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jueves, 19 de marzo de 2009

José Luis

José Luis veía la tele junto a su familia después de cenar. Era un buen hombre, amable, bien intencionado, y muy pacífico.
De repente, su hijo pequeño dijo:
– Papá, huele a humo.
– No digas bobadas. Lo que huele es el café –respondió José Luis.
Continuaron viendo la tele en buena armonía. Lo que más le gustaba a José Luis eran esas veladas en calma, con buen talante, sin que nada turbara la tranquilidad familiar. El hijo mayor se levantó para ir al baño, y volvió corriendo.
– Papá: en el pasillo se ve un resplandor. Parecen llamas.
– ¡Cómo va a haber llamas en el pasillo! Calla y siéntate –dijo José Luis, algo molesto.
– Y sigue oliendo a humo –añadió el pequeño.
– Ya vale de decir tonterías, que no me dejáis ver la película. No os preocupéis. Será el vecino que está quemando algo en el jardín. Además –concluyó sonriendo- tenemos un buen seguro contra incendios.
La madre recogió los platos para llevarlos a la cocina. Salió de la sala, y se oyó un gran estrépito, seguido de un grito. La mujer volvió a entrar, pálida.
– ¡José Luis! Los niños tenían razón: la cocina está ardiendo.
José Luis se levantó sin perder la calma, y sin creerse del todo lo que decía su mujer.
– ¡Sois unos catastrofistas! ¡Unos cenizos! Y os voy a decir una cosa: el pesimismo no apaga incendios. Voy a buscar agua.
Salió al garaje exterior para recoger un bidón de agua. A los dos minutos volvió a entrar arrastrando a duras penas el pesado recipiente.
– Ayudadme un poco. Este bidón pesa una tonelada.
Ante su sorpresa, sus hijos y su mujer no se movieron.
– ¡Queréis ayudarme! Yo no puedo hacerlo todo solo. Tenéis que arrimar el hombro. ¡Venid a echarme una mano!
– Pero, papá… es que…
– ¡Nada de peros! Tenéis que ser responsables y apoyarme.
– José Luis… yo creo que es mejor que dejes el bidón –intervino la madre.
– ¡Sois unos aguafiestas! A todo le ponéis pegas. No os importa nuestra casa. Preferís que se queme con tal de dejarme mal. Deberíais ayudarme en vez de llevarme la contraria –insistió José Luis, sudoroso por el peso del bidón, y sin entender por qué su familia se negaba a colaborar con él- ¿Qué os pasa?
– Papá… es que… -respondió tímidamente el hijo menor- ¡Has cogido el bidón de la gasolina y no el del agua!

5 comentarios:

  1. Jajajjjjjjjaaaaaaaaaaaaaaaaaa
    Bonita fábula. Pero tampoco le darán un estacazo pa quitarle la gasolina, ni se divorciarán de ese padre tan idiota, fijo.
    Muy hábil, Morgan.

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  2. ¡ PÚMMMMM !

    ¡CATAPLÚMMMMM !


    Que cuentos tan raros escribe este hombre, y además , me temo, que es de los que no tienen un final de esos de: " y vivieron felices y comieron perdices ".
    Lo que tampoco entiendo es por qué ha tenido que llamarle José Luis al prota. Anda que no hay nombres poco bonitos en el Santoral : Honorato, Rigoberto, Torcuato... etc, y precisamente ha usado ese....¡ uhmmmm ! no sé, puede que sea casualidad la coincidencia, y sea el primero que le ha venido a la cabeza, así.. al azar, sin maldad, sin querer hacer ningún paralelismo ;-)

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  3. "sin querer hacer ningún paralelismo ;-)"

    Bueno... Si "lelismo" es lo que les pasa a los lelos... entonces sí que habría algunos "para lelismos".

    :)

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  4. Jajajajajaja, creo que deberías pedir audiencia y zanjar tus diferencias...a ver si así te da por otro personaje! De paso podrías debatir con él sobre las CC.AA y así matas dos pajaros de un tiro. Seguro, seguro que te la concede (la audiencia digo)...Es tan bueno!!!!
    No sé, es una idea!


    Un beso!

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  5. No, gracias.
    Para oir trivialidades, lugares comunes, tópicos y obviedades, prefiero ver los anuncios de la tele. Son más variados.
    Y por cierto... yo no tengo nada contra el personaje. No hago nada que le perjudique.
    Desgraciadamente, él si que puede hacer -y hace- cosas que me perjudican a mí. Y a ti, y a este, y al otro...

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