Las nuevas tecnologías permiten difundir millones de noticias cada hora. También facilitan que cada persona pueda acceder a ellas desde su casa, desde el trabajo o desde el coche. Paseando por un bosque, tumbados en una playa, o sentados en el solitario trono del retrete. Es la aldea global de McLuhan.
En la aldea tradicional la gente se enteraba de lo que ocurría mediante el boca a boca. Todo el mundo conocía a todo el mundo, y todos estaban al tanto de lo que les convenía saber. En la aldea global las noticias nos llegan cada vez más despersonalizadas, procedentes de los más lejanos rincones, y confusamente mezclado lo importante con lo irrelevante.
En la aldea tradicional la “señora Patro” nos contaba que su nieto tenía sarampión. En la aldea global “la tele” nos dice que ha habido un brote de beri-beri en Níger. Todos conocíamos a la señora Patro y a su nieto, y todos sabíamos lo que era el sarampión. Pero ahora no sabemos quién nos da la noticia, ni dónde está exactamente Níger, ni en qué consiste el beri-beri.
Millones de ordenadores y billones de megabytes se han puesto al servicio de un maremoto informativo, haciendo una competencia desleal a nuestro pobre cerebro biológico, que sigue teniendo las mismas características que hace mil años. Cientos de millones de aparatos electrónicos escupen datos que nuestro cerebro es completamente incapaz de procesar, y menos aún de memorizar. Las noticias captan nuestra atención durante unos días –a menudo durante unos minutos-, y son olvidadas sin haber tenido tiempo suficiente para entenderlas del todo.
Todo ello da lugar a una paradoja cuyas consecuencias aún no podemos conocer. La sobreinformación que nos envuelve se convierte, en la práctica, en desinformación. La estructura cognitiva del habitante de la aldea tradicional –conocimientos limitados, pero claros y coherentemente estructurados- se ha convertido en una nebulosa de nociones difusas, mutiladas e inconexas.
Lo que podía parecer un avance hacia la mayor libertad y autonomía individual, a través de una mejor formación del propio criterio, corre el riesgo de suponer un retroceso hacia un mundo en el que unos pocos hacedores de información dominen por completo a unos ciudadanos incapaces de manejar tantos datos.
Como una brújula en un almacén de imanes, la sobrecarga informativa puede llevarnos a perder el norte, y a que la gente renuncie a enterarse de lo que les rodea, cansados del esfuerzo que supone tratar de seleccionar entre el diluvio de noticias.
Pero si nos convertimos en seres incapaces de distinguir lo importante de lo anecdótico, lo sustancial de lo aparente, lo estructural de lo coyuntural, lo necesario de lo apetecible, los deseos de las realidades, nos habremos colocado en la situación perfecta para estar dispuestos a aceptar con alivio un “guía” que nos señale el camino que debemos recorrer.
Dos mil años de progreso tecnológico nos habrían devuelto a la época en la que las masas ignorantes seguían ciegamente a un profeta. Sin saber hacia dónde, sin saber por qué.
Y que se puede hacer? Apagar la tele y no leer los periódicos?
ResponderEliminarcompletamente de acuerdo con el artículo; actualmente no informan, enmascaran las noticias y son tendenciosos; viven esclavos de las audiencias; por otra parte, con tanta información como recibimos terminamos por pasar de puntillas sobre las noticias en general y eso, al final, termina generando falta de interés también por lo cercano; cada vez nos volvemos más indiferentes a todo cuanto sucede a nuestro alrededor; cada vez, somos más egoistas. Una lástima
ResponderEliminarEs q es muy difícil mantener el rumbo. Personalmente, estoy hasta el pelo del bombardeo de la crisis; ya sé q es terrible, lo veo cada día: mi propia familia, yo misma, estamos afectados gravemente. Al principio se nos negaba, ahora no podemos pensar en otra cosa. Y estoy harta porq he dejado de creerme esa avalancha de información manipuladora, por lo q trato de no ver ni oír las noticias.
ResponderEliminarAsí q va a ser q tienes razón.
Estoy de acuerdo en lo que escribes respecto a que la sobreinformación se puede convertir un desinformación. Un buen método para que eso no ocurra, puede ser analizar las noticias nos llegan a través de diferentes medios, y comparar para tratar de evitar la manipulación ya que cada uno tiene su línea.
ResponderEliminarSupongo que ese método no le servirá a todo el mundo porque habrá muchas personas que se cansan de hacerlo, que se rinden, que no encuentran muchas diferencias entre lo que dicen unos, o lo que dicen otros, que al final no les inspira confianza ninguno, y que se sientan engañados o agotados porque es imposible hacer esa labor con todo lo que nos llega, pero a mí leyendo tu reflexión se me ocurre que quizá tener acceso a tantas información no es tan malo, o al menos quiero pensar que puede servir de algo.
No sabemos dónde está Niger, pero al menos sabemos que existe, y los curiosos quizá se pongan a buscar que es el beri-beri, y cuales son sus síntomas.
A veces he pensado, que hace unos años había muchas personas que no tenían ningún tipo de información y sólo conocian lo que pasaba en su entorno y lo que les ocurría a las Sras. Patro de turno. Ahora no, ahora personas que por determinadas circunstancias no han tenido acceso a unos educación muy amplia o a unos determinados conocimientos, saben por ejemplo, porque tienen la tele en casa, que hay canguros en Australia. También es cierto que te puedes cuestionar si es importante saber que hay animales que no conocías, e incluso tratar de investigar si es cierto o no que existen esos bichos en la otra parte del mundo, pero si peligroso me parece estar continuamente bombardeados por noticias que no podemos desmenuzar en profundidad por falta de tiempo o ganas, también creo que es peligroso vivir de espaldas a todo lo que ocurre por miedo a que nos manipulen.
Araceli
Y yo me pregunto...y qué pasa con la Patro?, su información es totalmente veraz? no hay lugar en el "boca a boca" para la manipulación? me parece que se está obviando el hecho de que la manipulación no es un ente con vica propia que hace y deshace a su antojo...por favor!!! tenemos la información a mano, tenemos mucha sí, demasiada, manipulada, distorsionada, mal transmitida, peor tratada...sí, pero somos nosotros los que decidimos qué, cúanto y cómo....o no?
ResponderEliminarUn saludo!
Para la reflexión. Es un documental interesante sobre manipulación periodística en Oriente Próximo:
ResponderEliminarhttp://www.libertaddigital.tv/ldtv.php/beta/videoplayer.html/FPVa41EwqTM