio a "a cambio de" le debo un favor, le hice un favor, me hizo el favor...siempre por algo, a cambio de algo, esperando algo...
    Pobres, ha habido siempre, y han sido asociados a gente que no tiene lo necesario bien sea en capacidad intelectual, o economica, o...pero no forzosamente provocado o dependiente de un factor externo ajeno a el mismo.
    Y los politicos, saben muy bien usar las palabras y no las cambian porque no sepan lo que hacen...las connotaciones son queridas, llevan implicito un ir adoctrinando, ir metiendo en la "sesera" una especie de "porque yo lo valgo" o "porque yo no lo merezco". Y poco a poco es como si una especie de "gas" se fuera difundiendo...y nos fuera llegando de manera que nos impregnemos y terminemos aceptando todo como una fatalidad...

    Como si unos fueran merecedores de esos favores...de ese trato especial, y otros, los pobres desfavorecidos...no merecedores de un favor...ni siquiera de JUSTICIA SOCIAL.

    Mientras todo se haga en forma de "favores" y no en forma de "justicia" de merito....mal vamos.

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  3. Bueno...

    Es que ser capaz de conseguir favores también tiene mérito ¿eh?

    :)

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