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lunes, 20 de abril de 2009

Nuria y la igualdad de oportunidades

Él tiene 27 años y un trastorno de la personalidad. Vive con sus padres, jugaba con alcohol y drogas. Los trabajos le duraban un mes, y los amigos poco más.
Ella tiene 24, un trastorno de la personalidad y cierta debilidad mental. Vive con su madre, en otra ciudad. Jugaba con alcohol y drogas. Ninguno sigue tratamiento médico. A ellos no les pasa nada.
Un día pasaron la noche juntos, jugando.
Se vieron más veces. Discutieron, y las palabras no fueron suficientes. Ella regresó a su ciudad, pasando antes por comisaría. Un juez dictó orden de alejamiento contra él. Se olvidaron el uno del otro.
A los nueve meses nació Nuria, y ella descubrió que lo echaba mucho de menos. Se presentó con la recién nacida en casa de él. De los padres de él. La joven abuela dijo que no podía quedarse allí, que tenían prohibido estar cerca. Pero no las iba a dejar tiradas en la calle. Se quedaron.
La abuela se iba al trabajo y la pareja y la niña se quedaban en la cama. Al regresar a mediodía, seguían en la cama. Vio con terror que a la joven madre se le olvidaba a veces darle el biberón a la niña. De tarde en tarde le cambiaba los pañales que compraba la abuela.
Un día la policía los vio juntos y le detuvieron. Ella regresó a su ciudad. La abuela respiró.
Pero volvió a los dos meses, con la pequeña. Consiguió alojarse en un piso de acogida. Al cabo de unos meses tuvo que dejarlo, y encontró un piso compartido. Pero por poco tiempo. Los otros ocupantes no soportaban el estilo de vida, la dejadez, el abandono, la absoluta falta de responsabilidad.
La niña tiene ya tres años. A veces la madre encuentra un trabajo, y lleva a la niña a casa de la abuela, donde el padre come y duerme. Padre e hija se acuestan de madrugada y se levantan a mediodía. La niña se alimenta de ganchitos, patatas fritas, carmelos y bollos.
La abuela estaría dispuesta a encargarse de ella. Al padre no le importa. La madre no renuncia a verla. La niña va de mano en mano. “Como la falsa mone, que de mano en mano va, y ninguno se la quea”.
En el juego de la vida a Nuria le han tocado unas cartas malísimas. Ella no tiene ninguna culpa, pero tiene todas las posibilidades de acabar en una cuneta de la sociedad.
Quizá algún día vea en un telediario, en el comedor de alguna cárcel, a un político presumiendo del Estado del Bienestar; de la atención sanitaria; de los servicios sociales.
Y Nuria pensará que la vida es un juego. Y lo de la igualdad de oportunidades un chiste.

3 comentarios:

  1. Q triste. Con la cantidad de gente responsable, madura y consecuente q no puede tener hijos y se ve negra para adoptar, y se tienen q ir a países de no sé donde y gastarse un pastón... Pero se les permite a los otros, q son muchísimos, descerebrados como los padres de esa niña q cuentas "no renunciar" a la pequeña, obligándola así a vivir rodeada de carencias de todo tipo y con todas las papeletas para un futuro bastante malo.
    Alguien lo está haciendo muy mal en este país. Pero eso viene siendo ya, por desgracia, lo normal.

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  2. Pues si Sara, es una historia muy triste.

    La igualdad de oportunidades, más que un chiste es una mentira, dado que el punto de partida no es el mismo para todos.

    La vida que le espera a Nuria, nunca será la misma que si hubiera nacido en una familia que no tuviera esos problemas.

    Por muchos apoyos que tenga en el futuro, siempre le faltará esa atención, esos cuidados, ese equilibrio, esas atenciones, esa dedicación y ese amor que todo niño necesita en sus primeros años. Y eso es un lastre muy grande,yo creo que demasiado grande.

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  3. Muy triste, pero muy real. Y hay muchas más...
    Y no hay que engañarse. El Estado, Las CC.AA. y los ayuntamientos destinan mucho dinero a Servicios Sociales. Sería absurdo decir que no sirven de nada. Pero están muy -muuuy- lejos de llegar a todos los casos que se necesitarían.
    Pero eso requeriría mucho esfuerzo. Es más fácil sortear pisos de protección oficial -por ejemplo-, que están muy bien para el que le toca, pero de ninguna manera suponen abordar los problemas más críticos.

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