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jueves, 28 de enero de 2010

Entre algodones

Siempre que puedo me gusta escuchar esos programas de radio en los que personas anónimas llaman y expresan sus quejas o sugerencias. Uno denuncia que en su calle hay tres farolas apagadas; otro protesta porque los bazares de chinos abren los domingos; aquél pide que se rebaje el sueldo de los concejales; y el de más allá propone que los autobuses sean gratis para todos. Cada cual expone lo que le preocupa, y el programa resulta un excelente barómetro para medir –aunque sea de manera aproximada- por dónde van las inquietudes de la población.

Ayer llamó un señor quejándose de que en el parque de su barrio las zonas de juegos infantiles no están acolchadas. No es la primera vez que oigo esa petición, y en efecto, son muchos los parques en los que se han colocado unas alfombras de goma alrededor de columpios y toboganes.
Me da la impresión de que esa actitud hiperprotectora de la infancia está en el origen de una adolescencia insatisfecha y frustrada, y de una juventud exigente, indolente, y a menudo antisocial.
Alfombrar los parques para que los niños no se hagan un rasguño al caer significa que no van a aprender que determinadas conductas pueden tener consecuencias negativas. Un niño que se cae y ve aparecer un poco de sangre en su rodilla aprenderá a correr con más cuidado, y estará mejor preparado para llevar una vida adulta responsable.
Pero parece que todos: padres, ayuntamientos y gobiernos estén muy interesados en fabricar adultos infantiles. A los gobiernos les viene muy bien, porque es más fácil engañar a niños que a adultos. Los padres, en cambio, están sembrando un negro futuro para ellos y para sus hijos.

1 comentario:

  1. Tengo que pensar en todo esto.... interesante tu punto de vista... Un saludo!!

    Tessa

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