En la Grecia clásica –la cuna de la democracia- los ciudadanos participaban activamente en las cuestiones generales. Debatían los asuntos públicos, elegían magistrados, y todos consideraban que la vida pública era cosa suya. También había personas que se desentendían de esas cuestiones, no mostraban interés para estar informados, y no participaban en los debates y votaciones.
Eran idiotas. Esa es la palabra que utilizaban los griegos para referirse a esa clase de personas. Con el tiempo, la palabra ha evolucionado mucho, y ha pasado a ser sinónimo de persona de facultades mentales menguadas. Hoy en día se utiliza sobre todo como insulto.
Pero en nuestra sociedad hay gran número de idiotas. Gentes que dicen “a mí la política no me importa”. “yo no entiendo de política”, “la política es para los políticos”. A menudo se trata de buena gente. Individuos bienintencionados, que se conforman con ocuparse de los asuntos de su vida particular, y nadie les reprocha su actitud. Quién más, quién menos, tiende a pensar que es una opción tan legítima como cualquier otra.
Sin embargo, en una sociedad democrática, se trata de una actitud que sólo es admisible en el caso de que esas personas se abstengan de votar en las diferentes elecciones. Es una manera de inhibirse de unas cuestiones complejas, que requieren tiempo y esfuerzo para ser suficientemente entendidas. Sería un comportamiento coherente: “yo no entiendo de esto, así que dejo que otros que entienden más decidan por mí”.
Lo malo –para la sociedad, y de rebote para cada uno de los ciudadanos- es que una buena parte de esos idiotas modernos sí que acude cada cuatro años a depositar su papeleta en una urna. Nadie sabe cómo elige la papeleta. Quizá por el diseño del anagrama, quizá coge la primera que encuentra, quizá la del candidato mejor peinado, quizá la del partido al que ha votado toda su vida –aunque probablemente nunca haya sabido por qué-.
El código penal no dice nada sobre ellos, y la opinión general tampoco. Pero con su conducta se convierten en unos personajes realmente peligrosos, ya que participan en la elección de representantes políticos en la misma medida que cualquier ciudadano que se tome la molestia de informarse, de analizar las propuestas, de pensar, y de comparar.
Quizá todos deberíamos reflexionar sobre el asunto. Y tal vez, la próxima vez que alguien nos diga “yo no entiendo de política”, deberíamos preguntarle si vota. Y si nos dice que sí, deberíamos recordarle que si él no se ocupa de la política, la política se ocupará de él. También podríamos preguntarle si cuando va a un restaurante pide la comida sin mirar la carta, o si hace sus comprar sin tener ni idea del precio.Quizá éstos idiotas modernos –en el antiguo sentido de la palabra- sea la causa de que vez más dirigentes políticos hagan un discurso para idiotas –en el moderno sentido de la palabra.
Hay mucha gente que piensa que hablar de politica solo puede conducir a enemistades, si la otra persona no comparte sus puntos de vista. Otros lo que buscan no es precisamente exponer sus ideas, es hablar trantando de no chocar a la otra persona.
ResponderEliminarHay un comentario en otro post..que a mi me parece que resume un poco lo que pasa...copio
"Yo creo que siempre es bueno dialogar, exponer, intentar convencer...
Pero si no se consigue, no es el fin del mundo. Y si alguien confunde "discrepar" con "caer mal"... va despistado. Si a uno sólo le "caen bien" los que le dan la razón... mala cosa. Hay que distinguir a la persona de sus opiniones."
Falta tomar conciencia de que politica es todo, y que los que nos gobiernan, lo hacen porque una mayoria los hemos autorizado, y que si nos defraudan, dejaran de gobernarnos. Todos nos quejamos cuando algo de lo que hacen no nos gusta...o si pagamos mucho...o si hay listas de espera...o si no se nos atiende...pero pocos son los que se plantean, que de esa situacion ellos con su accion...o con su omision tambien son los responsables. Que los gobernantes de alguna manera solo hacen que "gestionar" lo que una mayoria les hemos encomendado.
Que se puede hablar de politica, tener ideas diferentes.... y eso no tiene porque conducir a una enemistad. Y si que hay que ser un verdadero idiota, para dejar que nos gobiernen sin decir ni pio... sin mirar con lupa lo que hacen, porque eso tiene consecuencias sobre cada uno de nosotros, y de alguna manera las consentimos sin hacer nada por cambiarlo. O votado sin saber lo que votamos...
¿Personajes peligrosos? Que palabras mas duras.
ResponderEliminarEntiendo lo que dices, pero igual es que para recopilar información y analizar y comparar propuestas, hace falta una cierta preparación y entrenamiento, y no sólo se trata de no querer molestias o de coger la primera papeleta que encuentran. Yo jamás me he encontrado con alguien que actúe de esa forma, aunque puede ser que existan.
Lo que si que he encontrado han sido personas de la generación de algunos de nuestros padres, que van a piñón fijo pase lo que pase, digan lo que hagan, y hagan lo que hagan.
Son personas a las que nadie ha educado a vivir en democracia, a las que nadie les preguntaba sobre sus preferencias, que tenían que solicitar autorización hasta para hacer una reunión de vecinos, personas que asocian el socialismo con la llegada del Estado del Bienestar, y comentan que ahora los pobres están como nunca han estado, personas que asocian el liberalismo o los partidos de derecha con los tiempos que les tocó vivir del franquismo, aunque ahora no tenga nada que ver esa derecha con la actual, personas que votan a la derecha porque creen que van a defender mejor a los que más tienen, o porque les mataron a un familiar los republicanos, o al contrario.
Si que es cierto que hay personas que se desentienden, pienso que ya no tanto en ese plan medio frívolo que has dibujado en el escrito (coger la primera papeleta que ven, votar a un flequillo o una sonrisa, etc) que también supongo que los hay (pero menos), sino porque están agobiados por su día a día, porque no son conscientes de la trascendencia de una votación, porque están desencantados de todos, o porque no están acostumbrados a ello.
Yo quiero pensar que la situación que describes cambiará, porque a medida que pase el tiempo, los adolescentes que ya han vivido otras cosas y han tenido otras circunstancias, entenderán ( al menos quiero pensar que lo harán) que a los políticos además de votarles, hay que hacerles un cierto seguimiento para ver si cumplen lo que prometieron, y si no lo hacen, cambiar su voto en la siguiente, o criticar su actuación, aunque sinceramente esa crítica, a veces creo que no sirve de mucho, y esperar cuatro años a que cambie el rumbo, a veces se hace demasiado largo. .
Estoy de acuerdo con que en España estamos pagando un alto precio por los cuarenta años de dictadura. Una buena parte de la población no sabe lo que realmente significa vivir en democracia. Unos creen que es hacer lo que a uno le da la gana. Otros confunden democracia con criterio de validación, es decir: piensan que si la mayoría cree algo es que tiene razón.
ResponderEliminarQuizá con el tiempo... no lo sé. Pienso que también tiene que ver con que aquí no nos hemos ganado la democracia. Nos la regalaron unos señores que decían que sabían lo que nos convenía.