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sábado, 25 de abril de 2009

Cuatro milloncejos

Prometo que hoy no pensaba escribir sobre política, pero la noticia ha explotado en nuestras narices: Ya hemos llegado a los cuatro millones de parados… y subiendo. Ha sido justo el mes en el que el presidente del gobierno vaticinó que empezaría a notarse la mejora en el empleo, gracias al plan de inversión local del gobierno.
Pero eso da igual. Me parece que ya son muy pocos –o los muy desinformados, o los muy crédulos, o los muy hooligans- que toman en serio cualquier cosa que pueda prometer el presidente. El descrédito de sus anuncios no necesita ya explicación alguna.
En mi opinión, hay tres factores que hacen temer un porvenir muy, muy negro:
1) El hecho de que el desplome del empleo es en España el doble que en el resto de la U:E. Parece mentira que tratándose, como también explicó Zapatero, de una crisis de origen externo, tengamos que ser nosotros los que la vayamos a pagar más cara. También es mala pata ¿eh?
2) El hecho de la coincidencia del mayor aumento del paro en el país en el que ha habido mayor aumento de la inmigración. Esa igualdad de cuatro millones entre parados e inmigrantes puede resultar como gasolina que puede producir explosiones sociales en cualquier momento.
3) Y lo peor de todo: la sensación (quizá sea sólo mía) de que el gobierno, con su jefe a la cabeza, no tienen ni la menor idea de qué se puede hacer en esta situación. Están atrapados entre la espada y la pared. La espada de una situación económica que precisa de importantes cambios estructurales, y la pared de unos débitos electorales a la izquierda social, que le impide abordar cualquier reforma impopular.
Ya sé que alguien me tildará de catastrofista. Pero cada vez siento con mayor fuerza la sensación de viajar en un barco, en medio de una terrible tormenta, con un capitán sin experiencia, empeñado únicamente en que la orquesta no deje de tocar, y con una tripulación completamente dedicada a tranquilizar al pasaje.
Y del barco ¿quién se ocupa?

2 comentarios:

  1. No sé quien se ocupa del barco, pero lo que está claro es que a este hombre no le funciona la bola de cristal que ha elegido para hacer predicciones.

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